El cuento, como representación literaria y representación del mundo, sigue abriéndose paso en la lucha editorial. Además de los libros de los clásicos, se ve que el trabajo de los nuevos autores se hace con la misma conciencia de los maestros, con pocas probabilidades de lograr un gran mercado, al menos en casi todos los países del mundo, y siempre por amor al arte. En el libro La casa imposible, Consuelo Triviño Anzola (Colombia, 1956) reúne dieciocho cuentos con el mismo criterio con que publicó su novela Prohibido salir a la calle: "es el origen mismo de mi deseo o mi necesidad de escribir". Y con componentes similares, al lado de las variaciones de los temas, de los que comenta Álvaro Bernal en una conversación sobre la novela: "se empiezan a fecundar espacios y personajes que antes no se veían o no existían tan claramente dentro de Bogotá ... los hippies, los raponeros, los gamines, el parque de la sesenta, los vecinos asimilados de la ciudad al campo, el barrio del sur y su transformación arquitectónica". Para sus últimas creaciones Consuelo Triviño traslada sus personajes a otros lugares, aunque tampoco es importante reconocer los detalles de los escenarios.
Reunir dieciocho cuentos requiere una gran dedicación de tiempo y una intención de continuar y aportar algo a una vieja propuesta de la estética literaria. En este libro se encuentra el drama de los abusos naturales y sus compensaciones, los desalientos y los deseos de recuperación, derrotas y conquistas que se enfrentan para resumir los momentos corrientes de cada día. El cuento "La muñeca" recoge algo del espíritu de los otros que componen el libro. Es el monólogo de una mujer que en un principio es una muñeca de plástico y termina revelando que es un ama de casa, cuyas circunstancias ya no tiene necesidad de seguir contando. La respuesta se da en "Sólo para hombres", en el que el elemento del sadismo se confunde con los deseos de vengaza de la mujer objeto. En ella se descubre una identidad dudosa que se percibe en los demás personajes. Un mundo artificial, de desigualdades sociales que producen desórdenes en la comunidad y en el comportamiento individual. Como dice la muñeca: "quisiera volverme humana para protestar".
Cuentos a los que sea o no el propósito de la autora, se le pueden conferir simbolismos y correspondencias con el estado del ser humano en la sociedad moderna. Hay que recordar la novela y los cuentos de J.D. Salinger. La derrota no es completa porque se le oponen la rebeldía y la protesta. Hay ternura en el horror, la que siente el personaje y la que comparte con los lectores. Las atmósferas extrañas existen porque pertenecen a un mundo marginal, que avanza con el riesgo de abarcar a cada persona. Las diferentes clases sociales que aparecen en el libro están expuestas al mismo peligro. Es la "Puerta cerrada", ahogo y muerte. O "Una", poseída por el vacío, la mujer que no tiene nada que contar, salvo el sentimiento de protección hacia ella misma. La soledad, por falta de amor o de simple compañía, la relación platónica en "La sonrisa de Lilith", contraria a la relación directa, dura en la escena, de "Sidharta". El abandono puede preparar e inspirar una elegía, las confesiones son lirismo cuando la melancolía se pasa de uno a otro personaje, los sueños de la huida muestran el camino de la libertad, las pesadillas son el encierro o el aislamiento que los demás califican de locura. Durante la lectura se comparten las acciones de diversos modos de vida, los recuerdos propios y los cuentos de otros seres, es La casa imposible, hay que sostenerla para sobrellevar tantas sensaciones y momentos del alma.