Diego Rivera
Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central (1946)
La calavera –inmortalizada por los corridos mexicanos y los grabados populares de Guadalupe Posada– posa vestida como una dama de sociedad de 1900 en un día de verano, en la Alameda Central de la ciudad de México. A su derecha hay un hombre de bombín que puede ser el presidente Porfirio Díaz y a su izquierda, tomándole una mano, un niño de rasgos adultoiodes: el mismo pintor Diego Rivera. La realidad (social, política) conviven con lo fantástico (la “calavera”, o más bien esqueleto) donde la vida y la muerte se confunden y la estola de plumas que adorna el cuello de la Dama es en realidad una ristra de maíz. Diego Rivera (Guanajuato, 1886 – México, 1957) Encarnación del artista revolucionario latinoamericano, en sus siete décadas de vida se permitió a la vez ser comunista y trabajar en los Estados Unidos, y dejar un reguero de grandes obras de artes por las grandes capitales, desde México DF mismo hasta Nueva York. Pero a diferencia de los grandes pintores muralistas de la Edad Media o el Renacimiento, su obra no ilumina iglesias o santuarios, sino edificios públicos de la sociedad civil y laica: universidades, centros de gobierno, teatros. |