Diccionario Anarquista de emergencia
Iván Darío Álvarez
Juan Manuel Roca
Editorial Norma
Bogotá, 2008
276 páginas
Colombia le cerró la puerta al pensamiento libertario generando una extrema izquierda dogmatizada de leninismo, stalinismo y maoísmo, eso sí, delirantes. También esa suerte de conservadurismo extremo que ha procurado mantener rasgos feudales a punta de zurriago. En ambos casos negaron la polifonía de voces móviles que posibilitaran un pensamiento abierto a la reflexión del hombre contemporáneo. Las ideas anarquistas pasaron por este país sin dejar rastro. Acaso la voz panfletaria de un José María Vargas Vila o un Biófilo Panclasta, y perdieron por lo mismo la poca presencia que desde la sombra mantuvieron. Aquí se prefirieron las acciones de facto, descabellando (permítasenos ese término taurino) cualquier iniciativa en un país en el que apenas se murmura. Con semejante panorama será posible aún el pensamiento libertario? ¿Serán posibles las ideas anarquistas?, ¿Serán posibles ese puñado de voces que siguen siendo luz en la oscuridad?
Las respuestas a ello y las utopías que dicho pensamiento abarca, se encuentra en este Diccionario anarquista de emergencia que acaba de aparecer. Ideado por dos hombres de talento, Iván Darío Álvarez -que juguetea desde hace más de muchos soles con la palabra detrás de pequeños escenarios- y Juan Manuel Roca, poeta que con este nuevo libro escrito a cuatro manos, reflexiona con lo que le es afín en el orden de la cultura, la filosofía, lo mismo que el debate político, como quiera que es uno de los pocos poetas que no merodea el poder: Incluimos en este diccionario anarquista de emergencia fragmentos ácratas de pensadores abierta y manifiestamente anarquistas, pero también aforismos, esquirlas, reflexiones y poemas de cuño filoanarquista o, si se quiere, de autores que no asumen esta condición de manera programática.
Como ideología y como filosofía social el anarquismo surgió en Europa en la mitad del siglo XIX, con Proudhon y su libro ¿Qué es la propiedad?, para demostrarnos que la propiedad es el robo. Durante la década del 60 las ideas anarquistas llegan a América Latina y se concretan en algunos grupos de acción que trabajan al interior de los obreros, campesinos y estudiantes. En México, desempeñó un papel importante inclusive dentro de la historia política y de las contiendas armadas del país. En Perú, el poeta anarquista Manuel González Prada decía: En esta obra de reconstrucción y de venganza no contemos con los hombres del pasado: los troncos añosos y carcomidos produjeron ya sus flores de aroma deletéreo y sus frutas de sabor amargo. ¡Que vengan árboles nuevos a dar flores nuevas y frutas nuevas! ¡Los viejos a la tumba, los jóvenes a la obra!
En más de un sentido, literatura y anarquismo vienen casi de la mano, ello se hace aún más claro cuando de leer un libro tan necesario como este 'diccionario' se trata - que no lo es en el sentido autoritario y determinista de la palabra- y que, a la vera de dos grandes apartados, uno sobre palabras diletantes y profanas, acaso comunes y aquí resignificadas desde la pluma ácida y burlona de este par de conspiradores, y el otro de los protagonistas de la anarquía en sus formas abiertas o agazapadas, para descubrir en situación a escritores como Oscar wilde, Julio Verne, León Tolstoi, acercarse por lo mismo a quienes no hicieron profesión de anarquistas y que sin embargo llevaban, por un hálito de realismo desgarrado, todas las condiciones para serlo; encontrar a músicos como John Cage y repasar términos del argot nacional, palabrejas del decir patriotero como uribismo, soldado, o aquellas que detentan sofismas como los que encierra la democracia, el caso de urna electoral: Pequeño ataúd de la libertad donde la mayoría se silencia o donde casi siempre demuestra su absoluta estupidez.
Por lo demás, baste con tomar este libro en cualquier página y, como una suerte de malévolo talismán, encontrarse con las verdades a secas, puesto que cada vez que la libertad se encuentra en total peligro de extinción, aparece un anarquista, pinta un hueco en la pared de la celda y sale por él a beberse la intemperie.