El arte de contar puede ser un juego en el que participan en la misma medida el narrador y los espectadores, cómplices de la invención que se teje. Es lo que nos propone Blas Matamoro en este conjunto de relatos. Se trata de un ejercicio en apariencia improvisado en el que, sobre la marcha, se ensamblan las diversas piezas. Así el lector tiene la sensación de hacer parte de una urdimbre, a la que le añade o quita detalles. En los veinticinco relatos el narrador se muestra desnudo ante el lector, revelándole las claves del juego. Sobre la mesa se despliegan las piezas: los escenarios, los personajes y los hechos que se van a contar, así como las circunstancias en que surgen, tal como ocurre en "Historia de Nadie", donde un escritor advierte sobre el acto de contar a la vez que nos deja ver la relación que establece con su personaje y su deseo de despojarse del papel activo, para convertirse en su propia invención (es decir, su personaje). Esta pieza es reveladora en cuanto nos informa respecto a la poética de Matamoro. Aquí se cuestiona la autoría, algo que en el pasado carecía de la relevancia que tiene en la actualidad y que se subraya en la definición de Covarrubias que sirve como epígrafe de este libro.
Más que crear, quien está detrás de lo narrado, juega a inventar, aunque, en realidad, realiza una copia de lo ya escrito. "Escrito en polvo" es mucho más explícito a ese respecto. El narrador es un autor a quien se le ha encomendado la tarea de escribir un guión para una película sobre un escritor argentino perseguido por la dictadura (como el propio Matamoro).
Desde la elaboración hasta su puesta en escena, el guión sufre todo tipo de distorsiones. La trama se complica tanto que el autor prefiere desaparecer bajo un seudónimo. Consecuencia de tan enmarañadas circunstancias es la acusación de plagio que sufre el guionista. Pero antes de aclarar dicha situación, el narrador plantea mayores interrogantes respecto a la historia escrita por él y la interpretada por el lector.
Lo que se cuestiona en este conjunto de relatos, en general, no es la veracidad de los hechos ni la verosimilitud de las historias, sino los procedimientos narrativos, es decir la propia literatura. Mediante paradojas, representaciones paródicas de la historia, acertijos borgianos, evocaciones poéticas de la infancia, fracturas espacio-temporales, emborronamiento de la figura del narrador y reescritura de la historia, Matamoro nos hace cómplices de sus exempla. De esta forma, la materia narrada se nos presenta tan manejable como la arcilla. Tanto es así que el tiempo puede detenerse en "Aventuras de Juanito", la muerte puede preverse, e incluso vivirse anticipadamente, en "Errores de la muerte"; la escritura irá más allá de las palabras y encarnará arquitecturas, ramajes, redondeces del cuerpo, o armaduras abandonadas, como en "Al pie de la letra"; el pasado se reducirá a instantáneas fotográficas en "Fechas"; y la literatura se reescribirá arrojando luz sobre la oscuridad poética en la que quedan enterrados el autor y los personajes.
Tal es la propuesta de este escritor nacido en Buenos Aires en 1942, conocido ensayista, autor de una extensa bibliografía crítica y de las siguientes novelas y libros de relatos: Hijos de ciego, Viaje prohibido, Nieblas, Las tres carabelas y Ambos mundos: folletón (edición digital)
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