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Octavio Paz: Del misterio del poema

OCTAVIO PAZ: DEL MISTERIO DEL POEMA, UN DIÁLOGO CON LOS DIOSES

 

Por Pedro García Cueto[1]

                Madrid, España


                

                Octavio Paz nació en México en1914, fue premio Cervantes en 1981 y Premio Nobel en 1990. Su labor comocrítico, investigador, poeta, ensayista, es honda y profunda.

                No en vano, su obra ha sido elpunto del iceberg de muchas reflexiones, en su pensamiento se han centradonovelistas mexicanos de la categoría de Jorge Volpi, entre otros, y hay unahuella notable en muchos de los que practicamos la crítica literaria.

               Su obra ensayística es extensísima,comprendiendo títulos tan importantes como Ellaberinto de la soledad (1950), El arco y la lira (1956), Las peras del olmo (1957), Los hijos del limo (1974) y El ogro filantrópico (1979), entre otrosmuchos títulos.

             No hay que olvidar su pasión por laIndia, reflejada en su magnífico ensayo Vislumbresde la India (1995) o La llama doble (1993). El mono gramático es una obra de 1974,que tuvo y tiene todavía un gran interés para los amantes de la crítica.

Paz fue también un hombre comprometido con laRepública española, amigo de Juan Gil-Albert, este último fue secretario de larevista Taller, la cual fue dirigidapor Paz en los años cuarenta en México. Ambos intelectuales se conocieron enEspaña, cuando el escritor mexicano participó en las Jornadas que se celebraronen Valencia por parte de la alianza de los intelectuales antifascistas.

Habría que dedicar muchas páginas auna biografía impresionante que aún hoy nos produce a los críticos rendidaadmiración, pero fue poeta también, nos dejó impresas muchas poesías, dondeplasmó su amor por México, por la vida en todas las sensaciones que comprendela misma, desde la insatisfacción que sentimos ante el paisaje, por el procesoinexorable de nuestra vida, mortal, frente a un mundo que sigue brillando, sinque nosotros podamos hacer nada por concitar la eternidad.

Pero el lenguaje poético está en suprosa, abriendo senderos que iluminan y clarifican nuestra forma de entender elmundo, así ve en El laberinto de la soledadla mujer, en la poesía  de Rubén Daríocomo reflejo presente en todo poeta:

“Para Rubén Darío, como paratodos los grandes poetas, la mujer no es solamente un instrumento deconocimiento, sino el conocimiento mismo. El conocimiento que no poseeremos nunca,la suma de nuestra definitiva ignorancia: el misterio supremo”.

                Pero también sabe ver la genialmirada de Paz a novelistas singulares de la talla de D. H. Lawrence, como diceen las páginas que siguen:

“D. H. Lawrence, que es uno delos críticos más violentos y profundos del mundo moderno, describe en casitodas sus obras las virtudes que harían del hombre fragmentario de nuestrosdías un hombre de verdad, dueño de una visión total del mundo”.

Paz entiende también lacontradicción del mexicano que vive la vida como un espejismo, rodeado del ritode la muerte, en un paisaje desolado, como nos recuerda la famosa novela  (extraordinaria en cada latido de suspáginas) de Malcolm Lowry Bajo el volcán,donde el cónsul Geoffrey Firmin vive la tragedia de ser un extraño en México,ebrio, solo, recordando a Ivonne mientras la muerte, en todas sus formas, seadueña del país.

Paz entiende ese México, que sedesangra, hermoso y decadente, lugar de complejidades, ilusiones y desencantos,antesala de la historia y fascinante fresco donde los europeos han vivido lavida y la muerte con intensidad desconocida:

“No es que México escape a lasdefiniciones: somos nosotros los que nos escapamos cada vez que intentamosdefinirnos, asirnos. El carácter de México, como el de cualquier otro pueblo,es una ilusión, una máscara;  al mismotiempo, es un rostro real”.

Se trata de una contradicciónperpetua, como dice más adelante, al querer afirmarnos, nos negamos, tal es laesencia del mexicano, puro espejismo, sendero transitado de luz y sombra.

La sabiduría de Paz le hace hablarde múltiples temas que excederían este estudio, pero merece recoger su pasiónde poeta no en un poema, ya sabemos que escribió muchos, sino en unas líneaspertenecientes a El arco y la liracuando dice:


“El acto de escribir poemas seofrece a nuestra mirada como un nudo de fuerzas contrarias, en el que nuestravoz y la otra voz se enlazan y confunden. Las fronteras se vuelven borrosas:nuestro discurrir se transforma insensiblemente  en algo que no podemos dominar del todo;  y nuestro yo cede el sitio a un pronombreinnombrado, que tampoco es enteramente un tú o un él”.

                Sin duda, nos habla del misteriodel poema, para los antiguos, dice Paz, era un misterio, para nosotros, unproblema, pues contradice nuestro raciocinio, nuestra etapa de poder etiquetartodo, nuestra forma de ver el mundo. La poesía es, por tanto, lo ancestral, loque nos devuelve a nuestra esencia como seres humanos, lejos de la brutalglobalización que vivimos y donde desaparecemos como seres, en frente de losnúmeros y los objetos, que valen más en ese mundo de dictadura económica.

                 Para los antiguos, dice Paz, el poema nace delos dioses, cuya voz habla en boca de nosotros, pero en el mundo actual, elpoema arrastra los siglos, los envuelve, hasta dejarnos solos ante el mundo,puros y desnudos ante su inmensidad. Es obra del hombre, pero solo de aquel quese aproxima a la Naturaleza y al diálogo con ella.

Para terminar, dejo estas palabrasde El mono gramático, donde podemosescuchar la importancia que el lenguaje, su inefabilidad, tuvo para Paz, a lavez que el poeta, su luz, su eco, consigue que el tiempo, imparable einexorable, se quede quieto, buscando la eternidad:


“Gracias al poeta el mundo sequeda sin nombres. Entonces, por un instante, podemos verlo tal cual es-en azuladorable. Y esa visión nos abate, nos enloquece; si las cosas son pero notienen nombre: sobre la tierra no hay medida alguna”.                                                                                                                          

Sin duda, la mención del azul es unespejo de ese mundo de Darío, que reflejó en su libro de cuentos, azul comocolor de la vida, donde la fantasía convive, en armonía, con la realidad.

Buen final para esa obra vasta yhonda, la de Paz que germina como un árbol que ha crecido inmensamente, llenode ramas (el arte, la poesía, la pintura, la música), pero donde brilla con luzpropia la palabra poética, misterio que aún nos habla desde el fondo denosotros mismos y que es un diálogo, como creían los primeros humanos, con losdioses.

 

BIBLIOGRAFÍA

  PAZ,OCTAVIO: El laberinto de la soledad,Cátedra, Letras Hispánicas, 1ª ed. 1993, Madrid.

  PAZ,OCTAVIO: El mono gramático,Biblioteca de Bolsillo, 1996, Barcelona.

  PAZ,OCTAVIO: El arco y la lira, edicionesClub Internacional del libro, 1998, Madrid.

 

[1] DOCTOR ENFILOLOGÍA HISPÁNICA POR LA UNED Y DOCENTE DE EDUCACIÓN SECUNDARIA EN LACOMUNIDAD DE MADRID, CRÍTICO LITERARIO Y DE CINE, AUTOR DE DOS LIBROS DE ENSAYOSOBRE LA OBRA DE JUAN GIL-ALBERT.