Revistas de vanguardia


Las vanguardias en las revistas españolas e hispanoamericanas

 

Por M. Ángeles Vázquez

 

Introducción

El término vanguardia (usado en su origen como vocablo militar, en su antigua forma avanguardia, 1375, Diccionario histórico de la lengua española) lo encontramos por primera vez en la cultura hispánica en el número 13 de la revista Grecia (1919), más como un esbozo sugerente que doctrinario, de las tendencias artísticas en Europa, desde el futurismo hasta el dadaísmo. Un año más tarde, Guillermo de Torre la emplea en su Manifiesto Vertical y se nutre de todos los ismos de la época en un intento de apertura a todo lo novedoso.

Las vanguardias españolas e hispanoamericanas, que no pueden entenderse al margen de las coordenadas europeas, confluyen y se desarrollan en una estrecha relación: Huidobro nos trae el creacionismo, como teoría inspirada en la poética de la revista L'Esprit Nouveau, de Apollinaire y Borges se lleva el ultraísmo, movimiento poético de vanguardia que surge de las tertulias de Cansinos-Asséns y que etiqueta Guillermo de Torre. Son numerosas las revistas que difunden sus principios estéticos, Grecia, Cervantes (dirigida anteriormente por Villaespesa, Cansinos la convierte en el órgano del movimiento creacionista en 1919 y 1920), Ultra, Plural o Alfar. En Grecia aparece el primer manifiesto (1919), donde ya se vislumbran las conexiones que mantienen con el futurismo o el dadaísmo. La publicación de la revista Troços (Barcelona) señala en 1916 la etapa de ruptura con la literatura anterior.

La libertad estética es el a priori de todas las vanguardias literarias como conciencia de crisis de la sociedad burguesa, desmantela el discurso instaurado, el texto modifica sus convicciones usuales y la subjetividad rebelde del artista gesta una literatura abierta al mundo, capaz de registrar los cambios y el ritmo frenético social como rechazo al modelo tradicional. Estas propuestas culturales se aprecian con mayor claridad en las revistas de vanguardia, que con su carácter contestatario, mantienen una relación pragmática con el lector, emplean un discurso estrictamente literario que no pasa por la criba de la censura editorial. De carácter efímero, éstas presentan sus líneas ideológicas más nítidamente, promueven la renovación del arte, los nuevos valores, la nueva sensibilidad. Es este el caso de Proa -su heredera será la antológica revista Sur, de Victoria Ocampo-, o Martín Fierro (Buenos Aires), o la Revista de Avance (La Habana), Válvula (Caracas), Repertorio Americano (San José de Costa Rica) o Contemporáneos (México): unas de carácter agresivo y otras más moderadas, pero todas ellas, publicaciones de ruptura. Otro tipo de revistas impulsan un campo cultural de vanguardia artística y política, como el caso de Amauta, dirigida por José Carlos Mariátegui, o La Campana de Palo (Buenos Aires).

Fueron sucesivas y simultáneas y nos proporcionaron diferentes dimensiones de la realidad, como la actividad lúdica, por las consecuencias que tiene para la comprensión del arte y la reestructuración del espacio. El juego es esencial para diversas manifestaciones del vanguardismo. En el ámbito hispano, Ortega y Gasset en La deshumanización del arte (1925) es uno de los primeros en percibir la significación del juego en la cultura contemporánea. La notoria ruptura con el pasado y la agresión al convencionalismo será quien provoque ese espíritu moderno que acerca a futuristas y ultraístas, a creacionistas y dadaístas o a estridentistas.

Respecto a su periodización, se despliegan entre las dos guerras mundiales, pero la cronología es móvil y escurridiza. Las vanguardias no fueron compactas, no se puede estudiar su origen haciendo un corte sincrónico. Ciertas revistas y manifiestos mexicanos, argentinos o chilenos de la década de los veinte reproducen para el arte latinoamericano una operación de renovado contacto con la cultura europea del primer cuarto del siglo xx. Es común encuadrarlas en este periodo, aunque Marinetti cuando lanza en París el Manifiesto Futurista tiene una repercusión inmediata en América Latina. Hugo Verani considera 1916 y 1935 las fechas límites de su periodo histórico, pero entendemos que una fecha apropiada para inaugurarla en el continente es la lectura del manifiesto Non serviam de Vicente Huidobro en 1914. Lo que es evidente es que a finales de los años veinte se configura su ocaso; no obstante, en la siguiente década se producen novedades, con la reactivación del surrealismo del peruano César Moro y su libro de poemas La tortuga ecuestre, de 1938, año en que se encuentran Diego Rivera, León Trotsky y André Bretón y redactan el Manifiesto por un Arte Independiente.

