En el Nuevo Mundo, al igual que en todas partes, el vencedor de las batallas entró heroicamente a la historia... Pero el vencido, no tanto. La Conquista de México la hicieron los indígenas, así como la Independencia la hicieron los españoles.
En medio de la inmensa transformación social que fue la conquista, aparecen los nombres de algunos caudillos indígenas, pero en cuanto a mujeres, solamente está la Malinche, pues ella fue la única que estuvo en el epicentro de un movimiento que equivalió a un cataclismo que todo lo transformó.
Es evidente que ha preocupado más a los cronistas, historiógrafos y comentaristas de la historia, la descripción elogiosa, el brillo de la victoria como hazaña guerrera y se solazan refiriendo como el conquistador dio sus naves al través o a la evangelización de gentiles sumisos. Pero olvidan que en la historia de la conquista de México se firmó el acta de nacimiento de una raza que da fisonomía a muchas naciones y que aparte del conquistador, hubo una mujer cuya intervención fue decisiva.
La historia de la conquista de México narrada por el vencedor, no nos ha permitido contemplar de cuerpo entero, a la mujer excepcional que hizo posible esa conquista, en su papel de "la lengua" y, al hacerlo, asumió una gran responsabilidad, ya que al traducir prácticamente tomaba el mando y eso le daba poder... ¡Qué ironía! A ella que toda su vida se vio sometida a recibir órdenes. Ahora podía ver de frente a reyes y caciques y obtener su atención.
Dentro de la historia de nuestras culturas prehispánicas (Olmecas, Mayas, Toltecas, Totonacas, etc.) no existe mención de mujer alguna que haya sobresalido por su actuación como mujer, heroína, guerrera, líder, mártir etc. ¡Solamente hay diosas legendarias!
MPAINALA - Señorío de etnia náhuatl, situado en la jurisdicción de Coatzacoalcos, Veracruz. Principios del año 1500 dc, lugar de nacimiento de Malinalli Tenepal, hija del cacique.
Su linaje es de estirpe y su lengua es el náhuatl. ¡Nació Señora!
MALINALLI - Es el nombre del doceavo día del mes náhuatl que ocasionalmente era impuesto a quienes nacían en él.
TENÉPAL - Se deriva de "tene" que quiere decir afilado, puntiagudo, cortante, que en sentido figurado quiere decir persona con facilidad de palabra, que habla mucho y con animación.
MALÍN - MALINA - Significa "torcer algodón encima del muslo".
MALINTZIN - Tomando en cuenta que el nombre Malín es de gran tradición, si se une al tratamiento reverencial tzin, da este nombre.
Los españoles la bautizaron como Marina, pero los indígenas la llamaban Malintzin ya que se les dificultaba pronunciar la letra R, porque esa letra era desconocida en Mesoamérica y no figuraba en los idiomas nativos. Tampoco eran conocidos los fonemas B, F, G y S. Además, como Cortés siempre la tenía cerca de sí, dado que era su intérprete, su guía y la que le explicaba todo lo sorprendentemente nuevo que le rodeaba, a Cortés también lo llamaban así.
En la plenitud de una niñez muy feliz de Malinalli, su padre, el cacique, muere.
La madre, pasado un corto tiempo, se une a un mozalbete que inmediatamente asume el cacicazgo. Al nacer su primer hijo, rechaza a Malinalli y le ordena a la madre sacrificarla y desaparecerla.
La madre aprovecha que una niña de la edad de Malinalli acababa de fallecer, cambia la personalidad de la niña muerta y regala a su hija a unos mercaderes que se dirigían a Xicalango, lugar legendario de intercambio comercial y cultural entre las etnias náhuatl y maya, y allí la venden a emisarios de Taabscob, el rey de Tabasco, para servir de esclava.
