La CarambadaPor Salvador Zúñiga Fuentes[1] Coyoacán, DF, México Conmotivo de la celebración del Bicentenario de la Independencia me he estadoacordando con mucho cariño de mis padres, pues de ellos aprendí todas esascosas maravillosas que significan ser mexicanos y tener el privilegio de viviren éste hermoso país. Aellos dedico la presente recopilación del libro LA CARAMBADA, escrito por el señor Joel Verdeja Sousse en 1941, asícomo citas provenientes del libro LEYENDASY TRADICIONES QUERETANAS del señor Valentín F. Frías, publicado en 1886, ademásde mis recuerdos personales, inolvidables, vividos en Santiago de Querétaro durantemi niñez y juventud.Misqueridos padres, Don Luis M. Zúñiga y Doña María Fuentes de Zúñiga, nacieron enla muy Noble, Leal y Levítica Ciudad de Santiago de Querétaro, a fines delSiglo XIX. Ellos estaban muy orgullosos de ser Queretanos y desde siempre, tuvela certeza de que ellos conocían todoslos aconteceres, historias, tradiciones y leyendas de esa bella ciudad,conocimientos con los que deleitaban a sus hijos durante las sabrosas ycotidianas charlas de sobremesa. Desdeentonces he guardado en mi memoria muchas de esas charlas, sobresaliendo en estaocasión la historia/leyenda de una mujer que, al estilo de los bandidosrománticos del pasado, como Chucho el Roto,Heraclio Bernal, el Cucho Montes y otros, se dedicó a la singular tarea dequitar lo más que podía al rico para dárselo a los pobres. Alrespecto, la historia siempre da dos juicios: el prematuro y el definitivo. La leyendanunca yerra y nada más tiene un juicio. Mientrasque la primera exalta y después condena o viceversa, la leyenda desde unprincipio sólo sabe condenar o bendecir, dependiendo siempre del sentir delpueblo. Laleyenda es tradicional y en todos los corazones tiene aceptación. La historia sólosirve para desnudar y la leyenda para revestir. Los yerros de un pueblo o deuna raza, solamente en la leyenda encuentran su redención. Sobre la historia/leyendade esta extraordinaria mujer existen dos versiones: Una, la descrita en la Historia Oficial de laciudad, que la muestra como una mujer vulgar del pueblo, fea (cacariza), ignorante,dada a la bebida y los placeres y, desde luego, bandida, cuyo nombre eraLeonarda Medina.Laotra, la Leyenda, nos muestra una mujer diametralmente opuesta, cuya trayectoriase conoce gracias al libro que publicó JoelVerdeja Sousse, su descendiente, en 1941, después de haber encontrado losapuntes que su tía abuela dejó en una caja que permaneció ignorada durantemucho tiempo. Se llamaba Oliveria Del Pozo, nacida en 1842en la Hacienda del Batán, muy próxima a la ciudad de Santiago de Querétaro. Erade buena familia, bella y de magnífica instrucción. Debidoa que en la historia de México hay muchos héroes y villanos que han sido ensalzadoso maldecidos sin merecerlo, personalmente yo me inclino por la segunda versión,porque plantea una situación de magnicidio que en su tiempo fue muy comentada,basada en hechos y nombres que coinciden con la historia y que nos narran cómo sellevó a cabo una transformación psicológica muy profunda en el personajecentral, que culminó en un magnicidio y un asesinato, originados para vengar conotro asesinato. Todo justificado, según laleyenda. Loúnico que ambas protagonistas tuvieron en común fue el sobrenombre que el pueblo les adjudicó: LA CARAMBADA (niellas supieron quién tuvo la ocurrencia ni qué significaba) y, desde luego, suodio en contra del gobierno encabezado por el licenciado Don Benito JuárezGarcía, por ser el autor y ejecutor de las Leyes de Reforma que afectaron a laIglesia Católica Apostólica y Romana. Despuésde la trágica muerte del padre de Oliveria en la batalla de Tenería, en 1846, defendiendoa México contra la injusta invasión de los norteamericanos, su madre y ella setrasladaron a Paris, en Francia, ayudadaspor sus parientes ricos, donde Oliveria fue internada en el Colegio del SagradoCorazón, a la edad de 4 años. Añosmás tarde, ya muerta su madre, su pariente, el padre Montes de Oca, larecomendó con miembros del partidoconservador que estaban en Europa para la instalación de un monarca europeo en México, rogando que laaceptaran como dama de compañía de la Emperatriz. Yasí fue. Yainstalado el Imperio en México, conoció y se enamoró del coronel José JoaquínRodríguez, Jefe del Estado Mayor del Ejército Imperial, y se comprometieron enmatrimonio. |