Efraín Bartolomé
Ocosingo, Chiapas, 1950. Libros: Ojo de jaguar, Ciudad bajo el relámpago, Música solar,
Cuadernos contra el ángel, Música lunar, Corazón del monte, Partes un verso a
la mitad y sangra, y Fogata con tres piedras, entre otros. Su obra ha sido reunida en los volúmenes AGUA LUSTRAL
(Poesía 1982-1987, Lecturas
mexicanas, CNCA, 1994), OFICIO: ARDER (Obra poética 1982-1997, UNAM, 1999) y EL SER QUE SOMOS (Editorial
Renacimiento, Sevilla, 2006). Premios: Premio Ciudad de México 1982;
Premio Nacional de Poesía Aguascalientes, 1984; Premio Nacional de Poesía
Carlos Pellicer para obra publicada 1992; Premio Nacional de Literatura
Gilberto Owen 1993; Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 1996. Pertenece al Sistema Nacional de Creadores de Arte. Hay traducción de poemas suyos al inglés, francés, portugués, alemán, gallego, árabe, maya peninsular, náhuatl y esperanto. Los textos incluidos pertenecen a los libros: Música lunar, 1991; Partes un verso a la mitad y sangra, 1996; De Avellanas, en Oficio: Arder Obra poética 1982-1997, 1999 y Ojo de jaguar, 2010.
FUEGO EN VOZ ALTA PARA ENCENDER LA
PRIMAVERA
Vibro
Estoy
cantando
Ilumino la oscuridad cantando
De la fruta ligeramente amarga del corazón
se levantan delgadas capas de una suave corteza
Capas ligeras como el aroma que se desprende bajo el sol
de un paquete compacto de grandes hojas de tabaco
Estoy cantando
Me descubro extendiendo mi voz como la piel de un animal
que se pone al sereno llena de sal y estacas
estirada en la noche como una mancha
Estoy cantando
Voy extendiendo la noche como una piel enorme
y clavo las estacas de mi canto en la piel de la noche
y la cubro de sal con la sal de mi canto
y la pongo a secar con el calor pálido de la Luna
bajo el temblor de las estrellas
Abro la noche en dos
Afilo las estacas doradas de mi canto
Parto su corazón luminoso
Y lanzo la blanca sal de mi palabra
sobre la piel recién desollada de la noche
y la pongo a secar con las estrellas pálidas
Abro en dos cada estrella
y de su corazón cercenado por la estaca feroz de mi palabra
brota mi canto para regar de polvo estelar mi corazón sombrío
Y parto en dos mi corazón sombrío
y en mi mano sólo brilla una estrella alargada
y en el fondo de mi sombrío corazón sólo hay polvo de estrellas
que cae sobre la piel recién cortada de la Medianoche
que se extiende clavada contra un cielo vacío
donde sólo hay un canto como sal derramándose
Estoy aquí Oigo las cosas
crepitar bajo un incendio subterráneo
Me persigue cada ínfimo sonido de la noche cada rama delgada
cada crujido leve de la hojarasca
Cantando
he hundido mi mano hasta el fondo de mi sombrío corazón
y no sangre
y no dolor
sólo mi mano resplandeciendo de polvo estelar vibra bajo la noche
Y estoy cantando
Y estoy ardiendo
Y hay un enjambre luminoso en mi palabra negra
Yo soy la lengua de la noche
Soy sus negros pulmones
Y canto
Y ardo
Y me desprendo en capas sucesivas
en delgadas cortezas de mí mismo
como el aroma de las hojas compactas de tabaco
bajo la mano bienhechora del sol
Ah pero la noche hizo fogatas bajo
las construcciones
Y hay hombres calentando sus manos junto a las fogatas
Y los hombres tiemblan de frío y repiten entre dientes mi canto
y una fogata interna los calienta y humean
y se desprenden de sí mismos cantando
como en delgadas capas como en
cortezas sucesivas
Y en las casas hay madres preocupadas agitando termómetros
que vigilan la fiebre de sus hijos
Y hay hijos convalecientes que agradecen
con la flor débil de su risa
los labios de las madres sobre su frente febril
Y los niños febriles y las madres cansadas
cantan entre dientes conmigo
y
la luz los arropa
Y hay un enamorado con los ojos llenos de noche
que prepara una soga
