La obra luminosa de Álvaro Mutis a través de Maqroll el viajero, un alter ego del escritor
Crítico y ensayista, Madrid, España
La obra y
la trayectoria humana y literaria de Álvaro Mutis es una de las más importantes
para la cultura colombiana, ya que el escritor lleva muchos años dedicado a la
cultura, ha ganado grandes premios, como el Premio Reina Sofía, el Premio
Nacional de las Letras de Colombia en 1974, el Premio Xavier Villaurrutia en
México, en 1989 y como colofón, el más prestigioso de todos, el Premio
Cervantes en el año 2001.
Mutis ha
tenido una vida fascinante, desde su nacimiento en Bogotá el 25 de agosto de 1923,
a su llegada a Bélgica con dos años, debido a las necesidades laborales de su
padre. Cuando el futuro escritor cumple nueve años, fallece su padre, a los
treinta y tres, el fallecimiento de su progenitor deja una gran huella en la
vida y la obra de Mutis. Regresa a Colombia con su madre, donde seguirá los
estudios que había empezado en Bruselas, matriculándose en la Universidad de
Rosario, en Bogotá.
Luego vino
su matrimonio con Mireya Durán Solano y el nacimiento de sus tres hijos. Su
comienzo como periodista en la emisora de radio Nuevo Mundo y su trabajo en
varias empresas como Standard Oil, Panamerican y Columbia Pictures, entre
otras, demuestra el espíritu emprendedor del escritor, su gran valía en el
mundo de los negocios.
El mundo
de la poesía ya estaba presente dentro de él, por ello, empezó publicando
poemas en el periódico El Espectador, para llegar, en 1953, a escribir Los
elementos del desastre, un poemario donde aparece por primera vez el mítico
personaje que queda para siempre en la memoria de los lectores de Mutis,
Maqroll, el Gaviero.
También
sufrió el castigo por no haber administrado bien el dinero, concretamente cuando era jefe de relaciones públicas de la
multinacional Esso, lo que le llevó posteriormente a ser denunciado y ser
detenido en México por la Interpol, cuando llevaba ya tres años de estancia en
este país, donde frecuentó relaciones con Octavio Paz, Carlos Fuentes y Luis
Buñuel, entre otros y se hallaba trabajando en una empresa como ejecutivo de
publicidad.
La
experiencia de la cárcel le sirve a Mutis para entender al personaje de Maqroll
un marinero que vive la soledad de su profesión, un hombre que se enfrenta a la
inmensidad del océano, en busca de sus raíces y de sí mismo.
Aunque se
inició en la novela en 1978, no será hasta 1986, con la publicación de la
primera novela alrededor de Maqroll, cuando triunfa definitivamente, me refiero
a La nieve del almirante. Comienza entonces el reconocimiento literario a una
obra de gran calado literario y de hondas reflexiones sobre la vida y su
transcurrir.
Luego
vinieron los premios y una vida cada vez más prestigiosa y valorada por la
sociedad latinoamericana y española, también un reconocimiento de toda Europa a
un escritor de gran talento y gran mundo literario.
MAQROLL,
UN PERSONAJE INOLVIDABLE
A través de siete novelas dedicadas al marinero,
Mutis consigue ingresar en un puesto de primera línea en las letras hispanas.
Las
novelas son, por orden cronológico: La nieve del almirante (1986), Ilona llega
con la lluvia (1988), Un bel morir (1989), La última escala de Tramp Steamer
(1989), Amirbar (1990), Abdul Bashur, soñador de navíos (1991) y Tríptico de
mar y tierra (1993).
Si la
primera es el comienzo de la historia, cuando aparece Maqroll, el cual se
adentra en un río imaginario, sin duda, la extensión de la Laguna Estigia, como
si fuera Caronte llevando a los muertos a la otra orilla, el Xurandó, mientras
recuerda a Flor Estévez, una mujer que lo fascinó. En el viaje, la vida y la
muerte se entremezclan en un imborrable recorrido por la fascinante visión de
una Colombia imaginada que deja honda huella en el lector apasionado por la
profundidad estilística de Mutis en su quehacer narrativo. No excluye el
lirismo, muy presente, como si el poeta estuviese dentro del narrador, en una
simbiosis fascinante que el lector intuye en cada línea del relato.
Seguirá
con Ilona llega con la lluvia, la fasicante mirada de Ilona Grabowska, una
mujer nacida en Trieste que llega junto
a las lluvias ecuatoriales, es amiga y amante de Maqroll, ya que representa la
sensualidad y el espíritu en un solo cuerpo, nos recuerda a la bella Maga de
Cortázar en su inolvidable obra maestra, Rayuela.
Ilona monta
un prostíbulo con Maqroll, porque el paisaje de ambos está lleno de sensualidad
y de placeres prohibidos, la llegada de Larissa cambiará el rumbo de la vida
del marinero.
Luego
llegan Un bel morir, donde aparecen historias de contrabando y crímenes, en los
que se halla envuelto Maqroll, La última escala de Tramp Steamer, Amirbar y una
de las más hermosas, Abdul Bashur, soñador de navíos, donde Abdul representa el
hombre que busca un sueño, mientras el sonido del mar mece en su monotonía de
olas a los marineros desterrados de todo horizonte y futuro.
