Cuando miro fotografías de Nazim Hikmet (1901-1963), recuerdo esos actores de los años 40 con sus trajes de paño y sus corbatas delgadas, el cabello engominado y el infaltable bigote prototipo de la época, o bien un cantor de tangos, un Dicépolo en su Cafetín de Buenos Aires o un Homero Expósito de Tristeza de la calle corrientes, en fin, un hombre de luces y tinglados, es decir un hombre avistado para los juegos de la escena, un rostro que refleja una fuerza inmensa rayana en la virilidad que brilla en la acentuación de sus facciones, nada de expresiones maltrechas; pero ocurre que no es del todo así.
Reunirse esta noche con su vida y parte de la obra de un ser que intentó algunas veces el suicidio o la huelga de hambre, de cuyos poemas, Picasso, Eluard, Louis Aragón, entre otros, se pronunciaron, así como la injusticia que el poeta padecía en presidio, significa acercarnos a un grana renovador de la poesía de su país y a una figura controversial, que predijo su muerte en Angina de pecho
La mitad de mi corazón está aquí, doctor,
Pero la otra mitad se encuentra en China,
En el ejército que baja hacia el río Amarillo.
Cada mañana,
Cada mañana con el alba,
Mi corazón es fusilado en Grecia.
Y cuando el sueño rinde a los presos,
Cuando se alejan de la enfermería los pasos últimos,
Mi corazón se va, doctor,
Se va hacia una vieja casa de madera, allá en Estambul.
Además, doctor, hace más de diez años
Que no tengo nada en mis manos
Para ofrecer a mis hermanos;
Tan sólo una manzana,
Una roja manzana: mi corazón.
Por todas estas cosas, doctor,
Y no por culpa de la arteriosclerosis,
Ni de la nicotina, ni de la cárcel,
Tengo esta angina de pecho
Desde mi cama
Contemplo la noche tras de los barrotes.
Y a pesar de todos estos muros
Que me aplastan el pecho,
Mi corazón palpita con la estrella más remota.
(Versión de Solinam Salom)
Nazim Hikmet nació en Salónica ciudad hoy griega, antes en poder de Turquía. Su padre Nazim Hikmet Bey, era un alto funcionario imperial, y su madre, Ayse Dshalila, una destacada pintora, muy vinculada al ambiente intelectual de la época. El poeta estudió en el Liceo de lengua francesa y en la Academia naval. A los 17 años publicó sus primeros poemas, muchos de ellos de tono fuertemente nacionalista, por lo cual sufrió persecución de los ingleses (ocupantes de la porción europea de Turquía), viéndose obligado a huir. En 1921, becado para estudiar sociología, viaja a Rusia, de donde retorna en 1924, pero ante nuevas persecuciones vuelve a Moscú en 1925 y, tras un nuevo retorno, desde 1928 trabaja como periodista y traductor.
Su primer libro, 835 líneas, aparecido en 1929, lo convierte en un protagonista entre los nuevos escritores turcos, aunque algunos discrepan de sus revulsivas propuestas literarias y de su marxismo. En la década de 1930, marcada por el ascenso de los fascismos en Europa, sufre el ostracismo; apartado de la prensa, en la que se resigna a colaborar bajo seudónimo, escribe dos largos poemas narrativos: Cartas a taranta babú, sobre la invasión de Etiopía por las tropas de Mussolini, publicado a finales de 1935. Acusado de incitar a la rebelión, es condenado a prisión en 1938. Durante su condena, que concluyó en 1950, escribió algunos de sus principales libros, entre ellos Aspectos humanos de mi país, Desde las cuatro cárceles y Rubaíes. A partir de 1951 estableció su domicilio definitivo en la Unión Soviética, desde donde desarrolló una intensa actividad en la esfera internacional, que lo relacionó con poetas que irrumpían en el acontecer literario mundial, entre otros Pablo Neruda, Paul Eluard, Lois Aragón y Rafael Alberti.
Hikmet escribió alrededor de veinte libros de poemas -la cantidad exacta es difícil de establecer, dado que varias ediciones turcas recogen textos dispersos escritos en el exilio-, catorce de teatro y cinco de narrativa, además de algunos cuentos infantiles.
