El
libro Harina en vuelo de An Lu
sacude el mapa poético
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Referentes
de la escritura contemporánea nos hablan sobre su poesía
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Aventura
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Si estiro con
firmeza
una
de las piernas
sacudo el mapa.
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Cuando
la harina vuela...
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Cuando
la harina vuela el mundo se hace pan. O se hace poema. Como nos muestra tu
delicado libro, An Lu, Harina en vuelo. Lo apenas palpable abriga
con su blancura sobria y su tejido espeso. La cita de Marc Augé no sólo
preludia sino que ella misma se revitaliza y se alza apoyada en el
equilibrado mosaico (lo filoso y lo etéreo) que componen tus poemas:
"El mundo no está en ruinas, está en obras." Es la hospitalidad
del libro en permanente construcción la que
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nos
nace lectores y nos asienta para habitarlo. Es la intemperie de tu lenguaje
abierto y silenciosamente orquestado la que nos ampara.
La brevedad golpea el sentido interior de cada escena: "Si estiro con/
firmeza/ una/ de las piernas// sacudo el mapa". La elipsis depara
epifanía: "Barras, palos, rejas, alambres/ inventaron/ para separar. /
Lo que no saben/ es que volamos." La esencia de las "cosas"
se entusiasma en la palabra: "Hilos, libros botones, / cartas
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a
mi alrededor,// jarras, pompas, gallos,/ojales, pan.// Belleza + belleza =
aliento." Dan ganas de seguir (de leer, de vivir), después de este, de
cada poema.
Poemas como huellas: marcan a fuego pero no laceran. Cabe,Harina en
vuelo, en aquel rito íntimo anunciado por René Char: "Un poeta
debe dejar huellas de su paso, no pruebas. Solamente las huellas hacen
soñar."
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por
María Malusardi
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Lo
cotidiano maravilloso
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Breves,
casi epigramáticos, los poemas de este libro atienden a capturar con la
eficiencia de una cámara fotográfica unos segundos de existencia que no se
miden por lo temporal ni por lo espacial. Ya sabemos que, en poesía, el
tema es un pretexto, el juego del lenguaje un simulacro. Aquello que
intentan los poemas de "Harina en Vuelo" es otra cosa: la
imposible atrapada de algo que está más allá de las palabras -¿lo real?-,
eso sin nombre posible, porque el lenguaje no está hecho para contenerlo
sino
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para
albergarnos a nosotros.
Por supuesto, quien lea un poema de An Lu buscando en ellos la
representación, se llevará una sorpresa, lo mismo que le sucederá si busca
algo parecido en las obras de los mejores poetas de cualquier generación.
En "Harina en Vuelo" asistimos al desarrollo de un trabajo
arduo de indagación respecto de la relación que existe entre la lengua y lo
que dice o deja de decir. Tan particular, tan única, que casi nos resulta
familiar, como algo que vuelve
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bajo
una forma distinta pero que enseguida comprendemos que es una máscara
debajo de la cual lo de siempre, lo cotidiano maravilloso, es aquello que
vuelve por nosotros.
Denise Levertov comparaba la tarea y los métodos de la poesía con la
telepatía, decía que al menos operaba la poesía con medios similares. Y
pareciera que en la poesía de An Lu, Levertov tenía razón yHarina en
vuelo nos anuncia.
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por
Luis Benítez
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La
base del pan y de la letra
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Escucho
Harina en vuelo y veo al polvo remontar el espacio, alejarse,
volverse rasante, causar alarma y, sobre todo, causar pan. También podría
posarse en los ojos, en los cabellos, en los labios, y sin embargo no se
posa a la vez que sí en cada parte del cuerpo. Sin embargo son muchos los
cuerpos y en cada uno se nos habla.
En la escritura de An Lu (¿seudónimo, abreviatura? ¿Acaso no habría que
abreviar el nombre, los nombres, para la creación de poemas que guardan un
estallido en la condensación? Por ejemplo: Las uñas rojas / en la hoja
blanca.)
Decía, hay en la escritura de An Lu insistencias: libros, hojas: Los
libros están juntos… Los
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fragmentos
que - quietos o en movimiento - transforman, transgreden, subvierten: Si
estiro los brazos / y camino / soy acróbata. Colores conocidos que
refuerzan lo dicho: …hay un cielo azul / y la frontera se desplaza.
Este libro de poesía está lleno de libros y de poesía: que se juntan, que
se arman, que se hacen tan mínimos e íntimos que se guardan en botellas,
teclas, hojas, letras hasta decir el abecedario para conjurar el miedo,
para dar sitio a la vida.
Un libro político, un libro donde "su estética hace a la ética de un
futuro". Y si bien en Harina en vuelo se muestra la crueldad de
la historia, y se trata de evitar la desmemoria, hay una ética de la
felicidad, quizás
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por
la dicha de nombrar. Esto se va dando tanto en lo que los textos dicen,
como en su forma, la mayoría poemas breves y contundentes.
El cuidado por ofrecer un título elegido para el otro, el lector, así como
para cada texto, hacen de cada uno, una joya preciosa. El libro de An Lu,
además, me ha hecho ir a buscar la poesía de Beatriz Vallejos. Hay una voz
en ambas poetas que las emparenta. Y esa es otra alegría.
Leo una y otra vez Harina en vuelo. Lo comparto, lo leo en voz alta,
quiero que otros lo lean. Por ej: Claroscuro: silba/ ¿alguien?/ en tu
oído.
Quedamos, desde el comienzo al final, silbados, enharinados.
