La libertad estética es el a priori de todas las vanguardias literarias como conciencia de crisis de la sociedad burguesa, desmantela el discurso instaurado, el texto modifica sus convicciones usuales y la subjetividad rebelde del artista gesta una literatura abierta al mundo, capaz de registrar los cambios y el ritmo frenético social como rechazo al modelo tradicional. Estas propuestas culturales se aprecian con mayor claridad en las revistas de vanguardia, que con su carácter contestatario, mantienen una relación pragmática con el lector, emplean un discurso estrictamente literario que no pasa por la criba de la censura editorial. De carácter efímero, éstas presentan sus líneas ideológicas más nítidamente, promueven la renovación del arte, los nuevos valores, la nueva sensibilidad.
Fueron sucesivas y simultáneas y nos proporcionaron diferentes dimensiones de la realidad, como la actividad lúdica, por las consecuencias que tiene para la comprensión del arte y la reestructuración del espacio. El juego es esencial para diversas manifestaciones del vanguardismo. La notoria ruptura con el pasado y la agresión al convencionalismo será quien provoque ese espíritu moderno que acerca a futuristas y ultraístas, a creacionistas y dadaístas o a estridentistas.
Respecto a su periodización, se despliegan entre las dos guerras mundiales, pero la cronología es móvil y escurridiza. Las vanguardias no fueron compactas, no se puede estudiar su origen haciendo un corte sincrónico. Ciertas revistas y manifiestos mexicanos, argentinos o chilenos de la década de los veinte reproducen para el arte latinoamericano una operación de renovado contacto con la cultura europea del primer cuarto del siglo XX. Es común encuadrarlas en este periodo, aunque el gran ideólogo italiano Marinetti, cuando lanza en París el Manifiesto Futurista (1909) en Le Figaro tiene una repercusión inmediata en América Latina. Hugo Verani considera 1916 y 1935 las fechas límites de su periodo histórico, pero entendemos que una fecha apropiada para inaugurarla en el continente es la lectura del manifiesto Non serviam de Vicente Huidobro en 1914. Lo que es evidente es que a finales de los años veinte se configura su ocaso; no obstante, en la siguiente década se producen novedades, con la reactivación del surrealismo del peruano César Moro y su libro de poemas La tortuga ecuestre, de 1938, año en que se encuentran Diego Rivera, León Trotsky y André Bretón y redactan el Manifiesto por un Arte Independiente.
Es unánime la actitud de la crítica especializada respecto a que Vicente Huidobro, fundador del creacionismo, reúne todas las características necesarias para considerarle el precursor de las vanguardias latinoamericanas, ya que en la más pura tradición futurista, se convierte en el personaje principal del movimiento de avanzada fundado por él. En su manifiesto Non serviam, leído en Santiago en 1914, y su "Arte poética" de El espejo del agua (1916) se apuntan las ideas pilares del creacionismo: "un arte autónomo que rechaza la tradición romántico-impresionista y que privilegia la elaboración mental impuesta por el poeta que se convierte en un "pequeño dios"".
La revista Azul. Revista de Arte Libre aparece, con carácter quincenal, en 1913. Es la segunda publicación periódica que Vicente Huidobro funda, junto a Pablo de Rokha y de la que salen tres números, el primero en septiembre. Un año antes había sido Musa joven y su duración alcanzó la media docena de números. De la nueva revista fue uno de sus primeros redactores Carlos Díaz, que aún no firma como Pablo de Rokha, D'Annunzio, Rubén Darío, Evaristo Carriego, Unamuno, Juan Ramón Jiménez, serán algunas de sus firmas, donde ya se comienza a traducir a poetas extranjeros y a publicar artículos críticos sobre el futurismo.
