Presente y futuro del español en los medios de Por Jorge Ignacio Covarrubias[2] New York, USA
I Me propongo dividir mi ponencia en dos grandes temas: los problemas del presente y los desafíos del futuro para el Español en los medios de comunicación de los Estados Unidos. En cuanto a la situación presente, quiero dividirla en dos aspectos: primero, los problemas inherentes al manejo del español en los medios de comunicación y, segundo, los problemas derivados de la influencia del inglés sobre el español. Problemas del presente Pasemos al primero de los dos aspectos: La agencia The Associated Press envía su servicio a 19 países latinoamericanos de habla española, además de España y la población de habla hispana de EE.UU., lo que arroja un total de 21 naciones servidas. [No incluyo a otras comunidades como Guinea Ecuatorial o la pequeña colonia hispanohablante de las Filipinas –ésta con Academia propia–, que no reciben nuestro servicio en español. En cambio, sí incluyo a la importante población hispanohablante de EE.UU., donde la Associated Press tiene numerosos suscriptores de habla hispana: periódicos, semanarios, radio, televisión]. Esos son apenas unos pocos problemas con que nos enfrentamos cotidianamente en las mesas de redacción al dirigirnos a tantos países de habla común, cada uno con sus peculiaridades lingüísticas; además, dentro de una misma nación también hay variantes de léxico, que diferencian el habla de una provincia a otra, de una región a otra.Por eso tenemos que extremarnos para emplear un español que sea comprensible, inequívoco y no ofensivo, además de preciso, económico, transparente y –de ser posible– elegante. Nuestra primera preocupación es hacernos entender. Ese esfuerzo por emplear un lenguaje común para todos –una koiné– nos lleva a extremarnos en cuanto a evitar los regionalismos. Estando en Nueva York, recibí una vez un despacho de nuestra oficina de Chile que hablaba de un "piño" y les pregunté a los colegas qué significaba aquel término. No figuraba en el diccionario de la Real Academia y no lo conocía nadie en la redacción, en la que por otra parte no había ningún chileno. Un colega de Chile me respondió que era un "rebaño" y se extrañó de mi desconocimiento, aduciendo que el término estaba en el diccionario. Pronto me llamó nuevamente para disculparse: "Ah", me dijo, "dice chilenismo". Del mismo modo tratamos de evitar todos los términos que sean exclusivos de un país o una región, y si bien los argentinos nos bañamos en una "pileta de natación" y los mexicanos en una "alberca", en nuestro servicio usamos el término común de "piscina". En síntesis, nuestra primera preocupación es usar un lenguaje que sea comprensible para todos. La segunda, es que esa terminología sea inequívoca. El coche y el carro Recuerdo que una vez le tributaron un homenaje a un futbolista argentino en Colombia. Y para trasladarlo al lugar de la ceremonia, le preguntaron si quería ir en "coche" o en "carro". Resulta que en el Río de la Plata, "coche" es sinónimo de "automóvil" y "carro" es el vehículo de tracción animal. A la inversa, en Colombia "carro" era sinónimo de automóvil y "coche" el carruaje jalado por caballos. Como el futbolista quería ir en auto, dijo "coche", y lo llevaron en "carro". Hace poco se produjeron dificultades en la bolsa de valores de Nueva York y la noticia inicial decía que los ordenadores de Wall Street se habían paralizado momentáneamente. En nuestra mesa de redacción los dos primeros que vieron la noticia se hicieron a la peregrina idea de que se trataba de ciertos trabajadores que habían hecho un paro. Pero al avanzar en la lectura, quedaba bien en claro que se trataba de las computadoras. Previsiblemente, el redactor era español y los demás latinoamericanos. Enfrentados cotidianamente con este tipo de problemas, nosotros tratamos de evitar toda confusión entre "carro", "coche" y automóvil, y empleamos el término "computadoras" que es el más familiar para la gran mayoría de los lectores de nuestros suscriptores. Además de usar un lenguaje comprensible e inequívoco, tenemos que procurar que no sea ofensivo. Ustedes saben que en el Río de la Plata nosotros "agarramos" y no usamos un verbo muy castizo que emplean en España. En Chile se evita absolutamente el término "pico", y si