El pasado día 17 de mayo de 2009 falleció uno de los escritores más relevantes de la literatura hispanoamericana, el escritor uruguayo Mario Benedetti. Ser humano excepcional, fue un escritor infatigable que peregrinó por todos los géneros literarios de una forma inteligente, bondadosa y directa al corazón de sus lectores. Ómnibus agradece a Freddy Ginebra la recuperación de esta entrevista realizada en Casa de las Américas, Cuba, en el año 1979.
Hay demasiada música y alegría en esta villa. La Habana está de fiesta en este encuentro cultural. Apenas he dormido algunas horas, anoche, ahora o mañana conversaré -converso- conversé con Mario Benedetti. Fui a Casa de Las Américas y allí estaba.
La gente de Barbados arremete furiosa con su ritmo de tambores.
Luis Díaz en algún lugar de la Villa rasga su guitarra, canta tonadas campesinas.
Esta noche debería de ser eterna.
A las 4 a.m.de hoy el Steel Band de Trinidad interpreta El lago de los cisnes.
Presiento que un solo cuerpo cultural se mueve y habita esta isla-continente.
Los artistas dominicanos invaden Cuba.
Sonia Silvestre, incansable, multiplica sus conciertos.
¿Será cierto este sueño de música, palabras y amistad?
A Fidel lo he visto de cerca. Una sola barba. Su tono de voz es bajo. Se abraza Bosch en algún momento. Gesticula, intercambian, nos saludan a todos.
Poetas, músicos, actores, bailarines dominicanos.
Más de 20 países en un fraternal abrazo.
"Mario no se si deba escribirte esta noche. Parece no haber tiempo para atrapar el tiempo".
Suceden demasiadas cosas simultáneamente. Se entremezclan las ideas, los momentos. Debo agradecer por la ayuda de "Soledad" y la
atención de la gente de "La Casa". Las prisas y el café, por el trago de ron en el segundo piso. Gracias por las gracias.
Compañero, que si puedes a las 3 reunirte para coordinar lo del carnaval.
Abro los ojos y no sé si estoy despierto o dormido o soñando. Sólo sé que no estoy muerto. Claro, las carrozas. Estaré a las 3, pero a las 3 es el encuentro de teatro y a las 3 leen los poetas y a las 3 hay concierto. O ensayo o sencillamente hace calor y a las 3 me debo ir a la playa a hacer experimentos con el mar y descubrir el secreto de los peces cubanos.
Habana. Cuba.
Un día de julio del año 1979.
Mi apreciado Mario:
Lo de conversar contigo no ha sido más que un pretexto para conocerte. He leído sólo algunos de tus libros. Me impresionó mucho tu Cumpleaños de Juan Ángel, tus poemas, cuentos y te doy gracias por Gracias por el fuego.
No paso a explicaciones ni pormenores. No creo que sea yo crítico o analista literario, sino el lector común y corriente que te lee por todo el mundo. Y te disfruta.
El motivo de la carta, de esta carta, es decirte que lo que más me ha impresionado ha sido descubrir el ser humano que es Mario Benedetti. Apenas tuvimos tiempo para intercambiar, pero fue suficiente. Me lo pasé haciendo preguntas.
Continuaré la amistad a través de tus libros. Ojalá te guste la conversación, es la única manera que tengo de manifestarte mi agradecimiento y mi amistad.
Siempre.
Freddy
Las puertas de Casa de las Américas siempre están abiertas. Gente entra y sale. En el interior se abren y se cierran puertas, compañeros y compañeras se entrecruzan en sus quehaceres. Efervescente. Eso la define. Víctor Víctor me acompaña como fotógrafo. Unos bigotes me saludan. Es Mario.
Busquemos un lugar apropiado- me dicen los bigotes- Entrando a la derecha nadie nos molesta- agrega.
