Poemas de Roberto
Amézquita
De Yámbicos de escarnio y maldecir
IMAGINEMOS entonces el minuto si cuanto dicen, si al final, fuera verdad que el último minuto ya sepia ante los ojos aparecen los vanos episodios de la vida si es verdad que alegrías y lamentaciones que amores ya pasados, que enemigos se extienden rarísima secuencia ante los ojos imaginemos, digo, que llegado el momento nos vuelvan los segundos de esas horas con todo su infortunio de lápida y letargo y entonces pasara que las tercas manecillas de ese artefacto indigno se atascaran y que una y otra vez volviera a nuestros ojos la ofensiva insistencia del instante, que partiera su cuerda el reloj de la muerte interminables siglos, estaciones, eras geológicas especies, mutación de esas especies, otras galaxias mundos abismos universos historias imposibles civilizaciones sueños todo lo que pudiera, en fin, tener un nombre y que para mí siempre fuera apenas siempre, la fracción de segundo de entonces.
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LA MECEDORA de la infancia fracasa en su vaivén, se corta su aliento de madera naufragante. Sólo la niña de la muerte se mece en ella. Alguna vez, habrá que decirlo, cantaron sus retablos le fue dichoso el sol, el aire ocupó sus columnas en memoria del brote y todo floración y encumbramiento. Hoy se quema sin más fuego ya que la intemperie es incluso su incendio el más reciente de sus fracasos. No pudo arder, quemarse, sus restos retorcidos fueron arrojados al fuego de la tarde y cuando la agonía del astro desgarró la pausada piel del día todo se envileció en su astilla luminosa y no pudo quemarse. Pero sólo carbón es su recuerdo antracita fulminante, rencor y para qué tanta esterilidad meciéndose junto a una niña.
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QUÉ CANTO debiera qué canto cantar para tu amargo, tu indigno amargo, para tu oído? Vaya aquí el que contenga tu derrota, el abatimiento, la pérdida, el siempre abatimiento en esta página y solamente aquí y en todas las páginas que siguen. Que el color verdadero cuando escribo sea tu miedo más hirsuto escalpelo entre los
ojos que atraviese, y flanco hirviente someta los vocablos en tu boca palabra por palabra forme un libro, vano negativo del terror incierto ahora negro sobre blanco o sobre hueso. Y en su canto los huesos sean pulverizados la espícula menor de tu esqueleto te salte entrambos ojos y calcifique en ti el vacío y sea permanente orilla el mar que cuando al fin llegues a tierra, el inicio el comienzo, la primera palabra de esta página, el vaya aquí, el qué canto debiera, sea la costa, el hundimiento, sea el reinicio, que cuando al fin llegues a tierra, sea la costa un mar insuperable.
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APARECE en los ojos es raro filamento, algún tipo de branquia, una fibra distinta en el humor vítreo, —si es que ahí se aloja, o es en el epitelio o en otra cavidad aún desconocida— Será un extraño pliegue de la córnea el desvío en la mácula, el simple descreer, pero el modo en que mira aquél al que le han arrancado la casa no se olvida jamás, resplandece en cambio. No busques su mirada en sus ojos circundan los horrores del alma dentro de sus pupilas la niebla y la derrota. —Fue de ese modo exacto que dentellé mis ojos en el rostro apagado del que vino a ultrajarnos quise ahogarte en furia, atragantarte en tu propio corrupto mar de abyectas mentiras. Bajaste la mirada siempre que te fue posible hoy recuerdo tu nombre y recuerdo tu rostro jamás repetiré esas letras juntas o ensayaré un retrato de tu espanto aunque claro no puedo decir esto sin pensarlo sin darte una morada en mi cabeza una casa en la mente para que cada pulso cada meditación y cada pensamiento crezcan olas de estaño y te marchiten. De esta casa he de echarte cada día volver a imaginar tu horrible aspecto para morder tus ojos y arrancar tu lengua y para proscribirte, deshacerme de ti, expulsarte en cada uno de mis días en la
Tierra, y finalmente, si algún final posible hubiera en todo esto, será el final de ti, será mi muerte. Han de morir conmigo lo prometo, cada uno de los rasgos precisos de tu nombre y de tu rostro.
| Roberto Amézquita (Ciudad de México, 1985). Poeta,
ensayista y traductor. Es editor asociado de Círculo de Poesía | Revista
Electrónica de Literatura. Autor del poemario Yámbicos de escarnio y
maldecir, publicado en Argentina por el Suri Porfiado y Círculo de Poesía
en 2016. Su libro Notas de cata (2010) fue merecedor del «Premio
Nacional de Poesía Luis Pavía 2010». Traducciones suyas aparecen en la
antología: Sólo una vez aquí en la tierra. 52 poetas del mundo (Valparaíso México, 2014) y en Una
soledad de cien años. Poesía china 1916-2016 (Valparaíso México, 2016). Fue
becario Interfaz, en el Encuentro de Literatura «Los Signos en Rotación» del
Festival Interfaz-Issste, Acapulco 2014. Es Caballero de la Orden de la
Estrella Roja de Bremen.
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