y hay un adolescente arrodillado frente a un arma pequeña
y hay una joven fea preparando somníferos
y una muchacha hermosa preparando veneno
y desde la ceniza de su amor quebrantado
asoma poco a poco mi canción
y sube a su garganta
y mueve con dificultad sus mandíbulas tensas
y entre dientes repiten mi canto
y una sonrisa cada vez menos triste va naciendo en sus ojos
y el Orgullo comienza a crecerles por dentro como una rama tierna
Canto
Y mientras canto la Noche se desliza por el tren subterráneo
donde los hombres danzan una danza lentísima
con los brazos en alto sujetando quién sabe qué seguridad inútil
con los ojos vacíos
o llenos hasta el borde de un material vacío
o mirando al vacío y reflejándolo en el espejo tibio de sus ojos
Danzando apenas con un ademán ciego y detenido en el aire
y sus piernas valsando un ritmo cada vez más ruinoso
a medida que el tren comienza a detenerse para entrar
en la próxima estación
Y las manos
otra vez empuñando con desesperación ese poco de seguridad
mientras beben el aire narcótico y la noche del túnel se alarga
nuevamente
con un temblor que vibra bajo la danza insomne
de los hombres que avanzan con los ojos abiertos
hacia un futuro pequeño
Y yo canto
mientras la noche y su billón de pies danzando muellemente
sobre el tren subterráneo
les da a los hombres un espejo sucio donde ellos sólo miran el vacío
Pero todos los hombres cantan de pronto conmigo
y el cielo vuelve a descansar sobre sus rostros con sueño
Y sueltan la seguridad
y
flotan
y van a la salida invitando
mientras la noche teje un alba lentísima
Cantemos todos ahora
Sumerjamos nuestras manos en el polen oscuro de la noche
Hundamos nuestras manos hasta el fondo del corazón sombrío
Veamos nuestras manos iluminadas por el polvo estelar
Lavemos nuestras manos en el agua celeste
Con la mano derecha
hagan más grande la concha de su oído:
mi canto llega más allá de la estrella polar
porque de más allá viene mi canto.
EL
ORO MÁS PULIDO
Cada
vez que le descubro a mi mujer un gran poeta
y
la convenzo con mi entusiasmo y mi memoria y mi alegría
y
ella lo lee y lo nombra y lo disfruta
arde
mi corazón con unos celos miserables
¿Por
qué se me adelanta ese canalla?
¿Por
qué escribió los versos que yo pude escribir
si
acaso el tiempo el mundo el improbable azar...?
¿Por
qué?
Y
me pongo a sufrir largos minutos sintiendo como ortiga por dentro
mientras
ella recuerda o cita o pronuncia en voz alta
los
versos las imágenes el oro musical que yo le convidé
Y
me arrepiento de haber puesto en sus ojos
de
haber puesto en su alma
un
rival que (¡afortunadamente! dice el lado egoísta de mi corazón)
ya
está muerto o ya es muy viejo o vive en un país tan lejano
o
no habla nuestra lengua
Pero
pasan los días
y
no puedo dejar de poner en su alma
una
nueva ración del oro más pulido del espíritu humano
Porque
a pesar del vidrio molido de mi resentimiento
¿cómo
podría ofrecer a mi amada
un
manjar menos rico
una
mesa más pobre
unos
enclenques versos tartamudos o sosos?
Y
me pongo a sufrir otros largos minutos...
Luego
todo se aclara
y
me siento más santo por el resto del día.
LA VIENTA
No es el viento
: es la Vienta
: la yegua enloquecida
: la Vienta loca
La yegua de la noche
La que se apareció en la encrucijada
y se dejó montar
La que me trajo aquí
: hasta el uñal de gato
y me dejó sonriente y trasijado
y me puso a cantar en el atascadero sin pudor ni
recato
: igual que los becerros amarrados al tosco
bramadero
: igual que los borrachos en la noche desierta
Y aquí recuerdo el galopar violento
: mis muslos presionaban contra la firme carne de
seda
Y se lo digo al viento
: yo volvería a entrar por esa puerta.
FONDO Y FORMA
El hombre aquel ya estaba muerto.
Sólo forma quedaba:
cuerpo desierto.