Poemas de El río de Amanda Berenguer
Afluentes Yo escuché su rumor en mi niñez, la semilla horadando las paredes, destruyendo la casa en que nací. Yo sentía el profundo crecimiento del árbol inseguro, y la resaca que la marea de su fronda horaria dejaba en mi garganta, en las orillas de la letra terrestre: y no sabía.
Aguas arriba llévame, madre, a morir a solas, junto al hondo rincón de tu memoria, allí donde nací, donde me espera la misma puerta, el mismo umbral de tierra. Ahora estoy aquí, y sé que nunca de nuevo tocaré la flor, el río, el vuelo, e mismo sitio, la espesura de hierba, tiempo, hojas, viento, ¡oh luz! Lévame, madre, a la sombra aquella, que aún siento en los ojos su ala oscura: un párpado de trigo ayer para la luz, y nube de ceniza hoy para las bodas, para el retorno, oh noche, navegante por las olas nocturnas, de regreso. Tú sola puedes ir, madre, adelante, abriéndome las nieblas de la sangre, como al aire del día mi garganta abriste ayer, cuando estrené la carne. Que me llevas crecida como el mar, como crece la nave de la espuma, el árbol sobre el aire, y sobre el cielo los pájaros terribles y agoreros. No me pienses, no sueñes mi destino, no tejas con las hebras de mis años, no repases las hojas de mi pecho, no dibujes el vidrio de mis ojos, no retoques las letras de mi nombre, que estoy sola y sola voy muriendo, que no quiero conmigo, madre, atarte al agua triste que seré algún día. Oh lenta travesía de la tarde, yo no vi la mañana, y cuando supe, ya
estaba ahora herida por la noche, ya estaba ahora herida por recuerdos: la mañana era azul sobre el rocío, un pájaro voló con mi mirada, yo estaba así detrás de la ventana y el aire me dejó su beso frío. lo llevo sobre el rostro como un selo de mi infancia caída y traicionada.
Amigos, bajo el aire hoy reunidos, bajo los fieles álamos plateados de mi casa, doblados por el viento, aquí sobre la hierba, todos vivos, ustedes los del mismo, intacto tiempo, ustedes los amigos, ríos juntos con el agua corriendo al lado mío, amigos respirando, transpirando, mirando la ascensión, la luz, hablando, ustedes los que están aquí en el día para abrirnos la voz, la compañía Yo quisiera dejar los nombres vivos, escribirlos, decirlos, levantarlos, porque sé que nos vamos, nos hundimos, y que el aire se hará tierra cerrada, y el lujo de esta hora fugitiva larga pobreza y desventura vana. ¿Dónde estará tu gesto, Manuel Flores, el aire altivo y dulce de tu cara, cuando mueran los álamos que vemos, cuando el gesto de todo se confunda y un olvido de cal dejen los huesos? ¿También tú, Ángel Rama, estarás ciego? ¿También tu pecho aquí de brasa ardiente tendrá su corazón de sombra dura? ¿Dónde estarás, amigo, cuando suban los cardos por las ruinas de mi casa? ¿Dónde estarán tus vagos ojos grises María Inés, y tu larga voz de niebla, cuando un metro de bruma nos explique las lenguas de esplendor que aquí separan? ¿Seguirás Maggi, hundiendo tu ternura por entre agudos pliegues de palabras, cuando en la boca guardes tierra impura? ¿Y tu sonrisa, Chacha, adónde ira, cuando las larvas tejan nuestros labios y nadie pueda apenas sollozar? ¿Dónde estaremos cuando no respondan ni el trueno, ni la lluvia, ni las olas? ¿Ida Vitale, qué será tu piel, tu tierna y tibia geografía blanca, cuando crezcan los ríos y la hiedras? ¿Qué será de tu paso, Mario Arregui, tu andar entre los libros y las vacas, sobre el cuero, las páginas y el pasto? ¿Y tu Gladys, tu pelo entre las ramas como raíz al aire anticipada? ¿Y tú Carlos, y tú Judith, ustedes, que nos vamos siguiendo paso a paso, si paso a paso como fina arena, iremos por el tallo del cansancio, de sueño a sangre y de sangre a tierra? ¿Recuerdan amigos?, nos diremos, y no estaremos más para escucharnos y tendremos ya algunos, hace tiempo, deshechas en las sombras las entrañas.
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Amanda Berenguer, (Montevideo, Uruguay 1921-2010)
Amanda Berenguer (Montevideo, 24 de junio de 1921 - 13 de julio de 2010) fue una poeta uruguaya que perteneció a la Generación del 45.
Académica de Honor de la Academia Nacional de Letras del Uruguay (2006). Estuvo casada en 1944 con el escritor José Pedro Díaz.
Quehaceres e Invenciones (1963) es una de sus obras más importantes. Por su obra El río en 1952 recibe el Premio del Ministerio de Instrucción Pública.
En 1986 recibe el premio "Reencuentro de Poesía" organizado por la Universidad de la República por "Los signos sobre la mesa. Ante mis hermanos supliciados". La dama de Elche (1987) recibe el primer premio en la categoría Poesía del Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay. Municipal de Montevideo.
La segunda edición de La dama de Elche, recibe en 1990 el Premio Bartolomé Hidalgo, que entrega la Cámara Uruguaya del Libro de Uruguay. Fue galardonada con el premio Candelabro de Oro otorgado por la B'nai B'rith Uruguay.
Fuente: wikipedia
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