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Consuelo Triviño

Rulfo,Roa Bastos, García Márquez: dos centenarios y un cincuentenario

PorConsuelo Triviño



En 2017celebramos los centenarios de Roa Bastos y de Juan Rulfo, dos de los grandes dela literatura en lengua española. Con El llano en llamas (1953) y Pedro Páramo(1955), el primero se anticipó a lo que sería el boom de la narrativalatinoamericana por su novedosa propuesta narrativa. Estos libros superaronmuchos ismos, especialmente el costumbrismo decimonónico, que miraba a loscampesinos y a los indígenas con paternalismo, sin llegar a conocerlos nientender su condición. El llano en llamas abordaba la soledad, la violencia, lamuerte, la desolación y desesperanza del campo mexicano en los añosposrevolucionarios. Traducido a más de 30 idiomas, impacta su poderosa escritura,sobria, precisa y penetrante. La fuerza de su dolorosa verdad se impone con unestilo único en palabras como estas:

“Elgrito se vino rebotando por los paredones de la barranca y subió hasta dondeestábamos nosotros. Luego se deshizo. Por un rato, el viento que soplaba desdeabajo nos trajo un tumulto de voces amontonadas, haciendo un ruido igual al quehace el agua crecida cuando rueda sobre pedregales. Enseguida, saliendo de allámismo, otro grito torció por el recodo de la barranca, volvió a rebotar en losparedones y llegó todavía con fuerza junto a nosotros: “¡Viva mi generalPetronilo Flores!”.

Rulfotuvo que responder a la incesante pregunta de cuándo publicaría el próximolibro, ya que todos esperaban de él otra novela, después de Pedro Páramo. AugustoMonterroso caracterizaría a Rulfo en el cuento «El zorro es más sabio», quetrata de un escritor que publica un libro muy bueno y luego otro mucho mejor,pero, como se da por satisfecho, los demás empiezan a repetir ¿qué pasa con elzorro?, y el zorro se responde a sí mismo: «en realidad, lo que éstos quierenes que yo publique un libro malo, pero como soy el zorro no lo voy a hacer». Yno lo hizo”, se afirma hacia el final del cuento.

PedroPáramo se inscribe dentro de la tradición de novelas de la Revolución mexicana.En ella, Rulfo trataba los temas tradicionales mexicanos, pero introduciendograndes innovaciones técnicas como la ruptura de las secuenciasespacio-temporales, que la convierten en un laberinto temporal. Asimismo,trazaba una ambigua frontera entre lo real y lo imaginario, y asociaba laexperiencia de la muerte a lo sexual y lo onírico, al referir, por ejemplo elfrustrado amor de Pedro Páramo, que tuvo todas las tierras y todo el podersometiendo a los campesinos, despojándolos de sus derechos, pero no pudo nuncaobtener el amor de Susana San Juan. Rulfo juega con paradigmas universales,como la búsqueda del padre que inicia Juan Preciado, al igual que Telémaco enla Odisea, o el viaje al Comala de los muertos, semejante al de Orfeo a losinfiernos. La novela trasciende los temas sociales, ahondando en la terribleviolencia de las fuerzas divinas, en la degradación del alma humana, acosadapor la culpabilidad y los remordimientos. Todo esto, convierte le novela en unapieza excepcional, sobre todo, por la construcción de un lenguaje que, siendoúnico e irrepetible, encarna el sentimiento colectivo de los campesinos de suJalisco natal.

Aligual que Rulfo, Roa Bastos fue un excelente cuentista, que antes de sucelebrada novela Yo, el supremo (1974), publicó El trueno entre las hojas(cuentos, 1953), Hijo de hombre (1960). En el cuento “Moriencia” asistimos a lapuesta en escena del estar muriéndose desde el nacer. En la escritura sematerializa desde el poder de la palabra y de la muerte del personaje ChepéBolívar, el protagonista, se ofrecen distintas versiones. Lo importante es elpoder que alcanza el acto de nombrar, porque el personaje cobra vida, resucita,al ser nombrado. Algo similar se plantea en Yo, el supremo, novela que presentala figura del dictador, pero se trata también en este caso de un personajeúnico. La obra se inscribe dentro de la saga de novelas de dictadores que,entre los sesenta y los setenta, se escriben en América Latina, siguiendo elmodelo valleinclanesco de Tirano Banderas. Son figuras históricas, como elmexicano Porfirio Díaz que, al igual que Gaspar Rodríguez de Francia “Elsupremo” de Roa Bastos, responden al modelo del dictador ilustrado.

