28 ago (Perú.21) Apelando al dudoso y facilista recurso del cut and paste, el autor ensaya aquí un inventario de las angustias que abismaron a los grandes genios de la literatura universal, para rociar así un poquito más de kerosene sobre el menguante fuego de la controversia entre los escritores regios y los cholos.
"El mayor genio de nuestro siglo" -dijo Goethe de Lord Byron.
"El mayor genio de nuestro siglo" -dijo Lord Byron de Goethe.
"¿Qué decir yo de cómo escribe Alonso Cueto?" -dijo Alonso Alegría- "¿Qué decir yo sobre lo que escribe? ¿No estaré yo dejándome influir por el cariño cuando siento, pienso y, para colmo, opino que mi amigo narra como nadie en el Perú?"
"¡Sálvenme! ¡Soy hijo único!" -gritó Iván Turgenev, durante un incendio en un barco a los 19.
"¡Ya no me jodan, carajo!" - gritó Oswaldo Reynoso.
¿Máximo Gorky murió de tuberculosis o fue mandado matar por Stalin?
A inicios del 2000, el finado poeta César Calvo se sometió a un esotérico ritual de sanación en el programa matutino de Canal 11 que un curandero apodado "El Angel Sanador" co-conducía con Andrés Hurtado, "Chibolín".
Lord Byron murió de fiebre reumática o el tifus o la malaria o la uremia. O fue asesinado sin querer por sus doctores, que calcularon mal a la hora de sangrarlo creyendo que así le curaban la fiebre reumática o el tifus o la malaria o la uremia.
Paco Bendezú, autor de "Twilight", uno de los más extraordinarios poemas de amor de la lengua española, murió abandonado, tras larga agonía entre rumas de periódicos viejos, en su casa de Jesús María. Acababa de ser nombrado "patrimonio vivo de la nación" por el Instituto Nacional de Cultura.
César Vallejo murió en París de infección intestinal. Nunca pudo regresar al Perú por culpa de un juicio pendiente.
Bertolt Brecht murió de un infarto. Aterrorizado ante la posibilidad de ser enterrado vivo, había encargado que cuando lo declararan muerto, le clavaran un punzón en el pecho para así estar seguros del todo, cosa que un medico, efectivamente, hizo, cumpliendo su deseo.
"El arte comienza donde termina la tranquilidad" -dijo César Moro.
"¿Qué les molesta tanto?, ¿que la hayamos pasado tan bien?" -preguntó Ampuero.
Alfredo Bryce Echenique reveló recientemente que alguna vez fue secuestrado por desconocidos por haber rechazado la condecoración que le concedía la dictadura fujimorista contra la que -en diez años- nunca lo oímos pronunciarse.
"No hay que rechazar las recompensas oficiales, lo que se debe hacer es no merecerlas." -dijo Jean Cocteau.
El poeta Emilio Adolfo Westphalen fue albergado gratuitamente por la clínica Maison de Santé de Chorrillos, donde vivió en soledad los últimos cinco años de su vida.
Bertrand Russell -que era tan inepto que jamás aprendió a prepararse solo una taza de té- sobrevivió, a los 66 años, a una caída de avión en el océano.
Fernando Ampuero sobrevivió al terrible naufragio de un crucero por los glaciares al que había acudido gracias a un canje publicitario.
El poeta William Blake vivía en medio de la inmundicia más absoluta y jamás se bañaba. "Su piel no se ensucia" -decía Catherine, su esposa.
Durante los tres meses del verano de 1990, el poeta cañetano Enrique Verástegui acudió a la sanisidrina redacción del diario "Página Libre" con la misma camisa floreada de chalís y el mismo casacón de cuero color cocoa.
André Gide fue informante de los nazis en la segunda guerra mundial.
Pablo Macera fue congresista de Cambio 90-Nueva Mayoría.
Calderón de la Barca fue arrestado una vez por acosar sexualmente a unas monjas.
"Soy feo, pero no es para tanto. Verdaderas bellezas me han seducido y noqueado sin remedio en el ring de las cuatro perillas"-dijo Gregorio Martínez.
Los poetas Allen Ginsberg y Martín Adán se escribían cartas intercambiando opiniones sobre las virtudes amatorias de los pájaros fruteros de La Parada.
