Trilce
Edición facsimilar, Alastor Editores, 2022
Presentación de los facsimilares de Trilce 26 de mayo 2022 Centro de Arte Moderno Madrid
TRILCE EN EL ESPEJO DEL TIEMPO (1922-2022)
Por Sylvia Miranda
Escritora peruana
Este año la Feria del libro de Madrid nos dio la oportunidad de escapar por unos días de las oscuras sombras que aún proyecta el Covid sobre nosotros y de este tiempo más que convulso en que vivimos, con la devastadora guerra en Ucrania, la desesperación del continente africano dejándose la vida en las vallas que lo separan de Europa, por no hablar ya del rearme del viejo continente y su marcha atrás en las políticas medioambientales que tantos esfuerzos costaron. Libros, como luces, entre guerras e injusticias. ¡Cuánto se parece esta vida a la de Vallejo!
Ha pasado puntualmente un siglo desde la primera publicación de Trilce de César Vallejo en Lima, ese libro tan profundo y luminoso como, en muchos sentidos, incomprensible. Quizás por esto mismo, por su misterio, Trilce guarda su grito de futuro y, en consecuencia, podemos cifrar en él aún una esperanza, como fiel custodio de nuestra dignidad humana.
Me doy en la forma más libre que puedo, y ésta es mi mayor cosecha artística. ¡Dios sabe hasta dónde es cierta y verdadera mi libertad! ¡Dios sabe cuánto he sufrido para que el ritmo no traspasara esa libertad y cayera en el libertinaje! Dios sabe hasta qué bordes espeluznantes me he asomado, colmado de miedo, temeroso de que todo se vaya a morir a fondo para que mi pobre ánima viva. (1)
Estas palabras que Vallejo dirigió a su gran amigo y maestro Antenor Orrego en 1922, quejándose del vacío en que había caído su libro, nos muestran el alma de un hombre que había cavado hondo, y sin excusas, en su ser para dejarnos este libro que ahora conmemoramos con emoción. Leer Trilce fue y sigue siendo un estremecimiento, no salimos incólumes de estas palabras que nos interpelan directamente, que se plantan ante el lector como nuevas existencias que trasgreden el léxico, las reglas, los significantes, reutilizando sus despojos para conformar un nuevo lenguaje. Sus palabras nos desarman y nos rearticulan, se levantan como un mundo airado y dolido que nos enrostra la inhumanidad en la que vivimos.
VI
El traje que vestí mañana
no lo ha lavado mi lavandera:
lo lavaba en sus venas otilinas,
en el chorro de su corazón, y hoy no he
de preguntarme si yo dejaba
el traje turbio de injusticia.
A hora que no hay quien vaya a las aguas,
en mis falsillas encañona
el lienzo para emplumar, y todas las cosas
del velador de tanto qué será de mí,
todas no están mías
a mi lado.
Quedaron de su propiedad,
fratesadas, selladas con su trigueña bondad.
Y si supiera si ha de volver;
y si supiera que mañana entrará
a entregarme las ropas lavadas, mi aquella
lavandere del alma. Qué mañana entrará
satisfecha, capulí de obrería, dichosa
de probar que sí sabe, que sí puede
¡COMO NO VA A PODER!
azular y planchar todos los caos.
Al año siguiente de publicar Trilce, Vallejo viaja a Europa y se instala en París. En 1930, en Madrid, sale la segunda edición de Trilce, prologada por José Bergamín y con un poema de Gerardo Diego. Esta edición es el reconocimiento en España de la trascendencia de esta obra para la lengua castellana, punto culminante de una renovación vanguardista realizada desde la exploración y subversión en las raíces del idioma.
Por estos motivos, ha sido una magnífica iniciativa del investigador y editor Ricardo Silva-Santisteban y Julio Isla director de Alastor Editores, el reunir en un solo volumen los facsímiles de estas dos ediciones acompañadas de una sección titulada “Versiones primigenias de Trilce”, donde se recogen primeras publicaciones en revistas, primeras versiones conservadas, una copia autografiada y la datación de los poemas, como forma de conmemorar el libro que supuso un hito en la vanguardia histórica en nuestra lengua.