Tiempo después, en marzo de 1519, Hernán Cortés, proveniente de Cuba y de la Isla de Cozumel, donde había rescatado al español Jerónimo de Aguilar (quien, por haber naufragado seis años antes, hablaba el maya), Continuando su navegación de exploración, llegó a tierras del Rey Taabscob; sostuvieron una batalla en Centla, y lo venció. Como tributo de guerra, el rey Taabscob le obsequió diversas joyas de oro y 20 mujeres.
El 16 de marzo de 1519, y ya a bordo de la nave capitana, las 20 esclavas, hacinadas en un rincón apartado de la cubierta (ahí donde no estorbaran), hechas un pobre montón de triste humanidad, contemplarían extasiadas desde el barco, por primera vez en su vida, la línea de arena de la playa golpeada por el oleaje.
En la inmensidad del mar estaba ahora su porvenir angustiosamente incierto. En voz muy baja deben haber comentado acerca del origen de sus nuevos amos, ¿y hacia dónde las llevarán?
¿En verdad serán enviados de los dioses del mar?
¿El jefe de todos ellos será Quetzalcóatl, que regresa para castigar a quienes lo expulsaron de Tula? Al igual que sus amos mayas, ellas pensaban que esos hombres rubios y barbados vinieron del oriente impulsados por el viento, de donde sale el sol, para recuperar su dominio.
Siguiendo su derrotero, las naves llegaron a playas veracruzanas, frente a la isla de San Juan de Ulúa, el jueves santo de abril de 1519.
Al día siguiente, viernes santo, Cortés vio que dos hombres ricamente vestidos, se aproximaban en un acal a su barco.
Inmediatamente mandó despejar la cubierta, instaló una silla donde se sentó y se rodeó de sus capitanes, en espera de los visitantes.
Ya una vez a bordo, uno de ellos, evidentemente embajador de algún cacique o rey, en forma altanera preguntó: ¿Quién es el jefe?
Jerónimo de Aguilar inmediatamente le dijo a Cortés que ese idioma no lo conocía, provocando con ello un gran desconcierto, dudas y angustia por no saber cómo manejar la situación.
Al no recibir respuesta, el emisario volvió a preguntar y nuevamente no hubo contestación.
Por tercera y última vez y ya mostrando la intención de retirarse, volvió a preguntar.
Malinalli Tenepal, que era una de las 20 mujeres, de inmediato comprendió la delicada situación que se estaba gestando y la importancia que para su nuevo amo significaba el dialogar con el embajador.
Así que haciendo un supremo esfuerzo personal salió del rincón (de la obscuridad y el anonimato), rompiendo de golpe miles de años de tradición sumisa ante el varón y haciendo acopio de un valor espiritual desconocido para ella, dio un paso al frente, se situó ante el emisario y con voz fuerte y clara, dijo en perfecto náhuatl: Ese es..., señalando a Hernán Cortés.
"Ese es" el momento mágico que México debía celebrar, pues fue cuando se firmó el acta de nacimiento del mexicano mestizo y la entrada triunfal de Malinalli Tenépal a la Historia de México, mestizaje cuya convergencia duró cuatro siglos y se dio en lo estoico y cultural, ofreciendo como resultado un mosaico llamado México.
También es el momento en que Hernán Cortés descubre que ella habla el maya y el náhuatl. A partir de entonces se verá a Cortés, Jerónimo de Aguilar y Malinalli Tenépal siempre juntos, para establecer el puente lingüístico español-maya-náhuatl.
Esta escena tan importante está plasmada en el Lienzo de Tlaxcala.
Alrededor de Malinalli se han originado vertiginosas opiniones ideológicas muy polémicas, prejuicios e intereses bastardos de género y nacionalistas, simple y sencillamente porque es la figura más enigmática y emblemática de la historia de la conquista de México.
En Malinalli confluyeron los intereses de los cempoaltecas, tlaxcaltecas y los de Hernán Cortés, pues fueron ellos sus primeros aliados militares potenciales, quienes le trazaron la ruta a seguir para llegar a la Gran Tenochtitlán de Moctezuma y le proporcionaron guerreros para apoyar su intención de hablar con Moctezuma.
