Se acaba de clausurar el V Festival de Creación Audiovisual VISUAL.O4 que tiene como invitado especial al cine colombiano actual, con la participación de cineastas tan valiosos como Luis Alberto Restrepo, Sergio Cabrera, Luis Ospina o Lisandro Duque: todo un placer para acercarse a la profunda mirada estética del cine colombiano.
Se inauguró el festival con la película más reciente de Sergio Cabrera Perder es cuestión de método, basada en la novela homónima de Santiago Gamboa estrenada en la tradicional Mostra de Venecia de este año. La ciudad de Bogotá sirve de excusa perfecta para mezclar un documento de denuncia con el cine policíaco.
Sergio Cabrera (Medellín, 1950), se da a conocer internacionalmente con La estrategia del caracol (1994) que tarda en rodar cuatro años. Casi se arruina como productor, aunque recuerda que esta película, reconocida en los festivales de Valladolid, Venecia y Berlín, le permite seguir dirigiendo cine. Desde su primera película, Técnicas de Duelo (1989), a la La estrategia del caracol y Águilas no Cazan Moscas el cineasta colombiano ha filmado la situación de su país. Sólo en Ilona llega con la lluvia (1996) basada en la novela homónima de Álvaro Mutis elige presentar otra época en la que también deja pistas políticas. Quizá por sus experiencias, que le llevaron a Pekín durante diez años como militante de la Guardia Roja y a ser activista en el Ejercito Guerrillero de Colombia, se ha asegurado que su mirada cinematográfica es fundamentalmente de carácter social.
Lisandro Duque (Valle, 1943), adapta y dirige para la televisión La vorágine (1990), novela homónima del escritor colombiano José Eustaquio Rivera. Con más de veinte realizaciones para cine y televisión, se destacan entre sus producciones Milagro en Roma (1988) vinculada a la serie Amores difíciles, con guión de Gabriel García Márquez. Es miembro del Comité de Cineastas de América Latina y Miembro Fundador del Consejo Superior de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano. Participa con Los niños invisibles (2002), película galardonada en múltiples festivales internacionales, con guión de Duque y García Márquez, que centra delicadamente su atención en unos niños que siguen las instrucciones de un libro de magia para convertirse en invisibles.
Luis Ospina (Cali, 1949) estudia cine en UCLA y tiene en su haber más de treinta cortometrajes y documentales y los largometrajes Pura Sangre (1982) y Soplo de vida (1999). El director francés Barbet Schroeder le propuso hacer el making of de La Virgen de los Sicarios, excelente adaptación de la obra del polémico y excelente escritor colombiano, residente en México, Fernando Vallejo.
Años más tarde, Ospina le ofrece al mismo narrador realizar un largometraje sobre su vida y obra. Este documental, La desazón suprema: retrato incesante de Fernando Vallejo (que recibe el premio Radio France Internacional en las Rencontres Cinémas d'Ámerique Latine de Toulouse en el año 2004), no sólo abarca su obra literaria sino también sus múltiples intereses personales como el cine, la música, la poesía, la gramática, la ciencia y la política.
Luis Alberto Restrepo (Medellín, 1956) por su parte presentó La primera noche (2003), que relata la historia de una pareja de campesinos desplazados de su tierra, una zona selvática y aislada del mundo. Son brutalmente enviados a enfrentarse a las calles de una ciudad extraña y despiadada. 
Restrepo indaga sobre personajes vitales y complejos, llenos de matices, con diálogos populares, sin pretensión literaria, que con una dirección de actores ajustada permite que una pausa, una mirada, se conviertan en mensajes inmediatos. Ha dirigido y realizado cortometrajes argumentales, documentales, videos y series de televisión desde hace más de veinte años, entre las que destacamos Bituima 1780, ganador del Premio Midea 1996, como mejor largometraje para televisión, Con amigos así (1986), El curandero de cocalito (1985), Taxi (1983) y Maletas (1981).
Otras obras presentadas han sido Del palenque de San Basilio (2003) de Erwin Goggel, con guión de Esperanza Bioho, documental sobre la comunidad afrocaribeña, María llena eres de gracia (2003) ópera prima de Joshua Marston y un homenaje a la antropóloga documentalista Gloria Triana, inolvidable por Yuriparí, una serie de documentales que escribió y dirigió en la década de los 80 para la televisión colombiana, sobre la diversidad cultural de un país. Se expuso Pedro Florez, llanero, músico y guerrillero y Cerro nariz, la aldea proscrita, historia de una de las innumerables aldeas de la selva amazónica, cuyo punto de partida es la explicación sagrada de cómo el mundo y los hombres llegaron a su forma actual, expresada en los relatos míticos de los antepasados.
Y para hablar sobre cine colombiano, charlamos con Adriana Hoyos 1, codirectora de VISUAL.O4 y comisaria de la muestra.