En los países de habla española su reconocimiento fue tardío y de debió a la fecunda labor de un personaje extraordinario, Soliman Salom, turco de origen sefardí afincado en España, donde en solitario, llevó a cabo una inmensa labor cultural, a fuerza de robar tiempo y atención a su ferretería que le procuraba el sustento. Allí escondido con su maquina de escribir se dedicó a estudiar la vida y obra de Hikmet. El mayor reconocimiento que hoy tiene Solinam Salom es su probo trabajo de traductor, también son importantes las versiones de Alfredo Varela, argentino quien a partir de la versión francesa y bajo la orientación del mismo autor tradujo buena parte de su poesía.
En Rusia Hikmet conoce a los grandes poetas revolucionarios de la época: Maiakovski, Essenin y se compenetra con el pueblo ruso, luego volverá a su patria en 1924. No solo había enriquecido su bagaje cultural y humano, sino también el político. Ataturk, padre de la independencia turca, se había convertido en su admirador. Al año escaso de su regreso debe huir de nuevo a la Unión Soviética, donde el contacto con Maiakovski le trasmitió el tono familiar que exalta la causa revolucionaria.
Al regresar a su patria en 1928, es otro hombre. Tiene voz propia en medio de una literatura tradicional, heredada de los palacios, sin sordinas, sin alambicamientos y oscuridades hueras. Nos dice: "Comprendí que el poeta debe responder a todos los sentimientos del lector. Yo digo: si está enamorado, que me lea; y tambien si se siente abandonado y quiere consolarse, si está enfermo o lo habita la esperanza... que me lea cualquiera que sea su estado de ánimo y su situación. Y si quiere alegrarse con mis canciones, que las aprenda y las cante..."
Además de la lengua turca, Hukmet conocía perfectamente la francesa y la rusa. En la fonoteca de la Casa de Poesía Silva está su voz leyendo en francés algunos de sus poemas. Nazim decía entonces:
"Soy poeta,
Silbando voy por las calles
Y dibujando en las paredes
Mis poemas en forma de rayos..."
Después del triunfo en 1917 de la revolución Bolchevique, se generaron tres corrientes de pensamiento estético: los puramente esteticistas o los llamados del "arte por el arte", otro bloque el que acertadamente llamara Trosky, "compañeros de viaje" en su libro Literatura y Revolución (Trosky vivió Turquía exiliado durante varios años), y el otro bloque calificado de realismo socialista. Esta división produjo durante varias décadas, una discusión estéril tanto en el campo de las ideas políticas, como en el arte.
En ¿Poetizar o politizar? (Ed. Losada, Buenos Aires, 1973), del ensayista argentino César Fernández Moreno, hay dos ensayos que conviene recordar: Cantores o hablantes y ¿Poetizar o politizar? Me parece conveniente trasladar aquí las reflexiones en torno de Nazim Hikmet como poeta cantor y poeta al servicio de la política. Para el poeta cantor, Fernandez Moreno, toma como modelo para su análisis al poeta Dylan Tomas, sus libros de poesía, algunos de sus cuentos, lo mismo que apartes de las reflexiones de su biógrafo Malcom Brinnin. Para el escritor argentino el que habla "es un hombre, lisa y llanamente un hombre: habla para hombres, pertenece a la especie; el que canta no es ya sólo un hombre, sino algo más y algo menos: es únicamente un poeta, un héroe o un antihéroe, tal vez un pájaro, tal vez un ángel...Sin embargo el poeta ángel necesita cantar, y, si no lo hace, proyecta sobre sí mismo toda su potencia creadora, que se torna entonces destructiva. En otros términos: el cantor, canta o muere". En esa línea ubicaríamos no sólo a Dylan sino tambien, a Rumbaud, Baudalaire, Nerval, Raúl Gómez Jattin (en algunos momentos de su poesía) y otros poetas cantores.
El caso de Nazim no cabría en esta catalogación, por cuanto no se le puede ubicar como un poeta metafísico, sería más uno de tono conversacional, término que acuñó Roberto Fernández Retamar. La mayoría de las voces conversacionales se dieron a conocer en los años 60, proponiendo un continente al de las coordenadas de Rubén Darío. Esta nueva opción expresiva toma de lo popular las formas de la naturalidad. En esta poesía hay la fusión de lo coloquial con lo lírico, lo metafísico y lo hermético. Los poetas conversacionales utilizaron códigos lingüísticos que buscan impresionar al lector para, mediante la combinación de frases hechas, de giros coloquiales transfigurados, citas de personajes conocidos, letras de canciones populares. Sabines, Dalton, Cardenal, Gelman, Urondo, Fernández Retamar, entre otros, buscan la revelación de la realidad, a través de efectos lingüísticos espontáneos que sin apartarse de lo estético, refieren el entorno. La poesía se viste así de humilde, decencia cotidiana manifestándose contra la injusticia, sin renunciar a una cuidada elaboración ni a los temas cargados de intimidad. Este fragmento muestra esa atmósfera en la poesía de Hikmet
Tal vez mi última carta a Memet
Por una parte
Los verdugos
Como un muro nos separan
Y además
Este cochino corazón
Me ha hecho una mala jugarreta
Mi niño, mi Memet,
Quizá la suerte
No me permitirá volver a verte
Lo sé
Tú serás un muchacho
A la espiga de trigo parecido
Cuando joven
Yo tambien era así
De elevada estatura, rubio, esbelto.