Malinalli fue la lengua -que reiteraba la promesa de libertad del yugo de los aztecas-.
La conquista espiritual de México la iniciaron Fray Bartolomé de Olmedo y el padre Juan Díaz (cuyos restos mortales están en la Casa de Cortés en Cuernavaca), que vinieron con el conquistador. Transmitieron el mensaje evangélico en Cempoala y en Tlaxcala, con la intervención de Jerónimo de Aguilar y Malinalli.
En 1523, llegó la primera avanzada franciscana con el ingreso de los frailes Pedro de Gante, Juan de Tecto y Juan de Ayora. Sin embargo, la conversión masiva comenzó en junio de 1524 con la llegada de Fray Martín de Valencia y los 11 franciscanos. Así, vemos que Doña Marina durante casi 5 años, Malintzin-Doña Marina, es la catequista indiscutible de México, tanto de frailes como de indígenas.
¡Pero la jerarquía católica ha preferido no darse cuenta!
El primer tratado militar entre España y los totonacas de Cempoala, fue una realidad cuando Malinalli, traduciendo el español agresivo, áspero y falto de delicadeza de H. Cortés al náhuatl, lo hizo con la dulzura y poesía características de su idioma nativo y con ello encendió la chispa que habría de inflamar el corazón de todos los pueblos dominados por el despotismo de Moctezuma.
Ella interpretó bien sus quejas y creyó en ellas. Debido a eso, se incrementó en forma geométrica el ejército español, sobre la marcha y de pueblo en pueblo.
Y también sobre la marcha se puede apreciar el crecimiento de Malinalli.
Se advierte el cambio de su personalidad, como un ser humano que evoluciona. Crece y muda de piel cuando ésta le quedó chica.
Haber sido la hija de caciques le dio a Malinalli una indudable preparación y una cultura de su tiempo, sin las cuales no se comprendería su aptitud en el manejo de los idiomas, en la resolución de asuntos políticos que Cortés le planteaba a cada paso, así como tantas situaciones nuevas e insospechadas para ella.
Malinalli fue el puente sobre el cual pasaban las palabras de Hernán Cortés que mentían, pero ella era una esclava que no debía dudar de lo que su amo les decía.
Antes de emprender el camino hacia la altiplanicie se llevó a cabo el bautismo de Malinalli y las otras 19 mujeres por el cura Juan Díaz. Los nombres y el destino final de esas 19 mujeres se perdieron entre las jornadas exhaustivas y el fragor de las batallas. Malinalli es bautizada con el nombre de Marina, lo cual fue un error debido, como ya se dijo, a que en todas las culturas de Mesoamérica no existía la letra R y su pronunciación fue muy difícil para ella y los indígenas.
Por eso es que prefirieron llamarla Malintzin, que se compone del nombre Malin y el agregado tzin, que es reverencial. Además, a Doña Marina también la llamaban Malintzin por su proximidad con Hernán Cortés, a quien los indígenas llamaron así desde su estancia en Cempoala.
Y así termina la historia de Malinalli y comienza la de Doña Marina.
Ya en el altiplano y después de una batalla contra los tlaxcaltecas, Cortés celebra con ellos el segundo tratado militar entre España y los tlaxcaltecas y obtiene otro número considerable de guerreros que también lo acompañarán a la gran Tenochtitlan.
Al estar en Cholula (donde eran aliados de Moctezuma), fingieron su amistad con Cortés y se ofrecieron para indicarle la mejor ruta para llegar con Moctezuma a través de una calle muy angosta de esa ciudad.
Doña Marina, cuya presencia inspiraba confianza ante los indígenas, fue llamada aparte por una anciana que en secreto le dijo que como ella era como ellos, se apartara de los blancos porque les tenían preparada una emboscada para terminar con ellos al salir por la calle angosta.
Doña Marina se lo dijo a Cortés y éste tomó la delantera, llevando a cabo una masacre dentro de la ciudad donde murieron miles.
