Cronista en dos mundos. Realidad y ficción
Alexander Prieto Osorno
Biblioteca Libanense de cultura
Vol. 14
Bogotá, 2007
408 páginas
Bien vale dar inicio a esta reseña de Cronista en dos mundos, volumen del escritor colombiano Alexander Prieto Osorno (Líbano, 1962), parafraseando una celebre sentencia de Dostoievsky, arguyendo que, en terrenos de la crónica y por ende de la literatura, nada hay tan parecido a la ficción como la realidad misma. Esto puede, de alguna forma, justificar la aparición de este libro, suma de relatos y crónicas escritos por el autor a lo largo de su trabajo en más de setenta diarios y revistas de Europa y América, y cuyo mayor acierto sea el de poner en cuestión textos extremadamente etéreos -bien la condición de temporalidad que dan las crónicas que se leen en los diarios- junto a otros que el autor ha decidido llamar ficción periodística. Lo primero, indagar, como Prieto Osorno lo pide en la contra carátula de su libro, en esos dos lenguajes aparentemente distantes que aquí se concilian enriqueciéndose mutuamente, y dejando al descubierto la relación contractual que la ficción y la realidad sostienen día a día. Suponemos, en esta dicotomía de lenguajes, que en los pliegues de cada crónica hay la secreta intención de la ficción. Prieto Osorno nos lo hace ver al destapar sus cartas y revelar -creo que con toda intención- un ejercicio que de seguro lo llevará a consumar con acierto su proyecto narrativo, esbozado en el grueso de esta compilación de la Biblioteca Libanense de Cultura.
Cronista en dos mundos reúne tres núcleos temáticos. El primero de ellos, "voces de dos mundos", es una suma de artículos tomados de varios medios en los que el autor ha trabajado activamente, como es el caso de una laureada crónica -finalista en 2001 del Premio Internacional de Periodismo Rey de España- acerca del desplazamiento forzado en Colombia. Visitado desde un ángulo un tanto surreal -aunque no por ello fantasioso-, Prieto Osorno se da a la tarea de revisitar tal fenómeno a través del testimonio de una niña de apenas diez años de edad. El drama se tropieza aquí con la ironía y, por ese mismo camino, con la desidia. "Zapatos para los desplazados", como se titula la crónica, me recuerda aquello que un niño expresara a otro en un filme del cineasta, también colombiano, Víctor Gaviria, La vendedora de rosas, imprecando sobre el por qué de su falta de zapatos, a lo que éste, y para resolver el sarcasmo del texto referido, responde con una claridad aplastante: "¿para qué zapatos si no hay casa?".
Saltando un poco entre los disímiles textos que conforman este primer grupo de crónicas -algunas sobre sucesos madrileños, dada la corresponsalía del autor en esta ciudad, hasta sondeos de viaje en muchos lugares de Europa y crónicas de tinte social como la de un huérfano que quiere ser adoptado por don Julio Mario Santodomingo, o una muy ocurrente sobre los llamados 'culebreros' colombianos, típicos especimenes de la disparatada economía informal-, me llama especialmente la atención uno que, por su tinte gótico, llama a futuras indagaciones dado el gran tema que se trata entre líneas, esto es, el referido a la comtesse sanglante, Erzsébet Báthori, condesa húngara cuyos particulares métodos de rejuvenecimiento incluyeron en su momento el sacrificio de más de 650 inocentes doncellas. El libro sobre la condesa del cual se habla al final de su nota, no se trata más que de una reescritura hecha por la poeta argentina Alejandra Pizarnik de una obra de Valentine Penrose publicada originalmente en 1963 por Mercure de France. El texto, como parte de un híbrido entre el ensayo divulgativo y el periodismo literario, muestra el carácter gótico de tal mujer trasladándonos a un sitio de Internet -/www.bathory.org-, visitado, según cita, "por miembros de grupos satánicos", cuando lo mejor sería "que Erzsébet no fuera ningún ejemplo para nadie en el mundo".
Las crónicas que abren el libro son, de buena forma, periodísticas. Ahondan un poco en lo contestatario, en la denuncia, el hallazgo de la injusticia propia a los dos mundos que configuran su leit motiv -Latinoamérica frente al resto del mundo-, intentan sacar de las cenizas asuntos que se vienen repitiendo con otros protagonistas, periódicos de ayer rescatados del olvido. Esa es la fortuna de este primer núcleo del libro de Prieto Osorno, redimir textos periodísticos, de aquí y allá, para buscar configurar un ars narrativa, como se verá pasada la mitad del libro.
La segunda parte de Cronista en dos mundos, llamada "Latinoamérica rastreada", es una configuración personal del folclor subcontinental. Este Bestiario latinoamericano reúne mitos y leyendas de diversa índole, como el llamado Familiar de Argentina, personaje un tanto vampiresco que asegura a los suyos una vida próspera, exigiendo tan sólo la firma de un pacto de sangre y el suministro regular de jornaleros y otros empleados como alimento. El mito de la Llorona, ampliamente conocido en lugares como México, Argentina, Venezuela o Colombia se presenta aquí desde sus varias caras, sea en la forma de la diosa azteca Chihuacóalt, "que empezó a hacer sus apariciones en los alrededores de Tenochtitlán anunciando la destrucción del imperio azteca poco antes de la llegada de los españoles", así como en la forma arquetípica de aquella mujer que mata por celos o sumida en las vergüenzas del pecado: la Llorona venezolana que asesina a su esposo al saber de su traición o la Llorona colombiana, homicida de sus propios hijos por taras de las depravaciones de la condición humana. Otros mitos se recogen en este apartado del libro, así como algunas relecturas algo psicoanalíticas que revisan el trasunto ideológico y social que les ha dado famélica existencia. Bestias moralistas, presas de una pulsión sexual arrolladora o simplemente espejos o caricaturas de la idiosincrasia que les nutre. Más adelante, las cosmogonías, las plantas y los rituales de las culturas amerindias, así como los mitos fundacionales, revisten este capítulo de un carácter más académico, sin someterle, desde luego, a la cruel exclusión del texto especializado, esto como una forma de acercarse al cariz divulgativo sin perder la seriedad que da la investigación.
Finalmente quedan sus narraciones. Son estas, en suma, siete experimentos afortunados en los que la crónica entabla un dialogo muy sui generis con la literatura. El ritual del relato se convierte, en estos textos, en una fructífera avalancha de información: titulares, declaraciones o encabezados trastocados con ironía y vertidos en el discurso desde lo fragmentario, como se puede ver en el primero de estos cadáveres exquisitos, el texto titulado "¿Hay políticos corruptos?". Luego, "La ruana, más de un millón de años de historia", un texto un tanto más compacto, muestra la historia de tal accesorio desde el juego metahistórico y el humor contenidos en un supuesto libro que propone un uso vanguardista de la ruana: De anima Rhuanae.
Con Cronista en dos mundos, Alexander Prieto Osorno ha llevado a feliz término su proyecto unificador, en el sentido propiamente cohesivo de aquel proyecto latinoamericano planteado desde el comienzo, así como a través del ejercicio ficcional que su pluma como periodista llega a mostrar en el último trecho del libro, esto es, los dos mundos que pretextan esta afortunada compilación.