Vamos a ir creando un recorrido por los diferentes tipos de vanguardia en España y Latinoamérica, señalar sus confluencias y divergencias, su peculiaridad y dinámica desde el fundamental espacio de las revistas literarias, observar la importancia e idiosincrasia de la publicación y el interés de la misma como material de investigación irreemplazable.

Primeras revistas españolas de vanguardia

 

Desde el final de la primera guerra mundial, surgen innumerables revistas de vanguardia que se preocupan sobre todo por reinventar el lenguaje y destruir los iconos tradicionales. Los estudiosos Buckley y Crispin distinguen dos etapas en las revistas literarias de vanguardia españolas: la ultraísta (1919-1923) y la de 1925 a 1935 cuando, asentada ya una nueva sensibilidad, se busca de manera positiva —tras las huellas de Ortega y Gasset— otra concepción vital.

La primera de ella es Prometeo, que funda Javier Gómez de la Serna en 1908 para que sirviera de plataforma a su hijo Ramón. La revista se editará hasta 1912. Se reúnen en ella el sevillano Rafael Cansinos-Asséns, que también estrena los inicios de la famosa tertulia del café Pombo en 1915. Aunque considerada una de las primeras revistas de avanzada, el término vanguardia aplicado a la literatura —según las investigaciones de Gustav Siebenmann— no aparece hasta más tarde en Grecia. No obstante, y bajo el pseudónimo de Tristán, Gómez de la Serna publica una Proclama futurista a los españoles, en la que acumula sinónimos cercanos al vocablo con objeto de exaltar una revolución literaria relacionada con los cubistas. En Prometeo colabora Juan Ramón Jiménez, además de en otras revistas de la época como La Pluma y La Lectura. Por otra parte se difunden los manifiestos futuristas de Marinetti, traducciones de los poetas ultrasimbólicos Saint Pol Roux, T. Klingsor, Paul Fort, etc., y proclamas del mismo Gómez de la Serna en contra de los convencionalismos estéticos y sociales y a favor de las nuevas tendencias, en un tono que preanuncia los manifiestos dadaístas y ultraístas.

Otras publicaciones menores marcarán también la pauta vanguardista; como ejemplos tenemos a Troços (1916) de Barcelona, Perseo (1919), Reflector (1920), Tablero (1921-1922), Vértices (1923) o Tobogán (1924).

Aunque Los Quijotes (1915-1918) es anterior al período ultraísta, en ella aparecen ya las firmas de muchos de los que después se adscribirían al movimiento. Su desaparición coincide con la fundación de Grecia, a la que pasaron muchos de sus colaboradores.

Son las revistas ultraístas las que mayor incidencia tendrán en esta época. Los iniciadores de esta corriente, además de Cansinos-Asséns, son Guillermo de Torre (el gran teórico y estudioso de los movimientos vanguardistas) y Gerardo Diego, entre los españoles. El movimiento se exporta a Hispanoamérica a través de un primer Jorge Luis Borges, y teniendo buena acogida por otros escritores como E. González Lanuza, Piñero u Ortelli.

El ultraísmo surge en un contexto europeo de renovación artística y literaria que es seguida en España con gran interés gracias a la difusión en Prometeo, en la que ya Gómez de la Serna adelanta en su obra algunos rasgos característicos de la futura poesía ultraísta: riqueza de imágenes y metáforas sorprendentes, sentido lúdico de la creación estética, agudeza conceptual y sentido del humor. La greguería prefigura un nuevo modelo de escritura, cuyo influjo se advierte en algunos poemas ultraístas de G. Diego, E. Montes, P. Garfias y J. Rivas Panedas. Entre las influencias ejercidas sobre esta corriente de vanguardia, hay que citar la del poeta creacionista chileno Vicente Huidobro, que en 1918 llega a Madrid procedente de París y entra en contacto con este grupo de poetas a los que les comunica sus inquietudes estéticas y a quines relaciona con los escritores europeos.

