En el fondo de la taza de chocolate unas palabras aparecieron. Para conocer su significado exacto y presintiendo una revelación divina contacté de inmediato Duran Kranz, agente secreto del humor. DK, como le llamamos familiarmente, es un ermita urbano frugívoro, capaz de caer en éxtasis frente a un dibujo de humor o a un durazno.
Nos encontramos en un café zen, adonde lo atraje sobornándolo con una invitación a degustar una tarta de mora.
Después de examinar la taza en cuestión, DK exclamo:
-La respuesta es simple, HUMOR y GRAFICA = HUMOR GRAFICO
Respetuosamente me atreví a sugerir una explicación más detallada. DK respondió precipitándose en un monologo torrencial, mientras que yo ansiosamente garabateaba notas jeroglíficas.
-Veo un sombrero de dos picos sobre una ruana extendida. -dijo DK cerrando los ojos - . Adivinando mi
estupefacción, añadió:
-Estoy describiendo los cerros de Monserrate y Guadalupe y la planicie donde está asentada Bogotá.
Hizo una pausa enigmática y con voz exaltada prosiguió.
-Una taza invertida sobre un plato es un sombrero. El fondo obscuro de la taza es una nariz de payaso. En una línea o en una mancha, hay un misterio más fácil de percibir que de explicar, un guiño travieso que invita a soñar, a partir de viaje.
DK nadaba en pleno trance, como un chamán trazando signos mágicos para interpretar el acá y el más allá. O como si hubiese probado un pedazo de torta de feijoa. Recuperando su calma habitual, declaró:
-
-Las cosas no son únicamente como las vemos, sino como las imaginamos. El humor gráfico es un lente que transforma la realidad para contemplarla mejor. El humorista gráfico es un curioso insaciable, un explorador que trata de sorprenderse constantemente. Esto significa arriesgarse a equivocarse, sin embargo el derecho al error es sagrado.
Sereno y satisfecho, como si acabara de tomarse un sorbete de mango, DK recomenzó su discurso, dándole un matiz académico:
-Navegamos siempre en la paradoja. Hablamos de humor y ya empezamos a ponernos solemnes. Cuantas más explicaciones se dan, más confusas se ponen las cosas. Es fácil perderse en los vericuetos del lenguaje, como cuando se proponen definiciones o se hacen comparaciones.
El dibujo humorístico tiene varias facetas, una de ellas es la caricatura política y otra es el humor gráfico con sus múltiples variaciones y aplicaciones.
Poniendo los pies en un campo minado, me oí decir:
-Algunos piensan que el humor gráfico es una evasión, un ingenioso calambur visual sin mayor trascendencia ni compromiso político.
Flemático, DK replicó:
-Considerar la caricatura política como la única forma respetable de practicar el dibujo humorístico es un error craso. El humor gráfico no le da la espalda a la realidad, al contrario, es sensible a TODA la realidad; incluyendo la política, pero sin hacer de ella su única razón de ser.
La tarta de mora tardaba en llegar. DK casi melancólico reflexionó un momento, luego afirmó, en un tono grave:
-El ser humano, capaz de creaciones sublimes y de las más crueles bajezas, vive en un estado de contradicción y de interrogación permanente. Nada hay más importante que la felicidad, y el humor es uno de los caminos más cortos para llegar a ella. El humor, incluyendo el gráfico, cumple una importante función social pues propone una sana alternativa a la locura.
A modo de ejemplo, en los años 70, la Cruz Roja hizo una de las más grandes contribuciones a la salud de los colombianos, publicando la Enciclopedia del Humor, excelente ventana para apreciar el trabajo de muchos de los mejores humoristas gráficos latinoamericanos de entonces, incluyendo a Hugo Barti, el precursor más notable del humor gráfico moderno en Colombia y a Naide, verdadero faro para los jóvenes humoristas gráficos de los años 80. Una lista detallada de estos y otros representantes del humor gráfico colombiano, puede consultarse en las excelentes monografías sobre el tema escritas por Carlos Alberto Villegas Uribe.
Para una visión más amplia de la gráfica humorística tenemos que remitirnos a la historia del arte desde sus orígenes, sin olvidar el arte precolombino ni las obras de creadores como Saul Steinberg, André François, Ronald Searle, Paul Flora, Folon, Bosc, Topor, Sempé...
Aprovechando el carácter técnico de la disertación, le pregunté:
-¿Por qué el humor gráfico tiende a utilizar imágenes sin texto?
-La comprensión de una imagen depende de que tanto el autor (emisor) y el lector (receptor) compartan el contexto y los códigos de comunicación. La palabra escrita es un código que el humor gráfico utiliza más de lo que parece. No obstante, cuanto menos claves haya que descifrar, más universal es la comunicación.
Con la respiración entrecortada, DK, ebrio de imágenes, continuó:
-Además de proporcionarnos la ilusión de ser más felices, lo cual justificaría de por sí su existencia, el humor gráfico hace preguntas y suscita la reflexión. Una de sus características más fascinantes es su extraordinario poder de evocación. El dibujo es una forma de escritura; su lectura esta abierta a interpretaciones; la imagen es un punto de partida. Las fronteras entre arte y literatura con frecuencia se diluyen en ese lugar mágico que llamamos humor gráfico. Ya en el siglo XIV el lingüista Simon von Laagsob en su Tratado del ojo de los espejos, había escrito: "Las imágenes humorísticas, queramos o no, en el fondo son poesía".
Por un momento me pareció ver en DK la reencarnación de un alquimista medieval. Miró la tarta que recién le habían traído y dijo a manera de conclusión:
-Recuerda que las posiciones absolutas y radicales cuando no estancan hacen retroceder; son lo opuesto a una actitud creativa. O sea que todo lo que acabamos de hablar es sujeto a discusión y mejoras por las generaciones presentes, pasadas y futuras.
Después de este entretien me fui caminando, tomado de la mano de mi cuaderno de bocetos. Me alejé pensando en lo que DK me había dicho a través de los vapores de una infusión de frutas y de hierbas aromáticas:
-Imaginar es una forma de felicidad, la que tenemos más al alcance de la mano y la menos costosa.
(*) Simon von Laagsob, Tratado del ojo de los espejos,publicado en Vilnus en la segunda mitad del siglo XV.