a) Para muchos, la aprobación del matrimonio gay es solo la confirmación de la decadencia de nuestra sociedad, que nos arrastra irreversiblemente al Apocalipsis; para otros, no es más que un nuevo paso en el largo camino de la libertad.
Proscribir el matrimonio para las personas del mismo sexo es una clara forma de discriminación. Lo mismo ocurre con la adopción. Dicho sea de paso, estudios entre hijos de parejas gay demuestran que esta particularidad no determina las conductas ni la inclinación sexual del niño. De hecho, la incidencia estadística de lesbianas y homosexuales es la misma entre los criados por personas del mismo o de ambos sexos. La única distinción es que los hijos de gays son más tolerantes y abiertos. El único requisito para una crianza óptima es el cariño.
Sorprende sí que el pensamiento conservador, con una presencia considerable en los medios de comunicación, asuma sus opiniones como verdades absolutas, incontestables, y que las defienda con la violencia de los cuchillos.
b) En el último tiempo, los celos enervados y los egos beligerantes han desatado una polémica insólita entre los pocos gatos que se hacen llamar escritores en nuestro medio. Pierden el tiempo los "citadinos" e "indigenistas" cruzando pullazos y acusaciones gratuitas por la presencia dominante de unos sobre otros en los medios masivos. Primero, porque una división como esta peca de simplona e infantil. Los maniqueos hacen simples las cosas complejas, quizá para permitir que sus estrechas entendederas consigan comprender al menos parte del fenómeno, pero, fatalmente se equivocan. El Perú es un país esencialmente mestizo, una mezcolanza sabrosa y arbitraria de razas y nacionalidades, que convergieron en largas oleadas migratorias. Nuestra literatura, por tanto, es mestiza, sin importar que se produzca en el monte o frente al mar. Segundo, porque, incluso bajo este supuesto, la única distinción que debería importar es la que separa la buena literatura de la mala, y allí las ventas y la presencia mediática no definen nada (pensemos en Paulo Coelho, si no). Tercero, porque los beligerantes solo disputan unas migajas de la nada, un trozo del casi vacío que es el mercado peruano. Finalmente, si todo este tiempo, junto con la saliva y la tinta, hubiese sido invertido produciendo cuentos, novelas y poesía, en vez de intrigas, tendríamos un producción literaria que ameritaría un debate centrado en el fondo y no en el ripio.
c) El bullicio reina en King's Cross. Del paradero del metro salen y entran pasajeros, hombres y mujeres taciturnos que cargan maletines y se cubren del frío neblinoso con sobretodos. El olor a fritura proviene de un puesto de comida india. Los taxis negros, con los choferes más divertidos y cultos del mundo, no dejan de pasar por la izquierda.
A dos cuadras de la boca del túnel, en el albergue de Cross Keys, mochileros de todo el mundo se dan cita. Sudamericanos, israelíes, palestinos, africanos y europeos conviven en esa pequeña Babel de rostros, costumbres e idiomas.
Esto era dos años y medio atrás, cuando, morral al hombro, estuve por allí. Hoy, ese paisaje amable parece un borrón. Manchas de sangre, olor a cuerpos quemados, ulular de sirenas y llanto, los rostros de la locura, de la insania, del terrorismo vuelven a aparecer, cebándose en los inocentes. ¿Quién puede ser capaz de tamaña monstruosidad?
Raúl Tola