Estamos sentados. Es un salón pequeño con una especie de escenario y butacas. Hay un excelente humor en el ambiente. Disfruto la presencia del escritor.
Hace rato comenzamos a hablar, organizo las preguntas y él, sonriendo, las aprueba con una fluidez extraordinaria.
Su acento uruguayo-cubano se escapa.
¿Mi profesión?, bueno, parece que escritor, ¿no? Pero ser escritor es algo más que mi profesión, es mi vocación.
Freddy Ginebra: ¿Qué hace un escritor uruguayo en Cuba?
Mario Benedetti: Yo trabajo en Casa de las Américas. Había trabajado aquí entre los años 68 y 71 y en aquella portunidad, la Casa me había contratado para organizar y luego dirigir el Centro de Investigación Literaria de la Casa. Estuve casi tres años y ahora voy para tres años y medio nuevamente en Cuba, ya no dirigiendo el Centro de Investigaciones Literarias, porque justamente lo dirige la compañera Trinidad Pérez que fue una de las personas que nosotros preparamos en aquel primer periodo, sino trabajando como asesor literario del Centro. También soy uno de los cinco integrantes de la Comisión de Publicaciones de la Casa, que es digamos la comisión de ediciones. Más o menos publicamos 60 ó 70 títulos por año. Además integro el consejo de dirección, o sea, que trabajo no me falta.
(Víctor Víctor toma fotos, el clic nos acompaña).
F.G.: ¿Cuándo comienzas a escribir un libro y por qué?
M.B. : Escribo desde los 8 ó 10 años, tonterías en esa época. Creo que tenía 10 años cuando escribí una novela.
F.G.: ¿Tienes todavía el original de esa novela?, pregunto divertido.
M.B. : No, no...cuidadosamente cuando llegué a una edad ya más consciente la destrui para que ningún enemigo la fuera a publicar.
(Risas de todos)
Era una novela de capa y espada. El trono y la vida se llamaba y también escribía poemas. Pero publiqué mi primer libro a los 25 años. Bueno, y a partir de ese momento, he publicado más de 40 libros.
F.G.: Me da la impresión de una necesidad compulsiva de comunicarte a través de la literatura- comento.
M.B. : No sabría decirte, creo que esas son las vocaciones, ¿no? Después uno racionaliza más lo de comunicarte con el lector. Pero al principio lo que uno quiere es escribir. Cuando uno es niño, es adolescente, es joven, lo que uno quiere es escribir y punto. Uno no está pensando en los lectores todavía, ni mucho menos en los editores.
Otro clic (ójala salgan).
F.G.: ¿Cómo es tu proceso de creación, cómo nace, surge la idea?
M.B. : Mira, yo creo que ahí sí que no tengo una idea ni un patrón ni una fórmula a eso. Primero, que tengo muchos géneros digamos el proceso creativo es distinto, las condiciones para escribir son diferentes. Por ejemplo, para escribir una novela hay que disponer de una temporada más o menos libre. He escrito cuatro novelas y tengo una continuidad de trabajo y experiencia y sé que no se pueden escribir 10 páginas y dentro de 6 meses otras 10 páginas, o sea que la novela requiere de tiempo disponible. En cambio un poema, a veces se puede escribir en un fin de semana y a veces hasta en quince minutos. Un cuento también escribirlo, a veces, no requiere mucho tiempo; aunque yo diría que el proceso creativo de mis cuentos lleva a veces muchos años. Yo nunca me pongo a escribir si no lo tengo perfectamente claro en la cabeza. Después me pongo a escribir y a lo mejor lo hago hasta en dos horas ¿no?, porque yo no escribo una palabra de un cuento hasta que no lo tengo hecho mentalmente. El cuento es el género que me ha llevado más tiempo para terminar libros.
