16 Jul (Perú.21) Nuevamente tengo que pedirle rendidas disculpas al narrador andino y escritor de peso Dante Castro Arrasco.
El correo privado que le mandé el año 1998,y que él ahora entrega a la luz pública, me revelaba entonces como un ignorante de la narrativa peruana: yo no había tenido idea de que el señor Castro era un escritor de peso ¡y él personalmente -qué roche- tuvo que hacérmelo notar! En ese entonces me disculpé por tan flagrante omisión y por suerte todo quedó allí.
Pero imagínese mi actual congoja ahora que este mismo autor se ve obligado, una vez más, a recordarme -esta vez públicamente- que yo he seguido en total ignorancia respecto a su carrera. En los últimos ocho años el señor Castro ha venido apareciendo en los medios, vendiendo ejemplares y recibiendo galardones sin que yo me haya dado la más mínima cuenta. ¡Pecata, pecata mea! Su éxito es tal que -según nos dice- "no puede quejarse por falta de publicidad, de ventas o de premios". ¡Pero Dios mío, cuántos hegemónicos de la literatura, cuántos hacedores y deshacedores de prestigios literarios, cuántos dueños exclusivos de las páginas culturales quisiéramos poder decir lo mismo! Ahora me doy cuenta de que lo que nos mueve a marginarlo es la envidia de sus éxitos y reconocimientos.
Yo le ruego al señor Castro que acepte nuevamente mis más arrepentidas satisfacciones personales, así como la promesa de hacer todo lo que pueda por influir en la Secta Hegemónica de la Literatura Peruana, a fin de que el señor Castro sea reconocido como un escritor de peso desde entonces, ahora y siempre. No se puede seguir tapando con un dedo el brillo del cielo andino, cofrades y compinches costeños y citadinos: es de justicia proclamar a toda voz que Dante Castro Arrasco es un escritor de mucho, muchísimo peso, y peso andino, para mayor mérito. Tal y como él ha tenido, una vez más, que asegurarnos.