En 1918, cuando Huidobro ya reside en Madrid, le surge la idea de fundar una revista de carácter internacional que sirva para unir las diferentes técnicas de la vanguardia. Inicia su campaña a favor del creacionismo y utiliza ésta como arma de combate. De ahí nace en 1921 Creación. Revista Internacional de Arte, cuyo primer número aparece en Madrid en abril. La revista contiene artículos y poemas en francés, español, inglés, italiano y alemán que se complementan con la partitura de una canción de Schönberg, reproducciones de pinturas de Braque, Gleizes, Gris y Picasso y de una escultura de Jacques Lipchitz. En noviembre, su segundo número ya será Création. Revue d'Art, publicada en París con colaboraciones de escritores en lengua francesa exclusivamente, como Paul Morand, Raymond Radiguet, Tristan Tzara, Ozenfant, Le Corbusier, Paul Éluard, Jean Cocteau, Nicolas Beauduin y Max Ernst. La revista se extingue, pero la resucita en 1924, donde inserta su airada respuesta a Guillermo de Torre por haberle acusado de plagio, "Al fin se descubre mi maestro", y su manifiesto en francés "Manifieste peut-être", con colaboraciones de Tzara, René Crevel, Juan Larrea y Erik Satie.
Por otra parte, en los años veinte en Chile abundan revistas experimentales como Claridad, Elipse, Dionysios, Andamios, Panorama y Caballo de bastos, y aparece el primer manifiesto, Agú, firmado por Alberto Rojas Giménez y Martín Bunster en la revista Claridad (núm. 6 del 13 de noviembre de 1920). Estos dos nombres reaparecen en Rosa Náutica, cartel publicado en 1922, en el único número de Antena - Hoja vanguardista. Este manifiesto claramente provocador asume la paternidad de su renovación estética: Apollinaire, Marinetti y Huidobro. Se adhieren a él el propio Huidobro, Borges, Guillermo de Torre, Manuel Maples Arce y el escritor húngaro, residente en Chile, Zsigmond Remenyik, poniendo al pasquín en sintonía con la vanguardia internacional.
Claridad (1920-1924) se redacta desde la Federación de Estudiantes de Santiago, y en ella se publican artículos sobre arte, literatura, estética y música, con la colaboración de Alberto Rojas Giménez, Pablo de Rokha, Pablo Neruda y ensayos críticos de Raúl Silva o César Vallejo, entre otros. Y desde Valparaíso, en 1922, Elipse. Ideario de nuevas literaturas, lanza una publicación con menor carga ideológica que la de los jóvenes ácratas de Claridad y se preocupa del aspecto artístico con una visión más analítica. Si en Claridad su poeta por excelencia es Neruda, en Elipse lo será Apollinaire y Huidobro. Neftalí Agrella, fundador del manifiesto de los nuevos poetas de Elipse junto a Pablo Garrido, también en Valparaíso fundan Nguillatún. Periódico de Literatura y Arte Moderno, en 1924, añadiendo un cariz distinto a las publicaciones que hervían en la época: deseo de la búsqueda de sus raíces sin perder de vista el afán renovador, una "voz araucana", donde su ansia de innovación es un alegato racial y cultural que recorre las diferentes corrientes de vanguardia existentes en Latinoamérica, aunque reconocen y se apropian de la energía de los ismos europeos.
Aunque Vicente Huidobro sirve de plataforma para la consolidación de la nueva poética en escritores como Pablo de Rokha, Pablo Neruda, Rosamel del Valle, Humberto Díaz-Casanueva o Luis Omar Cáceres, entre otros, Juan Emar en sus "Notas de Arte" publicadas entre 1923 y 1925 también constituye un aporte importante en el desarrollo de las eclécticas vanguardias chilenas.