Por ejemplo, en Montevideanos duré 12 años para llegar a reunir esa colección. Para La muerte y otras sorpresas demoré diez años. Creo que el libro de cuentos que he hecho más rápido ha sido el último, Con o sin nostalgia que de todos modos, me llevó 4 ó 5 años concluirlo. La novela es mucho más rápido, lo más que he estado escribiendo novela ha sido un año.
F.G.: ¿Y cómo consigues un año para escribir novela?
M.B. : Bueno no, no consigo un año, porque por ejemplo, Gracias por el fuego las primeras 200 páginas las escribí en un mes y las otras cien demoré 11 meses. Eso se debe a que después entré en la elaboración del trabajo... (intercalo mi pregunta interumpiéndole).
F.G.: ¿Y el proceso de corrección, qué tiempo te toma?
M.B. : Yo corrijo mucho. Escribo a mano, después escribo a máquina, corrijo este resultado y lo paso otra vez a máquina. Más o menos lo paso 4 ó 5 veces.
F.G.: ¿Lo haces todo?
M.B. : Sí, todo. Responde categóricamente y seguro.
F.G.: ¿Nadie colabora?
M.B. : No, nadie. Pero cuando está completamente listo, se lo entrego a un mecanógrafo profesional para que me haga la copia final.
F.G.: ¿Haces como otros escritores que ponen a descansar la obra?
M.B. : Por supuesto, después de hacer todas esas correcciones la dejo para tomar distancia unos cuantos meses. Entonces, la última corrección la hago. Esa versión es muy importante y decisiva tanto en una novela como en un cuento o un poema.
F.G.: ¿Pudiera esta corrección cambiar la concepción de la misma novela?
M.B. : No tal vez la concepción de la novela, pero sí eliminar un capítulo o agregar otro.
F.G.: ¿Hay en tu vida alguna persona de mucha confianza a la cuel le muestres tus trabajos, cuya opinión te sea...?
M.B. : Sí, siempre. Lógicamente, cambia esa persona con los países, porque siempre tengo muy buenos amigos en los que confío mucho. De sus juicios. También es una buena lectora crítica mi mujer.
F.G.: Eso es muy importante, una compañera que te ayude.
M.B. : Sí, ella no es una literata, ni nada por el estilo, pero muchas veces ha hecho excelentes indicaciones. (Aprovecho su comentario para involucrar a su esposa).
F.G.: ¿Ha habido algún comentario de tu esposa que te haya motivado a cambiar?
M.B. : Sí, cómo no (responde complacido).
F.G.: ¿Lo aceptas con mucha facilidad o es...?
M.B. : Todo depende de que me convenza, puede ser mi esposa, un amigo, un crítico o lo que sea, si no me convence en la observación, no, pero a veces, me hacen ver cosas y yo hago mía esa observación y hago los cambios, cómo no.
F.G.: Eres un escritor que dominas todos los géneros, ¿en cuál de ellos te sientes más realizado o logras tus objetivos?
M.B. : En la poesía. Sin duda alguna. Bueno, no todos los días, pero es en el que escribo con más regularidad y en el que he escrito más libros.
F.G.: ¿Es el género que brota más espontáneamente?
M.B. : Bueno, no....no sé si es el más espontáneo o menos espontáneo (Benedetti ríe del comentario)
F.G.: ¿Cuál de los géneros consideras que es el más popular y en cuál logras mejor comunicación?
M.B. : Lo de más popular yo creo que está cambiando. Yo estoy pensando cuál fue mi primer libro, mi primer libro que no fue el primero.
El primer libro mío que me consiguió lectores fue un libro de poemas, Poemas de la oficina. Mi séptimo u octavo libro. Hasta ese momento nadie me había leído, fue el libro que me consiguió editor por primera vez. Los anteriores los pagué con muchos sacrificios.