El final
de la historia culmina con un tríptico, el de mar y tierra, compuesto por tres
novelas: Cita en Bergen, Razón verídica de los encuentros y complicidades de
Maqroll el Gaviero con el pintor Alejando Obregón y Jamil, donde Maqroll
desnuda su alma en un recorrido por el mundo de los sueños y con la presencia
de personajes que dejan al lector fascinado para siempre.
Mutis
utiliza un estilo narrativo tan cerca de la poesía, tan hondo que el lector
siente la fascinación del mar, de las historias que suceden, como si fuesen
secuencias de un verso filmado, con la pericia de un narrador único. Como
muestra, me detengo en la fascinante Ilona llega con la lluvia, cuando narra el
encuentro con Ilona:
Con las monedas que había ganado pagó la nota de
las bebidas, dejó una propina de rajá y se puso de pie. “Ven –me dijo-, sube a
secarte la ropa y a darte un baño. Pareces amante de gitana pobre”. La seguí
hasta el ascensor y subimos a su cuarto. Me obligó a entrar en la tina llena de
agua caliente y metió mi ropa en una bolsa de lavandería del hotel. Me afeité
con el rastrillo con el que se rasuraba las piernas. Por las ventanas abiertas
tornaba el calor espléndido después de la lluvia, que otra vez se alejaba
manchando el mar con una ceniza sombría. Se acostó a mi lado en la gran cama
doble y comenzó a acariciarme, mientras murmuraba a mi oído, con voz profunda
imitando la del benedictino que nos guió una vez por la Abadía de Solesmes:
“Gaviero loco, Maqroll jodido, Gaviero loco, Maqroll ingrato”, y así hasta que,
entrelazados y jadeantes, hicimos el amor entre risas; como los niños que ya
han pasado por un grave peligro del que acaban de salvarse milagrosamente. Con
el sudor, su piel adquiría un sabor almendrado y vertiginoso. La noche llegó de
repente y los grillos iniciaron sus señales nocturnas, su cántico pautado de
silencios irregulares que recordaban el ritmo del alguna respiración secreta y
generosa del mundo vegetal.
Todo es
hermoso en ese paisaje vasto y profundo que envuelve a los amantes, en un escenario
fascinante, donde convive la grandeza de la naturaleza, la noche, los grillos
con su canto, con la mujer, la piel que cobra tonalidades hermosas y sabores a
almendra y a vértigo en el cuerpo. El amor, como sinfonía, abraza a Maqroll y a
Ilona y les conduce a un espacio fuera del tiempo, con visos de eternidad,
donde pueden ser inmortales, lejos del mundo de los hombres y sus miserias.
Los viajes
se suceden, conformando un laberinto donde Maqroll cobra cada vez más
protagonismo, mientras los demás personajes secundan su soledad con sus
presencias fantasmagóricas, de seres envueltas en una bruma de irrealidad que
da lirismo indudable al grupo de novelas. Mutis consigue la inmortalidad con
este conjunto de libros, donde todo está tamizado por su hondura de poeta y su fino mirar de novelista.
En su
primer libro, Maqroll relate el viaje, se convierte en un testigo profundo de
la Naturaleza cambiante y nos regala páginas como esta, con las que concluyo mi
homenaje a Mutis y a su singular mirada a su continente maravilloso:
El clima comienza a cambiar paulatinamente. Debemos
estar acercándonos ya a las estribaciones de la cordillera. La corriente es más
fuerte y el cauce del río se va estrechando. En las mañanas, el canto de los
pájaros se oye más cercano y familiar y el aroma de la vegetación es más
perceptible. Estamos saliendo de la humedad algodonosa de la selva, que embota
los sentidos y distorsiona todo sonido, olor o forma que tratamos de percibir.
Sin
duda, ése es el mayor propósito de Mutis, conducirnos a un viaje por los
sentidos y alejarnos de la realidad donde Maqroll es un alter ego del escritor,
para que todo sea color, tacto, olor, la percepción de la vida a través de los
sentidos con una prosa brillante, llena de lirismo, para que Maqroll y los
otros protagonistas vivan para siempre en nuestro corazón. Todo un logro de un
gran escritor colombiano al que rindo homenaje en estas líneas, tan amigo de
otro grande de la narrativa de ese país, García Márquez, otro hacedor de un
mundo de sombras y luces, de un universo narrativo donde lo fantasmagórico, el
sueño de lo real maravilloso, convive con la realidad, para conseguir un
mosaico que embellece la literatura y enriquece al lector en cada lectura de
sus fascinantes relatos, toda una herencia de la literatura oral que ha
enriquecido a tantas generaciones, a través de los cuentos que los padres han contado
a sus hijos para que la infancia no pierde el genuino sabor de la mejor etapa
de la vida.
[1] DOCTOR EN FILOLOGÍA HISPÁNICA POR LA UNED Y DOCENTE DE
EDUCACIÓN SECUNDARIA EN LA COMUNIDAD DE MADRID, CRÍTICO LITERARIO Y DE CINE,
AUTOR DE DOS LIBROS DE ENSAYO SOBRE LA OBRA DE JUAN GIL-ALBERT.