…
Lejos, lejos de Sylvia del Cauca (*)
Mario Wong, escritor peruano
« Na
civilização eis la barbárie / É a
penúria que se… »
Lenine, « Quadro-negro »,
Falange Canibal.
Un soir fait de rose et de blue
mystique, / Nous échangerons un éclair unique, / Comme un long sanglot, tout
chargé d’adieux ; // Et plus tard un Ange, entr’ouvrant les portes, /
Viendra ranimer, fidèle et joyeux, / Les miroirs ternis et les flammes mortes.
Baudelaire
A
Ingrid B., forever mi…
&,
también, a Raúl Zurita y Kike Polanco
In memoriam José Rejas (a mi amigo Pepe,
el
« último Iracundo… »
(1)
… El niño se enamora, trepa una pared de
ladrillos -en la Avenida Sur (« Paredón y depués, Sur una luz de alma…, ya
nunca te veré… »; Vuelvo al
Sur… ; al sur de los párpados…)
de Santa María de Los Ángeles Guardianes-, para poder verla a ella que se
hallaba en la procesión, esa tarde, de la Virgen María, la ciudad le está
consagrada (una historia que viene de la Conquista… ; como que fue la
primera ciudad que…); serían eso de las 5:30 pm, el viento de la tarde
comenzaba a soplar, las poncianas (caesalpina
gilliesi), estaban cubiertas de flores color vermeillón, y junto al puente
que atravesaba el río Santa María del Cauca, la altas palmeras se movían,
suavemente… ; ella viste un traje lila, con tirantes, y blusa blanca…
…y,
ahora, tú escuchas « El amor estuvo aquí », una balada…, de Leo Dan,
y te dices si me enamoré de ella, una niña (mi Sylvia del Cauca… ; y yo no hablo de mi… ; yo hablo « d’autre »…,
y se trataba « d’Amour » !... ; y yo que sólo vivo para
adorarte, «ma belle », yo que…); esa tarde de verano, al momento en
que te vi… ; « desiderata »,
es la palabra que me… ; y se trataba « d’Amour »…, tú no sabes
cuánto… ;y hoy la recuerdo (hoy te recuerdo…, mi Sylvia del Cauca…); pienso en el amor
de…, y me acuerdo de ti, Marihélène, que otro día me darías un beso fugaz, uno
sólo, y… ; durante mucho tiempo, en mi vida me he acordado de ella… ;
ella está siempre en mi soñar, y escribo, ahora, recordándote Marihélène, con
la ensoñación (de la Chimère…, « più
nessuno mi portera nel sud », Quasimodo, Salvatore, in :… ; y es mi vida un desierto
porque no…, y es mi vida un…) del candor rosáceo de tu piel, al atardecer
los geranios se incendiaban, resplandecían los claveles, las buenas tardes, las
margaritas y las chavelas… ; ¡qué le gustaban mucho a mi… !); y tus
ojos, tus ojos, negros, brillaban intensamente y tus lab…, rojísimos,
sensuales,… tus cabellos…, y no puedo
olvidarte (no pude…) paloma querida, que no fuiste nunca mía (ni lo serás…) y,
sin embargo, paloma del alma mía, mi Sylvia del Cauca adorada, aunque no estes
para amarnos siempre te… ; hoy me acuerdo de ti y…, de ese amor que no
pudo ser…
(2)
… Escucho ahora « I’ll Play the Blues for
you » (« …/ An’loneliness can get you down, you know ?/ Oh yeah…/
I ain’t got no big name/ An’I ain’t no a big star/ I play…for you, oh yeah.../ I play de the blues…/The most important thing : I
wanna know you…/ so, baby, talk to me!…, I’ll play the blues for… », Daniel
Castro), Marihélène, y me invade la melancolía…, del « bien perdido »
(que no fue…, mi Sylvia Cauca querida… ;
vivo solo sin ti…, ni un momento…, vivo pobre de amor, en espera de…, de
cigarro en cigarro… ; y me acuerdo, ahora, escuchando a Charlie Zaa,