Ese libro fue reeditado varias veces, pero después la crítica destacó mucho mis libros de cuentos, fundamentalmente Montevideanos. Entonces pasé a ser cuentista, Montevideanos gustó mucho. Fue un libro que se vendió, no sólo en Uruguay, sino también en el extranjero. Después cuando escribí novela, no la primera, pero La tregua fue una novela que tuvo mucho éxito, pero sobre todo porque fue adaptada al teatro, la radio, la televisión y el cine. Eso contribuyó mucho a la difusión de la novela. También El país de la cola de paja, que fue un ensayo sobre un momento muy específico de Uruguay llegó a 9 ediciones. Creo que hoy en día el género mío que más lectores tiene es la poesía otra vez.
F.G.: ¿No sabes a qué se debe?
M.B. : No sé si es que por ejemplo eso se ha dado en países como México, Colombia y América Central. El pueblo de México es muy poético. Creo que la poesía es el género que llega más. Hay pueblos más poéticos que otros, a México por ejemplo le viene eso desde sus ancestros. Los textos precolombinos son muy poéticos. Exise una herencia poética. Además, yo me siento más realizado en los poemas que en otros géneros, y parece que el lector los detecta.
F.G.: Has hecho poesía, ensayo, cuento, novela, ¿no has intentado hacer teatro?
M.B. : Sí, lo he intentado. He escrito 4 obras, tres obras muy malas (me río a carcajadas por su honesta respuesta) y por eso es que he optado por no escribir teatro. Muy malas, incluso una de ellas, tuvo mucho éxito de público pero no era buena realmente. Después, pasé 20 años sin escribir teatro. La crítica me castigó mucho y en ese género creo que tenía toda la razón y realmente yo no estaba nada conforme con esas obras, incluso pensé que nunca más iba a escribir teatro y sin embargo, ahora, recientemente un tema que yo pensé que iba a ser una novela, incluso muchas veces lo hablé y que se iba a llamar El Sepo. Al empezar a escribirla, me di cuenta que era un poema que tenía muchas más posibilidades teatrales que narrativas y al final terminó siendo una pieza en 4 actos para sólo dos personajes que se llaman Pedro y el capitán que ya fue estrenada en México por un grupo uruguayo que está en el exilio. Ahora se va a dar en Cuba por un conjunto cubano y creo que en Colombia también. De modo que creo que esta obra de teatro está teniendo mejor fortuna que las anteriores y, sobre todo, yo quedé mucho más conforme.
F.G.: ¿Cómo clasificarías tus trabajos?
(Mario Benedetti hace pausa, piensa, abre las manos como para hacer surgir la idea)
M.B. : Creo que en mi obra literaria se han dado los cambios que se han dado en mí como persona ¿no? En ese sentido veo que se han reflejado fielmente en mi obra literaria, digamos en aquella época en que yo estaba muy preocupado, casi obsesionado por cierta rutina burocrática que había en Uruguay, donde incluso dije medio en serio medio en broma que el Uruguay era la única oficina del mundo que había alcanzado la categoría de república. De esa época, en varios géneros, yo doy testimonio de eso, digamos en cuento, en Montevideanos, en los poemas de Oficina, en novela, en La tregua aparece esa preocupación.
Pero luego, digamos, entra la política en mi vida, sin que estuviera antes totalmente ausente, pero entra ya en una forma mucho más activa y entonces se da un libro como Gracias por el fuego, un libro como El país de la cola de paja y libros de poemas como Del hoy por hoy e Ilusión de Patria; también en el cuento, en Las muerte y otras sorpresas.
Ese es un libro de transición donde por un lado hay cuentos políticos y por otro hay cuentos fantásticos. Corresponde a un periodo de transición en mi vida personal, y luego digamos lo político va adquiriendo una dimensión mayor. La situación de Uruguay se ve realmente candente, yo participo entonces como militante político y hasta como dirigente político. Llego a ser dirigente de izquierda, del movimiento 26 de marzo, integro la mesa ejecutiva del Frente Amplio en Uruguay, tengo entre el 71 y el 73, unos años de actividad política terrible, llena de tensiones, amenazas e inseguridades, cosas que me impiden escribir. Escribo muy poco en esos años, apenas se escriben dos volúmenes. Se reúnen mis discursos políticos, mis editoriales bajo el título de Crónica del 71 y Terremoto y después.
