MANICOMIO DE MAURIZIO MEDO



Hace unas semanas en Santiago de Chile se presentó el libro Manicomio del autor peruano Maurizio Medo inaugurándose así un nuevo espacio editorial para la nueva poesía latinoamericana gracias al sello editor Calabaza del Diablo con su colección Nunca salí del horroroso Chile. Aquí algunos comentarios sobre la obra de Medo, recientemente galardonado con el Premio de Poesía José María Eguren 2005.


Raúl Zurita

Raúl Zurita:

Maurizio Medo es uno de los poetas más extraordinarios emergidos en lengua castellana en los últimos años y sin duda el más fuerte y radical.

Autor de libros como En la edad de la Memoria, Limbo para Sofía, con el que recientemente obtuvo el Premio de Poesía José María Eguren y El hábito elemental, su obra asume todos los signos del hibridaje, de la transculturización y del arribo, creando un ámbito que nos muestra que la poesía es a fin de cuentas el intento más conmovedor y desesperado por llegar a una excepción deslumbradora. A aquella excepción que le dé a la precariedad de nuestros cuerpos y a la angustia de su desmembramiento, un relato que ya no requiera del lenguaje, es decir, que ya no precise de la historia del malentendido.

Los poemas de Medo se rompen abruptamente, se tarjan de golpe para amarrase asfixiándose al que sigue en un babelismo de voces, de jergas, de sonidos y lenguas, porque la experiencia humana no admite al parecer sino una sintaxis rota, un encabalgamiento que surge cuando ya todo parece perdido. La impresionante concretud de esta poesía nos hace ver que las palabras son los paliativos más dramáticos y tal vez esplendorosos de la carne, pero que son únicamente paliativos. Las palabras jamás son el dolor, pero no nos privan del dolor. Pocas veces como en la obra de Maurizio Medo una poesía nos muestra esa lucha sin cuartel que las palabras entablan con la concreción impronunciable de la vida. Gracias a Calabaza del Diablo esta noche tengo la felicidad, la enorme felicidad, de presentar ante ustedes Manicomio, la última obra de Maurizio Medo, y en su sentido mayor, algo no registrado en la escritura de nuestro tiempo.


Héctor Hernández

Héctor Hernández:

Esta escritura hace contingente la palabra como cruda realidad de una carencia que se desconoce

Manicomio de Maurizio Medo es una magna obra, una carta magna, una cartografía de la escritura como mundo proliferante y nómada. Este libro está repleto de vida, y digo vida en el sentido de la exuberancia de transgresiones tanto como discurso poético, como territorio nacional traducido y como cuerpo extranjero desde su propia genealogía. Manicomio es la contra épica del desastre, aquí todo y nada ha sucedido, todo y nada ha cambiado, sólo queda la huella de un suceso: la propia escritura. La enajenación múltiple de este libro es un correlato de la sensación de historia que tenemos hoy en día, y justamente esto hace que Manicomio venga a ser una de las obras más transversales e importantes de la poesía contemporánea en Latinoamérica. Aquí se dan cita infinidad de poetas, tanto muertos como vivos, y esta diferencia es un detalle menor, porque esta escritura hace contingente la palabra como cruda realidad de una carencia que se desconoce, y eso la convierte en una crónica de un maravilloso naufragio donde pasado y futuro no son mas que presente. Maurizio Medo se escapa de toda pauta, de todo convencionalismo, su excentricidad como autor lo pone fuera de cualquier norma y categorización nacional. Insisto, ante una obra tan poderosa como ésta cualquier comentario se resume a un par de ojos que por un momento dejan de escribir. Sólo me permito una cita del libro de Medo: "oye, todo está vivo". Nada más por decir, todo está aquí.


Alan MillsAlan Mills:

Como toda gran poesía, la de Maurizio Medo vive en el secreto mío que habla con el secreto tuyo en una lengua extraña de temblores.

No va a bastarnos decir que en estas páginas se trama la brillante y combustible intuición con que el lenguaje empalabra al cuerpo. Ni referir tal empalabramiento y su manicomio expresándose como oscuridad dolorosa en tanto liberadora, el poema y su imposibilidad realizada. Se necesita más, la carne quiere hablarnos. Porque no sólo estamos frente a algo de enorme complejidad que contiene un retorno protagónico a la palabra "alma" (instalándose gesto trasgresor en sí mismo), sino también junto a un delirio vertebrado donde el lenguaje dicta su mecánica y se asume en toda su consecuencia o trastabilleo. Si buscamos antecedentes podemos pensar en Lezama Lima, César Vallejo, cualquier excepción de la normalidad a ese nivel. Y si pretendemos nociones, algún mapa, habría que pensar en Deleuze, quizás en Foucault. Vaya, lo último suena a búsqueda de explicación y esta poesía se afinca más del lado del deseo, la razón parece estorbarle, sudamos al leerla, no buscamos la guía telefónica.
Como toda gran poesía, la de Maurizio Medo vive en el secreto mío que habla con el secreto tuyo en una lengua extraña de temblores.
En definitiva, esta escritura no se ha concebido para darnos un sereno palpitar o la paz (aunque también sí, y ahí otro rasgo de su singularidad) sino que nos pone frente al PROBLEMA, nos entrega un mosaico rococó donde la marejada de imágenes va reconstruyendo nuestra angustia y nos permite reconocerla, reconociéndonos en tal flujo desbordante y poderoso que va más allá del mero significante. La dislocación del discurso, su hibridez, su aparatosa arquitectura es necesaria para sintonizarnos al idioma con que el mundo emite su balbucir, nuestro karaoke discursivo, Manicomio es, indudablemente, una de las apuestas más tiernamente salvajes y estimulantes que podemos encontrar hoy, nos conecta con la sombra, con el atrás de las cosas, con un más allá deseoso, animal. La poesía otra vez como una manera de estar en el mundo, ya no de pensarlo o simplemente representarlo. La vida misma renaciéndose, exigiendo su espacio.

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15 de noviembre de 2005