Estoy totalmente convencido de la muy saludable repercusión que ha tenido el Congreso de Narradores, en Madrid, aunque haya, como se ve en los diferentes "correos" que flotan, tanto como en los artículos que han publicado hasta ahora, opiniones encontradas y algunas bastante acres, pero, de eso se trata, se trata de las divergencias porque lo malo hubiera estado en que todos hubiéramos terminado contentos y encimados unos a otros, sin que nadie proteste. El Perú es un país de una diversidad cultural muy grande, así es que tenemos que esperar que nunca nadie se ponga de acuerdo.
Esta viva experiencia se la debemos a La Mirada Malva, ese grupo extraordinario por dinámico, eficaz y amical que tanto sentido profesional nos ha prodigado y, también y esencialmente, a Mario Suárez Simich y Jorge Eduardo Benavides que lograron conseguir apoyo de todas partes, así como que Vargas Llosa se comprometiera a inaugurar con discurso brillante, sencillo y sincero el Congreso.
Quiero dejar mi testimonio en estas páginas mencionando en párrafo especial a María Ángeles Vázquez por saber, en cada momento, qué es lo que se tenía que hacer: y se hacía, por saber sincronizar atinadamente espacios, escritores y temas (si algo dejó de funcionar no se debió a su culpa sino que los participante prefirieron los encantos de Madrid o les salió de los forros "un olímpico desprecio"). El otro motor del Congreso fue también Paz Mediavilla con quien contábamos en cada momento para tener la orientación puntual. Dos mujeres inteligentes que parecían haber nacido para hacernos felices.
Parecía mentira -y lo confieso- que esta idea de reunir a cuarenta narradores en Madrid se hubiera hecho realidad y allí estaba, pues, Mario Suárez Simich, con su incansable fortaleza y su brillante imaginación para resolver problemas, porque para Mario: "Todo tenía solución" con el soporte de bonhomía inteligente de Jorge Eduardo Benavides.
Haberlos conocido más en esos días, haber alternado, compartido los temas de nuestro quehacer como narradores, a mí, que ya soy un veterano de la guerra, me ha hecho crecer y también concertar temas que yo tenía dispersos en mi cabeza, como aquel de la novela histórica a.- enfoque de ensayo novelado, b.- realidad, verdad y verosimilitud (que ayudan a comprender mejor lo que es historia (verdad) y verosimilitud (ficción), y, c.- incluir bibliografía (porque es un ensayo) y un vocabulario (si el tema es de siglos anteriores). Todo esto salió en la mesa que me tocó sobre novela histórica, fuera de libreto. Bueno, pues, este es el esquema básico de un ensayo largo que estoy escribiendo en la actualidad y que en su momento será un especial para Ómnibus. Qué bueno: ¡Oigan, Mirada Malva, los recuerdo siempre!