En lo literario surge Protesta de emergencia que también está muy atravesado por lo político porque son letras de canciones políticas, Fábulas sin moralejas con las cuales pensaba evadir un poco la censura. Bueno, y después del golpe militar viene el exilio que empieza en el 73. Llevo 6 años exiliado y en esos seis años he publicado 8 libros en donde ha estado muy presente yo diría no sólo la política sino todas estas etapas tan dramáticas que ha vivido mi país y que ha afectado tanto a la comunidad de Uruguay. Nosotros éramos un país que estábamos tan acostumbrados a recibir exiliados y a ser solidarios con los exiliados de los países vecinos y ahora, de pronto, nos hemos convertido nosotros en los exiliados y tener que apelar a la solidaridad de otros pueblos latinoamericanos que, por supuesto, han dado una respuesta muy humana y buena en todos los sentidos. Pero por ejemplo, hay libros como Con y sin nostalgia, mi último libro de cuentos en donde la política está presente, pero yo diría como un telón de fondo ¿no? Ese libro para mí es una forma de decir que la política penetró en las relaciones humanas hasta capas muy profundas en el Uruguay. Hay cuentos que pasan en la época de las luchas últimas, hay cuentos que pasan en el exilio, pero digo, la política está como un telón de fondo porque a veces lo que pasa es que el cuento no tiene aparentemente que ver con la política, sin embargo, sí tiene que ver.
La política modificó las relaciones entre padres e hijos, las relaciones entre generaciones, entre obreros y estudiantes, entre las distintas clases sociales, las relaciones internas entre las clases medias, las relaciones entre la pareja humana y hasta las relaciones eróticas.
La política se metió en todas partes y un poco ese libro de cuentos trata de decir eso. También en mis cuentos se nota la relación subjetiva de un escritor en el exilio. De modo que todo eso ha invadido las obras de otros escritores uruguayos, no soy un caso excepcional.
F.G.: ¿Qué cualidad en tu proceso creativo define el género literario que utilizarás, cuál es el elemento que determina si es ensayo, cuento, poesía, etc?
M.B. : Creo que los poemas me vienen clasificados con su etiqueta. Alguna rara vez me ha pasado que he tenido que cambiar el género o digamos el lenguaje. Me pasó una vez con el Cumpleaños de Juan Ángel, que era una novela fantástica. Pensé que todas esas cosas le pasaban en una sola jornada al protagonista y traté de escribirla en prosa como una novela cualquiera, pero después fracasé, no avanzaba, escribí 50 ó 60 páginas y después llegué a la conclusión de que más que una novela fantástica, la idea era una idea poética, y dije, pero bueno, ¿por qué no escribirla en versos? Para mí, sigue siendo una novela, lo único que es una novela en versos, no le cambié el género. La única vez que le cambié el género con respecto a cómo se me había ocurrido primero fue ahora con Pedro y el capitán.
Creo que era por el prejuicio que yo mismo tenía con respecto a mi capacidad de escribir teatro y eso no me hizo aceptar desde el comienzo que era un tema teatral pero aparte de ese caso, en general, los temas vienen con su etiqueta.
F.G.: Volviendo a Juan Ángel, se me ocurre, ¿es en cierta forma la historia de Juan Ángel, la historia de Mario Benedetti?
M.B. : No, no, eso no es de ninguna forma mi autobiografía. El protagonista es un hombre que termina en la guerrilla y yo nunca he sido guerrillero, pero hay algunos elementos autobiográficos por supuesto, como hay en otras obras de las mías. Ninguna novela mía es autobiográfica, pero en Gracias por el fuego, el episodio de un colegio alemán donde me eduqué, donde un profesor le da una bofetada a un alumno, bueno, eso sí es autobiográfico, también yo me llevé una buena bofetada de los profesores alemanes.