se emplea para aludir a "la hora pico" como la hora de mayor tránsito, se hace con intención maliciosa. Aun algunas inocentadas conllevan peligro. Si en una tabla de posiciones de un certamen deportivo abreviamos Costa Rica en C. Rica, damos lugar a un término que puede resultar ofensivo al menos en Puerto Rico ('crica' [v. DRAE]). Esos son apenas unos pocos problemas con que nos enfrentamos cotidianamente en las mesas de redacción. Otros son encontrar la palabra justa para realidades que tienen distintos nombres en nuestros países. ¿Cómo se llama el pliegue que remata la pierna del pantalón? ¿Ruedo, dobladillo, botamanga, bocamanga? ¿O ese adminículo de oficina que se da en llamar grapadora, engrampadora, presilladora, abrochadora, cosedora? A veces la dificultad responde a deficiencias en la formación de los periodistas hispanos. El misterio del gerundio Es comprensible que los anglos tengan problemas para lidiar con ese modo gramatical porque en español el gerundio está mucho más desarrollado que en inglés. Pero los que se ganan la vida escribiendo en español deberían tener una idea de sus usos y matices. El gerundio tiene, además, una injusta mala fama, producto del desconocimiento general. Más de un corrector de estilo de la vieja escuela aconsejaba no usarlo nunca, cuando lo que corresponde es usarlo cuando se debe. Uno de los abusos del acosado gerundio responde al olvido de su función, predominantemente adverbial, para usarlo en función de adjetivo, como en "un barco llevando libros" o "una ley disponiendo" tal o cual cosa. Otro es el bendito gerundio de posterioridad –por desconocer que básicamente el gerundio se refiere a una acción simultánea o anterior–, que produce despropósitos como "Los ladrones huyeron, siendo apresados al día siguiente". Discordia entre subjuntivo e indicativo Es frecuente encontrar el empleo del subjuntivo presente en una oración subordinada dependiente de otra en indicativo pasado: "me dijo que venga" en vez de utilizar el correspondiente pasado del subjuntivo "viniera", o "quiso que haga" en vez de "que hiciera". A la inversa, una costumbre generalizada es la de usar el subjuntivo en vez del indicativo en lo que bien se señaló como un resabio del uso medieval resucitado por los románticos: "Gardel, que tantas veces cantara..." cuando no hay duda de que cantó, y por eso no corresponde el modo subjuntivo con su matiz de duda e incertidumbre. El participio y sus bemoles El participio también tiene sus bemoles, sobre todo en la vacilación de muchos redactores, con el uso de las formas regular e irregular en los verbos que las admiten. Es común leer "El presidente fue electo" cuando esta forma irregular se usa normalmente como adjetivo y la forma regular para las funciones verbales. Quizás a los vacilantes les quede más claro recordar que "el agua bendita fue bendecida". La acentuación también da trabajo a muchos periodistas poco preparados, sobre todo en los monosílabos con más de una función y en los pronombres. En cuanto a la nomenclatura, conviene que los colegas estén al tanto de las nuevas incorporaciones al diccionario, ya que en algunos casos el uso –y su aceptación– los ha reivindicado. Precisamente ahora se puede "reivindicar" un ataque, calificar un arma de "sofisticada" y usar aunque con prudencia lo que no se podía antes, que era modificar un sustantivo con un adverbio –al menos con términos abstractos– como en el caso de la "no intervención". Finalmente considero que conviene hacer hincapié en una función básica del periodista, que es la de "traductor". Bombardeados cotidianamente por las jergas o lenguas especiales del gobierno (governmentese), de los militares, los médicos, los abogados, los publicistas, nuestra tarea es traducir esa terminología especializada a un lenguaje común que pueda comprender un estudiante promedio de secundaria. Si los médicos nos hablan de "los inhibidores selectivos de recaptación de serotonina", los periodistas tenemos que tomarnos el trabajo de explicar que la serotonina es un neurotransmisor e indicar por qué el control de su flujo y reflujo es importante para regular los estados de ánimo. La actitud ideal es la de no sobrestimar los conocimientos del lector ni subestimar su inteligencia. La influencia del inglés sobre el español En 