París, 31 de mayo del 2005
1.- El discurso inaugural del escritor Mario Vargas Llosa al 1er Congreso Internacional 25 años de narrativa peruana (1980-2005), que giró en torno al debate que se suscitaba en " los escritores de la generación del 50 " sobre el tema de la evasión y del arraigo, de los escritores " telúricos " y de los " evadidos " -los unos asumiendo un rol moral y civil, más preocupados por los temas de la identidad, con un cierto desprecio de la forma, y los otros, cosmopolitas, estéticamente hablando muy respetables- habría de señalar las líneas (que aparecerían quizás con otros términos) de todo este evento, que reunió a una buena parte de los y las escritores/as peruanos/as contemporáneos/as en la Casa de América de Madrid del 23 al 27 de mayo.
2.- El narrador Dante Castro -en su ponencia " Los Andes en llamas ", presentada en la mesa sobre Narrativa política y narrativa de la violencia (en la cual participé, también, con Alonso Cueto y Jorge E. Benavides)- escribe : " Soplan en el oído de las nuevas generaciones que " la única responsabilidad del escritor es con su lenguaje ", sin recordar la sentencia de Faulkner: Si el cómo escribo es más importante que el qué escribo o para quién escribo no nos haría falta la tésis de los demonios elaborada por el primer Vargas Llosa y mucho menos el legado del inmortal José Maria Arguedas. Sólo nos haría falta aquella audacia de la ignorancia para buscar el éxito al márgen de la experiencia humana real, tal como la definía Katherine Anne Porter. Este es el camino que no tomamos ni tomaremos ". Me parece que tal como estan formuladas, estas proposiciones -en su claridad pristina y su carácter polémico- nos devuelven a controversias de los años 60, de corte sartreano, sobre el para qué sirve la literatura.
3.- Se suele pensar la literatura peruana en términos dicotómicos: provincias/Lima, Andes/Costa, telúricos/cosmopolitas (Perú/mundo), lo que nos lleva a la ya vieja polémica, o mejor dicho desencuentro inútil, entre J. Cortazar y J.M. Arguedas, o en años más recientes al controvertido libro de M.V.Ll., sobre la obra de este último escritor, La utopía arcaica (1996). Aquí nos movemos en la problemática del debate entre la tradición y la modernidad (o, en términos maniqueos entre barbarie y civilización).
4.- A mí lo que me interesa es incidir en otra cosa: la relación entre la realidad y la creación literaria. Se trata acaso de una " realidad mimética " (de la literatura como imitación o copia aristotélica de lo real) ? Existe un corpus de la literatura peruana (constituido de continuidades y de rupturas a su interior, que tendrían que ver con distintas poéticas o estéticas) ? Esto plantea, implícitamente, preguntarse cuál es la relación entre la tradición y la modernidad (y en la crisis de esta última, dónde se sitúa la literatura de algunos/as escritores/as de los 80-90, que son los años de la violencia). Así, es en la forma -como dijo M.V.Ll. en su discurso- donde se decide todo (incluso las cuestiones de orden ético).
5.- En la última parte de mi ponencia sobre la presencia de los discursos de la " post-modernidad " y de la violencia política, sostuve que : " El fracaso en el proceso de integración y de re-estructuración modernizadora, emprendido por los militares a comienzos de los años 70, para redefinir la articulación del país con respecto al sistema capitalista mundial, produjo frustraciones en ciertos sectores de la clase media, lo que aunado a la violencia política de la guerra interna de los años 80-90 (en correspondencia a lo que J.P. Fayé denomina discursos ideológicos totalitarios), y a la aceleración de los flujos migratorios, traería una completa desestructuración sistémica, lo cual habría de manifestarse en el arte y la literatura de esta etapa, sobre todo en cierta poesía de los 80s (1) y en algunos narradores (en los que me incluyo), en cuanto expresión de " una experiencia social desquiciada, violenta y altamente anárquica "(2). Producción ésta que, paradójicamente, sería ubicable dentro de las vertientes de la " post-modernidad ".
