Peregrina de Antonio Enrique Muñoz Monge Elegía y monumento a Flor Pucarina Por Sylvia Miranda Escritora y ensayista La portada dePeregrina trae el hermoso retrato–realizado por Bruno Portuguez- de una mujer andina, ataviada con su vestimentatradicional, cuya mirada lejana está llena de serenidad, de orgullosa dignidady de una actitud paradójicamente densa y pasajera, como para recordarnos que labelleza es algo que huye a la mirada y sin embargo perdura.Aunque esteretrato mítico es ya de por sí evocador, no advertimos todavía lo que nosdepara este extraordinario libro del reconocido periodista Antonio EnriqueMuñoz Monge; una novela que puede leerse al mismo tiempo como una biografía, intensay apasionada, de la que fue en vida Leonor Chávez Rojas, más conocida por sunombre artístico, Flor Pucarina, llamada también la Faraona de la canción huanca,máximo exponente de la música andina. Este personaje mítico que vivió entre1935 y 1987, nació en Pucará, un pequeño pueblo del Valle del Mantaro, en elseno de una familia modestísima y sin padre. Padeció todos los infortunios denacer pobre, andina, bilingüe quechuahablante, mujer. Emigró a la capital dondeencontró la marginación y el desprecio como tantos millones de andinos en supropio país. Pero su voz y su fraternidad, su destino de artista, la hizorecorrer todos los escenarios de sur a norte del territorio nacional llevandosus huaynos, mulisas, huaylarsh… para que cerca del final de su vida, se leabrieran también las puertas del gran Teatro Municipal de Lima, en diciembre de1980. Y mishuaynos, eso sí, no lo puedo dejar jamás, jamás, claro se sufre, te cholean, tebasurean, cantas casi a escondidas, en las radios sólo se escuchan los huaynosa las tres, cuatro de la madrugada, pero es la vida de uno, no hay otra salida,qué haría sin cantar, cantar me da fuerza, da sentido a mí vida, me siento conganas de vivir, además tengo mi público, mis amigos, mis conocidos, miscompadres, mis comadres, mis paisanos, son sinceros, yo sé que me quieren, yotambién los quiero, los he llegado a querer, es mi mundo, mi vida, ay suerte,suerte, qué será de mi vida Dios mío. Las letras desus huaynos expresaban los sufrimientos del hombre y la mujer del ande frente alrechazo y marginalidad a la que los condenaba la ciudad letrada, Lima,tradicional y prejuiciosa. También hablaban sus canciones de una profundatristeza personal que la acompañó toda la vida, de los pesares del amor, de lasoledad de su camino. Sus compositores recreaban en sus letras las trágicasvivencias de esta mujer que tuvo que huir del maltrato y que si bien encontróun nuevo amor, nunca pudo plasmarse en una relación definitiva. Se refugió enel alcohol para aquietar sus penas y su anhelo imposible de ser madre. Susletras dejaban percibir también un mundo rural, un entorno natural singular enel que como en la obra de Arguedas, las aves, los animales, las quebradas, lospuquiales, las pircas forman el propio lugar mítico del origen. Estoy muytriste en la vida / ¡malaya mi destino ayrampito! / cómo quisiera tomarchichita de tus flores / así podría beber el néctar del olvido, / desde muyjoven en la vida, / amaba con el alma ayrampito / Tantas mentiras, tantosengaños / me han perdido / ya no quisiera amar a nadie en la vida… En 1915, enLima, el joven Juan Croniqueur, José Carlos Mariátegui, escribía un artículosobre la sublevación del general Rumimaqui en el sur del país “El generalRumimaqui, que entre nosotros era sólo el mayor Teodomiro Gutiérrez, entre losindios es el inca, el restaurador, y otras cosas tremendas y trascendentales.”,intuyendo otro mundo, un mundo fastuoso a su manera, con sus principios y suscódigos, inconcebible para la impermeable Lima de su época. Del mismo modo, ellibro de Antonio Muñoz nos deja esa sensación maravillosa de descubrir “otromundo”, uno que corría paralelo al de la Lima formal, tradicional, un mundoandino presente y mayoritario en esos barrios peligrosos de la ciudad a los queno se iba, a La Parada, Yerbateros, Cerro San Cosme, El Agustino, Mercadocentral, La Victoria, Comas, “Chicago chico” en Surquillo…donde no sólocampeaba el robo, la insalubridad, el trabajo informal, sino