AugustoRoa Bastos en Yo, el Supremo no se limita a dar cuenta de la biografía de JoséGaspar Rodríguez de Francia (1776-1840), cuya vida fue más que novelesca.Empezó como dictador temporal en 1814 y dos años después se hizo perpetuo. Conmano de hierro hizo del país una isla autosuficiente, hasta 1871 cuandoUruguay, Argentina y Brasil lo arrasaron. Roa Bastos se vale de personas ydocumentos históricos, que sazona con la ficción, de modo que esta novela estambién una lectura de las versiones de la historia fundacional del Paraguay.

Elautor muestra de qué manera los documentos son manipulados, falsificados por elayudante del dictador, quien abruma con circulares, decretos, documentospúblicos. Así como el notario que recoge las escrituras públicas y las organizade acuerdo a las necesidades de la novela. El libro se acaba convirtiendo enalegoría de la escritura, de su poder, pero también de su distorsión y, a lavez, de su sangrante forma de imponerse. El dictador es como un diostodopoderoso que lleva una vida secreta y austera, que sale por las noches sinque nadie lo identifique y al que solo se le conoce de oídas. Su pueblo esdiligente y disciplinado, tiene asistencia social, pero no conoce la libertad.

Alcontrario que Rulfo, Roa Bastos se enfrenta al reto de fundar la literaturanacional al no tener detrás una tradición que seguir o ante la cual discrepar.El resultado es esta propuesta que fluctúa entre el ensayo y la novela y querecurre a distintas textualidades enfrentadas a la oralidad, capaces demanipular los rumores y de cambiar la visión que se tiene de la historia.

GabrielGarcía Márquez, lo sabemos, tiene en común con Roa y Rulfo el haberse iniciadoen la literatura con cuentos sorprendentes y con relatos y crónicasperiodísticas de gran impacto entre sus lectores. Cien años de soledad (1967)alcanzó un éxito clamoroso desde el momento de su aparición, tanto que la obrala sitúa entre los dos libros más leídos de la literatura en lengua española allado de El Quijote.

Quierorecordar una anécdota que une a Rulfo y a García Márquez, que se ha repetido endistintas ocasiones, y que demuestra la generosidad intelectual de Mutis.García Márquez tenía 32 años y se había instalado en México para escribir Cienaños de soledad. Entonces, Mutis, que ya se había convertido en gran amigo, ledijo: “Lea esta vaina, carajo, para que aprenda” y le entregó Pedro Páramo,cuya lectura iluminó el horizonte de García Márquez. Éste, confesaría que seencontraba en un callejón sin salida, tras haber publicado cinco libros, que enrealidad lo conducirían a Cien años de soledad, solo que por entonces no losabía.

Laparquedad de Rulfo, que se adentra en el Hades, le permitirá a García Márquezincursionar en las vidas de sus personajes también más allá de la muerte. Lanovela funda un universo, el de Macondo, recreando el mito de la Arcadiafundante y su prosperidad, que coincide con la bonanza del pueblo gracias a laexplotación de las plantaciones de banano por parte de la compañíanorteamericana. Pero vendrá la decadencia y la ruina de las familias que veráncómo esta Arcadia se convierte en Babilonia.

La obraevoca las imágenes obsesivas de la infancia que permanecen vivas en la memoriadel autor y que están envueltas de una atmósfera mágica, como el día queconoció el hielo, experiencia que, curiosamente, también recuerda el poeta RubénDarío. La imaginación desbordante despliega lo fantástico en el relato consucesos como la epidemia del insomnio y la lluvia de flores amarillas. Estaprodigiosa inventiva, además del virtuoso del autor, contrasta con el rigurosoordenamiento de la historia, que sitúa al libro al lado de textos como laBiblia o Las mil y una noches. Y es, sin duda, el sortilegio que atrapa allector lo que ha garantizado su popularidad, entre otras cosas, por lasmúltiples interpretaciones que pueden hacerse de la historia.


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