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Rita Malú

Rita Malú y Sophie Calle son la misma persona. Vila-Matas asegura en su texto “El viaje de Rita Malú” que Rita sigue al pie de la letra lo que Sophie imagina: sigue a otros, se sigue a ella misma, se convierte en detective para saber dónde se encuentra, se viste y se peina como Sophie, incluso vive en el mismo barrio de Malakoff en Paris. “El viaje de Rita Malú” fue un invento de Vila-Matas a un supuesto pedido de Sophie Calle para que le escribiera una historia que ella viviría al pie de la letra. La mención de la propuesta a Vila-Matas de escribir un cuento para que otra persona, una amiga, lo viva, la había encontrado en otro libro suyo, “Dietario voluble” si no estoy mal, y me gustó. La idea de convertir en “vida” la ficción, como dice Vila-Matas, es el resultado de quién sabe cuántas acciones anteriores donde quizá Sophie ya lo logró y la supuesta propuesta al escritor español, lo mismo que a Paul Auster quien la incluyo en “Leviatan” como uno de sus personajes, es otra faceta de la relación que existe, y Sophie concreta, entre ficción y realidad.

Busqué a Sophie Calle por todas partes hasta encontrar artículos y comentarios sobre sus “Historias de pared”, su trabajo como artista narrativa. Sin embargo, el interés creció cuando el escritor Darío Ruiz mencionó su nombre en la presentación de “Testigos Urbanos”, un libro donde entran en representación personajes que por la naturaleza de los materiales o accidentes que siempre ocurren, aparecen en los espacios urbanos, en aceras, en el pavimento de las calles o entre las baldosas de las aceras como retratos que, a veces solo a veces, saltan a la vista de los pasantes en general desprevenidos. Es un libro inédito con fotografías y textos que las acompañan.

Algún tiempo después me enteré por el periódico “Vivir en El Poblado” que una exposición de las “Historias de pared” sería testimonio del paso de Sophie Calle por Medellín. Un dato, tal vez curioso, es que a pesar de las búsquedas, nunca he visto una fotografía de Sophie Calle, el retrato más cercano es el que Vila-Matas traza de Sophie como Rita Malú y me parece que si viene a Medellín verla en persona se impone. Faltan algunos días para la inauguración de la exposición, a la que no asistiré, y la posibilidad de que me permitan entrar a la sala durante el montaje es mínima, entonces se me ocurre una idea, en apariencia imposible, aunque con Sophie o con Rita todo puede suceder. Ella estará en el montaje, es seguro, pero también es posible que no, que en lugar de pasar el tiempo encerrada en una sala salga a conocer la ciudad y como pocos la han visto pasará desapercibida, se subirá al metro, a cualquier bus en la dirección menos pensada, caminará por las calles y quizá, mientras está de paso decida, por ejemplo, seguirse a ella misma, con la ayuda de Rita o de algún sabueso con el equipo y las especificaciones para hacerlo. Entonces, asumiendo el papel de sabueso del sabueso, decido ir tras ella, como no la conozco elijo uno de los Testigos Urbanos del libro aquel que guardo en un cajón de mi escritorio. Elijo el que creo que saltaría al paso de Sophie o Rita Malú y salgo a las calles.

Debo decir que es un ejercicio que conozco, con frecuencia hago trayectos en bus para ver dónde baja una persona que subió dos paradas después de la mía, o me mezclo en filas para escuchar las conversaciones, o viajo en metro, o me siento en una cafetería y observo, es un ejercicio que Georges Perec narra con estilo en “Tentativa de agotar un lugar parisino”. Hay personas que hablan para que los presentes las escuchen y no tienen inconveniente en discutir, de una acera a otra, alguna situación incómoda. En una ocasión una pareja ocupó una mesa como si nada fuera, hicieron su pedido, café con bizcochos, los consumieron mientras conversaron con una animación que me llevó a pensar que hacía años no se veían, pagaron la cuenta y solo cuando abandonaron el lugar caí en la cuenta de que eran ciegos.

Me gusta mirar la gente en las calles e imaginar sus historias, pero nunca he seguido ninguna. Con Sophie o Rita, elijo seguir a Rita, los personajes son, en ocasiones, más visibles, es la primera vez que lo hago, y como no la he visto nunca y mi único apoyo es el Testigo Urbano que llevo en el bolsillo, las posibilidades de encontrarla son pocas, sin embargo me lanzo. Lo primero hubiera sido, como en las películas de detectives, preguntar a los empleados de los lugares públicos, si han visto al personaje del retrato que llevo conmigo pero me pareció poco viable, los Testigos Urbanos saltan a la vista. Después de caminar un rato me siento en una cafetería cerca a dos mujeres y un hombre que hablan de casas para alquilar, su conversación me sugiere un rastro, Rita tendrá que vivir en algún lugar mientras se encuentre en la ciudad, estuve a punto de mostrarles el retrato que llevo pero no lo hice porque me pareció que estaban perdidos. Con frecuencia me cruzo con personas que me preguntan una dirección, cómo llegar a algún lugar o cómo salir de la ciudad, también sucede que alguna gente me hace gestos o muecas como si me saludara, eso me entusiasma porque la mayoría de las veces presiento que un secreto, un código de comunicación, se levanta entre nosotros, pero con frecuencia es mi imaginación que acostumbra a independizarse, la que crea esas situaciones, sin embargo hoy, una mujer vestida con abrigo imitación piel de leopardo plástico, cabello hasta los hombros y gafas oscuras de sol, grandes, como las que usaba Sofia Loren, se levantó las gafas cuando me vio entre la gente poco antes de subir al metro. Estoy seguro de que me hizo seña con la mirada, algo como ¿usted qué hace aquí? Me quedé pasmado, solo le faltaba hablar. escuchar su acento, para convertirla en Sophie Calle o en Rita Malú, por supuesto el parecido con las gafas de la otra Sofía facilitó el acercamiento, pero me quedé pasmado porque aquello no fue un saludo, ni la manifestación de una duda. Fue un reproche. Un reproche que, después, cuando los vagones del metro abandonaron la estación con Sophie, Rita, dentro, analicé como la llamada de atención a un personaje que se salió de su historia y apareció en otra donde quien lo imaginó no esperaba encontrarlo.

Argumento. Un hombre, una mujer también pero no lo aseguro, ganaría la apuesta, se para en una esquina concurrida de una ciudad sin actitud alguna, ni de espera ni de encuentro. Se para allí como un poste. Viene de hacer una apuesta. Antes de una hora alguien le pedirá alguna información: la hora, una dirección, el número de un bus. En el mismo momento que que inicia la espera comienza la historia…

*Pierre Alechinski, pintor belga, dice que la margen, él la llama “Marginalia”, es el espacio alrededor del cuadro donde se anotan historias, nombres, resúmenes, agregados, fechas o datos que conducen al interior de la obra. *Edgar Allan Poe recopiló en un pequeño libro titulado “Marginalia” reflexiones que en ocasiones publicó en revistas.

*Los “Argumentos” son historias que el lector de Marginalias completará como guste.

© Saúl Álvarez Lara / 2012 

 

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