En la revista Dinamo, que funda y publica Pablo de Rokha en Concepción en 1924, ya se observa su tránsito a la vanguardia con un tono personal y su experimentación con las técnicas modernas. Asimismo Rosamel del Valle colabora en numerosas revistas culturales y funda dos: Ariel (1925) y Panorama (1926), compartiendo una nueva mirada poética con su amigo Humberto Díaz-Casanueva. La influencia del surrealismo, del creacionismo y del futurismo en sus obras, el germen de la poesía propia y los grandes temas surrealistas aparecerán en estas efímeras publicaciones. La revista Ariel procede de la formación del grupo del mismo nombre, formado por los hermanos Homero y Fenelón Arce en 1925, junto a Juan Florit, Germán Moraga Bustamante y el dibujante Efraín Estrada, con quienes Rosamel funda la revista de la que se publican solo dos números y que incorporan la lectura de las vanguardias históricas (las lecciones de Bretón) perfilando a su vez una obra decididamente personal. Homero Arce recuerda así la reunión para concebir la publicación de Ariel: "Se hallaba el poeta en el comedor [...] Lo acompañaban sus amigos Juan Florit, Gerardo Moraga Bustamante y Efraín Estrada Martínez [...] -Revista de 'arte nuevo', compañero, me dijo Rosamel- mirándome con sus grandes ojos y sonriendo. Arrasaremos con las telarañas y con la apatía colectiva. Remeceremos las conciencias con un Manifiesto que pegaremos en todas las esquinas de Santiago".
A finales de junio de este año, el primer número, con un homenaje a Huidobro, está en los kioscos y su manifiesto aparece pegado en todas las paredes de la capital chilena. Cuando desaparece, Rosamel lo intenta de nuevo, crea la revista Panorama en 1926 en la que se edita El aventurero de Saba, de Humberto Díaz-Casanueva con ilustraciones de Norah Borges, Mirador, del propio Rosamel y Tres campanarios a la orilla del cielo, de Gerardo Seguel. Se divulga a Novalis, Hölderlin, Rilke, Poe, Baudelaire, Verlaine y Milton, y traducen a Jean Cocteau, Louis Aragon, André Breton, Guillaume Apollinaire y Paul Éluard, con quien comparten el arte nuevo. Tras dos números desaparece y Del Valle insiste en mayo de 1927 con Andarivel. Revista bimestral de arte y crítica, con el mismo objetivo que las anteriores.
Pablo Neruda mientras tanto, dirige en 1925 Andamios, que recoge en sus páginas una colaboración de Huidobro. Publica además, en la revista Ariel, su artículo "Defensa de Vicente Huidobro", y en ese mismo número, Rosamel del Valle escribe con vehemencia: "En Chile son dos únicos poetas los que hoy por hoy representan la gestación de esta era iluminada: Vicente Huidobro y Pablo Neruda".
Surgen otras revistas publicadas la mayoría por Huidobro, como Ombligo (1934), Vital (1935, un número), Total (1936-1938, dos números), Actual (1944, un número) y Caballo verde para la poesía (1935-1936) dirigida por Pablo Neruda y que preparará el terreno para Mandrágora, cuya trayectoria poética será compartida en algunos aspectos junto a Caballo de fuego y Orfeo.
Derivados del espíritu de la primera vanguardia y del juego literario de diferentes movimientos juveniles que se desarrollan a partir de los años treinta, aparecen otros istmos: el decorativismo y el runrunismo (1928) grupo juguetón y bohemio inventado por Clemente Andrade de Marchant que arrasa contra todo gesto serio que no desea doblegarse ante lo novedoso. Pero será la aparición en abril de 1935 de la Antología de la poesía chilena nueva de Volodia Teitelboim la que desate un combate de fuego mixto en el medio literario del país. En él se ven involucrados tres poetas cardinales de la literatura latinoamericana: Vicente Huidobro, Pablo de Rokha y Pablo Neruda, donde ya se observa el hervidero de una vanguardia que preconiza el proceso creador del poeta interiorizado.
(*) Para elaborar este artículo he recogido datos de mi artículo publicado en el Centro Virtual Cervantes, publicado el 5 de noviembre de 2005. http://cvc.cervantes.es/el_rinconete/anteriores/noviembre_05/02112005_02.htm