Guns'n Roses en la jungla de asfalto

Por Carlos Torres Rotondo *
(Madrid. España)

Guns n' Roses

Welcome to the Jungle y su contraparte, Paradise City, son el anverso y el reverso de un topos, de una historia canónica a la que me interesa aproximarme en este breve vuelo: el mito del universo urbano visto como una selva. En vistas a ese objetivo, empezaré contando la historia de Guns'n Roses, la banda de hard rock de Los Ángeles que empieza y termina su primer LP con estas dos canciones.

Guns 'n Roses debutó el 26 de marzo de 1985 en el Troubadour. Era la fusión de dos grupos previamente existentes: L.A. Guns y Hollywood Rose. De sus miembros, los únicos que continuaron hasta grabar el primer disco fueron Jeffrey Isabelle (Izzy Stradlin) y William Bailey Rose (Axl Rose). Ambos provenían de Hollywood Rose y se habían criado en Laffayette -un pueblo paleto del estado de Indiana, en el Medio Oeste-, que habían abandonado buscando cumplir su sueño de convertirse en estrellas de rock en la gran ciudad. En este caso, nada menos que Los Ángeles, la mayor urbe de la costa oeste norteamericana.

Los Angeles es una ciudad completamente mitológica, y no sólo por Hollywood (lo cual ya es demasiado). Además es la capital de la novela negra. Toda la obra de Raymond Chandler, Ross Mac Donald, Walter Mosley y James Ellroy -sólo por poner algunos ejemplos destacados- es una mitificación de esta urbe. Que también haya sido el locus amoenus donde se desarrollaron bandas de rock como The Seeds, The Doors, The Byrds, X, Love, Slayer y tantos otros no hace sino confirmar su carácter legendario. En todo caso, la estela del mito que estamos desarrollando puede encontrarse tanto en una película como Sunset Boulevard, donde un ingenuo escritor cae bajo las garras de una vamp del cine mudo, como en la inocua Fallen Angel, la canción de Poison, donde una rubia con buenas tetas es corrompida por esta jungla de asfalto. Los disturbios en Watts, la mala fama de su cuerpo policial, el apaleamiento de Rodney King, la obra del sobreestimado Charles Bukowski y la del subestimado John Fante refuerzan aún más esta imagen de L.A.

Pronto Guns 'n Roses sería reforzado con la presencia de Duff McKagan en el bajo (un simpatizante del punk que también trajo al baterista Steven Adler) y el primera guitarra Saul Hudson (más conocido como Slash); estos dos últimos tocaban en un grupo llamado Road Crew. La formación definitiva estaba completa. Con estos integrantes hicieron algunas giras pequeñas y grabaron en 1986 el mini LP Live¿?Like a suicide, donde mostraron que eran un grupo deudor de la época clásica de Aerosmith y que muchos decibelios los separaban del glam metal entonces en boga: bluffs como Poison, Bon Jovi, Mötley Crüe o Skid Row. Aunque compartían algunos elementos en su estética, los Roses hacían mucho más ruido y su mayor desobediencia los convertía en una banda más legítima para ser escuchada durante la pubertad; es decir, la edad del pavo, la edad del burro, aquella era de la cojudez que todos pasamos en nuestras vidas y donde comenzamos a ser adultos sin dejar de ser niños del todo.

Los Angeles

Esa cólera adolescente, esa impotencia en el sentido más simbólico del término, es un elemento central del relato mítico del viaje a la jungla urbana. Toma el autobús Greyhound, nena, que tienes que escapar de Yoknapatawpha, de Comala, de Macondo, de Santa María, de Lima la Horrible, de tu pequeño mundito interior. El cielo es el límite y las carreteras llevan al infinito. Pero siempre hay un paradero final. La ciudad, la nueva ciudad que reinventarán nuestros sueños -aquellas ideas adolescentes que tarde o temprano destruirá o transformará la realidad.

Algo así había sucedido con los mejores amigos Izzy Stradlin y W. Axl Rose. De adolescentes eran los freakies de su pueblito, Lafayette. Hijos de familias disfuncionales, para comprender los alcances de su viaje a la gran ciudad, hay que remontarse a lo que Freud llamaba la novela familiar del neurótico. Siguiendo a este gran reinventor de mitos para entender la sensibilidad del siglo pasado, el relato que construimos en torno a nuestras relaciones familiares en los primeros cinco años de vida es fundamental para comprender nuestra relación con el otro en la adultez.

En ese sentido, la novela familiar de W. Axl Rose es riquísima. Su padre desapareció antes de que adquiriera uso de razón. Su madre se casó con un tal señor Bailey, un fundamentalista cristiano que le dio un apellido y actuó como autoritaria figura masculina. De niño Axl era un nerd, hasta que conoció el rock & roll y brotó en él una personalidad bipolar. A los 17 años se enteró de que el señor Bailey no era su padre. Tiempo después, cuando ya era una estrella de rock, Axl hizo un tratamiento basado en el hipnotismo y en su imaginario creció la convicción de que había sido violado repetidas veces por su padre genético cuando apenas era un bebé. Proclamó su descubrimiento por doquier, produciendo un gran malestar en su familia.