de mis amigos Fernando Gambini y Juanito « Alemaña », en un bar del
« Llauca », Lima, una rocola que no par…; y yo…, que nadie sepa mi…); y el cielo, esta tarde, esta llorando (y yo
estoy llorando, por lo que no pudo ser, mi…). Estuve -antes
de volver a mi buhardilla, en uno de los barrios parisinos- con Rosemonde (una
amiga colombiana que vivió en Beirut, durante la guerra…), tomando cerveza y
escuchando música triste en un bar, El Sully, de la rue du Fbg. Saint Denis; le contaba esta historia del adolescente,
que era yo (tendría 11 o 12 años), cuando me enamoré de ti Marihélène; del
tiempo en que amaba seguirte, saber de ti, espiarte (pero, ¡tú amabas pasar la
aspiradora!)… Iba al colegio -en Santa María de los Ángeles (guardianes)-, un
poco antes, para verte a ti, con tus amigas, que esperaban, después del
mediodía, el ómnibus del colegio, particular, Santa María. Cuando ellas me
veían aparecer caminando, vestido con chaqueta de corduroy verde (aunque hacía
un calor que no descendía, a esas horas, de los 59 grados Fharenheit), jeans y
botas, todo un « camaján », con mis cabellos largos de
« Fumanchú jíposo » (ya me llamaban « El Cometa » o el « Aeroplano »,
ya imaginarán ustedes por qué me…), le decían « Marihélène, apaga la vela;
Marihélène apágala… »; y sí, me enamoré con locura…
… Era
un domingo, sabía que Marihélène Durand y sus padres (él, Enrique Durand da
Silva, era médico círujano, con estudios en Francia; y ella, su madre,…),
estarían en la iglesia de Santa María del Perpetuo Socorro -que se hallaba en
la plazuela del mismo nombre, equidistante de la avenida Sur (…« Sur, una
luz de almacén,/ ya nunca me verás como me/ vieras reflejado en… »; y
« ¿les decimos que somos argentinos, che boludo ? » ;
« No, que se jod… ! ») y de la Plaza de Armas, a un extremo se
hallaba la catedral de la ciudad y, al otro, el Palacio Municipal-.
Acostumbraban asistir allí, por la mañana, sus amigas del colegio privado Santa
María también, todos los domingos.
Miraba
yo a cierta distancia -del otro costado de bancas, del lado derecho (entrando a
la iglesia) de la alfombra roja que conducía al altar mayor- su lozano y blanco
rostro matinal; sus ojos entrecerrados, en un momento de puro recogimiento, antes
de comulgar (yo miraba a La Virgen… ; a
la Virgen orante que.., a los pies del hijo…, « padre de su padre… » (Santísima trinidad que…); ella que,
en ese instante, no era más que espera…), al escuchar las palabras del sacerdote:
« Éste es el cuerpo de…, y ésta es su…, sangre de la alian… ». En un
instante, me decía yo, « Virgen María del Perpetuo Socorro, Virgen Santísima,
ten piedad del pobre (« huevas », que soy… ; di uno innamorato di te…), que ama a esa
tierna y dulce niña, mi Sylvia del Cauca,
y ella ni se ha dado cuenta, ¿o, sí?, que yo…, el « huevitas » del
barrio Sur, ahí… » Y, Marihélène ni se había dado cuenta, que cuando la
miraba me estaba muriendo de amor…; y esta
cobardía de mi amor por ella, hacía que la viese como una estrella, tan lejos,
tan lejos…, estando tan cerca, tan cerca y yo, sin poderla… ; y ¡la
herida, de todas las heridas, esta ahí, permanece…!
(3)
…y yo te amaba Marihélène (me
doy cuenta ahora que…); mi dulce paloma estás muy lejos de mí y no sé nada de
ti; y, de ti no me acordaba, de ti no, no…, ¡olvido fatal!
