Manuel Vilas 

UNA MIRADA AL MUNDO EN LOS BESOS DE MANUEL VILAS


Por Pedro García Cueto

Escritor y crítico literario español

   

Después del éxito de Ordesa, Manuel Vilas vuelve a una narrativa que es mirada desde las entrañas de un ser que mira el tiempo y la vida con extrañeza, porque en la retina del escritor late una forma de ver que lo hace singular y que da a la novela la textura necesaria para atraparnos.

   Publicada por Planeta, Los besos es una novela que nos cuenta la historia de Salvador que, al inicio de la pandemia, decide irse a un pueblo. Es un profesor ya jubilado, cuya falta de comunicación con sus alumnos le llevó a un ensimismamiento que sigue presente en él. Esa falta de sociabilidad con otros seres le hace aislarse y contemplar la pandemia como si todo un mundo hubiese caído en desgracia. Pero es precisamente su afán de detenerse en detalles que otros no percibirían lo que dota a Salvador de una singularidad. Su encuentro en el supermercado con una mujer, Montserrat, quince años menos que él, sirve de puente para expresar su pasión ante la idea del amor y su total devoción a ella, porque considera que el amor es el único eslabón que nos puede salvar de la locura.

   Con estos mimbres, Manuel Vilas avanza en una novela que es también una especie de diario donde esa oda a la naturaleza, al paisaje del campo, a su pasión por comprar verduras o esa tensión que supone robar en el supermercado, va puliendo un libro que más que una novela es un acto de reflexión, una especie de confesionario donde late el espíritu de un hombre singular.

   Hay muchos párrafos del libro donde Vilas con maestría se detiene en lo cotidiano, en la contemplación de la belleza del mundo, como si el virus no fuera lo más importante sino su reacción ante lo que le rodea. Otro aspecto es la lectura de la novela El Quijote de Cervantes, porque a través de esa lectura está interpretando el mundo. Al llamar a la chica Altisidora está reafirmando su deseo de huir de la realidad, de construir un mundo alternativo, un espacio totalmente cerrado a lo que ocurre en el exterior, para aislarse a través del sexo de un mundo que se va destruyendo.

  Cito algunas líneas de la novela, como ese canto a la naturaleza:

“Oh, viento, oh, carne, oh cuerpo humano, y el bosque al lado de mi casa, donde los virus no están, donde la luna y el sol se alternan sin escrúpulos políticos, donde la belleza persevera porque no sabe que es belleza…”.

   Se trata de un hombre sin fotos en la cartera, porque todo es hondura, los rostros se confunden y él mira el tiempo como si fuese contemplado por primera vez. En el capítulo 35 podemos ver cómo penetra el escritor en el ser que ama, cómo se convierte en el amanuense que la descifra, porque este nuevo libro de Vilas es un descenso al ser hondo que habita en nosotros, es un viaje a nuestro propio cuerpo, cuando lo miramos detenidamente:

“Ha sido al notar su aliento, la carnosidad de la lengua, cuando he accedido a la parte invisible de Montserrat / Altisidora, al lugar en que ella habla consigo misma. Y veo lo que es. La veo por dentro”.

  Los comentarios sobre personajes políticos o por sucesos de nuestra España como el 23 F van dotando a la novela de un tiempo, van arraigando la historia a una época. Pero lo que importa no es todo eso, sino ese descenso a los infiernos de uno mismo y a los del ser amado, como si volviera Dante en su famosa Divina Comedia. Porque comedia es en realidad la vida y Manuel Vilas lo sabe muy bien. 

   Y no elude lo escatológico (hay un instante decisivo que no revelo que conduce al desengaño amoroso) porque Vilas mira el cuerpo, lo disecciona, lo contempla como si hiciese una radiografía del ser amado, aparecen piernas, labios, bocas, brazos, todo ese cosmos que van conformando el paisaje humano. No elude la naturaleza: los árboles, los pájaros, porque sabe Vilas que todo se reduce a un encuentro entre dos seres en la inmensidad del mundo que permanece pese a nosotros, tan perecederos.

   Sin duda, nos hallamos ante una novela intimista y existencial, donde la hondura de la mirada permanece todo el tiempo como si los ojos del escritor filmasen al otro cuerpo, se detuviesen en lo más íntimo de él. Ambientada en la pandemia, como si el tiempo se hubiera detenido, todo es un afán de regresar a la niñez para saber mirar de nuevo y encontrar en los besos la única luz de la existencia. Una gran novela, sin duda alguna.


TÍTULO: LOS BESOS

AUTOR: MANUEL VILAS 

EDITORIAL: PLANETA

AÑO: 2021