"La literatura es una actividad en la que tienes que andar demostrándole permanentemente tu talento a un montón de gente que no tiene ninguno" -dijo Jules Renard.
Baudelaire- que usaba guantes rosados con frecuencia- murió mudo y paralítico a consecuencia de la sífilis.
Once días después de haber saltado del Pont Mirabeau fue encontrado el cuerpo de Paul Celan.
"Mi felicidad está fuera de toda esperanza. Hoy me voy a matar" -le escribió el poeta Luis Hernández a su musa Betty Adler antes de lanzarse a los rieles de un tren en Buenos Aires.
Un volumen de Sófocles y otro de Keats fueron hallados en los bolsillos del cadáver de Percy Shelley al ser rescatado de las aguas.
La primera traducción al inglés de Madame Bovary fue hecha por la hija de Karl Marx antes de suicidarse imitando al personaje de Emma.
"Una hiena que escribe poesía sobre las tumbas" -dijo Nietzsche de Dante Alighieri.
"Un rotario" -dijo Gertrude Stein de Hemingway.
"Han comenzado ustedes con el pie derecho. Ojalá que el próximo número lo escriban con la mano" -escribió Antonio Cisneros a los poetas de Hora Zero, saludándolos por la aparición de su revista.
"Últimamente he tratado de leer a Shakespeare pero no puedo, lo encuentro tan intolerablemente aburrido que me produce náuseas"- dijo Darwin en su autobiografía.
"Estoy buscando el punto preciso del sabor de un pollo al curry con toques de páprika, ají amarillo y chirimoya. Y por último, me dedico a afinar mi voz para volver a cantar yaravíes a dúo con mi hermana Margot Palomino a orillas de la laguna Pacucha de Andahuaylas." -dijo Oswaldo Reynoso.
Sir Walter Scott caminaba cojeando a causa de la polio que sufrió en su niñez.
Abelardo Sánchez León es levemente tartamudo.
"La más grande poeta lesbiana después de Safo" -dijo Auden, refiriéndose al señor Rainer María Rilke.
¿Qué opción sexual le queda al lector de Camino de Ximena?
Flaubert murió de apoplejía.
Roberto Miró Quesada murió de sida.
André Malraux murió con un coágulo en los pulmones.
Vladimir Nabokov murió a causa de una infección de la que se contagió en un hospital al que había acudido para que lo curaran de una gripe.
"Roberto Bolaño era un convencido de que para escribir bien había que sufrir. Yo, como sabes, soy un disidente." -dijo Jaime Bayly.
Alexander Pope insultó a tanta gente en sus escritos que nunca salía de su casa sin sus pistolas y su gran danés.
El poeta Antonio Cisneros y el escritor Edmundo de los Ríos se trompeaban religiosamente en todas las fiestas de entrega de premios del Cuento de las Mil Palabras.
Thomas Hobbes fue secretario de Francis Bacon.
Carlos Orellana es secretario de Fujimori.
"Un santo y un mártir" -dijo Ezra Pound de Adolph Hitler.
"Una inteligencia superior y el gran paradigma de los peruanos"-dijo Miguel Gutiérrez de Abimael Guzmán.
El papá de Daniel Defoe era carnicero.
El papá de Iván Thays es Ampuero.
Rimbaud escribió "Le Bateau Ivre" a los dieciséis.
El trujillano Lizardo Cruzado escribió:"la tarde y su asombrosa soledad de huevos fritos" a los dieciséis.
Tennessee Williams murió atragantado con la tapita plástica de su spray nasal.
El escritor cusqueño Luis Nieto fue asesinado por su empleada doméstica.
"Nadie es tan estúpido como para alabar Don Quijote de la Mancha" -dijo Lope de Vega.
"Ha sido escrita con la imaginación de un nativo borracho" -dijo Voltaire sobre Hamlet.
"En esta novela se produce el más grande y monótono derrame seminal de la literatura peruana" -dijo Iván Thays sobre el último libro de Jaime Bayly.
Albert Camus pasó toda su vida adulta, tuberculoso.
En sus días de pobreza en París, Julio Ramón Ribeyro recogía los puchos que encontraba en el suelo y se los fumaba.