Vastos serán tus ojos como los de tu madre
Con un rastro de pena amarga a veces
Tendrás la frente inmensamente clara
(Versión del francés de Alfredo Varela)
La poesía conversacional se aleja del lenguaje terso y se arriesga presentando argumentos de intención política. En caso de Hikmet, esto ocurre en algunos de sus poemas "circunstanciales", por ser un convencido de su causa, por la que muchas veces subordinaría su vocación, a tal punto que dejó en manos del partido comunista turco a su único hijo Memo. Tal vez Hikmet siempre pensó en los resultados sociales que su poesía produciría, como en efecto ocurrió; hoy es uno de los poetas turcos más celebrados en el mundo contemporáneo. Es un poeta tan importante para su pueblo como sigan vetando sus libros e incluso lleven a la cárcel a sus portadores, así estén legalmente editados. La poesía como delito; de todas formas es un poeta tan fundamental para el pueblo como Pessoa lo es para los portugueses, Neruda para los chilenos, Silva y Aurelio Arturo, para los colombianos.
Sobrevino entonces una reacción de las nuevas generaciones, al encontrar que la historia los había traicionado. Esto no quiere decir que los poetas conversacionales perdieran sus cánones. Dice Fernández Moreno en ¿poetizar o politizar?: "No debe olvidarse, sin embargo, que la distinción entre hablantes y cantores lo es entre dos especies del mismo género: en todo momento es previsible que cualquiera de sus individuos pase de un género al otro; es por lo menos segura una nostalgia recíproca, una tensión entre ambos tipos que nutre precisamente el drama de cada uno de esos estilos de vida". Para el caso que plantea Fernández Moreno, queda claro que cuando dice poeta cantor, no se está refiriendo a aquellos poemas que pasan por un pentagrama para grandes voces. Es el cantor de una búsqueda de lo trascendente a partir de un universo simbólico, una aventura individual, de una indagación que muchas veces se escapa a la intención de su mismo creador, pero que acogemos, sin llegar a una precisa interpretación, como pasa en el caso de Trakl, de quien el filósofo Wittgenstein decía : "No entiendo la poesía de Trakl, pero me deslumbra, y nada hay que me dé mejor idea del genio".
De Hikmet se llevó a la música, al canto, algunos de sus poemas, como el siguiente:
Canción 1
La niña muerta
Soy yo quien llama a vuestra puerta
A todas las puertas, a todas las puertas
Pero vosotros no podéis contemplarme
Es imposible ver a una niña muerta
Hace diez años largos
Morí en Hiroshima
Pero sigo teniendo siete años
Los niños muertos dejan de crecer
Al principio se inflamaron mis cabellos
Mis manos y mis ojos ardieron después
Me convertí en un puñado de cenizas
Que el viento dispersó
Nada, nada os pido para mí
No podríais mimarme aunque quisierais
Una niña que ha ardido cual si fuera papel
No come caramelos
Yo llamo y llamo a cada puerta:
Dadme, dadme una firma
Para que los niños no sean asesinados
Y coman caramelos
(Versión Alfredo Varela).
Lo verdaderamente esencial en Hikmet no es el "mensaje" o una moraleja. Excepto en algunos textos "circunstanciales" el poeta se sintió moralmente obligado a transmitir un mensaje: sus poemas se desenvuelven en torno a vivencias. Hikmet respondió a quienes lo rotulaban como discípulo de Maiakovky, puntualizando que ha diferencia del poeta ruso y de los futuristas, la construcción de sus textos obedecía menos a un orden intelectual que a uno intuiciones emotivas.