Las fuentes históricas son unánimes al atribuirle a Doña Marina una indiscutible aristocracia indígena, de la cual Cortés se valió para manipular a esa nobleza contra los aztecas.
La llegada a la Gran Tenochtitlán, donde Hernán Cortés se encontró con Moctezuma II, Emperador de los aztecas, fue el 8 de noviembre de 1519.
Siete meses después de su primer contacto con el idioma español, Doña Marina ya lo domina y ha eliminado a Jerónimo de Aguilar, convirtiéndose en la única "lengua" de Cortés.
Hay que recordar que para Doña Marina, Moctezuma II representaba la tiranía azteca, que dejaba sentir su poderío y soberbia en toda Mesoamérica, por lo cual en ningún momento se puede considerar que hubiera alguna forma de hermandad de sangre ni lealtad étnica con los pueblos sojuzgados, entre los cuales estaban Painala y Centla. Así que Doña Marina, al ayudar a su señor Hernán Cortés a combatir ese poderío y esa soberbia, no estaba traicionando a su raza.
En el transcurso de su vida nunca traicionó su psicología, como tampoco traicionó su fe en el porvenir. Se comprometió a poner su existencia al servicio de sus dos grandes amores que eran su amo blanco y sus hermanos indígenas y aliviar, en parte, las grandes diferencias entre conquistadores y conquistados.
Después de la derrota y huida de la llamada "Noche triste", Doña Marina adquiere su magna dimensión. "....la esclava crece y se transforma, muda de piel y se convierte en centro magnético de atracción del mundo indígena. Ella es quien anuda pacientemente los dispersos hilos de los desafectos al imperio azteca, para reunirlos en cadejo y entorcharlos luego, a fin de que con una sola voluntad los maneje su señor.
Así, vemos a Doña Marina caminando presurosa en las madrugadas del altiplano, resistiendo el frío y escudándose del viento helado y de la flecha y piedra enemiga, juntando briznas secas para el campamento, en las laderas de los cerros o cerca del arroyo en las cañadas, para ponerlas bajo las rajas de ocote, todo dispuesto para calentar el comal donde se cocinarán las olorosas tortillas. Hombro con hombro con los soldados, sin temor a nada, cara con cara con su destino, pensando acaso en una libertad merecida. Hay que verla como lo que fue... ¡la primer soldadera del continente!
A Doña Marina le fue roto su curso psicológico normal. Si en su niñez, tomada de la mano de su madre se inclinó ante el Ara ensangrentado de Coatlìcue, madre de los dioses, o ante Huizilopochtli o Tezcatlipoca, de su cosmogonía náhuatl, a partir de su entrega a Hernán Cortés todo cambió. Y... ahora solo había un dios... Entonces, considerando que su amo profesaba otra religión, más le valía aprender todo lo relacionado con ella lo más pronto posible, para poder explicar a sus paisanos estos nuevos pensamientos.
Doña Marina fue la primera indígena cristiana.
En agosto de 1521, ya consumada la conquista, Hernán Cortés decidió establecerse en Coyoacán, mientras se limpiaba y reconstruía la Gran Tenochtitlan. Allí construyó su palacio y destinó un área para sus capitanes.
Se asegura que Doña Marina fincó una casa en Coyoacán, hoy llamada la Casa Colorada. En esa casa, a mediados de 1522, nació Martín, hijo de Doña Marina y Hernán Cortés, siendo el segundo mestizo de América.
Muy poco le duró el gusto a Doña Marina, pues fue separada de su hijo.
En marzo de 1526, Cortés se llevó a Martín a España, donde logró que el Papa Clemente VII y los Cardenales lo reconocieran como legítimo mediante la Bula de abril de1529.
Así mismo, demostró su limpieza de sangre (no descendiendo de judío, moro o villano). Fue admitido en la Orden de Santiago en calidad de comendador. Fue el primer mestizo admitido en la Orden.
A principios de 1523, llegó a la Nueva España Fray Pedro de Gante (quien era primo del Rey de España), acompañado de Fray Juan de Tecto y Fray Juan de Ayora, flamencos los tres.