"Me da pánico ser pobre, odiaría tener que mandar a mis hijas a un colegio barato y verme obligado a volar en clase económica." -dijo Jaime Bayly.
Oscar Wilde escribió Salomé en francés.
El peruano César Moro escribió gran parte de su obra poética en francés.
El peruano Daniel Alarcón escribe sus cuentos en inglés.
Mientras los fujimoristas afirmaban que el hecho de que él hubiera nacido en el Perú era un accidente de la geografía, Mario Vargas Llosa se nacionalizaba español.
El peruano Mario Bellatín se declaró mexicano apenas un libro suyo alcanzó el éxito
García Lorca era muy amigo de Dalí.
Mirko Lauer es muy amigo de Alan García.
"Si él tuviera dos dedos de frente ya se habría suicidado. Personalmente creo que debería haberse pegado un tiro después de su doceavo canto. O quizás antes" -dijo Hemingway de Pound.
Rilke, Carroll y Wolfe escribían parados. Capote escribía echado. César Hildebrandt escribe sentado y con las patitas colgando.
Balzac escribía entre dieciséis y dieciocho horas al día, comenzando a la medianoche y bebiendo galones de café.
Willy Niño de Guzmán escribe 0.8 libro cada 20 años.
Ruben Darío murió de cirrosis.
No hay escritor con mejor cabeza para el trago que Bryce.
"Bueno, como iba diciendo..." -dijo Fray Luis de León frente a su salón de clase en Salamanca, al que regresaba tras ser liberado luego de los cinco años de cárcel que le impuso la Inquisición.
"Conste por la presente que renuncio. Conste." -rezó la famosa carta con la que el escritor Oscar Malca renunció a "Caretas" hace cosa de una década.
La popularidad de Eurípides era tan grande que a los soldados griegos prisioneros que eran obligados a trabajar como esclavos se les ofrecía la libertad a cambio de que recitaran de memoria los textos completos de sus obras. Y muchos de ellos lo lograban.
La popularidad de Ampuero tampoco es poca cosa. En reciente velada en concurrido local, fue visto rodeado por colorido ramillete de simpáticas damiselas mientras mandibulaba crujientes yuquitas fritas con ocasión de la presentación del último libro de Patrick Rosas. "Te presento a tu club de fans, toditas tienen carnet" -le dijo un amigo frente a lo cual, canchero y envidiado, el bon vivant les dijo: "Con todas ustedes voy a bailar."
"¿Cuándo se te ocurren todas esas cosas?, ¿cuando te emborrachas?"-le preguntó a William Faulkner un primo suyo.
"Una cosa es un desnudo griego mirando el Támesis y otra un cholo calato mirando el Rímac" -dijo Rodolfo Hinostroza.
Moliere murió asfixiado en su propia sangre en medio de un violento ataque de tos. Casi lo mismo le pasó a André Bretón, que murió de asma. Como Proust.
Tras leer un comentario de "Caretas" sobre su primer libro en 1992, en el que se decía que "más que promesa era deuda", el joven escritor Iván Thays fue presa de un severo acceso de asma emotiva.
Byron fue siempre un entrañable amigo de Stendhal.
Bryce es siempre un entrañable amigo.
A Kierkegaard y a Yeats les pegaban siempre en el colegio.
Sergio Galarza nunca estudió con ellos.
Tampoco Rilo.
Las dos hermanas, la sobrina y la hija ilegítima de Cervantes eran prostitutas.
El poeta Jorge Pimentel fue uno de los más entusiastas administradores del "Emmanuelle".
"Pervertido" -dijo Theodore Roosevelt de Tolstoi.
"Alicaído" -dijo Ampuero de Beto Ortiz.
Kafka era vegetariano.
Hinostroza es todo un gourmet.
"Homero es el gran soberano de todos los poetas" -dijo Dante, quien jamás supo leer griego.
La página web del escritor Dante Castro tiene de fondo una musiquita de Casiotone que sería perfecta para poner en espera las llamadas de un consultorio médico-dental.
Un periódico de Boston dijo alguna vez que Walt Whitman merecía ser azotado por su libro Hojas de hierba.
Un periódico de Loreto organizó una furiosa marcha de protesta contra el estreno del filme Pantaleón y las visitadoras.
