Los cuentos de Eleodoro Vargas Vicuña- uno de los mayores referentes de la denominada generación del 50- muestran un universo narrativo plagado de estructuras míticas, que entran en conflicto con la fuerza vital del hombre andino. Vargas Vicuña publicó dos libros de cuentos: Nahuín (1953) y Taita Cristo (1964). Ambos libros evidencian una riqueza técnica y discursiva, colocan a Vargas Vicuña, a la par, de Carlos Eduardo Zavaleta, Enrique Congrains y Julio Ramón Ribeyro como artífices del cuento moderno peruano.
Eleodoro Vargas Vicuña perteneció a la vertiente indigenista de los narradores del 50. Su temática aborda los avatares diarios del hombre andino, dentro de una naturaleza hostil y trágica. Muchos críticos han reconocido la destreza técnica y estilística en sus cuentos, como la oralidad de sus personajes, la fragmentación narrativa y las voces polifónicas que van describiendo la trama 1 . Con estos aportes, Vargas Vicuña, renovó el universo narrativo indigenista, al igual que José María Arguedas 2 , presentando los múltiples conflictos del hombre andino con la naturaleza y su entorno. El indigenismo de Vargas Vicuña se aleja del tradicional, porque elimina el maniqueísmo social de sus predecesores y construye seres polémicos y contradictorios, que transitan entre la épica y la tragedia; pero siempre en busca de un hálito de esperanza.
Nuestro estudio apunta a descubrir las estructuras míticas que gobiernan la cuentística de Eleodoro Vargas Vicuña; un universo simbólico que moviliza arquetipos míticos y entra en dialogo conflictivo con el hombre andino. Este sujeto, en la obra de Vargas Vicuña, construye su vida a través de una cosmovisión agrocéntrica, que le es inherente. Lo hace por medio de esquemas cognoscitivos y axiológicos - estructuras míticas-, que organizan y promueven las relaciones sociales y religiosas del hombre andino. Las estructuras míticas son pensamientos culturales, que el hombre elabora -mediante arquetipos y simbolismos- para encontrar una convivencia armónica con su medio ambiente. Por eso, en los cuentos de Vargas Vicuña hallaremos arquetipos míticos, los cuales desde un plano axiológico dominan la subsistencia del hombre andino.
En los cuentos de Eleodoro Vargas Vicuña encontramos el caudal sinuoso de un viejo río, en todo su esplendor y fuerza natural de ser temible y generoso. El mundo acuático ejemplificado en el río es un arquetipo mítico, pues, está asociado al proceso vital del hombre andino: siembra, cosecha y sequía. A su vez, las aguas presentan un carácter bipolar, porque manifiestan un poder benefactor y destructor en la vida andina.
El cuento "Esa vez del huaico" describe el enfrentamiento épico del hombre andino por vencer y dominar la naturaleza. La fuerza descomunal de un huaico, destruye la felicidad de una comunidad. Aguas turbias y caóticas imponen su hegemonía ante la debilidad del ser humano. Sólo le queda a éste, reconocer su condición trágica: "Se sintió la muerte a muerte. Adentro, hasta los tuétanos, como angustia; afuera, en los miembros ateridos, como temblor desconocido" 3 .
El simbolismo de las aguas, en Vargas Vicuña, no sólo ocasiona tragedia y desolación; sino abre la posibilidad de salvación en el plano mítico del hombre andino. Aunque las aguas turbias del huaico simbolizan la muerte, éstas no equivalen a una extinción definitiva, sino proyectan una esperanza futura en un nacimiento nuevo: "Otro grito fuerte fue como una protesta, pero con el llanto del niño nos renació el valor" 4 .
El arquetipo mítico de las aguas, en los cuentos de Vargas Vicuña, recae esencialmente en la presencia y funcionalidad del río. Este elemento mítico establece nexos comunicativos con los procesos vitales del hombre andino. El río es un caudal generoso y magnánimo, rige la subsistencia diaria del ser humano. En el cuento "Tata Mayo", el protagonista descubre el despertad sexual a orillas del río: "Cómo remojábamos los pies en el agua cuando venía a lavar. Nos habíamos acostumbrado de tal modo que nos hacíamos falta" 5 .