..., y cuando tú me contabas lo
del Líbano en guerra…, Rosemonde, tu rostro tenía una cierta palidez (« …/ And so it was that later/ As the
miller told his tale/ That her face at first just ghostly/ Turned a whiter
shade of pale/ She said there is not reason/ And the true is plain to see/…/
And would not let her be/ One of sixteen vestal virgins… »; (« A Whiter Shade of Pale », Procol
Harum-1967, Annie Lennox…). Me decía que…, ocurre… ; y
no sé qué hacer para volver atrás, a ese tiempo que fue, y no es más («…,y los
aires, ya no son los Buenos Aires »), no sé qué… ; y, todo en su
tiempo llegará; tendrás todo lo que quieras y tú puedas…, realmente tener (ni
más ni menos…); ha de llegar todo en su tiempo…, tú lo has de ver… ; y
había olvidado que te amaba, « y me olvidé que te olvidé », mi flor
de capulí (ahora que me duele Cártago, mi Sylvia del Cauca adorada…, mi andina
y dulce In…, de junco y…). ¡Olvido fatal! Pero, esas cosas ocurren…
Marihélène, había olvidado por
completo que… (y, el viento me trae una queja…, y ¡hay, aún, fuego debajo de
las cenizas!). Ave fenix, pájaro del olvido fatal (de lo que pudo ser, alguna
vez, y no…), hazme otra vez renacer de mis…E iré, otra vez, hacia los Mares del
Sur; partiré, otra vez, en mi « bateau ivry », y veré otra vez, y
otra vez…, atravesando el valle, pájaros ebrios surcando los cielos rosáceos (« aux
soirs pleines de un blue mystique »)-en los veranos eternos de mi Santa
María de los Ángeles (guardianes)-, más allá de la muerte; nutriendo mi pasión
otra vez, y…, aunque el fuego pareciese apagado, la llama de amor por ti, mi
Marihélène, estará ahí, y la leyenda vivirá por siempre... Porque en medio del
viento de la tormenta desatada (la llama permanecía ahí, bajo la intensa lluvia
que caía, los truenos, relámpagos y… ; torturados, desaparecidos, muertos…).
Marihélène, sálvame los días, por favor…
(4)
…Amanece y anochece, siempre sin razón/ Días
que se me amontonan, en el… (Los Iracundos). Y el amor estuvo allí, dulce Marihélène,
en mi Sylvia del Cauca
querida… ; y hoy que tú estás lejos, muy lejos de mi…, que no puedo volver
a Los Mares del Sur… ; que la aritmética de los días atroces (de este
mundo inmundo…), y de estas calles se suceden con…, y yo sin poder, mi
Marihélène…, al sur de los párpados…,
« più nessuno mi portera nel sud », sueño… ; en el sueño
estamos tú y yo, en la orilla, mirando correr las aguas del río, el Santa María
del Cauca, es el atardecer, y las nubes rosáceas no hacían presagiar ningún… (Los pasajeros se alejan, en sus sueños, y yo
se que el tren va a partir… ; en otro momento, sueño que ese tren me…, muy lejos de mi Sylvia Cauca…). Y, ahora,
escribo, escribo…
(5)
…certe parole sembrano pianto,/ sono salate,
sanno di mari/ chissà, tra noi, si trattava d’amore… (Paolo Conti,
« Giocco d’azzardo »); … quién sabe mi amada Marihélène…, lo que no
pudo ser…, sin embargo, yo hablo aquí, ahora, de mí (y de ti…) que, loco de pasión,
« Cometa loc… y innamorato di…, mi
dulce Beatríz que…; no de lo que sentías tú, de eso no hablo…, yo no hablo
de ti (… o sí, no hago más que…), je
parle d’autre chose… ; entre nosotros se trataba de un juego del azar
(un giocco d’azzardo…, que es…), giocco de vita… ; desde que te
conocí, y la vida con dolor… ; y no
te miento fui feliz…, pero con muy poco amor (o mucho, y…); nunca llegué a
entender que no te debía amar, jamás mi
Sylvia del Cauca adorada, dulce paloma del alma mía, alma de mi alma… ;
aquí, yo hablo de mi, de mi que una tarde, en Santa María de los
Ángeles… ; de mi que te he amado y hoy me encuentro (y no me en…) ; y
no encuentro más ya, mi amada Sylvia del Cauca… ;
nada más que decir o hacer… « Pero tra noi si trattava di amore… »;
y, ahora, es ya tarde, mi Marihélène, …e
dico soltanto/ che si trattava d’amore e non sai/ quanto…
(6)
… y yo
me « desideraba », por ti mi Marihélène, yo que sólo vivía para
adorarte… ; yo, mi Sylvia del Cauca
amada, a ti que nunca serías mía, paloma del alma, y mi canto de amor
persiste…, aunque tu lo reprobases Marihélène… ; y no son sólo palabras,
mi dulce paloma, porque moría de amor por ti y… ; el tiempo ha pasado ( y veinte años no son nada… ;
