Jorge Eduardo Eielson (Perú, 1924 - Italia, 2006)
Poeta, ensayista y
dramaturgo. Es una de las voces más señeras y radicales de la poesía
latinoamericana. A finales de los años cuarenta viajó a París. De allí partió
becado a Suiza para dedicarse a la escritura, y a inicios de los años cincuenta
se radicó para siempre en Italia, donde destacó no sólo por su labor literaria
sino también por su desarrollo como artista plástico, que lo llevó a obtener
prestigiosos reconocimientos internacionales, participando en grandes muestras
en museos como el MOMA o en el ámbito de la colección Rockefeller de Nueva
York. De su obra poética destacan: Canción y muerte de Rolando (1943), Reinos
(1945), Habitación en Roma (1951), Mutatis mutandis (1967), El
cuerpo de Giulia-no (1971), Poesía escrita (1976), Noche oscura
del cuerpo (1983), Primera muerte de María (1988), Antología (1996),
Sin título (2001), y Ceremonias (2001).
CEREMONIA SOLITARIA BAJO LA LUZ DE LA LUNA
La masturbación es un caballo blanco
Galopando entre el jardín
Y el baño de mi casa
La masturbación se aprende
Mirando y mirando la luna
Abriendo y cerrando puertas
Sin darse cuenta que la entrada y la salida
Nunca han existido
Jugando con la desesperación
Y el terciopelo negro
Mordiendo y arañando el firmamento
Levantando torres de palabras
O dirigiendo el pequeño pene oscuro
Posiblemente hacia el alba
O hacia una esfera de mármol tibio y mojado
O en el peor de los casos
Hacia una hoja de papel como ésta
Pero escribiendo tan sólo la palabra
Luna
En una esquina
Pero sobre todo
Haciendo espuma de la noche a la mañana
Incluidos sábado y domingo.
CUERPO ENAMORADO
Miro mi sexo con ternura
Toco la punta de mi cuerpo enamorado
Y no soy yo que veo sino el otro
El mismo mono milenario
Que se refleja en el remanso y ríe
Amo el espejo en que contemplo
Mi espesa barba y mi tristeza
Mis pantalones grises y la lluvia
Miro mi sexo con ternura
Mi glande puro y mis testículos
Repletos de amargura
Y no soy yo que sufre sino el otro
El mismo mono milenario
Que se refleja en el espejo y llora
EN EL CORAZÓN DEL OTOÑO
Este taller dorado, señora,
Si usted suelta sus cabellos,
Su corsé, sus abundantes senos,
Arderá. La Muerte vestida,
Calavera de viejo sombrero,
Con plumas de pato en la nuca,
Vendrá, si usted llora, señora,
Desnuda en el bosque, si llora.
Hermosa señora, qué viento,
Qué viejo ya el día, las flores,
La cera y el vino, sus ojos, señora.
Este taller dorado, señora, es el otoño.
ODA AL INVIERNO
El invierno es todo frutas y linternas
Olvidadas y esqueletos santos de palomas
En el bosque. El invierno besa, enamorado,
Los labios gloriosos de la vid con sus labios
De granizo, y se duerme sobre ella.
El invierno puede venir un día, blandamente,
Por el valle y, cual un fósforo en la mano,
Llevarse una vida a su ciudad como un ladrón.
El invierno enjoya al hombre tristemente,
El invierno lava tumbas de monarcas
Y mendigos, y corona el áureo y viejo otoño
Con un rayo de ceniza en la cabeza. Respetad
Al invierno, la antigüedad de sus plantas,
Su cetro de rocío en la espesura; respetad
Los rostros eternos de los árboles y el viento
En su dominio, cuando cesa todo en torno
Y él se inclina, carcomido y sonoro, como un piano
En un estanque o como un muerto en una tumba.