Desde tiempos inmemorables se han venido representando las mamas en las distintas manifestaciones del arte, incluyendo sus funciones e incluso hasta su patología más agresiva, el cáncer.
Ya desde la prehistoria se conservan las famosas "venus" de marfil y de piedra blanda del paleolítico superior (40.000 a 9.500 a J.C), del auriñaciense tardío, como la talla en piedra caliza de 10,45 centímetros de altura, la famosa Venus de Willendorf (Austria), que se conserva en el museo de arte de Viena. Y son también de esa época las venus de Lespugne, de Branssempony y de Grimaldi, en las que se representan las mamas.
En las pinturas rupestres también aparecen representadas, desnudas y péndulas, como en las pinturas de El Cogul (Les Garrigues- Lleida- España), declaradas patrimonio de la humanidad por la UNESCO, al tratarse de una de las primeras manifestaciones artísticas del hombre dentro de la primitiva expresión mediterránea.
En todas las culturas -egipcia, india, griega, romana, precolombinas, etc.- se han venido representando, y con ello también la estética ideal de cada lugar y época al respecto.
En la Edad Antigua, es decir, desde que se tienen conocimientos históricos, hasta el siglo V de nuestra era (la cristiana), ya hubo manifestaciones artísticas en este sentido, un ejemplo clarificador es la Diosa de las serpientes, representada por una figurita de fina loza, con serpientes recorriéndole el cuerpo, que porta un típico vestido largo minoico con delantal superpuesto de generoso escote que deja las mamas al descubierto. Fue encontrada en el tesoro del Santuario Central del Palacio de Knosos (isla de Creta), y data del Minoico Medio III, alrededor del 1600 a J.C.
En la Edad Media, entre la decadencia de Roma y el comienzo del Renacimiento (siglos V al XV) resulta interesante como ejemplo el caso de la virgen policromada Santa Gwen, candidata a ser la patrona de la lactancia, por su ensalzamiento de la lactancia materna. Esta santa presenta una tercera mama (supernumeraria) en medio y encima de los otras dos, no en las cadenas mamarias laterales, con producción de leche de tal calidad que llegó a tener cuatro hijos santos.
En la Edad Moderna, es decir, desde el siglo XV hasta la Revolución Francesa (1789 - 1795) surge en el mundo del arte un período conocido como el Renacimiento, que se prolonga hasta el siglo XVIII, en el que aparecen nuevos estilos como: el Barroco, el Rococó, el Manierismo, el Plateresco y el Neoclásico, y con ellos, las formas voluptuosas del desnudo femenino. No deja de extrañar que en algunos casos incluso se llegue a plasmar, tanto en la pintura, como en la escultura, aspectos tan ingratos como sin duda lo es el cáncer de mama. Veamos algunos ejemplos:
En el siglo XVI, en la Sacristía Nueva de las Capillas Mediceas, en Florencia, se instalaron los sepulcros de la familia Médicis, obra del gran escultor, arquitecto, pintor y poeta Miguel Ángel Buonarotti (1475 - 1564). En dos de ellos velan dos estatuas de hombre y mujer, en desnudo, en cada una. En la de Julián, duque de Nemours Día y Noche, y en la de Lorenzo, duque de Urbino Crepúsculo y Aurora (obras de 1520). En la figura de mujer de Día y Noche es evidente, por su superficie irregular, un cáncer de mama localmente avanzado y además bilateral. Basta para comprenderlo observar y comparar las mamas de esta mujer con los de la figura femenina de Crepúsculo y Aurora que aparecen lisas, perfectas, normales.
El gran pintor Rafael, en su famoso cuadro La Fornarina, la hija del hornero, del panadero, (año 1520), representa a la modelo Margherita Luti, que es su joven amante, y en ella se observa, especialmente en la visión directa, una retracción u hoyuelo en la mama izquierda, típica de los que se producen cuando una mama está afectada por un tumor maligno.
Otro gran pintor, Pedro Pablo Rubens (1577-1640) representó en su famoso cuadro Las tres gracias a Elena Fourment, su esposa, con otras dos modelos, y en ella también se puede apreciar en directo una depresión en la superficie mamaria, signo de un cáncer de mama.
También en este mismo siglo XVI el gran pintor italiano Robusti (Jacobo) Tintoretto (1518 - 1594) representó como un flujo de leche, proveniente de la diosa griega Hera, esposa de Zeus y que los romanos llamaron Juno, da origen a la Vía Lactea, conocida también hoy con la denominación de Camino de Santiago.
Y, por último, en esta época histórica a la que nos estamos refiriendo, ya en el siglo XVIII, otro de los grandes pintores, Rembrandt Harmenszoon Van Rijn pintó el cuadro Bethsabé con la carta de David y también se dice que en directo se puede apreciar en la modelo, su amante, un cáncer de mama.
No deja de extrañar que estos tres genios de la pintura hayan plasmado esta entidad en sus modelos que a su vez eran sus esposas o amantes.
Y para terminar con esta pincelada médica sobre el arte en las mamas y sus circunstancias, en la Edad Contemporánea, que en España consideramos desde la Revolución Francesa hasta nuestros días, también surgen algunas maneras mamarias en el arte. Basta con contemplar el cuadro del genial y fantástico Dalí La Fuente de leche (1945).
Por todo lo anteriormente comentado podríamos decir que las mamas, órganos específicos de los mamíferos, están fundamentalmente destinadas a la lactancia de las crías, y en la especie humana diferencian el torso del varón y de la hembra, por ello también juegan un importante papel en la silueta femenina, en la sexualidad y en el erotismo. En la historia del arte las mamas han ocupado siempre, como constante, un lugar de privilegio, incluso en la era cristiana, si bien con auténticos subterfugios, como podrían ser las representaciones de Adán y Eva, o de la Virgen amamantando al Niño.
La representación de las mamas en el arte no ha tenido tregua, surgiendo, además de lo expuesto, medallas, cerámicas, tapices, escenas populares, pasando por todas las manifestaciones del arte. En España no escapan a ello, entre los pintores: Goya, Picasso, Casas, Fenollera, Dalí, etc. Sería poco menos que imposible en pretender en estas páginas hacer un listado de esculturas, pinturas, dibujos, grabados y otras manifestaciones en las que las mamas han hecho su aparición.
Como conclusión se puede decir que las mamas son un elemento anatómico, que ha dado lugar a las más variopintas interpretaciones, curiosidades y discusiones, tanto en el ámbito de lo científico, como en el mundo del arte. Y la cosa continúa.