En mi orfanato también hay cosas personales, a veces, en las cosas familiares hay alguna cosa que tiene que ver con mi familia y cuando se habla del café Sportman, que es un café que existe y que yo frecuentaba, hay elementos que pasaron por mi vida personal, pero no es digamos la línea, la peripecia del cumpleaños.
F.G.: Tengo entendido que eras un oficinista en Uruguay y la oficina ha sido un símbolo utilizado por ti para expresar tus ideas. ¿Podrías decirme lo que realmente significa y por qué atacas tan agriamente a los oficinistas?
M.B. : Yo veo en Oficina esa exgareda dimensión que tuvo la burocracia en el Uruguay y fue una cosa negativa; primero porque daba una especie de seguridad gris y opaca al uruguayo y, sobre todo, al montevideano.
Un empleado público sólo podía ser destituido por ambas cámaras reunidas en conjunto, cosa que nunca pasaba, o sea que alguien que entraba de empleado público sabía que nunca más iba a salir de empleado. Tenía que matar a alguien o robarse la caja de caudales para que lo echaran. Eso en poco fue una de las primeras cosas que causó asombro con respecto a mí en el Uruguay, que renuncié después de ser burócrata. No me echaron, sino que renuncié.
Y esa era una cosa inconcebible en aquellos años porque las máximas aspiraciones de la clase media era ser empleado público y yo creo que generó una grisura, una rutina, un concepto falso de la seguridad y sobre todo, desarrolló una cantidad de cualidades que no son muy buenas en realidad.
Ahora, no creo que ataqué agriamente a los oficinistas, atacaba al sistema, a esa rutina burocrática y si de alguna manera escribí sobre el oficinista era tratando, tal vez inconscientemente, de despertar a la gente de ese sueño, de esa siesta burocrática, eso no era una agresión, era una alerta.
F.G.: Esa espontaneidad evidente en tus trabajos, ¿es deliberada o espontáneamente espontánea?
(Benedetti vuelve a sonreír, le es fácil sonreír. Escucho otro clic del fotógrafo)
M.B. : No, yo trabajo muchísimo las cosas. Pienso que a veces parece espontánea, pero no es tan espontánea. A veces, claro, salen cosas que apenas corrijo, poemas generalmente. Hay algunos poemas que de entrada se quedaron así como están. Pero en general, yo corrijo mucho mis cosas.
(Se me ocurre algo, no le dejo respirar)
F.G.: ¿Eres siempre interpretado como has querido, logras siempre expresar lo que piensas?
M.B. : No sé si logro siempre expresar lo que pienso. Trato por lo menos y tengo cierta obsesión por la claridad ¿no? Yo creo que a veces cuando me preguntan la influencia y demás y, sobre todo, en poesía, siempre digo que una influencia muy importante que yo tuve fue la de un poeta casi argentino porque aunque nació en España, vino a los diez años a la Argentina, y se llamaba Baldomero Fernández Moreno, el padre de César Fernández Moreno que es un poeta actual y fue casi uno de los primeros autores que yo leí. Creo que a través de Moreno, yo le debo esa atención a lo cotidiano y también mi obsesión por la claridad.
Luego, digamos, tuve acceso a Antonio Machado y eso mismo estaba mucho mejor expresado en Machado y por eso a Fernández Moreno le debo una gratitud especial. Nunca lo conocí personalmente, pero entiendo que tengo una deuda con Fernández Moreno y después, bueno Martí y Vallejo son también muy importantes para mí.
Pero en eso de expresar lo que siento, creo que lo consigo bastante a menudo.