Aquí, el río es un espacio sagrado, sus aguas simbolizan el deseo sexual de dos adolescentes. Además, las aguas del río configuran el desarrollo vital del ser humano. Es decir, desde el plano mítico y antropológico, manifiesta un ritual de tránsito; el abandono de la niñez hacia la conflictiva adultez. La funcionalidad mítica del río, en este cuento, produce en el protagonista su reconocimiento activo y social, dentro de su comunidad. Esta integración ontológica canaliza los deseos sexuales, por medio de los roles sociales de la paternidad. El narrador sitúa al río como un espacio vital, que le brindará una realización personal y social: "Yo pensaba a veces seré hombre, tratando de saber cómo sería ser hombre" 6 .
El mitólogo Mircea Eliade sostiene que la estructura simbólica de las aguas, crea en el hombre religioso una integración colectiva, como sujeto participe y transformador de su propio mundo. Por eso, la estructura mítica del río convierte al cuerpo humano en un objeto sagrado, inscrito dentro de una cosmovisión agrocéntrica. El narrador de Tata Mayo reconoce el poder fecundador del río, como una fuerza mediadora entre la naturaleza y el hombre; equipara la fecundación con la época de cosecha, gracias al poder benefactor de las aguas. La fecundación y la cosecha ubican al hombre andino, dentro de una convivencia armónica con entorno: "Digo que esperaba al hijo como se espera la cosecha. ¡Con una ilusión! Y preguntaba cuánto tiempo" 7 .
Vargas Vicuña, en este cuento, plantea el universo simbólico y mítico del río. Sus aguas caudalosas irrumpen en la concepción ontológica del hombre andino, colocando al ser humano en un tiempo mítico. El río, en Tata Mayo, se ubica como un espacio sagrado y medular, donde el hombre se reconoce como ser activo y transformador de su entorno. El protagonista obtiene su status social, a través del carácter mítico del río; allí encuentra el equilibrio armónico con la naturaleza. Al igual que Ernesto de Los ríos profundos; el protagonista atribuye a las aguas apacibles del río un poder integrador, donde éste ejerce autonomía dentro de un tiempo mítico.
El tiempo mítico - desde el plano axiológico y óntico- no es lineal ni histórico, mucho menos pasajero; sino todo lo contrario, es cíclico e infinito, pues, instaura un orden sagrado en el desarrollo vital del hombre religioso. La fecundación - cosecha es un tiempo sagrado en la concepción mítica del protagonista de Tata Mayo. Pues, él manifiesta su desarrollo vital en armonía con las fuerzas míticas del río, estableciendo una interrelación universal, entre su condición épica y su pensamiento cultural:
"Ellos pasan, avanzan. Yo me quedo. (Me sentía detenido en el mismo lugar, en la misma tarde de todos los tiempos, en mí mismo). Es que la vida le llega a cada cual, como es. Para mí sería quedarme junto al río" 8 .
El arquetipo mítico del río otorga en el narrador de Tata Mayo una convivencia armónica con su medio. Sin embargo, Vargas Vicuña, enriquece el cuento señalando la ruptura de ese orden mítico, con la pérdida del hijo del protagonista. El hombre abandona su proceso vital armónico y se sumerge en su condición trágica, que le es inherente. Esta ruptura abre un tiempo caótico, el de la sequía, no me refiero únicamente a la agrícola; sino, a la posible muerte afectiva, épica, moral en su vida trágica, que el hombre acepta con amargura y sin resignación: "Esta mujer estaba conmigo años, haciéndolo, dándole nuestra sangre. Es decir, ¡para ahora Tata Mayo! ¿Construyendo un muerto?". 9
Ante el dolor, el hombre se queda escuchando el suave rumor del río, como respuesta a su desolación. La fuerza vital del río le restituye la fortaleza perdida e instaura posibles caminos de reconciliación consigo mismo. El universo mítico del río produce en el hombre la fuerza necesaria - mítica y épica - para vencer la adversidad: "Un rumor despertó desde lo hondo, cerca. Era el agua. Nos reconocimos como antes, y una fuerza naciente conocida por nosotros, me impulso a decirle que escuchara" 10 . El río como estructura mítica en los cuentos de Vargas Vicuña, proporciona el renacimiento épico del desarrollo vital del hombre andino. Además, reestablece el orden primigenio de las cosas.