1986 hice una encuesta entre profesores de español y lingüistas de EE. UU. sobre el fenómeno del "spanglish", y en 1996 la amplié con una consulta a 30 profesores en 16 estados de todo el país. Las conclusiones fueron muy interesantes.Para empezar, la mayoría consideró el spanglish como un dialecto o variación dialectal, fundamentalmente oral, producido por la interacción de dos idiomas, que nace inevitablemente del contacto –y a veces de la confusión– de dos lenguas y dos culturas, a menudo por la necesidad de nombrar nuevas realidades o de suplir el desconocimiento de términos en inglés. Pero mientras la mayoría de los consultados del este y norte de Estados Unidos lo censuraron como producto de la ignorancia, la incultura o falta de educación, los del sudoeste lo defendieron por considerarlo una bandera lingüística, marcador étnico, emblema de liberación de una lengua subordinada a la coerción de otra, un 'enfant-terrible' de la cultura; mezcla de irreverencia, humor, afirmación de independencia y arma de resistencia. El Dr. Odón Betanzos Palacios, presidente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, en una ponencia presentada al Congreso de Valladolid, consideraba al spanglish o espanglish o espanglés como producto "del mal uso de ambas lenguas al imperar la ignorancia o la falta de respeto por esas dos lenguas universales en contacto". En cambio en el sudoeste, en la zona que se conoce como "The Borderlands" y que abarca el sur de Estados Unidos y el norte de México, se le conoce como "tex-mex" o "texano". [Es interesante notar que algunos profesores del este que censuraron el spanglish acudieron a la defensa del "texano" como factor de resistencia e identificación cultural. La escritora y Dra. Rima de Vallbona, profesora de la University of St. Thomas en Houston (Texas), defendió el texano y conjeturó que "el latín vulgar en su proceso de evolución debía escandalizar a los romanos como nos escandaliza a nosotros el espanglish.En la encuesta, varios consultados aludieron al "cambio de código" o "code switching", o sea, el paso de un idioma al otro hasta en la misma frase, al modo de quien "starts to speak in English y termina hablando español", y también al "language loss", o pérdida del idioma de una generación a otra pasando por la generación intermedia, y a la "diglosia", que es la situación que se da cuando una de las dos lenguas goza de prestigio o privilegios sociales o políticos superiores.
Dos de los principales problemas del choque de idiomas son los neologismos y los préstamos. Como bien lo dijo la profesora Milagros Sánchez en el Congreso de la Lengua Española de 1992, son aceptables los neologismos –producto de los "préstamos"– o mejor dicho, de las adquisiciones o importaciones lingüísticas, como dice Lázaro Carreter, cuando existen "vacíos léxicos", o sea, realidades todavía sin nombre. En ese caso, claro está, se aceptan siempre que los sonidos del término se adapten a la grafía y fonética del español, como señala Gómez Font. Pero muchas veces esos vacíos no existen y el neologismo está de más, como en el caso de uno acuñado por un medio deportivo sudamericano que se extendió como reguero de pólvora: el sustantivo "esponsor" y el insólito verbo "esponsorizar" [aceptados ya con estas grafía por la RAE, pero remitidos a "patrocinador y "patrocinar"], ignorantes a la vez de los términos castizos "patrocinador" y "patrocinar", y del proceso de adaptación de los vocablos extranjeros al español. Los avances de la medicina, la ciencia y la tecnología presentan constantemente realidades en busca de nombre, y los periodistas –que al igual que los escritores, los traductores, los académicos– estamos en las trincheras del frente de batalla del idioma, necesitamos nombrarlas. Calcos léxicos y calcos semánticos ¿Qué les ponemos a "hardware" y "software"? Los españoles propusieron una traducción elegante y simétrica con "soporte físico" y "soporte lógico". Pero en el contexto de la noticia, estos términos no siempre quedan en claro para los lectores. En ese caso ¿no es mejor mantener el término en inglés y entrecomillarlo? O, a la inversa, ¿conviene traducir siempre los términos en inglés? ¿Qué sucede si los distintos medios imponen distintas traducciones para la misma realidad y terminamos