Entonces, en nuestro relato canónico llegamos al punto de giro de la huida, del viaje del campo a la ciudad, del ámbito rural a la jungla de asfalto. En la variada geografía de Estados Unidos la selva es algo casi inexistente, aunque lo más parecido sean los pantanos del Deep South, donde el maestro de la narración Alan Moore sitúa su Swamp Thing y Nicholas Ray su filme maldito Wind across the Everglades. En todo caso, a lo que voy es que las verdaderas selvas del desierto americano son sus megalópolis: Nueva York, Chicago, Los Angeles...

Axl Rose

En la violencia de la Babilonia de la Costa Oeste Axl puede comportarse como una fiera y ganar dinero por eso. Y rápidamente. Repasemos una breve cronología para ver hasta qué punto fue veloz y profunda la repercusión del fenómeno Guns'n Roses. Ya dijimos que su debut fue en marzo de 1985. Durante el año siguiente lanzaron su primera grabación comercial, un mini LP en vivo que consolidó la fama que ya habían ganado en el underground con sus conciertos. Poco después viene su consagración mundial, apenas dos años después de formados. ¿La razón? Su primer LP, Appetite for destruction, que salió a la venta el 21 de julio de 1987. Appetite For Destruction es quizás el disco debut más vendido de la historia: 25 millones de copias que siguen incrementándose. Además, tuvieron tres canciones entre el Top 10: Welcome to the jungle, Paradise City y Sweet Child 'o Mine. El que luego su música fuera irregular y a veces complaciente no debe hacernos olvidar que si a los pocos meses hubieran muerto en un accidente de aviación serían quizás la gran banda de culto de los 80. El primer LP tiene un sonido sucio, callejero y lleno de energía. Pero son canciones tan pegajosas que permanecen dando vueltas en la cabeza.

A estas alturas resulta un poco raro clasificarlos y encontrar su genealogía en la historia universal del rock. Aerosmith, como ya se dijo, es uno de sus padres. Pero también los New York Dolls, que cumplieron a principios de los 70 un papel de macarras (en peruano, faites) en el glam similar al lugar ocupado por Guns'nRoses en la escena angelina de glam metal de los 80. Por eso no es casual que The Spaguetti Inccident?, su disco de versiones, sea básicamente interpretaciones de clásicos punks. La conexión ahí era el bajista, Duff McKagan. El sonido eléctrico del blues de Chicago lo ponía Slash, por supuesto y de ahí a los Rolling Stones hay un paso. Slash era el enchufe, en el sentido eléctrico de la palabra.

Esta fórmula musical fue la base de su éxito. Además tenían una imagen calculadamente violenta y machista: es ahí donde viene Welcome to the Jungle, el primer single salido del Appetite for destruction. Todo está relacionado. Luego de haberla escuchado varias veces leyendo la letra y alucinándola, creo que la canción es una reescritura mucho más tosca de Like a Rolling Stone, de Dylan, que puede ser interpretada como la descripción del proceso entrópico de una chica en la ciudad (palabra jamás mencionada en el tema de Guns'n Roses). La subida en los rankings comenzó gracias a la publicidad que les dio su aparición en The Dead Pool, con Clint Eastwood repitiendo el papel de Harry El Sucio. Junto a la canción, que aparecía en la banda sonora del filme, grabaron un videoclip para MTV, que los lanzó a nivel mundial. Al principio, Axl desciende del autobús Greyhound y llega a la gran ciudad. Las radios hicieron un eco mucho más grande y comenzó la época de los grandes estadios y de la construcción consciente de la leyenda de sus excesos de chicos malos del rock. Por ejemplo, durante un concierto en un estadio de Los Ángeles Axl se lanzó contra la marea humana y la emprendió a golpes con un miembro de seguridad por intentar echar a un amigo suyo. Las cosas se complicaron aún más por las diversas adicciones de los miembros de la banda. Axl anunció su salida de la banda si no se arreglaban "los problemas del grupo con las drogas". Izzy, Slash y Duff iniciaron así una cura de desintoxicación. Todos lograron desengancharse, excepto Steven Adler, que acabó por ser expulsado del grupo, comenzando en Guns'n Roses una etapa de gigantismo que prefiero callarme y no contar porque sería desviarme del tema central: cómo a partir de Welcome to the Jungle puede hablarse del mito de la ciudad como una selva.