En cuanto a que si soy interpretado creo que los lectores me interpretan, saben lo que quiero decir, aunque a veces por distintas razones, uno no puede ser suficientemente claro; no creo que pase lo mismo con los críticos, no siempre me siento bien interpretado por ellos, pero bueno, los críticos tienen derecho a hacer sus interpretaciones, no tienen por qué coincidir con mis interpretaciones.
La base de comunicación con el lector y la base de que mis libros se difundan bien, que lleguen a vastos sectores del público, se
debe a que el lector comprende lo que quiero decir.
F.G.: ¿Qué decías de los críticos?
M.B. : Bueno, sobre eso, ampliando un poquito de la crítica, yo diría que la crítica a quien más le sirve es al lector y a quien menos le sirve es al autor. Al lector, le orienta, le aclara cosas.
F.G.: ¿Crees que siempre es honesta?, porque hay críticos que confunden, algunos desorientan, pero hablamos de los buenos críticos, ¿no?
M.B. : Que hay muy pocos. Sí, sí, te digo algo más. Yo creo que al autor le sirve cuando el crítico y al autor parten de una base común. En estos días, Retamar citaba una frase de Ortega, que para que un desacuerdo sea útil, decía Ortega, tiene que tener la base de un previo acuerdo, ¿no? Sobre la base de un acuerdo, entonces pueden ser fructíferos los desacuerdos porque en determinados momentos yo leo una crítica y por ejemplo, aunque simule ser literaria, es política, aunque simule ser literaria es ideológica y claro está, en lo ideológico y en lo político vamos por carriles muy distintos, que no me sirven. A mí me sirve cuando por ejemplo ambos vamos en todo caso por el mismo sendero, entonces, ahí sí, que me haga observaciones a partir de cosas compartidas, eso sí me sirve. Pero no es lo más frecuente y evidentemente, muchas veces he visto ese tipo de crítica tramposa. Prefiero mil veces que se me critique un libro, diciendo las objeciones políticas, aunque sean malas, pero simular una crítica literaria cuando el trasfondo es político, eso sí que no me sirve.
Además es tan tramposo que me hace desconfiar de otros críticos y a lo mejor pagan justos por pecadores. Pero otras veces me sirven las críticas, a veces me han orientado, a veces me sirven más las críticas desfavorables que las favorables, porque hay críticas tanto desfavorables como favorables que no me sirven para nada.; puede ser una crítica muy favorable y que a uno le parece que se está refiriendo a una obra que no es la que uno escribió porque uno parte de esa base común.
(Benedetti guarda segundos de silencio. Descansa. Me detengo. Reviso mis notas, cambio de rumbo).
Pues no creo que el amor sea el centro del mundo, creo que es el hombre el centro del mundo, el hombre y la mujer, claro el hombre como ser humano. Y el amor, por supuesto, me parece que es de las sensaciones, de las actividades más importantes, de los dones más importantes de la vida del hombre. Yo pienso que...
(Benedetti se rasca la cabeza y habla)
Digamos, yo creo que hay aspectos de la vida que en determinados momentos son prioritarios y que prácticamente lo absorben a uno tremendamente, por supuesto así como lo erótico en la adolescencia, casi uno vive para lo erótico y para todo, no sólo para lo erótico realizado, para el acto sexual, sino para todo lo que se refiere a lo erótico, para la película, en fin, para la revista, cualquier cosa. Y luego, una época digamos en que lógicamente el amor o sea lo erótico pasa a depurarse y lo del amor pasa a ser una cosa muy prioritaria.
En otro momento, puede una cosa social ser una cosa prioritaria y que el amor se integre en la cosa social y que lo político, yo digo algunas veces que la política es una forma del amor aunque no viceversa. (Todos nos reímos de esa ocurrencia). Y por eso en el amor es siempre más fácil tener el corazón caliente que la cabeza fría (más risas), pero yo creo que la política es una forma del amor, ya no estrictamente el amor entre hombre y mujer sino un poco el amor al prójimo, porque si uno corre el riesgo, estudia, juega, milita por una solución política, en mi caso por lo menos no es para conseguir un cargo político ni poder, sino para conseguir que el hombre en mi país o en América Latina se realice mejor, sea más pleno y entonces bueno. Esto es una forma de amor al prójimo, incluso para que el propio amor entre el hombre y la mujer esté mejor realizado, digamos en un ambiente más justo en donde la mujer deje de ser un artículo del mercado de consumo y pase a ser un ser humano, una compañera.