« blues tangos », Paolo Conte…); y el « secreto » de mi
amor por ti, paloma mía, traficando días y noches perdido en Babelville…, sin poder hallar ningún
consuelo, paloma del alma mía, « huérfano pájarillo, por qué has
venido… »; y ocurren, ahora, otras
historias aquí y allá… ; y yo sólo se, mi Sylvia del Cauca… ; de todo lo que es y aparece, en este mundo
inmundo (en esta la guerre de la fin des
temps que… ; y nuestro mundo…, disparu
à jamais !), que te amaba y te amaré siempre, aunque este grand’amore que no pudo ser… ; l’amour est l’impossible, la blessure qui me
tue, l’éternité… ; y, ahora, escribo, te escribo (me escribo…) esta
carta de amor y una canción desesperada, desamparada que… (« que, ¿qué de
qué…, qué…, que tú estabas… ? » -me diría mi amigo guatemalteco,
« Cavahuil »; y « que me vale verga, desgraciaado!», agregaría-;
« ¿Cómo que te vale verga, « hijo’e putica », bien colombiano, « malparidito »,
salopard? », yo)? Que te amaba
mi… ; y la canción continuaaba…, y el baile (de la vie infâme que…) también continuuaabaaa…, y la primaveeraaa se
hacía esperar…, y… ; pero, la música continuaaaba aussi… ; era un mundo que…, había perdido… ; y me
hallaba perdido y…; …che si trattave
d’amore e non sai… ; canto de puro amor y un poema desesp…, antes de la muerte…
(7)
… y yo
no hablo de ti, mi Marihélène, yo hablo de l’autre
-je rêvais à ton corps nu.., à toi
vierge, Marihélène, y… ; mientras escribo en la radio, France Info, anuncian el curso de los
índices bursátiles de las acciones…, de las grandes empresas del Cac-40- que era yo…, que te amaba con locura, questo amore cosi…, « che si
trattava d’amore e io non sai… » (pues era una cuestión de amor y yo…); y
era muy grande la cuestión, porque me moría d’amore
por ti, y me repito, y te perdí (a ti que nunca fuistes mía, … al menos un
verano, ni lo serás jamás, mi…); yo que sólo vivía para venerarte, yo que sólo
vivía para mirarte, yo que sólo vivía para reencontrarte…, yo, yo…, yo que sólo
vivía para adorarte… ; siempre en mi delirio amoroso, mi Sylvia del Cauca… ; y te amé en
Beirut bajo las bombas y las ráfagas de las metrallas… ; y te amé,
también, en París en revuelta (y en México D.F., y en B.A…, « déjame que
me acuerde Limeña… »; los recuerdos vuelven, sí, sí… ; y en una
calle, en alguna esquina, al atardecer…, traficando
mi destino de perro callejero (E.N.)…, algún perfume que traía el viento, de roses (de claveles, de jazmines o, acaso,
de coquelicots légèrement fanées…), me,
me… sidéraba (que no es
« enchuchamiento », Patrick R… ; Jorgito d’il « Naranjo en
flor » entiende eso…) y te amé con locura, sí y… ; no sé, ahora…, si
algún día nos diremos adios en un éclair unique -una tarde fait de rose et de
bleu mystique-, en un largo y dulce lamento… « Et plus tard un Ange,
entr’ouvrant les portes, / Viendra ranimer, fidèle et joyeux, / Les miroirs
ternis et les flames mortes. » (Baudelaire); fulgurancia.en que las
imágenes del mundo, de los sueños y de la conscience
éveillée al despertar, en un sólo instante, « les choses prennent leur vrai
visage, leur visage surréaliste » (Walter Benjamin). Hay
cosas que no me acuerdo y…, sin embargo, es el recuerdo más importante que…
Dice Dino Campana [1] que… ; el presente, surgiría
súbitamente, se revelaría como
aquello que no hemos podido vivir, ni menos pensar [2]… ;
y en el círculo del eterno retorno las
imágenes desaparecen…
París-Montmartre,
17-23 de julio del 2018
(*)
Estos fragmentos, siete, forman parte de mi novela (inédita) Santa María de los Ángeles (guardianes), o
de La guerra de « la fin des temps ». No está demás decir que la
ciudad pertenece completamente a la ficción; como, también, los personajes y
las historias que…
[1] « Ce souvenir qui ne se souvient de rien
est le souvenir le plus fort. » (Dino Campana). D. Campana es, quizás -según
Agamben, quien lo cita de uno de sus cuadernos sobre Nietzsche y el eterno
retorno-, el más grande poeta italiano del siglo XX (Ver «L’image
immémoriale », in: Image et mémoire. Écrits sur l’image, la
danse et le cinéma, Desclée de Brouwner Éds., Paris, 2004, p. 110).