Tarzán

En todas las novelas "selváticas" que he leído la naturaleza aparece identificada como el reino de lo salvaje, donde la cadena alimenticia domina la vida, donde el más fuerte se come al más pequeño. Hablando de novelas "selváticas" en el sentido geográfico rápidamente puede citarse The Heart of Darkness, de Joseph Conrad; las novelas del ciclo de Tarzán imaginadas por Edgar Rice Burroughs y las de Allain Quatermain, por Henry Ridder Haggard; La Vorágine, de José Eustasio Rivera; bastantes relatos de cronistas de Indias; La Casa Verde, de Mario Vargas Llosa; la serie de cómics Swamp Thing, de Alan Moore, con personajes de Len Wein; y en fin, las piezas narrativas que la memoria y la cultura del lector le hagan recordar. Hay que decir, sin embargo, que cuando la lírica ha querido buscar lo propio para cantar el continente americano, ha comenzado por la naturaleza, véase la obra poética de Andrés Bello, por ejemplo.

En todo caso, si hablamos de historias canónicas, nos referimos la mayoría de las veces a Odiseas, no a Ilíadas. Se cuentan más desplazamientos que asedios. Porque si algo asedia es la selva, y el hombre debe desplazarse para llegar a un punto para descubrir El Dorado, como pretendía Lope de Aguirre. Porque la mayoría de relatos de la selva son búsquedas del tesoro, tesoro que también puede ser un descubrimiento acerca de la naturaleza humana y un descenso a los infiernos. Así se cruzan los campos semánticos hasta combinarse perfectamente y crear obras maestras.

Otras narraciones han tratado el tema de la urbe como una selva de cemento, pero quizás la que más explícitamente lo hace es justamente The Asphalt Jungle, de William Riley Burnett, publicada en 1949 y objeto el año siguiente de una adaptación cinematográfica dirigida por John Huston y con Sterling Hayden como protagonista. De los grandes fundadores de la literatura negra, Burnett es el gran ignorado. Su primera novela, Little Caesar, es del mismo año que la seminal Red Harvest, de Dashiell Hammett, pero se centra en la vida del criminal, es decir, lo que luego devino el subgénero de la crook story, del que Burnett es quizás el gran maestro además del fundador. La novela que nos ocupa trata de un golpe perfecto, que acaba fracasando debido a las debilidades de los implicados. Aunque ese trata de una narración prácticamente coral -Como Goodbye Chicago, el último libro del autor - hay un protagonista, Dix Handley, que vive obsesionado con terminar su carrera en el bajo mundo y regresar a las imágenes edénicas de su niñez en el campo escapando del infierno urbano, donde acaba siendo víctima de la cadena alimenticia del dinero en la que se basan las relaciones humanas dentro del sistema capitalista, según denuncia el autor a lo largo de sus relatos. Hay que leer a Burnett y no sólo esa obra maestra que es The Asphalt Jungle: Burnett es junto a Jim Thompson quien mejor retrata la mente criminal en la novela negra clásica. Además, como narrador realmente transforma la selva del lenguaje en un jardín japonés, en una estancia de habitaciones simétricamente distribuidas. Como arquitecto narrativo es -sin exagerar- un buen discípulo de Sófocles. Gun´s Roses 2007

En el caso de Guns'n Roses, banda que me gustaba en mi pubertad y que durante una larga época desprecié, su viaje a la jungla de asfalto los llevó al abismo, como el baterista Steven Tyler, que cayó bajo y se convirtió en un homeless drogadicto que ahora ha vuelto a girar con su banda Adler's Appetite, con quienes se esfuerza pese a su movilidad restringida debido a un accidente. A algunos la selva los proyectó fuera de la realidad, como ha sucedido con Axl, que posee el nombre de la banda y ha presentado y ha hecho giras para promocionar el último disco, Chinese Democracy, donde él es el único miembro original; demás está decir que no ha podido revivir el éxito de antaño. Y por último, algunos han podido sobrevivir a la selva y resurgir con brillantez. Tal es el caso de Slash, Duff McKagan y Matt Sorum (el baterista que reemplazó a Steven Adler). En 2003 formaron Velvet Revolver junto a Scott Weiland, de Stone Temple Pilots y han vuelto a tener el éxito tanto comercial como artístico de sus ya añejos días de gloria.

Un dato curioso para concluir: Axl se molestó con su antiguo amigazo Izzy Stradlin porque regresó a vivir a Lafayette, su pueblito natal de Indiana: "no entiendo cómo pudo volver a ese sitio donde nos maltrataban de adolescentes". Y es que la selva, como la vida, nos ofrece múltiples senderos. Así son las extrañas conexiones entre las diferentes disciplinas.


Welcome to the jungle (Ritz 88)

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* Carlos Torres Rotondo nació en Lima en 1973. Estudió literatura en la Universidad Católica y Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Lima. En 1995 ganó los primeros premios en los juegos florales de narrativa y poesía en la Universidad de Lima. En el 2001 publicó la novela Nuestros años salvajes en la editorial Alfaguara. Ha terminado la novela Afuera, que permanece inédita. Ha trabajado en docencia universitaria, crítica de cine, periodismo y ha colaborado en la elaboración de discos de grupos de rock tanto en España como en Perú. Tiene inédito un libro sobre la historia del rock en el Perú hasta 1975.



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20 de febrero de 2008

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