Reunirse en torno a la experiencia literaria es de por sí algo excepcional, la escritura siendo una experiencia hondamente solitaria, su práctica a veces aísla más de lo que puede asimilar al escritor a la sociedad.
El encuentro de Madrid nos dio la oportunidad de estar juntos por unos días y si bien no hubo conjunción en torno a una idea centralizadora de la literatura peruana actual (no necesariamente útil), nuestras diferencias saltaron a la vista dando de nuestra literatura una imagen múltiple, difícil de aprehender en su contemporaneidad, conflictiva dentro de su coexistencia en un medio de recepción muy pequeño, polarizada en regiones y personalidades, pero en plena ebullición y a pesar de todo, muy presente.
Estar en Madrid significó también presentarse en el extranjero como "algo" nacional, lo que siempre es muy problemático viniendo de un país tan complejo como el Perú. No se trata solo de la complejidad geográfica agravada por el centralismo limeño sino que es toda la historia del Perú la que retrata una lucha por homogeneizar una población muy diferente. No se puede hablar del Perú en términos de nación ni siquiera en términos de comunidades asociadas de una u otra forma como la misma España. El Perú es una superposición en un presente endeble de tiempos diferentes, de idiomas y culturas circunscritas en un territorio pero no dialogantes entre sí, la representación política de cada estrato siendo insuficiente ante el poder centralizador de la capital. ¿La literatura podría servir de amalgama o de imagen posible de esa multitud de rostros? No lo sé. En todo caso no lo es aún, la literatura siendo, como todas las actividades humanas, el producto de lo que y no de lo que debería ser. Desde ya, cómo una literatura escrita en lengua castellana puede reflejar un país hecho de múltiples lenguas preexistentes a la llegada de los españoles, sin sugerir una suerte de "colonialismo" lingüístico ...
Pero no se trataba creo, en este "encuentro" de encontrar una lógica a la literatura peruana en particular o una identidad al Perú en general, objetivos desmesurados, sino simplemente crear un marco neutro, exterior al país mismo, donde dialogar y sobre todo, lo más importante, reafirmar la literatura peruana como un "objeto" de estudio, de curiosidad, de interés y hasta de "consumo" posible en el mundo exterior. Esto me parece de la mayor importancia, quizá porque yo misma resido en el extranjero y por mi sola presencia en el mercado del libro francés afirmo una presencia de la literatura peruana en Francia. Quizá la semilla de una posible "unidad" múltiple de esa literatura peruana venga de una mirada exterior, interesada y abierta, sobre la producción literaria peruana. Esta posibilidad de presencia en el mundo exterior debería, por supuesto, ser apoyada de manera fuerte por el poder político peruano.
De manera muy personal, Madrid fue un gran momento de reencuentro con amigos de larga data y de descubrimiento de nuevas voces originales, así mismo fue un choque emotivo con las fuerzas grandes y opuestas que atraviesan el Perú de hoy y que a veces con la distancia tendemos a olvidar o a idealizar. Por una parte, sentí que si habían generaciones o grupos reunidos en torno a afinidades de tiempo y de espacio, al cariño o a la nostalgia del pasado, y por otro lado supe que en el fondo es más grande el desorden, el desconocimiento y la incomunicación de la experiencia literaria en un país disgregado y sobrepasado por su circunstancia en cuanto a la edición, los medios de comunicación, prensa y demás. Mucho contenido para muy poco continente, lo cual crea desigualdades y rencores que solo se justificaría a la luz de la obra producida.
Por que al final de todo no importa tanto dar cuenta de las dificultades infinitas de la escritura y la divulgación de la obra en un país con graves problemas económicos y sociales, sino más bien centrarse en la obra misma, en aquello que se salva a pesar de todo del olvido por su calidad literaria. Me hubiera gustado entonces que los participantes se concentraran más en las obras de los escritores actuales y presentes que en polémicas que sobrepasaban los límites del marco institucional del evento. Me hubiera gustado también quizá más confrontaciones entre autores, críticos y estudiosos, lo cual hubiera dado lugar a diálogos interesantes entre los que estudian una obra y los que la escriben, partes casi siempre separadas y no confrontadas de manera viva. Me hubiera gustado también una participación más activa de los invitados en los eventos en general con el fin de salir del círculo conocido e ir a escuchar a los que no son amigos o conocidos en pro de una mayor fluidez en la comunicación entre diferentes grupos. Me hubiera gustado también que siguiendo la particularidad de nuestra literatura las mesas hubieran podido quizá ser menos temáticas, más eclécticas, dando la oportunidad de mezclarse y de dialogar, justamente, como decíamos antes, personas de posiciones diferentes o conflictivas, para lograr aclarar así ciertos puntos oscuros o difíciles en la coexistencia de diferentes tendencias.
Espero que este encuentro no sea el único en su género, no solamente en reunir narradores peruanos sino por el hecho, original y valioso, de haber sido organizado por escritores también, residentes en Madrid, lo cual da muestras de gran generosidad de su parte y hace patente una nueva era en la literatura peruana de hoy que no tendría fronteras físicas dentro de un mundo abierto y que de alguna manera borraría algunos diferendos de orden puramente provinciano de los que adolece nuestra literatura. Igualmente quisiera recalcar el carácter no universitario del evento, cosa sumamente importante para mí (aunque por supuesto valiosísimos universitarios estaban invitados), que demuestra que la "literatura peruana" se confronta con el presente de sus creadores y lectores, y ya no solo gira en torno a glorias pasadas y que se sobrepasan así los límites de lo puramente académico para, espero, posicionarse e imponerse en el importante panorama y mercado editorial europeo en el que nuestra producción hace muchísima falta.