Conocí a Félix, hace ya algo más de una década, en un congreso de LASA que tuvo lugar en Washington DC. La persona que nos presentó (Antonio Cornejo Polar), lamentablemente, tampoco está hoy entre nosotros. En ese momento el importante intelectual peruano nos dijo que teníamos que conocernos porque teníamos mucho en común. En realidad se equivocó en algo: son pocas las cosas que compartíamos. Sin embargo, la intuición, en realidad, no le falló, porque las pocas cosas que nos unían eran y son muy fuertes.
Ante todo, estábamos de acuerdo en la dirección que debían tomar los estudios coloniales, nuestro campo de estudio. Esa coincidencia estaba y está basada en nuestras convicciones con respecto a cuestiones que, a riesgo de sonar solemne o pedante, no vacilo en llamar éticas. Acaso sea por eso que nos resultó tan fácil hacernos amigos. O tal vez hayan obrado otras razones. Por ejemplo, y aunque parezca trivial, debo decir que su afición a cierta música popular de fines de los años sesenta era algo que también nos unía -recuerdo muchas noches en su casa de New Orleans, primero, y de Gainesville, más tarde, escuchando viejos discos de vinilo mientras el bourbon (Maker's Mark era su favorito) alimentaba nuestra nostalgia. Esa amistad, basada en la ética, lo académico, un pasado generacional compartido, y el gusto por las largas noches de conversación, música y bourbon, generó lazos muy fuertes. Tan fuertes que nuestra amistad, con los años, se volvió cada vez más estrecha.
(Seguramente, alguna de esas noches de música, discusión y libaciones, fue que nació la idea de hacer un libro juntos. O quizás no, pero prefiero imaginármelo así. La idea que inspira Colonialism Past and Present (2001) es muy simple: tal vez sea necesario mostrar que el trabajo de los expertos en la época colonial no es una mera tarea de anticuarios. Es decir, que las investigaciones que hacemos no son necesariamente un ejercicio de erudición sobre un pasado remoto que nada tiene que ver con el presente que nos ha tocado vivir.
Otra preocupación que teníamos, debido a que ambos trabajamos en los Estados Unidos, estaba relacionada con la popularidad de las elaboraciones teóricas provenientes del mundo angloparlante (o alguna vez dominado por Inglaterra), que tenía muchas posibilidades de opacar (o dejar en segundo plano) los desarrollos teóricos que emergieron de los estudios específicos sobre el colonialismo español. Por ello nos parecía necesario tratar de hacer un libro que pusiera de manifiesto los lazos entre el presente postcolonial latinoamericano y su pasado colonial, a fin de poner en claro los rasgos idiosincráticos de la historia de la región y la necesidad de seguir desarrollando herramientas propias para entenderla.
Otro de los objetivos que perseguíamos con esa colección de ensayos era volver explícita esa relación entre pasado colonial y presente postcolonial en Latinoamérica. Para ello les pedimos a los investigadores que identificamos como posibles colaboradores que, en lo posible, estudiaran en la primera parte de sus artículos una situación colonial y en la segunda pusieran énfasis en las consecuencias de aquella en el presente -una estructura que está inspirada por un artículo de José Rabasa originalmente publicado en la revista Dispositio/n (número 46), que luego reprodujimos en Colonialism Past and Present.
Esta relación entre pasado y presente nos interesaba por varias razones. Ante todo, porque dada la creciente tendencia a deshistorizar que sufría (y sigue sufriendo) el campo de estudios (estoy pensando aquí en el aparentemente irresistible ascenso de la neofilología), nos parecía necesario establecer nexos entre un pasado colonial y las situaciones de opresión de nuestro presente. Segundo, y precisamente porque nos interesaba la situación de los sectores menos privilegiados en las sociedades contemporáneas, creímos relevante generar un espacio donde se pudiera estudiar, específicamente, los legados coloniales que contribuyen a la opresión de esos sectores subalternos.
En determinado momento de su carrera Félix llegó a la conclusión que si su trabajo no daba cuenta de la situación de las grandes masas oprimidas de Latinoamérica, corría el riesgo de contribuir a la continuidad del status quo. Con el tiempo, el grupo oprimido del que más se ocupó fue, previsiblemente, el de los indígenas.
Tal vez Colonialism Past and Present fue un momento de inflexión para su pensamiento, o tal vez dicha colección de artículos fue simplemente una consecuencia del desarrollo de ciertas ideas que ya él venía considerando. Poco importa, realmente. Lo que cuenta, creo, es la coherencia de ese camino que emprendió hace ya unos cuantos años y el compromiso con los pueblos indígenas que lo caracterizó a lo largo de buena parte de su vida.
De ese compromiso y de esa coherencia dan prueba varios trabajos de Félix, uno de los cuales tuve el honor y el gusto de publicar en el número 52 de Dispositio/n que edité sobre los estudios subalternos latinoamericanos. Allí aborda explícitamente y con valentía la situación de subalternidad que sufren no sólo el conocimiento, sino también los productores de ese conocimiento indígena en el universo académico norteamericano. Más significativo aún es su segundo libro, dedicado a la historia del despojo de los sectores subalternos del Valle del Cauca. En este trabajo Félix nos recuerda, una vez más, que los comienzos del despojo se remontan al siglo XVI y a las estructuras coloniales de esa época. Pero no sólo con artículos llevó Félix adelante sus convicciones políticas en el terreno académico. También se dedicó a organizar múltiples actividades, entre las que destacan un encuentro sobre conocimiento(s) indígena(s) y su relación con la academia occidental, que tuvo lugar en Gainesville en octubre del 2004. Allí invitó a varios intelectuales indígenas de Latinoamérica y a algunos intelectuales más tradicionales para discutir el status de la producción intelectual indígena en el mundo académico.
El último evento que llegó a organizar es un panel que se realizará, aun en su ausencia, en el congreso de LASA que se llevó a cabo en Montreal en septiembre de 2007. Su título no necesita comentarios: "Activismo social, universidad metropolitana, y 'otros saberes': Diálogos sobre la academia y restauración cultural y ambiental en los cabildos del gran Cumbal".
Los que tuvimos el honor de ser sus amigos y de trabajar muy cerca de él sabemos que su desaparición deja un vacío no sólo en nuestras vidas sino también en el campo de estudios en particular y en la disciplina en general. En este mundo académico dominado por valores que poco fomentan la solidaridad con los oprimidos, se va a notar la ausencia de Félix. Con su muerte hemos perdido no sólo a un investigador importante, sino también al mejor, al más ético de nosotros.