Entrevistas :::: El oficio literario y el panorama narrativo según Oswaldo Reynoso.
Reynoso (Arequipa, 1931) se ríe de quienes, atrincherados en sus parcelas de poder, reclaman para sí la representación de la cultura peruana, como si no fuera fácil distinguir al bicho del cuerpo. Y es que el autor de "Los Inocentes" -como el genial Miguel Gutiérrez, por ejemplo- es un narrador cuya obra siempre ha sido su mejor argumento, en detrimento de quienes se erizan o ríen por la cantidad de centímetros cuadrados de la foto. Oswaldo Reynoso se encuentra feliz, y no sólo por la publicación de su próxima novela, "El Goce de la Piel", una singular exploración sensorial, sino porque siente que algo se alborota en la escena letrada limeña oficial, con la que siempre tuvo una relación de conflicto. Sin embargo, su siempre renovada popularidad con los lectores, su loable cátedra de maestro, una infatigable y silenciosa labor como orientador de noveles escribas -a quienes corrige desinteresadamente-, así como la persistencia de su talento, han terminado por tirar abajo las ridículas objeciones que alguna vez se le imputaron, como aquella referida a su utilización de la jerga o a los reparos que pudo provocar su militancia política. Porque si algo falta en el Perú, es talento literario y militancias políticas.
-El panorama literario está agitado. El Encuentro de Narradores en Madrid, la polémica por las invitaciones a la Feria del Libro de Guadalajara. ¿Qué opinión le merece?
-Podríamos partir del año 70. Cuando yo publiqué "Los Inocentes" y "En Octubre no hay Milagros" me destrozaron, porque no solamente atacaron mis libros, sino mi persona. Hubo un petitorio al Ministerio de Educación para que me quitaran el título de profesor. Hubo un crítico que publicó que el destino natural de mis obras era el tacho de basura.
-¿A qué atribuye ese encono?
–Cuando presentaba "El Escarabajo y el Hombre", en el Bar Palermo, mi compadre Eleodoro Vargas Vicuña, quien tenía una gran elocuencia, habló de todo menos del libro. Así que al final tomé la palabra y dije: "me cago en todos los críticos literarios, sin excepción". Yo creo que ese movimiento comienza ahí, en los 70s, donde nadie se atrevía a decir una cosa tan fuerte, porque todos estaban pendientes de la crítica, y como siempre en los periódicos había mafias. Ese libro prácticamente no tuvo comentarios.
-Pero el tiempo lo ha reivindicado.
–Porque siempre he tenido lectores. Yo siempre he dicho una cosa, de mí dicen que soy un escritor marginal. Pero yo no soy un escritor marginal. Los escritores oficiales son los marginales porque están al margen de la verdadera literatura. Yo soy un escritor marginado, que es diferente.
–Pero a la vez popular, porque tal vez no tendrá el acceso mediático de otros, pero se le lee mucho.
–Las ediciones de mis libros desde hace 40 años se suceden y se suceden. Pero son unos medios, y detrás de ellos hay un poder económico que quiere para el país determinada cultura. Y entonces si no es el Sr. Ampuero o el Sr. Cueto vendrán otros, que están formando cola. El esquema cultural del Perú no ha cambiado, es colonial, latifundista, obedece a una mentalidad de sociedad medieval. Y el Estado no hace nada. Por eso los jóvenes que escriben se sienten aplastados, y de ahí vienen esas protestas por correos electrónicos que a toda esta gente del establecimiento les parece indigno, y hablan de la "magalyzación de la literatura". ¡Pero ellos son los responsables de esto, porque lo han provocado! El Sr. Ampuero y el Sr. Cueto ¿qué mérito literario tienen? Sus novelas son aburridas, no saben escribir. Que hagan una encuesta entre los estudiantes universitarios que son los que leen. Y sin embargo, estos señores por tener el poder siguen manipulando. No hay Congreso nacional o extranjero en el que no estén de cabeza. ¿Por qué? Porque son los que manejan los medios de comunicación. Ahora veo al Sr. Alonso Alegría pidiendo un boicot a Guadalajara. ¿Quién es él? ¿Qué pergaminos de lucha frente al gobierno exhibe este señor? Ninguno.
–Tarde o temprano las obras perduran.
–Otra cosa es este Sr. Bayly. Cuando voy a universidades, lo primero que me preguntan es qué me parece su obra. Él es un tipo simpático que hace payasadas, y sus libros hablan de drogas y liberación sexual. Yo les digo que si quieren leer libros de liberalidad sexual, la primera novela que se escribe en occidente tiene ese tenor, "El Satiricón". La primera poesía considerada en occidente es la de Safo, que es lesbiana. Pero un amigo me dijo que Bayly no es bisexual ni homosexual, es homofóbico. Así como Ferrando creó una imagen de caricatura del homosexual para que todo el mundo se riera y lo denigrara, Bayly crea también esa imagen pero en capas más altas. Entonces la gente piensa que el homosexual sale a la calle y quiere besar al primero que pasa. Él está creando esa imagen. Así como los cómicos de la calle se disfrazan de homosexuales para hacer reír a la gente, él se disfraza de homosexual para ganar plata. No hay mucha diferencia.
–¿Usted cómo ha tratado el tema de la sexualidad en su obra?
–Hay que leerlo. En este pequeño libro que voy a publicar hay varios niveles, uno de ellos es el estético. Pero también en el sustrato hay una decisión ideológica frente a la Iglesia, frente al machismo, frente a la marginalidad, y frente al sufrimiento interno.
–¿Por qué publica tan espaciosamente?
–La literatura es un arte que se hace con palabras, pero algunos autores pasan de la prosa a lo prosaico. El cuidado del lenguaje no me permite escribir libros de muchas páginas. Sólo he publicado dos novelas largas: "En octubre no hay milagros" y "Los Eunucos Inmortales", de la que tengo 11 versiones. Lo escribí todo en una semana, pero en la corrección estilística me he demorado medio año. He llegado a la conclusión que la verdadera creación e inspiración está en la corrección.(Jeronimo Pimentel)