Trilce (1922) / Trilce (1930) (2) lleva un interesante estudio filológico, semántico e histórico de Ricardo Silva-Santisteban titulado “Hipótesis de Trilce” que nos introduce en los vericuetos y complejidades que rodean al libro, observando su trascendencia, contextualizándolo en su medio y su época, contrastando las versiones primigenias, dejándonos entrever el trabajo creativo, escritural de Vallejo a la par que los avatares de su existencia.
Silva-Santisteban se pregunta: “Pero, ¿qué fue lo que produjo el cambio radical que se advierte entre la escritura del primer libro del poeta, Los heraldos negros, y Trilce?” (p.26). Da cuenta de las diferentes posibilidades, influencias literarias y estéticas vanguardistas, profundizando en el artículo “La creación de un gran poeta” que Antenor Orrego escribió en 1919 comentando Los heraldos negros, como una de las fuentes críticas que pudieron calar en Vallejo y que ya vislumbra en él esa búsqueda de su propia palabra. Y cita a Orrego.
El libro entero, como lo repito, es un ensayo hacia la conquista de la forma definitiva, hacia la creación de una técnica personal; un audaz y prodigioso tanteo para forjar y dominar su instrumento expresivo. Desdeña porque las encuentra impropias y exiguas las técnicas ajenas y emprende bravíamente la creación de una técnica suya que encaje con cabal justeza en su don musical. (p. 28).
Ciertamente, qué cerca están estas palabras del itinerario futuro de Vallejo, de las “experiencias lingüísticas extremas” de Trilce, de su postura en favor de una poesía auténtica, que para él significaba, llena de “una vida en que las nuevas relaciones y ritmos de las cosas se han hecho sangre, célula, algo, en fin, que ha sido incorporado vitalmente en la sensibilidad.” (3) Así discrepó abiertamente con el surrealismo y otros movimientos que consideraba superficiales, con una estética que para él era más bien “juegos de salón”, porque la revolución significaba algo concreto, un compromiso de vida con su época. (4)
Antenor Orrego, en su prólogo a Trilce, señalaba como la característica más singular de Vallejo “la puerilidad genial del poeta peruano” sólo comparable con Walt Whitman en el sentido de una actitud vital, nueva, recién nacida, hacia el mundo. (p. s/n).
Asimismo, José Bergamín, en su prólogo a Trilce en 1930 se expresaba en igual sentido, al subrayar el “arraigo idiomático castellano” de la poesía de Vallejo:
En este sentido, el libro TRILCE de César Vallejo, tuvo un logro profético, adelantándose con ingenua espontaneidad verbal de poesía recién nacida: y adelantándose tanto, que hoy mismo nos sería difícil encontrarle superación entre nosotros; en su autenticidad, y en sus consecuencias. (p. 10)
Unas consecuencias que nacen de su autenticidad. Este libro ha marcado a todas las generaciones que le prosiguieron y seguirá cosechando adeptos mientras quede en el mundo quienes se pregunten por la condición humana en tiempos de miseria.
Concluyo con un comentario de Ricardo Silva-Santisteban, leído en la presentación del libro en el Centro de Arte Moderno, en Madrid: “El gran logro de Vallejo en Trilce es haber ejecutado su tarea sin temor y con toda honestidad, profanando los límites de la audacia, pero a la vez haber sabido guardar el equilibrio en ese filo de la navaja que significa saltar de una estética a otra sin perder, como lo hizo gran parte de la poesía de vanguardia, su ligazón humana.”
Madrid, julio de 2022.
Notas:
(1) César Vallejo, Epistolario general, Valencia, Pre-Textos, 1982, p. 44.
(2) César Vallejo, Trilce (1922) / Trilce (1930). Edición facsimilar. Presentación, edición y notas de Ricardo Silva-Santisteban, Lima, Col. Espejo del tiempo, Alastor Editores, 2022. Las citas son de este libro salvo indicación contraria.
(3) César Vallejo, “Poesía nueva”, en Mirko Lauer, La polémica del vanguardismo, 1916-1928, Lima, Fondo Editorial de la UNMSM, 2001, p. 184.
(4) César Vallejo, “Autopsia del surrealismo”, en Mirko Lauer, La polémica…, Ibíd, p, 210.