Nicanor Parra


        Nicanor Parra (Chile, 1914)


Poeta, traductor, profesor de física y matemáticas. Entre sus libros destacan: Poemas y antipoemas (1954), La cueca larga (1958), Versos de salón (1962), Obra gruesa (1969), Artefactos (1972), Sermones y prédicas del Cristo de Elqui (1977), Hojas de Parra (1985) y Poemas para combatir la calvicie (1993). Entre las distinciones más importantes que ha recibido por su obra se cuentan: El Premio Nacional de Literatura (1969), Premio Juan Rulfo (1991), Premio Reina Sofía (2001) Premio Cervantes (2011) y Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda. Es considerado una de las voces más importantes e influyentes de la poesía hispanoamericana durante la segunda mitad del siglo XX.



 


EPITAFIO


De estatura mediana,

Con una voz ni delgada ni gruesa,

Hijo mayor de profesor primario

Y de una modista de trastienda;

Flaco de nacimiento

Aunque devoto de la buena mesa;

De mejillas escuálidas

Y de más bien abundantes orejas;

Con un rostro  cuadrado

En que los ojos se abren apenas 

Y una nariz de boxeador mulato 

Baja a la boca de ídolo azteca 

-Todo esto bañado 

Por una luz entre irónica y pérfida-

Ni muy listo ni tonto de remate

Fui lo que fui: una mezcla

De vinagre y de aceite de comer 

¡Un embutido de ángel y bestia!




SOLILOQUIO DEL INDIVIDUO


Yo soy el Individuo.

Primero viví en una roca

(Allí grabé algunas figuras).

Luego busqué un lugar más apropiado. 

Yo soy el Individuo.

Primero tuve que procurarme alimentos, 

Buscar peces, pájaros, buscar leña, 

(Ya me preocuparía de los demás asuntos). 

Hacer una fogata, 

Leña, leña, dónde encontrar un poco de leña, 

Algo de leña para hacer una fogata,

Yo soy el Individuo.

Al mismo tiempo me pregunté,

Fui a un abismo lleno de aire;

Me respondió una voz:

Yo soy el Individuo.

Después traté de cambiarme a otra roca, 

Allí también grabé figuras,

Grabé un río, búfalos,

Grabé una serpiente,

Yo soy el Individuo.

Pero no. Me aburrí de las cosas que hacía, 

El fuego me molestaba,

Quería ver más,

Yo soy el Individuo.

Bajé a un valle regado por un río,

Allí encontré lo que necesitaba,

Encontré un pueblo salvaje,

Una tribu, 

Yo soy el Individuo.

Vi que allí se hacían algunas cosas,

Figuras grababan en las rocas,

Hacían fuego, ¡también hacían fuego!

Yo soy el Individuo.

Me preguntaron que de dónde venía.

Contesté que sí, que no tenía planes determinados, 

Contesté que no, que de allí en adelante.

Bien.

Tomé entonces un trozo de piedra que encontré en un río

Y empecé a trabajar con ella, 

Empecé a pulirla,

De ella hice una parte de mi propia vida. 

Pero esto es demasiado largo.

Corté unos árboles para navegar, 

Buscaba peces,

Buscaba diferentes cosas, 

(Yo soy el Individuo).

Hasta que me empecé a aburrir nuevamente. 

Las tempestades aburren,

Los truenos, los relámpagos, 

Yo soy el Individuo.

Bien. Me puse a pensar un poco,

Preguntas estúpidas se me venían a la cabeza. 

Falsos problemas.

Entonces empecé a vagar por unos bosques. 

Llegué a un árbol y a otro árbol;

Llegué a una fuente,

A una fosa en que se veían algunas ratas: 

Aquí vengo yo, dije entonces, 

¿Habéis visto por aquí una tribu, 

Un pueblo salvaje que hace fuego? 

De este modo me desplacé hacia el oeste 

Acompañado por otros seres, 

O más bien solo.

Para ver hay que creer, me decían, 

Yo soy el Individuo.

Formas veía en la oscuridad, 

Nubes tal vez,

Tal vez veía nubes, veía relámpagos,

A todo esto habían pasado ya varios días, 

Yo me sentía morir;

Inventé unas máquinas,

Construí relojes,

Armas, vehículos,

Yo soy el Individuo.

Apenas tenía tiempo para enterrar a mis muertos,

Apenas tenía tiempo para sembrar,

Yo soy el Individuo.

Años más tarde concebí unas cosas,

Unas formas,

Crucé las fronteras

Y permanecí fijo en una especie de nicho,

En una barca que navegó cuarenta días,

Cuarenta noches,

Yo soy el Individuo.

Luego vinieron unas sequías,

Vinieron unas guerras,

Tipos de color entraron al valle,

Pero yo debía seguir adelante,

Debía producir.

Produje ciencia, verdades inmutables,

Produje tanagras,

Di a luz libros de miles de páginas,

Se me hinchó la cara,

Construí un fonógrafo,

La máquina de coser,

Empezaron a aparecer los primeros automóviles,

Yo soy el Individuo.

Alguien segregaba planetas,

¡Árboles segregaba!

Pero yo segregaba herramientas,

Muebles, útiles de escritorio,

Yo soy el Individuo.

Se construyeron también ciudades,

Rutas,

Instituciones religiosas pasaron de moda,

Buscaban dicha, buscaban felicidad,

Yo soy el Individuo.

Después me dediqué mejor a viajar,

A practicar, a practicar idiomas,

Idiomas,

Yo soy el Individuo.

Miré por una cerradura,

Sí, miré, qué digo, miré, 

Para salir de la duda miré, 

Detrás de unas cortinas, 

Yo soy el Individuo.

Bien.

Mejor es tal vez que vuelva a ese valle,

A esa roca que me sirvió de hogar,

Y empiece a grabar de nuevo,

De atrás para adelante grabar

El mundo al revés.

Pero no: la vida no tiene sentido.




EL HOMBRE IMAGINARIO


El hombre imaginario

vive en una mansión imaginaria 

rodeada de árboles imaginarios 

a la orilla de un río imaginario


De los muros que son imaginarios 

penden antiguos cuadros imaginarios 

irreparables grietas imaginarias 

que representan hechos imaginarios 

ocurridos en mundos imaginarios 

en lugares y tiempos imaginarios


Todas las tardes tardes imaginarias 

sube las escaleras imaginarias 

y se asoma al balcón imaginario 

a mirar el paisaje imaginario 

que consiste en un valle imaginario 

circundado de cerros imaginarios


Sombras imaginarias

vienen por el camino imaginario

entonando canciones imaginarias 

a la muerte del sol imaginario


Y en las noches de luna imaginaria 

sueña con la mujer imaginaria 

que le brindó su amor imaginario 

vuelve a sentir ese mismo dolor 

ese mismo placer imaginario 

y vuelve a palpitar 

el corazón del hombre imaginario