En los cuentos de Vargas Vicuña no sólo encontramos las aguas apacibles y paternales de un río, sino también la presencia simbólica y mítica de la tierra. Esta estructura mítica otorga a los personajes una relación de pertenencia con su Axis Mundo 11 .
La tierra como arquetipo mítico está estrechamente relacionada con los estadios agrícolas - siembra, cosecha y sequía - que gobiernan la existencia del hombre andino. Este proceso vital se vincula simbólicamente con el nacimiento, el deseo sexual y la muerte por medio de un espacio sagrado: la tierra.
El cuerpo sagrado de la tierra, en los cuentos de Vargas Vicuña, se le asocia a la función social de la maternidad. Ella posibilita un ciclo vital - la cosecha - e instaura un orden armónico del hombre con su naturaleza. La cosecha no sólo es un período de abundancia y prosperidad, también simboliza el cierre de un tiempo mítico y la apertura de otro nuevo. En el cuento Tata Mayo, la tierra traslada sus semas al cuerpo femenino - espacio fértil y productivo - el cual abre un nuevo tiempo cíclico: "...pasada la cosecha de maíz, Sila comenzó a hincharse." 12 . La tierra, como arquetipo mítico se relaciona estrechamente con la mujer y su poder fecundador, aquélla provee a los personajes de Vargas Vicuña de un impulso épico para poder transformar su entorno, muchas veces trágico y doloroso.
En el cuento En la Altura, el narrador se identifica con su entorno por medio de la estructura mítica de la tierra. Ella proporciona al narrador un vínculo de pertenencia, autonomía y libertad. Aquí el arquetipo mítico de la tierra configura un lazo armónico entre el hombre y la naturaleza. Es la dicotomía perfecta: lluvia - tierra; hombre - mujer; la que otorga participación social y bienestar individual. "Se nace a fuerzas ajenas, a calores exuberantes que llevan a buscar a la mujer. En una de estas tardes fui donde la Jacinta con seguridad, con fuerza, con naturaleza" 13 . El narrador - igual que la mayoría de personajes de Vargas Vicuña - busca desesperadamente un lugar que le sea propio, donde reconocerse como elemento vivo de la naturaleza. Gracias a la sustancia mítica de la tierra se integra a la estructura cósmica de la naturaleza.
En este cuento la armonía hombre - naturaleza se quiebra por un hecho traumático y conflictivo- el incesto- el cual transgrede las normas éticas de convivencia. La desacralización de la tierra se produce por la acción deshonrosa de una mujer: "Alcen su cuerpo de la tierra. Supe que la tierra, con ser la tierra, puede también ensuciarse" 14 . Esto ocasiona la ruptura mítica y épica del hombre con su naturaleza.
El hombre se sumerge en una derrota moral, épica y mítica, reconoce su condición trágica ante el mundo y asume su fracaso existencial. La fuerza mítica de la tierra restituye al hombre lo perdido, le proporciona el impulso épico para vencer las adversidades. Los personajes de Vargas Vicuña reciben el conocimiento mítico de las plantas; a través de ellas se convierten en seres épicos que se oponen a la derrota. Así, salen triunfantes con los ojos brillantes y llevan en el espíritu la grandeza moral de un árbol. "Una luna blanca entró en mi cabeza. Renacía una suavidad. Crecía mi corazón en el blancor de la inmensidad como los eucaliptos." 15 .
La obra narrativa de Vargas Vicuña está construida en base a arquetipos míticos, los cuales modelan la existencia del hombre andino. La función mítica de la tierra y de todos sus elementos - árboles, plantas y hojas - recae en la voz épica, grandilocuente y benefactora, que brinda al hombre andino la fuerza necesaria para enfrentarse con valentía y coraje a sus adversidades. A través de un lenguaje poético intenso se registra el impulso épico y mítico de la naturaleza: "hasta los árboles lo saben"; "subía la tierra"; "las plantas sollozan"; "la tierra se levanta". La estructura mítica de la tierra vincula estrechamente a los personajes de Vargas Vicuña con su medio natural y social, en una relación de pertenencia y autonomía. Ellos se reconocen como elementos propios de la naturaleza, en conjunción mítica y épica con la tierra, porque también sollozan, se levantan y se quiebran ante su condición trágica, pero no se resignan a una derrota; más aún, permanecen de pie esperando echar raíces, en una clara comunión de fuerzas con la naturaleza.
