Me apropio de este título de Rosario Castellanos para compartir
las siguientes páginas de mi diario:
1.
Sombras, umbrales, penumbras de la razón en fideicomiso engullen lo de cerca y de lejos, en épocas de penuria con ojos deslumbrados por la sospecha y manos vueltas al cobro de venganzas o recompensas.
La simiente irrita los campos y del suelo brotan espantapájaros.
De las remotas ilusiones voces de humildad hacen llegar ecos que apenas las montañas perciben, sin inmutarse.
La razón apostilla burocracias en papeles arrastrados por el viento de historia no merecida.
2.
Al pasar miradas entre cercas de púas brotan con grilletes de abrir y cerrar, los labios se comprimen y la piel asume condición circunspecta.
Brota la distancia entre la realidad y el deseo con choque abrupto.
La vida es un pasar de largo por rendijas que miran a lo incierto y portadas vueltas con insolencia a las narices.
El espanto en vientre y huesos sobrecoge la condición de cobardes con inevitable recurrencia. Sigue la vida como la lluvia, como el viento, como las tempestades. Ambiciones crepitan a las puertas del azar.
3.
El amor desenvuelve historias sin comienzo ni fin, que salen como burbujas de recinto asfixiante y delatan la variopinta condición humana, entre la ingenuidad, la nitidez, la transparencia y las poses de acomodo en el simple pasar.
El amor transmite confianza y suspiro de nardos, en tardes con claveles desgonzados de balcones campesinos, mientras las aves juegan a similar acomodo.
Parejas de pensamientos y de sueños tejen vidas con remolinos de pasiones en ausencia de fuerza centrípeta.
4.
Música en el tramo de ansiedades cuando se columbra soledad de apego, en intimidades por fuera de solución.
Música de clásicos y modernos al correr del tiempo en competencia de imágenes, unas deletéreas, otras delirantes.
En soledad sonidos repetidos, aun novedosos y extraños, provocan por momentos en la mente total ausencia de palabras, con espíritu absorto, atrapado por sensaciones de vivo contraste.
La placidez, a veces; lo compungido, en otras. Música, música en armonía de labios y de cuerpos.
5.
Voquibles enlazados por la ruindad de quimeras a destajo, precipitan encuentros no gratos por vericuetos donde la realidad es objeto de leyes favorables a la destrucción.
Otras palabras resisten y emprenden la partida en soledad, cruzan riscos y hondonadas hasta conquistar algo de sosiego en la voz; momento que pasa al caer de pétalos de margaritas blancas apostadas a la orilla del camino.
La palabra es voz de alto riesgo en lugar cualquiera.
6.
El encanto de parajes desconocidos acaricia la esperanza de encuentro de especies por nombrar, y de seguir rodando en el desencadenamiento de sutiles y baladíes rumores.
Las calles sorprenden en los encuentros y los faroles sacrifican la algarabía para dar paso a las nieblas en su vagar sin sombras.
Rugidos en la memoria de la ciudad alebrestan imágenes de historieta en los postigos, abrumados por brillos desconocidos de ojos que flotan en la incomprensible realidad de los sueños.
7.
Caminos y más caminos delatan el tiempo de las esclusas, de los cármenes, y los claveles delatan la sinrazón de colosos vueltos a la penuria, también delatan el destino de corsarios enredados en las propias historias y delatan umbrales en la conquista de pormenores.
Caminos y más caminos encierran destinos de peregrinos y náufragos acorazados en la timidez de las derrotas.
Naciones enteras hunden raíces en distancias de la desmesura y al calor de cavilaciones con recatado parloteo las insignias se hacen trizas.
8.
Infeliz en el propósito recupera la nostalgia, tiempos envolatados por doquier.
Imagen de cautivos atropella el paso de cánticos por entre palabras en ausencia.
La corriente del río no se detiene y a su paso deja la señal imborrable de presentimientos, en arenas y rocas, con el signo de lo duradero.
Épocas prolongadas de laconismo despidieron vidas mayúsculas y ahora la sorpresa entretiene el sueño de los justos.
9.
La piel condena la soledad entre yarumos, congolos, chochos y alpistes, se extiende en ausencia de luz, apenas con destellos de Luna, y abre posibilidad cualquiera en el cruce de caminos de discordia.
Macilenta la noche atraviesa el recuerdo en el lodazal de ambiciones distantes de propósito valedero.
La piel se ensimisma con el estremecimiento de cuerpos abandonados por la pasión.
Días presurosos contienen la desidia.
10.
La noche se pronuncia en consuelos y en gallardas miradas como si la carencia de luz fuera un holocausto despavorido.
También la clemencia recae en la noche, entre manos que rondan las plegarias en la Luna-de-cuarto-menguante, para conseguir favores en las ansias desnudas de los traficantes de imágenes, con palabras al vacío.
Noches habrá de contertulios en silencio, con oídos dispuestos a percibir las señales sonoras del viento en el relicto de bosque.
Pensamientos de lo umbrío desmoronan la noche.
11.
Angelicales asombros en el reclamo de los dioses, con el desconocimiento propio de los tiempos en penuria, hicieron las veces de sátrapa que compungido en sus delirios echa a volar las voces de los cautivos.
Amalgama de sonidos incendia atmósfera y desde el infinito se aprecia la minuciosidad del desaire. Nubes prisioneras en la contingencia del verano cubren las sombras con rayas y tintinelas de olvido.
