Cuando en 1974 apareció Señales en el techo de la casa, el libro de poemas de Darío Ruiz Gómez, éste era conocido hasta entonces en Colombia como narrador, crítico de arte, polemista. El libro fue recibido con entusiasmo por la crítica reacia a los parámetros impuestos de la llamada poesía social, de los imitadores de Álvaro Mutis, de los nerudianos a ultranza. Frente a ellos, el poemario mostraba a las claras, la presencia de otras tradiciones modernas como las de Juan Ramón Jiménez, Cernuda, Robert Lowell, o sea una lírica vigente que incorporaba imágenes de un mundo melancólico, de un universo personal, agotado, cuyas imágenes respondían, igualmente, al magisterio de Ungaretti. No el deseo de hacer versos sino de rescatar la esencia de la poesía y su tarea de conocimiento. En la antología Diez poetas colombianos (1976) Fernando Garavito dice: "En Señales en el techo de la casa y en su libro inédito Geografía hay algo que trasciende el hermetismo y se queda ahí, a la espera de ser aprehendido. Y no es difícil hacerlo porque en los poemas de Darío Ruiz está el horror de la permanencia, de la inutilidad de ésta, del desgajarse poco a poco sin sentido." Y finalmente dice: "Para mí Darío Ruiz es uno de los poetas mejor logrados de los últimos años en Colombia".
Su segundo libro Geografía (1978) en edición personal, sin pie de imprenta, ya que el taller de ediciones donde se editó en medio del auge de la poesía política, se negó a identificarse, bajo el temor de ser tachado de "subjetivista romántico", tendencia estética considerada, entonces, como un pecado intelectual. El libro contó, igualmente, con una gran acogida crítica. En Geografía, es evidente el magisterio de los líricos ingleses, Worsworth, Keats pero también Angelus Silesius en sus aforismos sobre la naturaleza y la muerte. "Saber experimental y saber conceptual, he ahí una antigua división válida más para la cátedra y el entendimiento culto o simplemente diletante, que para el goce que resulta de la novedad mostrativa de una imagen inédita, o de aquella sabiduría que como un pozo claro produce en el hombre el espejo de la vida que se agota en el fulgor de su propia autodestrucción" dice Cruz Kronfly al señalar que "Difícilmente una obra como Geografía puede ser más conmovedora en la actual literatura colombiana".
"La vida allí como una cosa que no somos nosotros. Ontología ésta que resulta común al lenguaje de la existencia diaria". Cavilación sobre el valor de las imágenes primordiales que definen lo humano, y opera poéticamente como rescate de una noción de lugar - habitación del verbo -forjado por un espíritu que se pregunta sobre la existencia, abocada a la muerte, y alcanza en A la sombra del ángel( 1990) un inusitado despliegue de luz mediterránea, de un paganismo que es herencia de Hölderlin, de las secuencias de la luz en Seferis, y, sobre todo, encuentro con la estatua rota, con el ánfora griega destrozada por la erosión del tiempo y convertidas en argumentos de nueva vida. En 1996 ve la luz Lugares: la soledad de la madre, meditación sobre España, sobre el mar, sobre Colombia a través de las cuales la noción de lugar en el tiempo recupera su dimensión de un necesario presente temporal, evitando caer en la simple nostalgia. La madre, como imagen de la orfandad contemporánea.
En 2001 aparece La muchacha de la leyenda en donde la fuerza de la metáfora recuperada como función narrativa, sirve para hacer una bella y conmovedora meditación sobre la sangre de los inocentes derramada diariamente en calles y barrios por fuerzas abstractas, reducidas estas vidas asaltadas, a mera información periodística. Solamente la dimensión de lo trágico en el alcance aristotélico podía efectuar este rescate que le otorga a la sangre derramada, la connotación debida, a través de la tarea sublimadora de la leyenda. "Sin duda una de las obsesiones de Darío Ruiz Gómez -ha señalado Consuelo Triviño- sea rescatar de la desolación y del horror un atisbo de belleza, como quien busca en la oscuridad ese punto luminoso que pone en evidencia el detalle, que deja ver la eternidad de las formas". El más grande poeta colombiano del siglo XX, Fernando Charry Lara en una antología sobre poesía latinoamericana editada por un organismo internacional y antes de su muerte, no dudó en colocar como principal representante de la poesía colombiana a Darío Ruiz Gómez.
Producida, editada en silencio, esta propuesta ha ido contando con una cada vez más amplia acogida y reconocimiento de parte de la crítica. En ese lejano país en donde ahora viven mis padres (Madrid: Mirada Malva, 2010) es su último poemario donde al constatar la pérdida de esa referencia fundamental que son los padres -medida de la caducidad- se erige, en medio del vacío de las ciudades, de las luces de las grandes autopistas, de las contradicciones del afecto perseguido, en una serie de imágenes de imborrable efecto simbólico donde la poesía recupera, en devastados escenarios ballardianos , su capacidad de ser la dimensión del duelo, el pudor del sentimiento que legitima la metáfora. Para la editorial La Mirada Malva es un auténtico placer realizar la publicación de esta nueva propuesta poética de Darío Ruiz Gómez.
Ver ficha completa del libro Lee las primeras 10 páginas en pdf
* Víctor Bustamante Novelista e historiador. Economista de la Universidad de Medellín. Director de la revista Babel y del periódico escolar El Pájaro Picón. Autor de: Luis Tejada: una Crónica para el Cronista (1994); Noticias de Pedro II, El Papa de Barbosa (1995); Amábamos tanto la Revolución (1999) y de Historia del Estadio (2001).