Excepcional, auténtico, intemporal e inimitable

Por Consuelo Triviño Anzola *
(Madrid. España. OM)

Consuelo Triviño Anzola

Hasta la aparición de Cien años de soledad la literatura colombiana era muy poco conocida en los circuitos internaciones. Sin embargo, dos novelas colombianas ya hacían parte del canon de las letras hispánicas: María de Jorge Isaac y La Vorágine de José Eustasio Rivera. La primera encarna lo mejor de nuestro romanticismo y la segunda se debate entre el naturalismo más atroz y el telurismo más poético y desgarrado. Dos obras que necesariamente tienen que ver con la formación del joven Gabo y que explican de algún modo una novela como Cien años de soledad que si bien bebe de otras literaturas, no deja de inscribirse en una realidad y un entorno sociales que su autor trasciende al afirmar su personal estilo.
         Pero el estilo de la novela debe buscarse más allá de las formas, de las propuestas estéticas del momento (como el surrealismo o el realismo mágico) o de las novedosas técnicas narrativas que imprimieron un nuevo aliento a nuestras letras. Este personal estilo se percibe cuando leemos, ojalá en voz alta, las primeras líneas de Cien años de soledad. De ella emerge una entonación, una cadencia y una armoniosa sintaxis cuyo poder evocador nos atrapa. El lector cae preso de un encantamiento y una magia que le devuelve a su condición original, instalándolo en una historia nueva y a la vez conocida. Es como las leyendas de todos los tiempos que refieren el principio y el final de todas las cosas. Porque si hay algo que García Márquez domina es el arte de contar historias a la manera de los antiguos y anónimos narradores que nos dejaron Las mil y una noches, historias que nos salvan la vida, librándonos del aburrimiento y del tedio, devolviéndonos la felicidad de leer, sin prejuicios, sin rejillas, dando rienda suelta a la imaginación.
          De otra especie son las novelas que siguen a pie juntillas los procedimientos que la crítica considera propios del realismo mágico y que ciertamente funcionan. El truco se repite en otros autores, también con éxito, pero con menos fortuna que García Márquez, lo que demuestra la excepcionalidad, autenticidad y el carácter intemporal e inimitable de Cien años de soledad.

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15 de abril de 2007

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