[2]
El poeta francés Paul Valéry sostenía que « nous entrons dans l’avenir à
reculons », y el filósofo italiano Enzo Melandri (varias décadas después),
quien se reclama de « l’archéologie foucauldienne », sobre el
conocimiento del pasado, retomando a Nieztsche, plantea una « regresión
dionisica »: « … pour comprendre le passé, nous devrions pareillement
le remonter à reculons» (E. Melandri,
la linea e il circolo. Studio
logico-filosofico sull’analogía, Macerata, Quodlibet, 2004 (1re
éd. 1968), p. 67). A propósito de todo esto, que tiene que ver con la
« tempête de l’histoire », Giorgio Agamben escribe, cito in extensius: « L’image d’une
avancée dans le temps qui tourne le dos au but, se trouve, comme en lo sait,
chez Benjamin, à qui la citation de Valéry devait être familière. Dans la IX
thèse, l’ange de la histoire, dont les ailes se sont empêtrées dans la tempête
du progrès, avance vers l’avenir à
réculons*. La regression « dionysiaque » de Melandri est l’image
inverse et complémentaire de l’ange benjaminien. Si celui-ci avance vers
l’avenir en tenant les yeux fixés sur le passé, l’ange de Melandri recule dans
le passé en regardant vers l’avenir. Ils avancent tous deux vers quelque chose
qu’ils ne peuvent pas voir ni connaître. Ce but invisible des deux images du
processus historique est le présent. Il apparaît au point où leur regard se
rencontrent, quand un futur atteint dans le passé et un passé atteint dans le
futur coïncident durant un instant. » (G. Agamben, Signature rerum. Sur la méthode, Librairie philosophique J. Vrin,
Paris, 2008, p. 114). |
Mario Wong. Escritor peruano. Vive en París desde 1989. Colaboró en la revista de poesía Maestra Vida (Lima-Perú) y en diferentes periódicos de la capital peruana. Actualmente es corresponsal de la revista latinoamericana Archipiélago (México) y Sieteculebras (Cuzco-Perú). Ha publicado artículos de crítica literaria en Librusa, Mula Verde Review, Letra 5, Mirada Malva, Ómnibus, Funes, Vericuetos, Ciberayllu, Casa Tomada, Dorada Apocalipsis, Sol Negro, Letralia.
Entre sus publicaciones se encuentran: La estación putrefacta (Poesía, Maestra Vida, Lima, 1985), El testamento de la tormenta (Novela, Huerga & Fierro, Madrid, 1997), Moi, je vis à San Miguel, mais je meurs pour Amalia (Récits, édition bilingüe, Indigo, Paris, 2002), Cuentos Migratorios, 14 Escritores Latinoamericanos en París (Antología, Linajes, México, 2000), Le Paris latino-americain. Anthologie des écrivains latino-américains à Paris (Indigo, édition bilingue, préface de Claude Couffon, París, 2006), Su majestad el terror (Roman, Editorial Pasacalle, Lima, 2009), Lampadaires Bleus & autres textes (Poésie, bilingue, juillet 2014), Las brujas de Auschwitz (Mirada Malva, Granada, España, 2015) .
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