A Edgar Allan Poe le decían Eddy.
A José María Salcedo le dicen Chema.
Anais Nin murió de complicaciones cardiorrespiratorias mientras se trataba un severo cáncer vaginal.
"Dulce arcano maldecido donde se forma la vida" era la frase con que José María Arguedas se refería a la vagina.
Jack Kerouac murió de hemorragia gastrointestinal causada por la cirrosis.
Juan Gonzalo Rose se peleaba escandalosamente con sus novios en el Bar "Wony" y en el "Palermo".
En uno de sus célebres raptos de furia, Enrique Zileri lanzó una vez un televisor por la ventana de su oficina en un cuarto piso del jirón Camaná.
William Burroughs le voló los sesos a su esposa con su escopeta cuando intentaba acertarle a un vaso que le había puesto en la cabeza, al más puro estilo Guillermo Tell.
Guillermo Thorndike -que escribió libros por encargo de Alan García y del emerretista Víctor Polay- tenía como guardaespaldas al "Negro Gavilán", un asesino ex-convicto, ex-lugarteniente de "Tatán" al que confiaba sin ningún problema el cuidado de sus dos pequeños y rubicundos hijos.
"¿Debe un elefante dedicarse a enseñar zoología?" -se preguntó Roman Jakobson, oponiéndose a que Nabokov enseñara literatura en Harvard.
"El trío Tortellini" -fue el muy chistoso apodo que le puso Bryce a tres profesores de la no menos prestigiosa UPC, aludiendo al potaje que le invitaron en la cafetería universitaria mientras le rogaban que, por lo que más quisiera, enseñara allí.
Gogol y Holderlin hablaban solos.
César Hildebrandt también.
Raymond Chandler no murió de alcoholismo sino de neumonía.
"Que me lleve el diablo si no es verdad que hay más borrachos viejos que médicos viejos" -dijo Rabelais.
Durante una invitación a periodistas peruanos con ocasión del vuelo inaugural de KLM, el escritor Eloy Jáuregui se bañó calato en la piscina de un hotel de Aruba, desatando gritos de pavor.
El monto total que cobró en vida Herman Melville por los derechos de autor del total de su obra literaria -escrita a lo largo de 45 años- alcanza apenas los diez mil dólares.
Beto Jara cobra más.
En toda editorial "importante", las regalías a que tiene derecho un autor en el Perú ascienden al diez por ciento del total de las ventas de su libro. Diez para el que lo escribe, noventa para el que lo vende.
Si es que lo vende, claro.
"La profesión literaria hace que apostar a las carreras de caballos parezca una actividad sólida y rentable" -dijo John Steinbeck.
"¡La principal misión de un escritor en el Perú es evitar que lo aplasten!" -dijo Abraham Valdelomar.
"¿Por qué debemos honrar a los hombres que mueren en el campo de batalla?, ¿por su coraje?'-se preguntaba Yeats- "Asomarse a los abismos de su espíritu... ¡Ese es todo el coraje que un hombre debería mostrar!"
"Puede perder un día entero buscando la palabra justa. Y cuando la encuentra, la asesina" -dijo Ford Maddox de Joseph Conrad.
"Un interminable inventario de citas literarias declamadas, cual pastillas de Ricardo Belmont, por unos afectados estudiantes de literatura en constante competencia por demostrarnos lo muy cultos y leídos que son" -dijo Aquiles Cacho sobre el conjunto de la obra de Iván Thays.
"En sus novelas hasta los mequetrefes más ruines son ángeles caídos, eso me revienta." -dijo D.H. Lawrence sobre Dostoievsky.
"Trataremos a su autor como lo que evidentemente es: un autor fascinado por la abyección, la morbosidad y la inmundicia en que se revuelca el hombre de esta misma pudibunda ciudad -ese tipo de narrador escandaloso y coprolálico que apenas si asoma en nuestra literatura"-dijo José Miguel Oviedo sobre la novela En octubre no hay milagros.
"No puedo creer que haya gente que se tire 18 años escribiendo algo. Eso es lo que se tardó este tipo en escribir Madame Bovary y .. ¡ni siquiera estuvo nunca en ninguna lista de best-sellers!" -dijo Sylvester Stallone.