con varios nombres para lo mismo? Rafael Lapesa prefiere un anglicismo común a una pluralidad de traducciones que dañaría la unidad de la lengua. Los calcos –o sea, las voces españolas que por su semejanza formal con otras inglesas reciben de este idioma acepciones que no tenían en nuestra lengua– constituyen otro problema porque se cuelan insistentemente en el habla y muchas veces en las traducciones y en el periodismo hispano. Es así como las instalaciones se convierten en "facilidades", se distribuyen "copias" y no ejemplares de libros, uno "salva" y no almacena información en la computadora o "aplica" para un trabajo, tal como suele decirse en inglés, en vez de solicitar empleo, como se dice tradicionalmente en español. (Esos calcos se conocen a veces también como "falsos amigos" o "falsos cognados", de los cuales se ha tratado con frecuencia en Glosas). Y finalmente... ¿qué es esto para? Lo que antecede, en cuanto a los calcos semánticos. Y en lo que respecta a los calcos sintácticos, nos enfrentamos con una mala costumbre, que suele responder al desconocimiento, la pereza o la fatiga, y que reproduce el ordenamiento de las frases del inglés con su abundancia de construcciones en voz pasiva, la profusión de artículos innecesarios dada la riqueza de nuestras desinencias verbales, o la inclusión de posesivos que no vienen al caso. En su extremo, me recuerdan algunas de las ocurrencias de mi hijito Sebastián cuando hilvanaba sus primeras frases en español e inglés, y me preguntaba cosas como "Papi, ¿qué es esto para?" [del inglés What is this for?]. II La segunda parte de mi ponencia la he dividido también en
dos: el fenómeno de la comunicación entre la juventud con los nuevos
medios tecnológicos, y la nueva herramienta del hipertexto. Interesado por ese fenómeno, hice un estudio informal del modo en que la
juventud se comunica en las salas de contacto social, salas de diálogo y correo
electrónico en Internet, y en los mensajes de texto por medio de sus teléfonos
celulares. ¿Por qué esa edad? Porque ya no son tan chicos como para estar bajo el
dominio de sus padres –aunque muchos preadolescentes no lo están en cuanto a
sus comunicaciones– ni tan grandes como para estar ya en el mundo de los
adultos, y además porque como la mayoría tiene los mismos compañeros de clases
durante cinco años se refuerzan sus hábitos comunes. La nueva jerga de los jóvenes Los jovencitos han creado toda una jerga que ejemplifica Abraham Acosta Martínez cuando encabeza un artículo con la siguiente aclaración: "Ste reXtag sta echo pa los padres d ijos c/cel". [Este reportaje está hecho para los padres de hijos con celulares]. Así escriben los jóvenes y no solamente en español. ¿Cuál es la frase más
famosa del Hamlet? "2B?
Nt2B? = "To be or not to be"
["Ser o no ser".] ¿Y cómo empieza el Paraíso Perdido de Milton? "Devl
kikd outa hevn coz jelus of jesus & starts war". (The devil is kicked out of heaven because he is jealous of Jesus and
starts a war" ["El diablo es expulsado del Cielo por que
tiene celos de Jesús y se lanza a la guerra"]. En español, '¿qué haces?'
se convierte en 'k acs?'; 'me siento bien' se representa 'm 100to bn'; 'te
quiero mucho' es 'tq mxo' o "tqm'; 'n cerio?' es ¿en serio?' y 'feliz cumpleaños'
se transforma en :-) qmple', donde el signo o icono :-) significa
'sonrisa"o "alegría". La jerga juvenil emplea la fuga de vocales: 't djo' equivale a 'te dejo'. Usa más la yuxtaposición que la coordinación, y ésta más que la subordinación (Le pedí el celular, no me lo dio, menoje). Utiliza coloquialismos, busca expresividad y presenta un estilo entrecortado. Se le ha calificado de lenguaje rebelde, trasgresor, práctico, juguetón y a
veces confuso. Acepta préstamos, como las abreviaturas o frases
sintéticas del inglés (lol=lots of loughs
que equivale a 'me muero de risa'); xoxoxo =
hugs and kisses, (besos y abrazos). Reacciones varias José Antonio
Millán, creador del Centro Virtual del Instituto Cervantes en Internet, dijo
que "se trata de un registro diferente de la lengua escrita, que puede
coexistir sin conflicto con la norma correcta... Pero eso sólo sucederá si los
chicos mantienen, paralelamente al hábito del SMS, el contacto con libros y
revistas. De lo contrario el riesgo es que desarrollen una escritura
deforme".