6.- Me interesó mucho la ponencia del escritor Carlos Herrera, titulada "Yunguyo y Reykyavik", porque valiéndose del cubo de Rubik, establecía distintas coordenadas (espacio-tiempo, la realidad y la literatura, la colectividad y el individuo), que permiten múltiples combinaciones (no se excluyen lo étnico, el género, etc., etc.), para formular ciertas hipótesis interpretativas (quizás como puro ejercicio) sobre el corpus fragmentado, múltiple y plural de la literatura peruana, y no reducirnos a compartimientos estancos (" Literatura andina ", " Literatura de la violencia ", " literatura de mujeres ", etc.), lo que nos permite salir de las falsas polémicas o de los enfrentamientos de " capillas literarias ", de tipo patriarcal (donde lo que prima es lo " ideólogico " o lo " mediático "). Por todo lo dicho, no entiendo a que viene decir como Ivan Thays " yo soy alguien absolutamente mediático " (o lo que sería -en los términos de Miguel Gutiérrez- una cuestión de imágenes : grandes o pequeñas que buscan proyectar los escritores, sobre todo andinos. Mucho más abierta me pareció la posición de Carlos Herrera, al recurrir por analogía a la riqueza de la gastronomía peruana y al fútbol para abordar la problemática del " consumo " de la literatura peruana, cuando lo que realmente nos interesa discutir es la producción misma de la literatura, de la creación en sí, esto es, de los presupuestos de poética o estéticos subyacentes en las nuevas corrientes narrativas (si las hubieren), y que aparecen como innovaciones a nivel de las formas literarias (podría, sólo por citar un ejemplo, dentro de la denominada literatura andina, la novela de Óscar Colchado Lucio Rosa Cuchillo).
7.- Confieso que excepto un relato de I. Thays, publicado en una antología de la literatura latinoamericana (editada por Fuguet), no he leído nada (ni ellos tampoco de mí, supongo) de la narrativa de los escritores que participaron en la mesa " Hablan los últimos " (27/05) (compuesta sólo de varones) : Santiago Roncagliolo, Gustavo Rodríguez, Carlos García Miranda (quien me pasó su novela), Daniel Alarcón e I. Thays. Asistí cuando habló éste sobre el " problema de imagen de los escritores andinos ". Creo compartir la opinión de Carlos García Miranda de que en la literatura peruana se asiste a un cambio de sensibilidad ; es que, acaso, este cambio obedece a transformaciones en las condiciones de marginalidad (en la vida de los/as escritores/as), debido a la irrupción de " realidades nómadas ", en correspondencia con las transformaciones en la cultura de masas (debido al rol de los medias) en esta etapa de la globalización transnacional ? La cuestión que se plantea, a nivel estético, sigue siendo la de las continuidades y las rupturas en relación a la " tradición " (y al canon literario que la rige) ; la denominada literatura andina -como señala en un artículo el escritor huancavelicano Zein Zorrilla (3)- no esta exenta de dichas transformaciones.
8.- Leyendo Poéticas del flujo. Migración y violencia en el Perú de los 80 -el libro de José Antonio Mazzotti que se ocupa (Cap. IV) del movimiento Kloaka (a cuyos miembros conocí a fines de la década del 70 y comienzos de los 80s)-, encuentro que sus reflexiones sobre la " postmodernidad " en la literatura peruana última, sobretodo en lo que concierne a la ruptura del discurso lineal y a la dislocación de la lengua, en una especie de " fragmentación esquizofrénica como estética fundamental "(4), principalmente en el poeta Roger Santiváñez, miembro fundador del grupo, se encuentran muy próximas a las opiniones que vertiese en una entrevista (5) cuando apareció El Testamento de la Tormenta (6), novela que publiqué en España en 1997 (pero cuyos comienzos se remontan a un par de años antes de mi salida del Perú, en octubre de 1989). En este libro el perspectivismo, la simultaneidad de los discursos, sin ninguna duda, la fragmentación y la repetición, tan cara a W. Gombrowicz en su Ferdydurke, como recursos de una " estética del caos " para dar cuenta de la violencia de los tiempos, se hallan presentes. Nos hallamos, pues, frente a une reformulación estética que se encuentra intimamente ligada a la crisis de la " modernidad periférica " - al fracaso de los proyectos políticos y de cambio social de los 60-70s-, vivida como " experiencia de choc " (7).