Se ha dicho que Nazim utilizó de vez en cuando la rima silábica que se dejó influir por la métrica del aruz, que semeja la poesía popular. Existen en los versos del poeta turco rasgos de dichas formas, aunque estos no se someten a ninguna de ellas. Éste se presentó ante sus lectores con modos tan profundamente nuevos que durante mucho tiempo fue considerado extraño. Disipada esa primera impresión, se estudiaron sus poemas con serenidad, y la gente quedó aturdida al encontrar en su poesía los trazos de esas "viejas" formas.
La poesía de Nazim Hikmet es simple, abierta, es rotunda, va directamente al objeto, sin adornarlo con bellas frases ni grandes metáforas. El poeta nunca usa la imagen por la gratuidad de usarla. La forma de trabajar la alegoría y la alusión -corriente en los simbolistas, los dadaistas, los surrealistas- es ajena a Nazim. Él, contrario a los surrealistas, no cree en la transformación del mundo real, ni piensa que la poesía sea una superposición de imágenes desligada de la vida, bastándose a sí misma. En esta vertiente podemos incluir ciertos poemas de Neruda, Yannis Ritsos y más recientemente a Juan Gelman.
Amnistía Internacional se preocupa la violación de los derechos humanos en Turquía. Amnistía continúa haciendo un llamamiento a las autoridades para que tomen las medidas necesarias con el fin de proteger los derechos humanos, para que tengan en cuenta el conjunto de normas internacionales y las recomendaciones al aplicar los proyectos de reforma a la legislación interna pertinente y para garantizar que los cargos se apliquen plenamente. Las condenas al poeta fueron injustas. Solinam Salom nos dice al respecto: "Después de cuatro años en Moscú (Hikmet) regresa a Turquía por el Cáucaso. Pero como se había marchado sin permiso y sin pasaporte, el Tribunal de La Independencia de Ankara le había condenado en 1926 por contumacia, a 15 años de trabajos forzados. Ésta fue la primera condena de Nazim. Sin embargo, cuando regresó se había ya declarado una amnistía general. A pesar de ello nada más atravesar la frontera fue detenido, esposado y conducido a la cárcel. Fue su primer escándalo, ya que los intelectuales de entonces protestaron vehementemente por el trato dado a un poeta que regresaba a su patria aprovechando una amnistía. Luego Nazim se instaló en Estambul y empezó a trabajar en el diario Aksam, donde publicaba a diario y bajo distintos seudónimos, entre los que hizo célebre al de Orhan Selim, novelas, crónicas, poemas, polémicas, etc. En 1930 el Tribunal Penal de Bursa le condenó a seis años y seis meses de cárcel. Luego vino la gran condena. Su polémica primero en 1937 con su antiguo amigo y luego su peor enemigo Peyami Safa. El poema con el que en esta ocasión contestó Hikmet a Peyami Safa puede ser considerado como una verdadera obra maestra del humor político. En 1938 el Tribunal Militar de la Academia de Guerra de Ankara le condena a quince años de cárcel, y por su parte el de la Armada, unos meses después, le condena a otros veinte años. Sin embargo, tratándose de "crímenes sociales" y conforme a los artículos 69 y 77 del Código Penal Turco, estas dos condenas que sumaban 35 años son reducidas en su totalidad a 28 años y 4 meses... La caída en 1950 del viejo partido republicano y la llegada al poder de los demócratas, promueven una amnistía general de la que se aprovecha Hikmet para salir de la cárcel y conseguir así lo que no consiguieron ni las llamadas Ligas Internacionales para su liberación, ni su huelga de hambre que tanto dio que hablar en Turquía y en el mundo. Nazim quería ya vivir en paz y dedicarse a su familia y a su obra".
Todo este periodo de su vida en prisión le inspiró una buena cantidad de poemas, muchos de ellos reunidos en su libro: Desde las cuatro cárceles, para finalizar leamos:
El siglo XX
"Dormirse ahora,
Y despertar dentro de cien años, amor mío..."
"No.
No soy un desertor,
Mi siglo no me asusta:
Mi siglo miserable, escandaloso,
Mi siglo valeroso, grande, heroico.
No me ha pesado nunca
Haber venido demasiado pronto al mundo.
Al siglo veinte pertenezco, y me llena de orgullo.
Me basta con estar ahí donde estoy,
Entre vosotros. Y con luchar
Por un mundo nuevo..."
"Dentro de cien años, amor mío..."
"- No. Porque pronto y a pesar de todo,
Mi siglo moribundo y renaciente,
Mi siglo cuyos días finales serán bellos,
Mi terrible noche desgarrada por gritos de amanecer,
Mi siglo estallará de sol, como tus ojos, amor mío".
(Versión de Solinam Salom)