El promotor inicial del grupo es Rafael Cansinos-Asséns, que funda su propia tertulia en El Colonial a la que asisten Garfias, Rivas Panedas, Comet, etc., firmantes del manifiesto de 1919 donde ya se vislumbraban las relaciones de esta tendencia con el futurismo italiano, el dadaísmo y el imaginismo.

Respecto a la revista Cervantes que funda en Madrid Villaespesa [1] y dirige junto a Luis G. Urbina y otros escritores, la sección española de ésta, es puesta en manos de Cansinos-Asséns y se convierte así en el órgano oficioso del nuevo movimiento ultraísta desde 1919 a 1920. Allí, Borges publica sus traducciones de los expresionistas alemanes, Guillermo de Torre sus ensayos sobre la vanguardia europea, y Larrea su Cosmopolitano. En sus páginas encontramos a los mismos colaboradores que en Grecia (Pedro Garfias, Adriano del Valle, Vicente Huidobro, Chabás, Eugenio Puche, Gerardo Diego, Juan Larrea, Rogelio Buendía, Guillermo de Torre, Rafael Lasso de la Vega, etc.).

Cuando aparece Ultra (1921-1922) esta se convertirá en la culminación de la labor iniciada por Grecia y Cervantes.

Debemos citar a Cosmópolis (1919-1922) que, aunque no es una publicación ultraísta, es valiosa por los artículos críticos y ensayos sobre literatura de vanguardia que en ella aparecen. Publican Cansinos-Asséns, Guillermo de Torre o Borges. Otras revistas de existencia efímera y que sirvieron de cierre para un ultraísmo que conocería su ocaso, ya entrada la década de los veinte, son: Perseo (1919) y Reflector (1920), Tableros (1921-1922), Revista de Casa de América de Galicia (1921-1927), más tarde Alfar, publicada en La Coruña y considerada por Guillermo de Torre «la más digna y perfeccionada sucesión de las primeras revistas ultraístas, ya que en ella se encuentran las firmas de los más valiosos supervivientes de esa tendencia», y, por último, Horizonte (1922-1923), fundada por Pedro Garfias, precursora de las revistas que impulsan a la Generación del 27.



[1] véase «Génesis del ultraísmo» de Guillermo de Torre (1968) en Historia y crítica de la literatura española. Época Contemporánea: 1914-1939, edición al cuidado de Víctor G. de la Concha, Barcelona: Editorial Crítica, 1984, pp. 234

 


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M. Ángeles Vázquez Leñeros. Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid, Doctorado en Literatura Hispanoamericana y Especialista en Literatura peruana. Forma parte del grupo de investigación de la Universidad de Cádiz, "Lazos culturales entre Europa e Iberoamérica: Literatura hispanoamericana". Ha realizado cursos de Biblioteconomía y Documentación en la Universitat Oberta de Cataluña así como diferentes cursos de post-grado. Ha participado en presentaciones de libros, Congresos y Encuentros y ha organizado congresos internacionales de narrativa y poesía peruana, Revistas Digitales Culturales, García Lorca en América, Mujeres en las Independencias americanas, entre otros. Ha publicado diferentes artículos de crítica literaria tanto nacionales como internacionales en Revista La Página de Santa Cruz de Tenerife, Revista de Crítica Literaria Hispanoamericana de Hanover, en la Hostos Review de New York, en El Nuevo Día de San Juan de Puerto Rico, en la Revista Peruana de Literatura de Lima y en la Revista Identidades también de Lima o Crítica.cl de Chile, entre otras. Ha publicado la biografía de Sócrates y Maquiavelo (Buenos Aires: Aguilar, Altea, Taurus, 2014) y editado la obra critica No era fácil callar a los niños (Granada: Mirada Malva, 2021) en torno a la novela Prohibido salir a la calle de Consuelo Triviño. Ha colaborado con el Centro Virtual Cervantes del Instituto Cervantes, donde ha comisariado diferentes monográficos de literatura hispanoamericana y participado con trabajos de crítica literaria. Es evaluadora de Mitologías hoy, revista de pensamiento, crítica y estudios literarios latinoamericanos de la Universidad Autónoma de Barcelona. Miembro del consejo directivo de la revista intercultural Ómnibus y Presidenta de la Asociación Cultural La Mirada Malva, coordinando y dirigiendo su gestión cultural. Directora de la editorial La Mirada Malva.

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