La condición épica de los personajes, se debe a la fortaleza mítica de la tierra; ella ubica al hombre andino dentro de un pensamiento mítico: su cosmovisión agrocéntrica: "Crecer, fortificarse, adquirir la condición del trabajo, de la responsabilidad" 16
Muchos críticos han observado que el mundo narrativo de Eleodoro Vargas Vicuña es eminentemente trágico, sólo le queda al hombre andino la derrota existencial ante fuerzas muy superiores a él, como la naturaleza, la sequía y la muerte. Si bien es cierto, a lo largo de los cuentos del escritor peruano se respira un clima de infelicidad y desasosiego; nunca los personajes se sumergen en la derrota total y el pesimismo. Siempre encuentran una luz que alumbre un camino de esperanza. Esa antorcha se da mediante los arquetipos míticos, los cuales otorgan a los personajes una fortaleza épica para vencer sus adversidades.
Cuando los personajes de Vargas Vicuña se encuentran desconsolados y afligidos por alguna acción trágica, surgen los arquetipos míticos - el río y la tierra - los cuales les prodigan consuelo y bienestar en sus vidas. Es allí cuando el hombre andino se reconoce como sujeto épico, capaz de superar los momentos más aciagos de su vida. La obra narrativa de Vargas Vicuña configura esencialmente el carácter épico y mítico de sus personajes, los cuales establecen lazos de pertenencia y autonomía con los arquetipos míticos.
Taita Cristo describe el universo simbólico de Vargas Vicuña, a través de la presencia mítica y épica de Alejandro Guerrero, héroe colectivo que representa la fuerza vital de un pueblo. Las voces múltiples del pueblo se reconocen en la acción heroica del cargador de Cristo. Todo el pueblo establece un vínculo de pertenencia con la tierra, a través de Alejandro Guerrero. Las caídas y tropiezos del héroe épico simbolizan la Vía Crucis de Jesús, claro están, desprovistas de todo resquicio divino; sólo queda el valor humano y su trascendencia épica, que es superior a la muerte.
Los arquetipos míticos presentes en los cuentos de Vargas Vicuña - río, tierra, plantas, árbol - promueven la condición épica y mesiánica del hombre andino. Palabras simbólicas como: "sangre vencida que ha vencido"; "el salvador"; "uno de nosotros que está cumpliendo"; "la tierra ya es pertenencia"; nos proponen la lucha incesante del hombre - desde el plano mítico y épico - por encontrar la convivencia armónica con su entorno.
No creo que la sequía gobierne el mundo narrativo de Eleodoro Vargas Vicuña, ni mucho menos las acciones trágicas de la vida del ande. La propuesta axiológica de nuestro escritor peruano es distinta, porque el hombre andino se reconoce como perteneciente a su entorno y asume su condición épica, para vencer los momentos aciagos con la fuerza que le brinda su cosmovisión agrocéntrica.
Los cuentos de Vargas Vicuña no proponen el caos o el fracaso, sino la espera paciente de la llegada de las lluvias para que la cosecha - moral y afectiva - se de en el hombre. "Es que nosotros somos por el crecimiento de las plantas. Ah, si supieras de nuestra alegría, cuando revienta una yemita del suelo, es como la alegría cuando tu hijo te sonríe y tú sabes que a ti te sonríe" 17 . Es la conjunción armónica - mítica y épica - del hombre con su naturaleza.
BIBLIOGRAFÍA
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GUTIÉRREZ, Miguel. La generación del 50: un mundo dividido. Lima: Séptimo Ensayo. 1988. 184 pp
MUDARRA, Américo. "Nahuín: Algunos aspectos de un clásico de la generación del 50. Prólogo. Ñahuín. Lima: I.N.C. 2005. pp. 19-27
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ZAVALETA, Carlos Eduardo. Narradores peruanos de los 50. Estudio y Antología. Lima: I.N.C. 2006. pp. 506