que existía unavida fragorosa, de bares, asociaciones culturales, salas, el Coliseo Nacional,festivales, donde se cantaba, bailaba, celebraba el nuevo resurgir de la músicaandina en la capital, y al que asistían todos los que habían emigrado yañoraban su tierra. Junto a Flor Pucarina surgió una pléyade de grandes artistascomo Pastorita Huaracina, Jilguero del Huascarán, Amanda Portales, Zorzalnegro, Picaflor de los Andes, compositores y músicos de la talla de ZenobioDagha o Emilio Alanya Carhuamaca y orquestas tradicionales como la CompañíaMusical Catalina Huanca, la Compañía Ollanta, la Orquesta típica del maestroLuis Carhuay, etc.porque todoslos que hablan de ella, que suspiran y sienten por su voz y su presencia,tienen que ver con su existencia en esta tierra, con sus infinitas ydesgarradoras canciones, con sus presentaciones en los coliseos, en los camposdeportivos, en las carreteras, en los campamentos mineros, en los teatros, enlos sindicatos,.. En una prosaque fluye paralela al fluir de la emoción narrativa, el autor, amigo y promotorartístico de Flor Pucarina, se une a ella y comparte con millones de andinosese sentimiento reivindicativo de no aceptar ser menos en el propio país, unsentimiento de ilusión por el nuevo proceso que se está formando deautoreconocimiento en el que los artistas andinos se convierten en puntodinámico y aglutinante de un proceso que se siente como un despertar, como unjúbilo, en la nueva babel en que se va convirtiendo Lima. La Puca, comola llamaban cariñosamente sus cercanos, es un símbolo radiante de ese períodoporque sincretiza el dolor y la dignidad andinos junto a la alegría y bellezade su arte. Ella se preguntaba por esa enorme tristeza que le inundaba la vida,algo que le venía de más lejos ¿de dónde? Y ¿hasta cuándo? De mucho antes quesu propia vida, un sentimiento que su sensibilidad de artista capta, siente,reproduce, comunica en el laberinto de nuestra historia.Si hay algoque apasiona del libro es la postura que asume la voz del narrador, es una vozafirmativa, que narra con ilusión y pasión esta experiencia de vida junto aFlor Pucarina y a tantos grandes artistas y amigos con los que lograron sacarla revista Coliseo, testimonio de suépoca que se inserta físicamente en la ciudad letrada. Antonio Muñoz es partede esos hombres y mujeres que tendieron los puentes que conformarán al artistaperuano contemporáneo - haciendo referencia al imprescindible estudio de LuisRebaza Soraluz - y que por ese mismo hecho, puede ahora narrarnos estahistoria, con gran lujo de detalles, de anécdotas, interlocutores, de fechas ylugares, insuflando nueva vida a sus recuerdos. La novela noslleva junto a Flor Pucarina, junto a su carácter fraternal y orgullosamentefemenino, por la geografía peruana, sobre todo andina, por las múltiplesperegrinaciones religiosas donde oraba y cantaba, caminatas que demandan unesfuerzo físico y moral frente a un territorio que nos reta y nos seduce con suprístina naturaleza. Caballeríaaa,caballeríaaa, al cerroo, al cerrooo, viene caballeríaaa, caballeríaaa.” Son lasvoces repetidas y broncas de los arrieros, dueños de los animales, que bajancorriendo a pie, llevando del cabestro a las mulas madrinas, que encabezan lasrecuas, durante todo el día y la noche, durante una semana, diez días que durala Peregrinación al Señor de Cachuy. Detrás, adolorido y nervioso, cabalgandootra mula, abrazado del cogote, retorno ansioso, elcamino es difícil, pedregoso, rodeado de abismos. Este libroes, desde el punto de vista emocional, una elegía a Flor Pucarina, escritodesde el recuerdo, desde la nostalgia, desde el dolor de la pérdida. Por otrolado, como ya vaticinara Víctor Hugo, “la gran obra de la humanidad ya no seconstruirá, se imprimirá.” Así, Peregrina,es un verdadero monumento, como también apunta el reconocido periodista RaúlVargas Vega en la excelente presentación que acompaña este libro sobre estaartista peruana que en su vida y arte siempre tomó partido por la esperanza deun mundo pluricultural peruano. Cuenta Antonio Muñoz que Flor Pucarina siempresolía decirse cuando soñaba o anhelaba, “¿Por qué no?” Efectivamente, lo mejores posible. Madrid, enero2019 |