América Latina es un continente joven. Todavía tiene mucho por experimentar y aprender. Pero sus países suelen ser un tanto tercos.
Al parecer los contextos históricos de caudillismo militar en sus gobiernos; los prolongados períodos de dictadura; la enfermiza dependencia económica; el constante atropello a sus derechos humanos por parte de otros países o el de sus propios agentes ciudadanos; la delicada y maléfica herencia colonial que han tenido que sobrellevar; todavía, no les han servido, ni enseñado lo suficiente para visualizar cuánto vale, como valor, desde el punto de vista ontológico, el trabajo cultural, la inversión que ello significa para proyectarlo en la mejora de sus sociedades desde el punto de vista educacional; y las consecuencias que ello pudiera arrojarles en el mañana. Ese que esperan con tantas ansias, pero sin hacer mucho por la causa.
Chile no es un país de muchas excepciones a esta regla; sino un excelente ejemplo de ello. A pesar de su destacada y supuesta estabilidad económica y social ante la opinión pública internacional como país en vías de desarrollo, la realidad tangencial, en ciertos aspectos, es otra.
Y el reflejo más claro de este mal social está ejemplificado, explícitamente, en su prensa; en los medios de comunicación que posee, (sólo exceptuando el importante trabajo de las radios comunitarias y de los medios de comunicación llamados alternativos) [1] .
El hecho es que: teniendo todas las oportunidades de practicar el pluralismo y de poner en marcha y activar los espacios culturales dentro de la prensa para, por fin, entrar a una verdadera etapa de desarrollo y demostrar ante su ciudadanía y la opinión pública internacional los esfuerzos en materia cultural y de desarrollo en cuanto medios de comunicación se refiere. La prensa chilena está haciendo lo posible por perjudicar su imagen país, y demostrar precisamente lo contrario.
Una total paradoja puesto que el periodismo chileno, como rubro, jamás tuvo más materia prima a que recurrir para la elaboración de noticias culturales como hasta ahora. El acto da para una segunda paradoja: Todo está pasando en Chile y nada se dice respecto de ello.
La era global ha hecho que se abran nuevas ventanas. Que nuevos actores salgan a la luz.
Pero la prensa chilena se empeña en ejercer la indiferencia. Los periodistas independientes [2] , somos tristes testigos de cómo los medios de comunicación se farrean dichos espacios que por derecho deontológico debieran de corresponder a cubrir dicho aspecto cultural.
Testigos de dichos actos vandálicos y escandalosos son los mismos artistas y gestores culturales chilenos. Toda visita de un periodista, de un medio tradicional, a cubrir dichos hechos corresponde a un lobby encargado por amistad, o como se le llama en Chile en lenguaje popular, por pituto [3] . De no ser así aquel periodista altamente capacitado o que con esfuerzo a conseguido media plana, debe de hacer esfuerzos sobre humanos o de rogativas a su editor para que aquel le permita cubrir dicho evento que se justifica por sí solo.
Es escaso un titular correspondiente a un hecho Cultural, lo cual no se produce porque existan otros aspectos que priorizar. Escasos son los periodistas culturales, escasos las notas serias y creativas. Y sépase que no lo es por falta de profesionales competentes.
Es tan patético el panorama que en lugar de generar noticias culturales que de hechos ocurren día a día; el titular que se ha preferido refiere, sólo por dar un ejemplo, a cuántas veces se ha peleado con su amante tal o cual seudo artista de un programa de televisión dictado la noche anterior en un programa Primetime. Dichos medios justifican sus actos aludiendo a que ello es lo que las personas desean ver y que es ello el material que les permite sobrevivir económicamente.
Es una vergüenza y esto debe de cambiar. Los editores tienen, como obligación moral, comenzar a cambiar su ejercicio periodístico. Las actividades culturales merecen mucho más.
No han de motivarse las sociedades a participar activamente de su vida cívica cultural si su propia prensa no les muestra y motiva con los hechos, que no son pocos, y que están ocurriendo en el día a día. Muchos de ellos de gran calidad y completamente gratuitos.
Por lo demás, es necesaria una alta especialización de los periodistas en esta área. Así como se le da tanta cabida al deporte por no decir sólo el fútbol que, curiosamente, posee toda la cancha en los diarios y hasta sobran los suplementos dedicados al tema.
La acción cultural por su parte, que tanto esfuerzo implica realizar en países como Chile, merece más respeto por parte de los medios de prensa y de quienes están a cargo de ellos. Porque una de las prioridades del ejercicio del periodismo es la de educar y no sólo la de entretener de una forma, que por lo demás, deja mucho que desear.
Citas (*)