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por
Susana Szwarc
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Un
rostro hacia el rostro
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Templanza
entre muros, desvío de fronteras. La huella de un nombre por otro en los
poemas de An Lu sugiere torbellinos, al igual que el verso de Valery:"soy
en ti la secreta mudanza". Un rostro hacia el rostro. En esa
vulnerable orilla, los críticos de
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Tlön
solían inventar autores, no buscaban la verdad ni siquiera de la
verosimilitud, intuían el asombro.
"En puntas de pie
Alcanzo
A ver."
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por
Liliana Heer
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...harina
en vuelo sostiene con su poesía
"que todo, ahora, no da igual". Aquí, la escritura danza
despertando hojas de historia. Ni amontonamiento de sílabas ni silencio…
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por
Paula Shapiro
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Gema
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Mueve
una por vez
la pieza
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los sombreros
golpean
la silla
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los peones
asaltan
las ciudades.
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La
aventura de sacudir el mapa
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Terminé
de leer, pretensión inacabada cuando se trata de poesía. Es un libro
pequeño en su tamaño, se acomoda en la palma de la mano abierta y las yemas
de los dedos se asoman por sus bordes. Su autora: An Lu.
Después de leer, escribo: La poesía desnuda la palabra, la despoja de su
vestimenta, ropaje que cubre el uso cotidiano, pátina que la transparenta.
Su lectura, oficia como un sastre a medida, nuestro murmullo lector mide,
recorta y clava alfileres entre ellas para unirlas momentáneamente, leer
sin coser, más cerca del hilván, porque las palabras de An Lu vienen de a
dos, de a tres, de a cuatro, no más que los dedos
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de
una mano, con esto basta para la aventura de sacudir el mapa:
Aventura
Si estiro con
firmeza
una
de las piernas
sacudo el mapa.
Es un libro que confirma la sentencia de Marguerite Duras:"No se
puede escribir sin la fuerza del cuerpo". En muchos poemas las
acciones se transforman en acontecimientos, saltos cualitativos en las
cuales la corporeidad se presenta en estado de transformación casera del
mundo: Juntos podemos/ a la hora de/ la siesta/ tomar la tierra("Bandada").
Me inclino/ mis
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piernas
rotan/ mis brazos se extienden/ y los dedos/ doblan el/ mantel.
("Extremistas")
La figura del acróbata, en su origen etimológico "el que anda sobre
las puntas de los pies" es un referente en varios de los poemas, así
como otros referentes del circo: Si estiro los brazos/ y camino/ soy
acróbata("Cotidiano"). En puntas, con los brazos abiertos,
primeros pasos, todo niño en los comienzos es un acróbata. En
"Duchamp", el estiramiento está sujeto a la mirada: En puntas/
de pie/alcanzo/ a ver. En "Compás": Da vueltas. / Cuento/ uno,
dos, tres/ sigue…/¿Es una acróbata?/ ¿Es un ventilador en una noche de
verano?/ No./ Es una mujer rebelándose al saqueo.
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Junto
al acróbata están los "malabaristas" ("Fogonazos
en el Dorado", "Gramática") y la "contorsionista"
("Urbes"), lo que sugiere que para An Lu un referente metafórico
es el circo.
La escritura es discontinua, la oralidad continua, la primera materna (sin
corte), la segunda paterna (suspensiva), la lectura de estos poemas transita
entre ambos ritmos, la escritura como la concentrada harina, pero en vuelo.
Leer es interpretar, otorgar sentidos. Al leer estos poemas con la boca,
las palabras se trasforman en vocablos de la lengua.
Las palabras son numéricamente pocas, en cada poema conviven de 4 a 8
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palabras,
cuya ubicación en el espacio es vertical. La orientan de arriba abajo, nos
hace descender como los escalones de una escalera. Cada paso en la lectura,
cada verso-escalón son palabras desnudas que se arropan con el sentido de
convivir juntas en un pequeño espacio. Poesía vertical diría Bachelard,
visualmente acentuada en este caso por el ancho de los versos, que al
contrario de la prosa que corre como el río en la poesía "El tiempo
no corre más. Brota. La poesía encuentra su dinamismo específico en el
tiempo vertical de un instante inmovilizado" Bachelard.
He leído poemas brotes, que crecen en la lectura.
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El
brote, como estos poemas, en su escasez, es todo futuro proyectado al
crecimiento. Los poemas de Harina en Vuelo no son máximas ni
mínimas, sino enormes insinuaciones que nos dejan en un estado de
in/comprensión creativa que nos lleva a completar, a volver a leer y desear
otros poemas en este mismo libro.
El destino de la harina es reunirse en masa, facturar, tomar consistencia
en la cocción, pero aquí la harina, en vuelo, pretende romper su tradición,
no se trata de re-partir el pan, sino de aspirar, inspirar, llegar más y
lejos: Lo lanzo lejos, / llega. / Y tú, / lo abres. ("El
libro").
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por
Daniel Calmels
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Obsesión
por hacer que la palabra brille
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No.
No mataremos un grillo. Tampoco buscaremos razones que estén lejos de la
música o residan en la lengua al despertar. Más bien vamos a tener una
ternura alzada para cuando lleguen las niñas que vagan oscureciéndose en las
noches.
Nunca supieron que volábamos
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y
eso, es parte del dolor, un líquido que arde.
Esas ganas de volver a donde nunca estuvimos, deseos de retener entre
palabras algo que estamos a punto de perder, que hemos perdido al
enunciarlo. Lo que suena al salir de un concierto, lo que buscamos
empapados.
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Algo
que se fuga sin remedio. Un sin embargo, un tal vez. Y una obsesión por
hacer que la palabra brille sola, desalmada del momento aquel, perdida
entre campos de algodón, lejos, como a la distancia de la nariz al ombligo.
Y sí, el sapo: drama.
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por
Claudio Pérez
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