El pasado mes de diciembre la fuerza de la voz narrativa mexicana adquirió mayor esplendor con la adquisición en sus baúles de dos nuevos premios: El Cervantes 2005 para Sergio Pitol y el Juan Rulfo, Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe, para Tomás Segovia. El primero ataviado de reconocimiento internacional, el segundo de polémica. Mientras Pitol afirma que "Me siento absolutamente coronado en mi trabajo", la Fundación Juan Rulfo, envía un comunicado de prensa en el marco de la FIL de Guadalajara (México) el día 26 de noviembre de 2005 en la que Ómnibus estuvo presente, en el que señala que bajo el amparo del escritor jalisciense, se ha convertido el premio "en un botín de grupúsculos" que se otorga en función de intereses geopolíticos, y como culmen se agrava la situación por las declaraciones que hizo en agosto el flamante ganador Tomás Segovia, quien afirma que no se sabe como Juan Rulfo pudo escribir una obra tan notable si tenemos en cuenta su falta de preparación. Según la familia Rulfo, Tomás Segovia llama "ignorante" al novelista, entre otras supuestas "expresiones ofensivas" a la memoria del escritor. Algo se esconde bajo este escándalo que se ha tratado de silenciar y minimizar. Pero lo que parece que la Fundación Juan Rulfo no ha entendido es en realidad la intención de Segovia, hombre afable, que no es ni más ni menos que afirmar que un escritor prácticamente autodidacta haya sido capaz de escribir una de las obras más importantes de la literatura en lengua española. Sus declaraciones del día 1 de agosto fueron: "Creo que es el tipo de escritor que tiene el puro don; es decir, es un escritor misterioso, nadie sabe por qué Rulfo tenía ese talento, porque en otros escritores uno puede rastrear el trabajo, la cultura, las influencias, incluso la biografía. Pero Rulfo es un puro milagro, nadie sabe por qué tiene ese talento. No tuvo una vida muy deslumbrante, no fue un gran estudioso ni un gran conocedor. Él, simplemente, nació con el don". Juzguen ustedes.
Mientras tanto desconocemos si el premio Juan Rulfo será retirado de la organización de la FIL el próximo año. Su presidente, Raúl Padilla descartó de lleno el cambio de nombre al premio porque está protegido por la ley. Habremos de esperar a la próxima feria (que este año estará dedicada a Andalucía) y a la convocatoria del premio.
Tomás Segovia (Valencia, España, 1927), siendo adolescente llega a México como parte de la comunidad española que emigra durante la dictadura franquista. Esta circunstancia le hace autodefinirse como un escritor marginal, marginalidad que le permite al poeta cuestionar las ortodoxias, los fanatismos y que le implica la búsqueda de un núcleo poético. Escribe no para proponer algo, mucho menos para imponerlo, sino para exponerlo. Este sentimiento de exilio no le abandona nunca. "Por jugar con el título de uno de sus libros, La luz provisional podemos decir que en la escritura de Tomás Segovia siempre ha habido una conciencia de luz y provisionalidad" (Luis García Montero, 1988). Por eso los universales de la escritura de Segovia están siempre marcados por el binomio presencia/ausencia y sus figuras recurrentes cómo el nómada, el pastor o el profeta, son arquetipos relacionados directamente con la realidad misma que vive el escritor.
A los 16 años empieza a escribir poesía y a los 18 publica por primera vez en revistas. En México estudia Filosofía y Letras y vive hasta su madurez. Actualmente combina su estancia entre México y España.
Su primer volumen de poesía, La luz provisional, se publica en 1950 y desde entonces se presenta como un poeta en diálogo con la tradición europea. Su labor como escritor abarca más de 20 libros y géneros como el ensayo, la crítica, la dramaturgia, la narrativa y, por supuesto, la poesía. Además de sus libros, publica también en revistas como Diálogo s, Plural, Revista Mexicana de Literatura y la mítica Vuelta, a través de las que mantiene un vínculo permanente con las letras mexicanas. Algunas de sus obras son Primavera muda (1954), Trizadero (1974), Personajes mirando una nube (1981), Luz de aquí. Poesías 1952-1954 (1958), Anagnórisis (1967) o Historias y poemas (1968), por mencionar algunas.
Segovia también ha sido importante traductor del pensamiento francés de la segunda mitad del siglo XX, así como de poetas como Nerval, Hugo o Bretón.
Otros escritores que han recibido este premio son: Nicanor Parra (1991), Juan José Arreola (1992), Eliseo Diego (1993), Julio Ramón Ribeyro (1994), Nélida Piñón (1995), Augusto Monterroso (1996), Juan Marsé (1997), Olga Orozco (1998), Sergio Pitol (1999), Juan Gelman (2000), Juan García Ponce (2001), Cintio Vitier (2002), Rubem Fonseca (2003) y Juan Goytisolo (2004).
Por otra parte, Sergio Pitol (ver entrevista de Reina Roffé en Ómnibus nº 1, http://www.omni-bus.com/n1/pitol.html) es el tercer escritor mexicano en obtener el acreditado galardón intelectual Cervantes 2005 (económicamente dotado con 90.151,82 euros), junto a Octavio Paz y Carlos Fuentes que lo obtuvieron en 1981 y 1987 respectivamente. Destacados escritores como el uruguayo Mario Benedetti, el español Juan Marsé y el peruano Alfredo Bryce Echenique fueron superados por el autor de El arte de la fuga. La ministra de cultura española Carmen Calvo anunció a Pitol que había sido elegido por mayoría como el nuevo ganador del Cervantes a propuesta de la Real Academia de la Lengua. "El jurado ha estimado ante todo su tarea como traductor, como mediador para el conocimiento de escritores que de otra manera hubieran tenido difícil acceso", dijo el director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha, presidente del jurado.
