Hace más de cien años la poesía hispanoamericana fue rescatada del aburrimiento del colonialismo por Rubén Darío y su grupo de excelentes poetas que crearon el movimiento llamado modernismo, sólo comparado con sus contemporáneos franceses pero con muchas más variaciones y campo de acción. Ahora en nuestro tiempo estamos celebrando los ochenta años de Gabriel García Márquez, quien ha hecho por la ficción hispanoamericana lo que Rubén Darío hizo por la poesía. En ausencia de un mejor término para describir lo que se ha denominado el realismo mágico, y sin importar la manera como lo describamos, el trabajo del Gran Gabo no sólo ha definido a Latinoamérica sino que también ha rescatado la novela a escala mundial de su torpe esfuerzo en busca de dirección. El siglo veinte, que en sus primeros años perteneció a Proust y Joyce, en sus años maduros le pertenece a García Márquez.
Muchos años atrás, alguien que decía llamarse Avellaneda emprendió la tarea de escribir la secuela de Don Quijote y falló miserablemente. Hubo otros que perecieron en intentos similares. La lengua española, esculpida muy bien por Cervantes, tuvo que esperar hasta que llegara García Márquez a moldearla tan bien como lo había hecho su primer maestro. No hay necesidad de obtener muestras de ADN para probar que Cien años de soledad es la heredera de Don Quijote o darse cuenta de que el pueblo que Cervantes no quiso recordar, pudo muy bien haber sido Macondo.
Fue para mí un gran honor y un privilegio haber recibido la tarea de traducir esta gran novela al inglés, y al parecer todo terminó muy bien. Cuando he recibido alabanzas por mi traducción, siempre he dicho que sólo transcribí al único inglés posible aquello que Gabo había escrito y se había escondido detrás de su perfecto español. De alguna forma sabía qué palabras estaban allí. Así escribe de bien. De manera paralela a su gran trabajo, García Márquez también ha hecho un excelente servicio en guiar a sus coterráneos de regreso a los senderos que Cervantes había trazado para ellos. Todo el novedoso y buen trabajo de ficción que sale de Hispanoamérica (y de España) puede casi siempre remontarse hasta estos dos maestros.
No conozco de otros ochenta años que hayan sido invertidos de mejor manera y cuyos efectos se vayan a sentir por siglos. Feliz cumpleaños y buena suerte con ochenta calurosos abrazos para usted, grande y buen Gabo.