El día del juicio es una obra pequeña en cuanto al espacio que ocupa y los medios que precisa. Pero es grande en su contenido; en el viaje que invita a recorrer al espectador; en el despliegue magistral de medios interpretativos con los que Andrés del Bosque, intérprete, autor y director, nos regala unas imágenes y unos ambientes llenos de poesía y magia.
Grande es también su intención de denuncia y crítica de todos los sistemas político-económicos que oprimen a los trabajadores con deudas a las que no pueden hacer frente, pero que sirven para mantener la rueda en marcha. Por otra parte, de los medios de los que se vale el autor es el uso del y una mirada irónica que nos permite divertirnos, incluso reírnos y que posibilita que la hora y pico que dura la obra se haga corta y nos provoque la necesidad de continuar viendola.
El público, en este viaje, se siente participante activo. Andrés del Bosque tiene en cuenta en todo momento a los espectadores, a los que trata como adultos capaces de pensar e imaginar, al tiempo que los hace jugar y reirse como niños. Pocos espectáculos hemos visto en Madrid donde se respete tanto a los asistentes a su obra a los que trata con enorme generosidad.
Un comediante pierde un juicio laboral y, acosado por las deudas, se convence de que está muerto. De esta manera ya no tiene que hacer frente a sus acreedores. No come, no ríe, no habla. Se convierte en un cadáver viviente. Sus parientes, desesperados, van a buscar a su mejor amigo para pedirle ayuda. Éste resulta ser un vago que toma las ropas de su amigo e inicia junto a éste el viaje hacia el país de los muertos contando la historia del falso difunto haciéndose pasar por él. Convence a su amigo de que los muertos hablan, ríen, comen, beben y hacen el amor. El falso difunto va imitando poco a poco la vitalidad de los muertos, abandona su delirio y acepta seguir viviendo.
La obra se sitúa en un país imaginario pero reconocible. Un país en el que la cuarta parte de la población vive en extrema pobreza mientras los cien paisanos más ricos ganan más de lo que gasta el estado en servicios sociales. Un país que no se parece nada a la Tierra de Jauja ni al País de la Cucaña que el gobierno prometía.
Andrés del Bosque, autor, director e intérprete de la obra, es un comediante chileno formado en la escuela de Cali de Colombia con el maestro Enrique Buenaventura. Investigador del teatro popular de la costa del Pacífico de Colombia, estudia clown, bufón, melodrama y se especializa en la escuela del maestro Philipe Gaulier, hace la Scuola dell Atore Comico y de la Comedia dell Arte con el maestro Antonio Fava. Realiza estudios con Vladymir Kriulov, director del teatro de clowns ucraniano Mimykrichi. Es autor de varias obras de teatro premiadas en su país, director y autor de uno de los hitos del teatro chileno: Las siete vidas del Tony Caluga. Durante diez años se dedica a impartir clases en las Escuelas de Teatro de la Universidad de Chile, Universidad Arcis, Universidad Finis Terrae y Universidad Mayor de Temuco. Actualmente investiga la risa en lo sagrado y en esta perspectiva marcha a Ciudad de México a dirigir un montaje de clowns para el Día de los Muertos en la Escuela Nacional de Arte Teatral. Ahora vive en España e imparte clases en la Real Escuela de Arte Dramático y en la Universidad Popular de Rivas. Además prepara su siguiente trabajo que se estrenará en junio y al que estaremos atentos para no perdérnoslo.
El día del juicio se pudo ver en la sala La Espada de Madera y es una pena que se la perdieran. Deseo que pronto podamos volver a disfrutarla en este espacio tan especial o en cualquier otro.
La Espada de Madera pertenece a las denominadas salas "alternativas" desde donde se puede asistir a pequeñas joyas teatrales como la que estamos cubriendo.
Estas salas dan la opción de exhibirse a un montón de actores que, por circunstancias del mercado teatral, se convierten además en productores, y dan tambien la posibilidad de mostrar su trabajo a las pequeñas compañías que llevan a cabo proyectos con más ilusión y rigor que capital y ayuda de los medios.
No esperen ver anunciadas estas obras en los periódicos nacionales, ni en los transportes públicos, ni en las marquesinas, ni mucho menos en cualquier medio audiovisual. Les invitamos a que se informen por otros medios y sigan la programación de estas salas con atención si quieren ver un teatro de calidad a un precio tan asequible como salir a tomar unas cañas.