Susana Szwarc

Algunos microrrelatos de 

Distancia cero

 

Canción de cuna


 

 

Y tararea. Le digo que no tan fuerte. Nos reímos, lo miramos dormir, entreverarse con las mantas.

Buenas tardes, buenas noches…Mañana por la mañana  ¿te vas a despertar? Frankenstein  se desovilla, mueve la cabeza,  alza los brazos hasta el cuerpo de la voz que lo arrulla. Hace una caricia bruta y Graciela tambalea pero  sigue cantando.  Frankenstein se levanta;  da sus primeros pasos. Y tararea embobado por la luz cruda, lechosa.

—Siempre le canto a las cosas imposibles —insiste Graciela.

—Siempre le canto a las cosas imposibles —entona Frank, mientras da vuelta la calle.



 

 

 

Fiesta de verano

—¿Te acordás? En el bar Rayo estaba el aire a todo lo que da. Split, slip, sleep, shpil. Jugabas mientras crecían los escalofríos, la piel de gallina, las manos pidiendo una moneda, una monedita, una más. A veces sí que daban monedas o se sacaban la medialuna de la boca. A veces te tocaba,  te relamías. Lo mejor de esas tardes era el frescor,

lejos de las chapas de la casa.

—Pero volvíamos.



 

 

 

 

Lo que importa


 

Estaba en el funeral. Escuchaba palabras como consuelo, reunión, 

paraíso, manos hermosas, don, felicidad, alabanza, cielo, terrenal. 

Yo  quería que todo terminara de una buena vez; volver a casa; anotar algunas de esas palabras, decírtelas.



 

Desengaño


 

Hablaban con sus uniformes recién estrenados; decían que las cosas son tal cual son. Estaban a punto de señalar algo cuando de pronto con cada palabra comenzaron a salir unas pompas de las bocas. Crecían y explotaban. Se perdían en el aire. No se las veía más.



 

 

 

Dones de otoño


 

Le corrió con los dedos abiertos la melena que le cubría casi toda la cara.

Hizo lo mismo conmigo, parecíamos tener hocicos grandes en vez de las bocas pintadas. O picos. A veces alguien te decía gansa, garza, gacela. A ella, alondra, eva, oropéndola.

Nos abrazó a cada una mientras la abrazábamos. Nos dio un beso también a cada una. Entendimos que estaba diciendo: la felicidad de tenerlas hoy, a las dos. Y nosotras sorprendidas, personas, agrandadas, semejantes.



 

 

 

Traslación


 

Emma se adormece. El libro le tiembla en las manos y los personajes se mueven con temor.

Susana Szwarz. Escritora, Quitilipi, Chaco, 1954. En la actualidad reside en Buenos Aires.Ha publicado  libros de poesía y narrativa. Los últimos son: La mesa roja, (antología de 30 años),  El ojo de Celan, La muertita o una novela que.  Ha publicado también literatura infantil, Había una vez una gota y Tres gatos locos, entre otros.Sus obras de teatro fueron representadas en Liberarte, El camarín de las musas y el Centro Cultural de la Cooperación. Como teatrista forma parte del Club del Kamishibai (teatro de papel).Algunos de sus poemas y cuentos han sido traducidos a varios idiomas como el chino mandarín, el rumano y el inglés. Los libros de poesía Bárbara dice, al francés y El ojo de Celan, al italiano. Ha recibido diversos premios como el de La fundación Antorcha y el Regional de novela por Trenzas (reeditado por Entropía, 2016),  Premio único de poesía  por Cultura Ciudad de Buenos Aires, Premio Unesco por poesía, Premio Internacional de cuentos Julio Cortázar.Colaboró en distintas revistas del país y del exterior como Hispoamérica, Fórnix, Casa de las Américas, Tokonoma.En el 2011 fue estrenado por el compositor Cristian Varela, el cuento dramático musical (ópera) “No camines en el barro”, basado en el cuento del mismo nombre del libro El artista del sueño.http://susanaszwarc.blogspot.com.es/