(Alguien de la casa nos interrumpe. Le indica a Benedetti que lo esperan. Entiendo, aprovecho su respuesta y enlazo mi próxima pregunta)
F.G.: Mario, hemos notado algo curioso. Gran parte de los escritores contemporáneos presentan a la mujer como un complejo lleno de intrigas y de intereses. En tu caso es contrario, ¿se debe esto a experiencias personales?
(Intuyo le distrae y divierte mi comentario, mueve los bigotes)
M.B. : Lo contrario. Parecería que la mujer en mi novela es un ser sencillo, muy claro, muy diáfano. Yo no estoy tan convencido de eso. Yo creo que algunos de mis personajes son bastante complejos, por ejemplo, la villanela es un ser sencillo, en La tregua, sumamente diáfano, mientras que tanto Gloria como Dolores en Gracias por el fuego son seres bastante complejos con contradicciones internas y con una expresión dramática en su propia vida que no se realiza en un caso o en el otro.
Una crítica ha señalado que a ella le parece que yo tengo preferencia por los pesonajes femeninos y que incluso hasta la dimensión política de mis personajes femeninos es mucho más progresista que en los masculinos.
Puede ser cierto, me sorprendió con algunas cosas que dice, que son como revelaciones para mí y puede ser que para mis experiencias personales creo que me he encontrado con muy buenas mujeres en mi vida, no sólo en el aspecto amoroso. Tengo muy buenas amigas, tengo una cantidad de relaciones amistosas con varias mujeres de distintos países y eso ha sido muy estimulante para mí. Tengo una buena relación, por ejemplo, con mi mujer, con la cual llevo 33 años de casado.
F.G.: Merece una medalla ...
(le digo riendo)
M.B. : O sea que las cosas han marchado muy bien para mí, por supuesto con sus altas y sus bajas, como las cosas que tiene cualquier pareja. He funcionado bastante bien como pareja humana. De modo que sí, que creo que esas experiencias personales han estado en ciertas preferencias que tengo por el personaje femenino.
(Tocan de nuevo a la puerta. Hay un gran movimiento en la Casa de las Américas. Ha subido el sol. Disparo mi última pregunta).
F.G.: Quisiera hacerte una pregunta que me hicieron una vez. Ya para terminar. ¿Qué piensa Mario Benedetti de Mario Benedetti?
M.B. : Bueno, eso es hacerse una autocrítica. Yo tengo un axioma que lo peligroso de la autocrítica es que los demás pueden llegar a creerla. Hay que tener mucho cuidado. (Mario se ríe con toda su fuerza, nos contagia). No sé, yo a Mario Benedetti lo veo como un tipo que siempre tiene muy poco tiempo, lo que más me preocupa de él es el poco tiempo que tiene para escribir, para hacer balance, para pensar un poco sobre lo que está haciendo, sobre lo que está viviendo, sobre lo que está escribiendo.
Por ejemplo, los años se me han pasado vertiginosamente, cuando pienso que el próximo año voy a cumplir los 60 años..., pero la vida se me ha pasado muy rápida, así que a lo mejor cuando me retire de todas las actividades, hasta de la literaria incluso, porque yo aspiro a darme cuenta cuando empiece a escribir estupideces, entonces pienso dedicarme a escuchar música y a leer. Entonces, cuando me retire y tenga unos dos años para pensar esta pregunta, entonces te la contestaré.
(Cada vez que recuerdo estas palabras, sonrío)