Pitol nace en Puebla, en 1933, si bien desde muy pequeño se traslada a vivir a un pequeño pueblo de Veracruz, donde transcurre su primera infancia y conoce por primera vez, gracias a su abuela, las novelas de aventuras de Julio Verne y Charles Dickens. Considerado por la crítica como un autor de referencia tanto en México como fuera de sus fronteras, su manifestación artística no solo la ha mostrado con la creación literaria, sino con sus valiosas traducciones de autores eslavos o de Conrad, Henry James, Gombrowicz y todo Lacan, una gran mayoría de libros fundacionales que han impactado a varias generaciones.
En su literatura conviven todos los géneros literarios, escritos autobiográficos, sueños con su perro, fragmentos de diarios, reflexiones sobre el arte, crónicas sobre la actualidad, viajes y homenajes a sus autores preferidos.
Pitol publicó recientemente la última entrega de lo que denomina su "trilogía autobiográfica", que forman El arte de la fuga, El viaje y El mago de Viena. Su estilo se expresa sobre todo en El arte de la fuga, maneras que recupera en uno de sus últimos libros El viaje, donde cuenta uno de sus viajes por la Rusia de los años ochenta. Recientemente ha visto publicados en la editorial Anagrama una selección de sus relatos en Los mejores cuentos, así como el texto autobiográfico El mago de Viena (Pre-Textos, 2005).
En esta última, desviste en un párrafo la mirada que tiene de su escritura, siempre bajo la máxima que aprendió de Antonio Tabucchi de "desconfiar de los escritores que no desconfían de sus propios libros". Pitol señala en El mago de Viena: "Me inicié en la escritura a mediados del siglo pasado. En el año 1956 para ser preciso. Fui yo el primero en asombrarse de haber dado ese paso. Mi relación con la literatura se inició desde la infancia; tan pronto como aprendí las letras me encaminé a los libros. Puedo documentar la niñez, la adolescencia, toda mi vida a través de las lecturas. A partir de los veintitrés años, la escritura se entreveró con la lectura. Mis movimientos interiores: manías, terrores, descubrimientos, fobias, esperanzas, exaltaciones, necedades, pasiones han constituido la materia prima de mi narrativa. Soy consciente de que mi escritura no surge sólo de la imaginación, si hay algo de ella su dimensión es minúscula. En buena parte la imaginación deriva de mis experiencias reales, pero también de los muchos libros que he transitado. Soy hijo de todo lo visto y lo soñado, de lo que amo y aborrezco, pero aún más ampliamente de la lectura, de la más prestigiosa a la casi deleznable. Algunos vasos comunicantes no fácilmente perceptibles transmiten lo que soy yo a mi lenguaje y lo que el lenguaje es a mí. Por intuición y disciplina he buscado y a veces encontrado la Forma que el lenguaje requería. En pocas palabras eso es mi literatura".
Entre su extensa producción literaria se dan cita otros títulos como No hay tal lugar (1967), Los climas (1972), El tañido de una flauta (1973), Asimetría (1980), Cementerio de tordos (1982), El desfile del amor (1985), Domar a la divina garza (1988), Vals de Mefisto (1989), La casa de la tribu (1989) o La vida conyugal (1991).
Sergio Pitol recibirá el galardón el próximo 23 de abril de este año en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, donde ofrecerá un discurso solemne coincidiendo con la fecha aniversario del fallecimiento de Miguel de Cervantes, durante un acto que presidirá el rey Don Juan Carlos en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá, en Alcalá de Henares, ciudad natal del autor de El Quijote.
Reconocido como la distinción literaria más importante en lengua castellana, el Premio Cervantes fue creado en 1975 con el fin de distinguir la obra de un autor español o iberoamericano cuya contribución al patrimonio cultural hispánico fuera decisiva. "La presente situación, abrumadoramente honrosa, pesa mucho sobre los hombros del premiado..." aseveraba Jorge Guillén en 1976 tras recibir el premio en su primera edición. Después, en los años posteriores y hasta nuestros días, le siguieron otros grandes maestros de las letras como Alejo Carpentier (1977), Dámaso Alonso (1978), Gerardo Diego y Jorge Luis Borges en 1979, Juan Carlos Onetti (1980) y Octavio Paz (1981).
Las décadas de los ochenta y noventa, fueron para Luis Rosales (1982), Rafael Alberti (1983), Ernesto Sábato (1984), Gonzalo Torrente Ballester (1985), Antonio Buero Vallejo (1986), Carlos Fuentes (1987), María Zambrano (1988), Augusto Roa Bastos (1989), Adolfo Bioy Casares (1990), Francisco Ayala (1991), Dulce María Loynaz (1992), Miguel Delibes (1993), Mario Vargas Llosa (1994), Camilo José Cela (1995), José García Nieto (1996), Guillermo Cabrera Infante (1997), José Hierro (1998), Jorge Edwards (1999). El nuevo milenio lo inauguró Francisco Umbral (2000) al que siguieron Álvaro Mutis (2001), José Jiménez Lozano (2002), y, finalmente, Gonzalo Rojas en 2003 y Rafael Sánchez Ferlosio en 2004.