Indudablemente que ellos deben haberse interesado mucho en que Doña Marina les enseñase el náhuatl, pues Fray Pedro se fue a establecer en Texcoco, donde fundó la primera escuela del continente, llamada San José de los Naturales.
Los fraiIes Juan de Tecto y Juan de Ayora se quedaron en Coyoacán, aprendiendo el idioma náhuatl con Doña Marina para comenzar a evangelizar a los naturales. Ellos formaron parte de la expedición a las Hibueras, de donde partieron hacia Cuba en un navío que lamentablemente naufragó.
El idioma náhuatl no guarda ninguna semejanza con los idiomas europeos ni existió una piedra de Rosetta que facilitara su traducción, así que hubiese sido imposible que los misioneros franciscanos pudieran comunicarse con los gentiles, y mucho menos evangelizarlos sin haber sido instruidos básicamente, con anterioridad, tarea que indudablemente recayó en Doña Marina, que fue la "piedra Rosetta" para los primeros frailes franciscanos.
Muchas historias sobre la conquista de México terminaron con la caída de la Gran Tenochtitlán, pero ese periodo era en sí mismo ideológico porque dejaba de lado la otra conquista, más dilatada y profunda, que fue la evangelización de los indígenas, parte fundamental en la construcción de una nueva sociedad.
El náhuatl, lengua sonora, elegante y matizada hasta un grado que ninguna lengua de las conocidas hoy en día tiene el mismo caudal y la delicadeza de expresión y finura que ella.
Cortès organizó una expedición punitiva en contra de Cristóbal de Olid a Las Hibueras (Honduras) por su insubordinación.
Cortés tenía noticia de la riqueza de la parte de Cabo de las Hibueras y de que por aquella bahía se encontraba el estrecho que unía el Oceáno Pacífico con el ahora Mar Caribe (sugerido por el piloto Juan de la Cosa a principios del año1500), el cual se buscaba afanosamente.
Hernán Cortes mandó a Cristóbal de Olid a ese lugar en enero de1524, con el encargo de reconocer el lugar. Pero al llegar allá se alió con Diego Velázquez, enemigo de Cortés.
La expedición salió de Coyoacán el 12 de octubre de 1524, integrada por todo un ejército, además de Cuauhtémoc, el último emperador azteca, el Rey de Tacuba, los frailes Juan de Tecto y Juan de Aora y, desde luego, Doña Marina. Al pasar por Orizaba, Hernán Cortés sorpresivamente casó a Doña Marina con Juan Jaramillo, un oficial de su ejército, otorgándoles como regalo de bodas la Encomienda de Xilotepec, entre otras muchas cosas.
Uno de los motivos de esa boda fue que Cortés ya tenía concertada su boda con Doña Juana de Zuñiga Ramirez de Arellano, en su próximo viaje a España.
Una vez logrado el objetivo del viaje, Doña Marina (ahora de Jaramillo) y su esposo se embarcaron en un navío de regreso a la capital de la Nueva España. En el camino nació su única hija, María.
A su llegada construyeron una casa (ahora marcada con el número 95 de la calle de Cuba) y se dedicaron a formalizar sus bienes, sobre todo a tomar posesión de la Encomienda de Xilotepec, que era inmensa pues se extendía desde Xilotepec al poniente, hasta el Oceáno Pacífico.
Es posible que concentraran su atención en las tierras situadas al poniente del pueblo de Xilotepec, en lo que después fueron las tierras de San Juan del Río y Santiago de Querétaro, tierras llanas, muy ricas y cultivables. Sin embargo, esas tierras estaban pobladas por incontables grupos dispersos de indígenas semisalvajes llamados chichimecas, totalmente incultos, dedicados al pillaje y ataques constantes, quienes invadieran su territorio, y que sistemáticamente rehusaron toda oferta de civilización y estabilización de sus vidas.
Incontables fueron los viajes que Doña Marina realizó a Xilotepec, probablemente siguiendo la ruta vía Tacubaya, Cuajimalpa, Santa Fe, San Bartolo, Chapa de Mota y Xilotepec.