ÓMNIBUS - ¿Cuál ha sido la acogida del público español en este certamen? ¿Crees que entiende la "poética" del cine colombiano?
ADRIANA HOYOS - En Visual.04 estamos muy contentos pues las salas se han llenado y el interés del público se ha extendido a la Comunidad de Madrid. Se mostró una cinematografía bastante desconocida para el espectador español y a la vez se consiguió movilizar a la comunidad colombiana, abriendo de esta manera un foro de integración cultural.
En las proyecciones tuve la posibilidad de observar y sentir las reacciones por parte del público y me pareció que compartían el sentido del humor en el caso de Los niños invisibles de Lisandro Duque.
La desazón suprema de Luis Ospina, creó mayor polémica, por las respuestas contundentes de Fernando Vallejo y su visión de la realidad colombiana. Gracias a esta película el espectador pudo participar de una mirada profunda, directa y sin cortapisas sobre este país.
En conclusión, en Visual.04, se descubrió por parte del público un país multicultural a través de todas la obras que pasamos, desde el cine más urbano con Perder es cuestión de Método de Sergio Cabrera hasta lo más personal y legendario con Del palenque de San Basilio de Erwin Goggel.
OMB - ¿Cómo funciona la industria cinematográfica colombiana? ¿qué relaciones tiene con el resto del cine latinoamericano?
A.H. - Llevo muchos años en España y no estoy al tanto de lo que sucede actualmente con la industria cinematográfica allí. Sólo sé que hacer cine en Colombia es prácticamente un milagro.
OMB - ¿Sigue siendo el cine colombiano una estética que destaca sobre todo la violencia, por decirlo de alguna manera, la de un cine localista?
A.H. - Creo que el cine como todo arte revela siempre de una forma u otra la realidad en la que nace y en Colombia llevamos más de cincuenta años de violencia.
Aunque en los últimos años se vienen haciendo películas que se alejan de este estereotipo y podemos ver un cine de suspense que refleja la corrupción política como Perder es cuestión de método de Sergio Cabrera, comedias que abordan relaciones de pareja como Sístole y diástole de Harold Trompetero o películas que muestran lo difícil que es hacer cine como Kalibre 35 de Raúl García, en la que unos jóvenes planean el robo de un banco para financiar su primer largometraje.
Constatamos entonces que es un cine heterogéneo y en eso es lo que hemos querido reflejar con esta Muestra de Cine Colombiano Actual.
OMB - ¿Incomoda a los artistas colombianos que se les siga identificando con la sociedad de la violencia?
A.H. - Pienso que siempre es incomodo que te identifiquen con algo tan negativo, pero la realidad no te deja alternativa. Un país con una guerra no admitida, un pasaporte que nos cierra puertas, un futuro difícil, una búsqueda de los sueños de otros, antes que los propios; hace unos años era el americano, ahora bien podría ser el español. Frente a todo esto sólo nos queda tener conciencia, sentido del humor y por supuesto la capacidad de expresarnos mediante un arte sin censura, sin ambages.
OMB - Observamos que es importante la incidencia de la literatura en el cine colombiano ¿lo crees así? ¿por qué?
A.H. - Ciertamente una parte de las películas que hemos exhibido tienen una estrecha relación con la literatura. Sergio Cabrera se inspira en la novela de Santiago Gamboa para adaptarla al cine y Luis Ospina atraído por la obra de Fernando Vallejo construye un magnífico retrato sobre este escritor. La literatura, la pintura y la música siempre influyen directamente en el cine. En Colombia tenemos la suerte de poder contar con una gran literatura. No sólo está García Márquez, tenemos exponentes como Álvaro Mutis, León de Greiff, Gómez Jattin, William Ospina ...
OMB - ¿Industria versus expresión artística en general?
A.H. - La industria no debería tener nada que ver con la expresión artística. No debemos correr el riesgo de que el arte se convierta en una mercancía. Es algo que más bien puede hacernos daño.
Intentar conseguir la financiación de tu película es una pesadilla, puedes emplear dos años consiguiendo dinero para luego dirigir sólo durante un mes. Me parece absurdo, además de acabar con los sueños de cualquiera.
Hoy en día tenemos la suerte de contar con el vídeo, una manera maravillosa para huir de la gran parafernalia que implica la industria cinematográfica.
OMB - ¿Cine social o estético?
A.H. - Ni uno ni otro, nunca he creído ni en la literatura comprometida, ni en el cine social, tampoco en el arte por el arte, o en la estética pura y dura.
Lo social y lo estético estarán implícitos en el buen cine, sin ser el objetivo. La cuestión es hacer una buena obra con un estilo propio capaz de conmover y que explore en la psicología y en los sentimientos del hombre. Me interesa el cine o la literatura que se comprometen con el ser humano, no con una ideología. De esta manera el arte tiene la capacidad de transformar la realidad.