"Si a esta caída en la riqueza del lenguaje se le suma una reducción
morfológica de las palabras se va a potenciar el empobrecimiento del idioma de
los jóvenes, que está directamente asociado con el conocimiento", agregó. Y paso al
último punto de mi exposición, el fenómeno del hipertexto, que no es sino ese
recurso que nos ha legado la nueva tecnología de las computadoras: un texto interconectado
mediante enlaces que, como tentáculos, apuntan a todas las dimensiones del éter
para ligarse a una red textual interminable. Theodor Nelson, uno de los expertos en la materia, dice que es "una escritura no secuencial, un texto que se bifurca, que permite que el lector elija y que se lea mejor en una pantalla interactiva. Es una serie de bloques de texto conectados entre sí por nexos, que forman diferentes itinerarios para el usuario". El hipertexto aumenta la presencia del lector, que va creando activamente su curso de lectura, y disminuye la presencia del autor, que se ahoga en medio de la inmensa red de textos del que no es más que una voz en medio de un coro. Se difuminan los límites de la obra y se ponen en evidencia sus conexiones con otras obras en lo que se ha dado en llamar 'intertextualidad'. La escritura en el hipertexto ha sido caracterizada como "no lineal", o más bien "multilineal", para distinguirla de la lectura secuencial de los libros. La idea del hipertexto, avizorada ya en 1945 por Vannevar Bush, que lo llamó Memex, fue anticipada por la corriente del llamado "posmodernismo" que tuvo gran influencia en la crítica literaria. El hipertexto no hizo sino explicitar y dejar en claro lo que esos teóricos venían diciendo desde hacía décadas. ¿Y qué decían esos teóricos mucho antes del advenimiento del hipertexto? ¿Consecuencias para el periodismo y la presentación de noticias? El mismo Bolter
conjetura que el hipertexto "sugiere una nueva especie de asalto
nietzscheano a la ley del tercero excluido o tercio
excluso: en
hipertexto, una declaración puede ser y no ser verdadera a la vez, porque cada
afirmación está sujeta a revisión, a ser modificada o contradicha". ¿Cuáles serán las características del ciberperiodismo? Al periodista
le ofrece la hipertextualidad, la intertextualidad explícita, los multimedios,
la difusión en "tiempo real" y la libertad de la tiranía del espacio.
Pero también lo pone frente a un lector que ha dejado de ser espectador pasivo
ya que dispone de medios instantáneos para ampliar, cotejar, confirmar o
refutar lo que le propone el texto periodístico. [1] El contenido de este trabajo fue presentado en forma levemente diferente en el seminario celebrado en el año 2006, en San Millán de la Cogolla (La Rioja, España), gracias a la iniciativa de la Fundación del Español Urgente, la Fundación San Millán de la Cogolla, la Asociación de Periodistas Hispanos NAHJ, la Real Academia Española, la agencia EFE, y a la labor del coordinador general de Fundéu, Alberto Gómez Font. [2] Jorge Ignacio Covarrubias (Buenos Aires, 1942 - ) es Secretario General de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y editor en el Departamento Latinoamericano de The Associated Press en Nueva York. Entre sus libros se incluyen Manual de técnicas de redacción periodística (Nueva York: The Associated Press: 1996) y Los siete personajes del periodismo (Nueva York: ANLE: 2012); y el volumen de cuentos Convergencias (Santiago de Chile: Papeles del Andalicán: 1986). |