Luis Fayad es uno de los escritores más representativos de la actual narrativa colombiana e hispanoamericana, al lado de Rafael Humberto Moreno-Durán, Óscar Collazos, Cristina Peri Rosi, Ricardo Piglia o Antonio Skármeta. Se dio a conocer con la publicación en España de Los parientes de Ester (1978) novela que convierte a la Bogotá de los cincuenta y sesenta en el espacio de la ficción y que renueva el género designado como novela urbana, poco cultivado en el país por aquellos años. Fayad nació en Bogotá en 1945 y desde hace mas de un cuarto de siglo vive fuera de Colombia, primero en Barcelona y luego en Berlin.
Cuando salió de su país en 1975 con el deseo de viajar y vivir en París, llevaba el manuscrito de Los parientes de Ester. Antes había publicado los libros de cuentos Los sonidos del fuego y Olor de lluvia. Durante los años escolares, trabajó como guionista en teatro, radio y televisión. Cursó dos años de Sociología en la Universidad Nacional de Bogotá, trabajó como periodista y empezó a publicar cuentos y notas literarias en diversas revistas y periódicos nacionales y extranjeros. En París continuó con sus ocupaciones, al lado de otras que le proporcionaban el sustento, mientras asistía a conferencias y hacía de oyente en cursos de literatura, arte e historia en universidades, escuelas superiores e institutos especializados. Terminó de corregir Los parientes de Ester, que se publicó en Alfaguara de España. Tras dos años de residencia en París viajó a Estocolmo en busca de trabajo, temporada que se prolongó seis meses. Posteriormente se trasladó a Barcelona donde se dedicó a hacer traducciones técnicas del francés, informes de libros inéditos para editoriales y fichas para enciclopedias. En esta ciudad se casó con María Rosario, nacida en Pamplona, España. Con ella se instaló, a finales de 1979, en La Palma, una isla, según nos dice "con forma de corazón", en las Canarias. En 1982 nació su primer hijo. En 1983 viajó con su familia de nuevo a la Península y se radicó en el pequeño pueblo Sant Pere de Ribes, a 40 kilómetros de Barcelona, donde vivió hasta 1986. Durante esos años hizo varios viajes a Colombia y publicó el libro de cuentos Una lección de la vida. En 1986 viajó a Berlín invitado por la Academia Alemana de Intercambio Cultural. La invitación comprendió un año, que él alargó con el propósito de aprender mejor el idioma. Desde entonces reside en Alemania donde ha estado vinculado a las universidades como profesor y conferencista de literatura y lector de su obra. Asimismo ha realizado trabajos de traducción, asesorando doblajes en castellano para películas y programas de radio y coordinando eventos culturales. En las ciudades europeas ha asistido a simposios sobre literatura y reuniones de escritores de los diversos continentes, de Latinoamérica y de Colombia. Vinculado a su tierra natal en todos estos años de exilio, ha decidido regresar con su familia a la ciudad que lo vio nacer, la de los parientes de Ester, para recuperar el contacto con sus compatriotas, el acento y la sintaxis que considera vitales en su trabajo. Su obra completa incluye novelas: Los parientes de Ester (1978), Compañeros de viaje (1991), La caída de los puntos cardinales (2000), Testamento de un hombre de negocios (2004); relatos: La carta del futuro (1993), El regreso de los ecos (1993), Un espejo después (1995); y cuento: Los sonidos del fuego (1968), Olor de lluvia (1974) y Una lección de la vida (1984).
ÓMNIBUS - Usted nació en Bogotá, una ciudad que ocupa un lugar en sus ficciones, sobre todo en Los parientes de Ester (1978) novela de culto, con una prosa sobria y de extraordinaria eficacia. ¿Cómo ve los cambios de la ciudad un cuarto de siglo después de la publicación de la novela?
LUIS FAYAD - El hombre de la ciudad ha cambiado, muchas zonas del mundo se han vuelto urbanas, hasta hace poco Bogotá no era una verdadera metrópoli, en su formación ha ayudado la llegada de los habitantes de otras regiones, han variado sus costumbres, el movimiento cultural ha crecido y si todavía no está a la altura de las grandes capitales del mundo esa es la intención, las preocupaciones de los habitantes son menos limitadas respecto a sus aspiraciones de vida, hay un hombre nuevo que cambió la ciudad. Por desgracia, muchas veces con un concepto errado en sus relaciones con la existencia que está más allá de su casco urbano, con una naturaleza que se desperdicia, no se integra, los parques y las zonas verdes han sido descuidadas en su urbanización. Y la situación social la perjudica, como a todo el país.
OMB - Los parientes de Ester fue escrita en Barcelona y publicada en España en 1978, ¿cómo fue recibida por la prensa española en aquellos años?
L.F. - La prensa española recibió bien la aparición de Los parientes de Ester. Algunas de las reseñas destacaron el tema y la forma que no esperaban de una novela venida de Latinoamérica.
OMB - Antes de fijar su residencia en Berlín vivió unos años en Barcelona donde coincidió con un grupo de escritores colombianos como Óscar Collazos y Moreno Durán, e hispanoamericanos, como Julio Ortega y Cristina Peri Rossi. ¿Existió entre ustedes una relación de grupo?, ¿compartieron proyectos?, ¿coincidieron en alguna publicación?
L.F. - Durante mi residencia en Barcelona también vivían allí otros escritores colombianos pero nuestra relación no fue de grupo ni de proyectos en común, con ellos, como con otros escritores latinoamericanos y españoles, hubo una relación de charlas y tertulias literarias, Barcelona empezaba entonces a ser una ciudad de mucho interés para los europeos, empezaba a empeñarse en ser una ciudad de concentración cultural igual a las mayores de Europa, París, Roma, Berlín, Madrid, Londres, yo creo que alcanzó mucho y el empeño sigue.