12.
Bosques de niebla gotean en cauces la salud del planeta y en las orillas flores de encanto celebran con jugueteo el paso del agua.
Más abajo, el olvido de origen serpentea muecas con el riesgo contaminante de supuestos a la deriva.
De todas partes llegan reclamos por la suerte de líquido tan preciado, pero trazas de olvido echan por tierra cualquier intento de salvaguardar la vida.
Pasan los unos y los otros al igual que pasan el viento y el tiempo, con la esperanza de causas nobles.
Sinembargo, cae la brisa en los rostros alucinados.
13.
Colorines en la emoción desdibujan espacios tan dispuestos a la oriflama, entre canciones enrarecidas por la atmósfera de sucumbío.
Rasgos como destellos en el aire encienden la cantilena y dan paso a multitudes en apremio.
Lugares ajenos a las contiendas, dispuestos siempre a la confrontación de risas, retienen el paso del tiempo con la humedad de canceles y orgías.
La emoción de los colores distrae el velo de ocultamiento y aligera el peso de la vida entre pasos de sibilas y de náufragos.
14.
Ya es mañana en el continente donde el Sol le arranca pestañas a la Luna.
Y hoy es el ayer de las telarañas tejidas en las quimeras.
El ayer, el hoy y el mañana son apenas tres puntos alineados, superpuestos a la dirección del tiempo.
Al lado, estará la incertidumbre en la espera de acontecimientos ineludibles, mientras ruiseñores cantan el sencillo afán de amar en el pavimento, o en los muros o en follajes de apaciguada luz.
En los contornos la vida puja por la dimensión desconocida.
15.
Esa era la canción de la tierra, la que trajo voces del pasado en la configuración de arcilla y ha dejado ecos de primitivas lecciones del agua.
La tierra rememora en signos el aliento vetusto de especies refugiadas en lo profundo del bosque, y en camino de extinguirse.
El mundo es un pasar de largo de cuanto el tiempo arroja a la intemperie, de un cosmos diluido en ambiciones, congojas y despedidas.
La referencia es el fin de lo que comienza, con o sin augurio. Las telas-de-araña continúan sembrando los rincones con aposentos de refugio y evasión.
16.
Razones en la sinrazón alientan el camino con el peregrinaje de solitarios escapados y supérstites de sus propias ideas.
Ellos van a la sombra de sauces, entre el saludo comprensivo de follaje ondulado por el viento.
Desde rincones el asedio de sombras confunde a los peregrinos.
En lo alto nieblas agitan la esperanza de alcanzar lugar seguro para aquellos forajidos de la palabra fuera de lugar.
Por fin en la cumbre las montañas reciben con placidez el desahogo de los peregrinos en palabras de ensoñación y caricia.
17.
Acontece en los mares y en las tinieblas de mundos desconocidos, acontece lo sin saberse con la marca de golosinas en labios dispuestos al sabor de enigmas en las profundidades del ser.
Acontece en desiertos con destino de nómadas y en montañas de cabeza erguida al infinito.
La conjunción de cielo y tierra delata el confuso paisaje de interpretaciones, a la sombra de dioses furibundos.
En la distancia más remota, los acontecimientos son desmemoria en rayas que sucumben a la eterna agonía de universos en busca de mejor destino.
18.
El abismo es la súplica en la errancia sin término.
A cada paso la solariega imagen de lo ausente sobrecoge los caminos, empuja la imaginación al borde indescifrable de suposiciones, en la condición de mortales marginados de la flecha del tiempo.
El destino es la suma de incertidumbres alejadas del cálculo probabilístico o de física de los cuantos.
Cantidades de luz se sobreponen como sombra en la avalancha de instantes que configuran las vidas expuestas a la intemperie.
19.
Frialdad de mariposas heridas acompaña al náufrago en el desespero de asirse a madero que no ve.
Las horas transitan las mismas aguas y la invocación de memorias instantáneas aviva la sorpresa en la desdicha.
Un cielo indiferente arropa la situación con el cruzar de nubes y de aves en otra jugada.
El náufrago tiene el mundo encima y sus hombros rompen la capacidad de las posibilidades.
La vida es un naufragio con sobrevivientes en tránsito, mayorías arrojadas a fatalidades ineludibles.
20.
Imágenes en la composición mental cruzan las palabras con halo de sentimientos provocados por la cruda realidad en elusión.
Imágenes sin capacidad de decirse o dibujarse, figuración de lo impensable pensado, dejada ahí, en el abandono de simples percepciones que no arrojan recuerdo ni huella en camino.
Auroras y crepúsculos dan motivo a los pensares como fugas de realidad.
Instantes revuelven la dicha con la angustia de existencias en contradicción, en bocacalles saturadas por el humo del desencanto.
[libreta del 23 al 29.X.09]
.* Carlos Enrique Ruiz (Manizales, Colombia, 1943) funda y dirige la revista Aleph en 1966, publicación que ha visto la luz de manera regular desde entonces. En la actualidad esta publicación sigue siendo un referente cultural en Hispanoamérica. De profesión Ingeniero de Caminos, Ruiz es profesor emérito, honorario y especial de la Universidad Nacional, Miembro Correspondiente de Academia Colombiana de la Lengua y autor de numerosos libros de ensayo y poesía, entre ellos Imaginería de caminos, Sesgo de claveles y Nociones del vigía.