Debido a que un viaje tan largo no se podía hacer en una sola jornada, es probable que Doña Marina estableciese un lugar intermedio para pasar la noche. A ese respecto, existe desde la época de la colonia, un lugar llamado La Venta, todavía localizado en la carretera México- Toluca en el Monte de las Cruces, donde hay una desviación al Desierto de los Leones. ¡Durante muchos años ese lugar fue conocido como ¡La Venta de Doña Marina!
La conquista de San Juan del Río y Santiago de Querétaro fueron llevadas a cabo entre el 24 de junio y 25 de julio de 1531, por Don Nicolás de San Luis Montanez, Conín (indio otomí bautizado como Don Fernando de Tapia), el español Juan Sánchez de Alanís y soldados otomíes y españoles, todos o nativos o residentes de Xilotepec.
Es de suponerse que la organización, los preparativos, el costo y la ejecución fueron obra de Doña Marina, porque se trataba de aprovechar esas tierras, comprendidas dentro de su encomienda de Xilotepec...
Además, el hecho de conquistar, pacificar y colonizar esas tierras no pudo haberse hecho sin el conocimiento y la autorización de su legítima propietaria.
De acuerdo con la Relación de Méritos de Don Nicolás de San Luis Montañez, presentada el 1 de febrero de 1554, se nombra tres veces a la Malinche, lo cual puede interpretarse como una prueba de que ella estuvo presente en la conquista de San Juan del Río.
Y aquí termina este relato un tanto cuanto desconocido de la historia de la conquista de México, porque cuando los vencedores (incluyendo a Hernán Cortés) después del triunfo remitieron su Relación de Méritos al Rey Carlos V, con el objeto de obtener prebendas por los servicios prestados a la Corona, no permitieron mañosamente, que una mujer (además esclava indígena) compartiera la gloria y honra que sólo a ellos les correspondía.
La honrosa excepción lo fue Bernal Díaz del Castillo (contemporáneo de ella), quien a través de su obra Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España, la dio a conocer ¡de cuerpo entero!
Y así, con la esperanza de que algún día podamos disponer de más datos a través de una investigación exhaustiva y justa sobre los últimos años de Doña Marina, para que se le pueda rendir el homenaje que se merece después de casi 500 años, cancelando el estigma de traidora a su raza que se le adjudicó a raíz de la Independencia de México, cuando se satanizó todo lo concerniente al papel que interpretaron los españoles y sus aliados durante la conquista.
Mientras tanto, seguiremos pensando que ella fue una mujer muy adelantada para su tiempo, que bien merecería ser recordada con el mismo cariño y respeto con el que se rememora a las grandes mujeres que ayudaron a forjar el México de hoy./p>
BIBLIOGRAFÍA
-LA HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA. Bernal Diaz del Castillo.
-HISTORIA DE LA CONQUISTA DE MÈXICO, Antonio Solís.
-HISTORIA DE LA CONQUISTA DE MÈXICO, Francisco J. Clavijero.
-MÈXICO A TRAVÈS DE LOS SIGLOS.
-MALINTZIN. Miguel Ángel Menéndez.
-MALINCHE, Laura Esquivel.
-HISTORIA GENERAL DE LAS COSAS DE LA NUEVA ESPAÑA, Fray Bernardino de Sahagún.
-NOTAS A LA PRIMERA EDICIÒN DE LA HISTORIA GENERAL DE LAS COSAS DE LA NUEVA ESPAÑA, Carlos María de Bustamante.
-HERNÀN CORTÈS, José Luis Martínez. Fondo de Cultura Económica.
-LA PRESENCIA DEL PASADO, Enrique Krauze.
-RELACIÒN DE MÈRITOS, Don Nicolás de San Luis Montañez.
LA MALINCHE. RAIZ DE MÈXICO, Juan Miràlles
(*) Salvador Zúñiga Fuentes México D.F., historiador y cronista