OMB - Actualmente reside en Berlín, cuéntenos cuál es su relación con Colombia, pues tengo entendido que va a volver a instalarse en su ciudad natal.
L.F. - Mi relación con Colombia es permanente, es la misma relación que tuve desde antes de salir, el sentido que le he encontrado a mi literatura está sustentado en mantener esa relación con mi país. Tengo la impresión de no haber dejado nunca mi residencia en Colombia, viajo con frecuencia, el gasto no me deja ningún pesar.
OMB - La caída de los puntos cardinales, publicada en 2001, realiza una travesía que empieza en el Líbano y sigue hacia Colombia. Sus personajes son emigrantes que dejan atrás Beirut y se instalan en la Colombia de principios del siglo XX. ¿Hay algo de autobiografía en esta novela?, ¿existe alguna semejanza entre el exilio vivido por sus antepasados libaneses y el suyo?
L.F. - Los datos aubiográficos de La caída de los puntos cardinales son casuales, son los datos que compartían los emigrantes libaneses y luego sus descendientes, la historia personal y la íntima aparece pero a través de los personajes porque también a ellos les pertenece. Las sensaciones mías al salir de mi país e instalarme en otros me ayudaron para comprender las de los demás, hay una similitud porque el país de arribo es lejano, se habla otra lengua, la condición de extranjero crea nuevas leyes en todos los casos y los asemeja. Con una salvedad, que en Colombia desde la primera generación se adquiere la nacionalidad.
OMB - ¿Qué investigaciones hizo para escribir la novela?
L.F. - Consultar libros de historia de los siglos XIX y XX de Colombia y del Líbano, mirar fotografías de esa época, aclarar la diferencia entre las religiones, las musulmanas y la maronita, aprender un poco del idioma árabe, estudiar la infraestructura de los dos países en su desarrollo del comercio, el transporte, la industria y otros aspectos de la vida social, hablar con los libaneses recién salidos del Líbano para tener una fuente directa de sus familias y conocer su pensamiento acerca de los libaneses que salieron hace cien años, mirar fotos de las ciudades para aprender su arquitectura, no para describirla sino para sentirla.
OMB - Usted también ha publicado relatos largos, breves y brevísimos como Un espejo después (2003). ¿En qué género se siente más cómodo?
L.F. - La extensión de mis novelas y cuentos está dada por el tema, cuando encuentro la estructura ya sé más o menos cuántas páginas o renglones tendrán, en ese momento empiezo a sentirme cómodo porque hasta ahora no he condicionado la extensión a exigencias editoriales, nunca agrego ni suprimo palabras si no tienen que ver con el resultado literario.
OMB - Sus libros han sido traducidos a varios idiomas y difundidos fuera del país. Ahora Arango Editores de Colombia va publicar su obra completa, entre novelas y libros de cuentos. ¿Cuándo saldrán a la venta para que puedan adquirirse? Háblenos de ese proyecto.
L.F. - Ya empezó a circular la reedición de mi novela Compañeros de viaje y el 2 de diciembre sale una nueva, Testamento de un hombre de negocios y enseguida otros de mis libros, con Arango Editores tengo contratados ocho, que son los míos hasta ahora. Así cumplo mi deseo de publicar mis libros en una sola editorial, con la seguridad de que se distribuirán en Colombia, siento una gran satisfacción de cumplir con ese fin, es un deseo y un requisito.
Conocedor de su barrio y de sus lugares secretos, Leoncio recorría sus calles en cada oportunidad. Cuando ni el cansancio ni el trabajo atrasado lo obligaban a marchar a la casa, se bajaba del bus antes de su parada y pensaba en los sitios y en las casas de su recorrido. Su interés aumentaba al comprobar que no había recordado bien los pinos gemelos de una esquina, el estuco en forma de ave sostenido de una cornisa o la existencia de un perro feroz en un antejardín. Una vez, una calle que le había sido de las más familiares se fue oscureciendo a su paso, como si al final no tuviera salida. A medida que él se aproximaba al fondo se hacía más claro, no con una luz sino con un color más transparente que el de su alrededor, y sólo cuando se hallaba a corta distancia le pareció distinguir un espejo, quizá de su tamaño. Lo comprobó de cerca, y asomado a él se sobresaltó. Su reflejo copiaba sus movimientos pero no vestía con su misma ropa. Al observar mejor descubrió que la expresión de su rostro era distinta y que el vestido y la corbata que tenía puestos eran los que él pensaba llevar al día siguiente. Cuando quiso indagar más, el espejo desapareció, y volvió a aparecérsele alguna que otra vez en sus recorridos posteriores por el barrio, siempre con un día de adelanto y apenas para enterarlo de cómo iría vestido y de la expresión de su rostro en ese día.
Desde hacía un mes la rata rondaba todas las noches por el apartamento. Leoncio la oía, dueña del lugar, y había ensayado deshacerse de ella instalando trampas y rociando veneno por el piso. También en vano obstruyó los agujeros de los rincones y se paró amenazante con una escoba detrás de las puertas. Al cabo del mes Leoncio se notó a sí mismo con el carácter cambiado, y escribió una nota: "Por favor, déjeme tranquilo". La colocó en el piso de la cocina y se acostó confiado, pero lo único que varió durante la noche fue el pasearse impaciente de la rata, y a la mañana siguiente, cuando leyó de nuevo la nota, Leoncio tuvo la impresión de que iba dirigida a él.
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