Los debates de la narrativa peruana
Por: Alonso Cueto
Madrid.- Acaba de terminar el primer y quizá último congreso de narrativa peruana. Durante cinco días, en la acogedora Casa de América, en Madrid, se reunieron escritores, periodistas, editores y profesores para ventilar ideas y resentimientos con gran libertad, como ocurre en todo congreso que se precie de serlo. Gracias a la iniciativa del grupo Mirada Malva y de escritores peruanos residentes en Madrid, como Jorge Eduardo Benavides y Mario Suárez, pudimos asistir a las conversaciones de 40 invitados llegados de muchos sitios. En un gran discurso inaugural, Mario Vargas Llosa se refirió a las ventajas comparativas de ser escritor hoy: Hay más editoriales, más mercado y mejores condiciones que cuando él empezó, en los 50 (cuando lo mejor era ser publicado en el suplemento El Dominical, de El Comercio, dijo). "Mi primer conocimiento de Carpentier me vino de una revista francesa y solo supe de Borges por los libros que nos mostraba Luis Jaime Cisneros", recordó. Estuvo presente la Embajada del Perú, con Augusto Elmore a la cabeza, pero también con Fernando Olivera, quien organizó un cóctel en su residencia y asistió a algunas mesas.
En el encuentro, se plantearon temas interesantes y otros obsoletos, como la idea de una literatura andina enfrentada con una criolla. Que en el Perú no haya etnias puras (¿quién es andino y quién criollo? ¿no hay andinos que hacen literatura urbana y criollos que hacen literatura andina?) hacía este debate insufriblemente inútil. Fernando Ampuero dijo lo más correcto, que el único mandamiento de un escritor es escribir de lo que siente suyo, sea de donde sea. Algunos autores se quejaron de no ser reconocidos por los medios, como si fuera esencial para su vocación. Felizmente, otros, como Miguel Gutiérrez, recordaron que el reconocimiento es accidental y que llegó tarde a muchos, como Arguedas. Carlos Herrera hizo un ingenioso juego mezclando temas y estilos con un cubo movedizo. Estuvieron profesores que también son escritores, como José Antonio Bravo. El profesor Becerra, de la U. Complutense, afirmó, siguiendo un tema de Fernando Iwazaki, que el "cóndor ya pasó" en la literatura peruana (el boom hispanoamericano acabó cuando se separaron Simon y Garfunkel, dijo). Hubo frases fuertes, como la de Iván Thays, cuando dijo que el objetivo de algunos escritores regionalistas era "escribir para un lector occidental que tiene la cara y el cerebro de cáscara de nuez de Ricardo González Vigil". Por otro lado, los golpes que le propinó Sergio Galarza al crítico Leonardo Aguirre tuvieron eco en diferentes ponencias.
Benavides y Suárez trabajaron meses para que el congreso fuera exitoso. Todos los grupos y tendencias fueron invitados y, si tuvo calidad irregular fue, precisamente, porque refleja nuestra realidad. Benavides me dice que algo que ha aprendido de este congreso es que no podrá hacer otro. El lugar del escritor está frente a sus papeles.