"Las ofensas vertidas por todos se volverán anécdotas o quizá (es lo más probable) se desmenucen con el viento como los vacíos y calcinados carapachos de los cangrejos" -dijo Ampuero.
"¡Oh, los vacíos y calcinados carapachos! ...."
"Eso no es escribir, eso es mecanografiar" -dijo Capote sobre Jack Kerouac.
"Tampoco tengo la culpa de que mi modestísima opera prima se haya vendido más que toda su obra íntegra. Sorry, Ivancito, pero puedo asegurarte que no fue intencional"-le dijo Pedro Salinas a Thays.
"Cada vez que un amigo triunfa algo muere dentro de mi" -dijo Gore Vidal.
Cuando era apenas un imberbe colegial mistiano, Alonso Ruiz Rosas le pidió al poeta Lucho Hernández que escribiera una colaboración para la revista escolar. El autor de Las constelaciones tomó una servilleta, escribió: "70 veces 7. Te he perdonado 70 veces 7" y se la entregó. "¿Qué le parece?" -le preguntaría después el mocoso a su ídolo Toño Cisneros, quien respondió: "Bah. Improvisaciones de borracho". Hasta el día de hoy, Ruiz Rosas no termina de arrepentirse de haber botado el original de aquel poema a la basura.
Polo Campos se jacta de no haber leído nunca un libro.
Victoria Beckham -la Spice Girl- también.
"Quiero escribir un libro que termine en la palabra mayonesa"-dijo Richard Brautigan.
"Las palabras de un buen libro se quedan grabadas en los corazones de sus lectores, vengan de donde vengan. Una novela, cuento o poema bien logrado es un organismo vivo cuyos rayos nos iluminan siempre" -dijo Alonso Cueto.
"No se ve bien sino con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos" -dijo Antóine de Sáint Exúpery.
"Los autores que hablan sobre sus propios libros caen más pesados que las mamás que hablan sobre sus propios hijos" -dijo Benjamín Disraeli.
"Así como los sádicos reprimidos se convierten en cirujanos o carniceros, los pusilánimes que sufren de un miedo irracional a la vida se convierten en editores"-dijo Cyril Connoly.
"Lo que está detrás de este sainete, que no llega a ser una polémica de ideas, es la necesidad que tienen algunos escritores poco afortunados de expresar su frustración" -dijo el cultísimo editor Germán Coronado.
"Lo que toda la vida ha existido en el Perú son grupetes de pitucos que se arrogan la representación literaria del país" -dijo Oswaldo Reynoso.
"Pensé hacer una colecta para comprarle una bicicleta a Miguel Gutiérrez e invitarlo a pasear con nosotros por los malecones de Miraflores" -dijo Ampuero.
"¿No es patética esta peleíta de los escritores de Ferreñafe contra los escritores de Monsefú?"-dijo Eduardo Gonzáles Viaña.
"La única manera de hablar con un peruano es estar de acuerdo con su pesimismo" -dijo Paul Théroux.
"Lima huele a calzón de monja" -dijo Rafo León.
"Destellos digitales", la antología de escritores peruanos exiliados en Estados Unidos, reúne la obra de setenta autores. Setenta. ¿Hay setenta escritores peruanos en el Perú?
Dijo Cesare Pavese que nunca a nadie le ha faltado una buena razón para suicidarse.
La poesía de Gonzáles Vigil, por ejemplo.
"¿Y cómo se hace para saber si un crítico ha alcanzado el éxito?" - preguntó Wilde.
El último libro que leyó Freud antes de morir fue uno de Balzac.
El último libro que leyó Kafka antes de morir fue una biografía de Verdi.
"Ya todo está dicho, pero como nadie escucha hay que decirlo de nuevo" -dijo Washington Delgado.
"Ya no me jodan, carajo!" - gritó Oswaldo Reynoso.
Arguedas se pegó un balazo en la cabeza.
Sólo tres personas asistieron al sepelio de Stendhal. Su obituario constaba de tres líneas en las que su apellido estaba mal escrito.
Non omnis moriar. No he de morir del todo -dijo Horacio.
Per saecula omnia vivam. Viviré para siempre -dijo Ovidio.
"Quiero que mis libros hagan que siempre siga vivo" -dijo Cattone.